Muchos occidentales se
han preguntado alguna vez por qué todos los asiáticos son tan parecidos
entre sí o por qué los subsaharianos nos parecen tan similares, pero ¿es
real su semejanza o se trata sólo de una sensación errónea?
La respuesta a esta
pregunta ha sido objeto de numerosos trabajos científicos hasta
identificar el mecanismo cerebral responsable.
La respuesta está en que los seres humanos somos muy hábiles
reconociendo rostros, pero con la notable excepción de las caras de
personas de otros grupos étnicos: se trata del llamado "other-race
effect".
Nuestro cerebro parece
ser mejor decodificando las características únicas de una cara cuando la
persona pertenece a nuestro mismo grupo étnico, lo que hace difícil
para nosotros identificar rasgos faciales específicos de personas de
otras razas y grupos étnicos.
El “efecto otro tipo de rostro” u “other-race effect” (ORE, según sus
siglas en inglés), es conocido por los psicólogos desde hace mucho
tiempo y es un fenómeno desmostrado empíricamente en numerosas
investigaciones y aceptado por los especialistas.
Se refiere a la
importante alteración del comportamiento mostrado por los seres humanos
en el reconocimiento de rostros en función de si se trata de un sujeto
del mismo grupo étnico o no. El efecto ORE refleja una especialización
muy precoz en el reconocimiento facial. A los tres meses, todos los
bebés pueden identificar todos los rostros indistintamente, pero a los
nueve meses han perdido esta capacidad y clasifican los rostros con
características distintas dentro de una misma categoría. Como para el
lenguaje, el cerebro se especializa muy pronto para procesar únicamente
en detalle las señales más familiares. En Psicología Social este efecto
se describe como una "ventaja de grupo": las personas tendemos a evaluar
y juzgar a los miembros de nuestro propio grupo como mejores y más
justos que los miembros de otros grupos.
El significado del grupo
se puede referir a la familia, compañeros de equipo en un equipo de
fútbol, compañeros de clase y también diferentes razas y etnias.
Aspecto facial promedio de las mujeres del continente asiático
La literatura científica ha proporcionado una clara evidencia de que el
efecto ORE no se explica por la escasez de las variaciones
antropométricas en las caras, sino por nuestra falta de experiencia a la
hora de reconocer rostros diferentes a los que solemos encontrarnos día
a día.
Las caras de la misma
"etnia" se codifican cerebralmente de forma muy elaborada, con un
énfasis en las características únicas faciales que nos ayudan a
distinguir una persona de otra. Para caras de otros grupos étnicos, sin
embargo, esta información se codifica de forma menos robusta y
detallada. En consecuencia, tenemos una memoria más pobre para esas
caras, por lo que somos menos propensos a reconocer o distinguir entre
ellos. Este fenómeno es universal y se da en todos los seres humanos y
grupos, de forma que un subsahariano o un asiático tiene la misma
impresión cuando ve a otro individuo de un grupo étnico distinto al
suyo.
Las dificultades para reconocer a personas de otras razas se debe más a
una falta de convivencia con ellas que a sus características físicas y
antropológicas.
Distinguimos a los
individuos de otros grupos étnicos en proporción a nuestro conocimiento y
nuestro contacto con el grupo en su conjunto. Esto favorece la ilusión
perceptiva que nos hace pensar "que todos se parecen entre sí o que son
todos iguales".
Al no convivir con
ellos, no estamos habituados a reconocer a gente con esos rasgos
faciales, no estamos entrenados para ello. No estamos acostumbrados a
mirar las diferencias entre chinos igual que no sabríamos diferenciar
entre 12 tipos de nieve como por ejemplo hacen los esquimales. Hay un
desconocimiento cultural bastante grande hasta tal punto que no es que
veamos a todos los chinos iguales, sino que les vemos iguales a ellos, a
los coreanos y a los japoneses, incluso también a los subsaharianos,
con independencia de que sean etiopes, congoleños o nigerianos.
Cuanto más interaccionamos con esos grupos étnicos empezamos poco a poco
a desarrollar estrategias que nos permiten reconocer mejor ese tipo de
caras.
Pero aunque un
occidental viviera en un barrio chino, seguiría sin distinguirles si no
se relaciona con ellos. Para ello deben formar parte de nuestro entorno
personal, de nuestra vida; debemos conocerlos y esforzarnos por
distinguir entre uno y otro, pero como normalmente no tenemos esa
necesidad de acercamiento los acabamos igualando a todos en un proceso
que en psicología se llama estereotipia, un mecanismo muy común al que
recurrimos porque no podemos asimilar toda la información al mismo nivel
de espeficidad. Los asiáticos también lo hacen porque ellos también nos
perciben iguales a nosotros, y por eso nos engloban dentro del grupo de
los occidentales.
Si un grupo étnico entra
con asiduidad en contacto con otro diferente comienza a tener mayor
precisión y habilidad a la hora de reconocer los rostros de personas de
diferente origen étnico y rasgos faciales.
Esto tiene implicaciones en diversos ámbitos, por ejemplo, la
identificación de testigos y sospechosos. A nivel empresarial también
es fuente habitual de conflictos a la hora de entablar negociaciones, de
hecho se estima que el 30% de los negocios fallidos entre occidentales y
asiáticos se deben al efecto ORE.
En resumen, es un hecho
que los seres humanos que viven en diferentes lugares geográficos
perciben a las personas que pertenecen a otro grupo étnico como
extremadamente similares entre sí.
Pero no se debe a que
todos los asiáticos se parezcan, o los occidentales, o los africanos, ya
que todos estos grupos presentan amplias diferencias faciales.
Simplemente el ser humano está poco “habituado o entrenado” para
diferenciar rostros de grupos étnicos diferentes al propio y con los que
tiene poco intercambio cultural en su día a día.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: sabiens
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