Investigadores estadounidenses afirman que no hay evidencias claras
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La evidencia de que el consumo de vino, en especial de vino
tinto, pueda proteger contra las enfermedades cardiovasculares o
incluso pueda tener un efecto preventivo contra el cáncer, surgió en
1992 de la llamada «paradoja francesa».
La población francesa, a pesar de poseer una dieta rica en ácidos
grasos saturados, tiene una baja incidencia en enfermedades
cardiovasculares y ello se debería a su tradicional consumo de vino.
Desde entonces, numerosos estudios han intentado explicar
los efectos positivos del consumo moderado de vino (una o dos copas de
vino, 10-30 g de alcohol). Estos estudios, realizados fundamentalmente
en modelos in vitro (cultivos celulares), sugieren que diferentes
sustancias como los polifenoles y en particular el resveratrol
presentes en la uva y el vino, al ser antioxidantes muy potentes,
podrían tener un efecto preventivo frente a diferentes enfermedades como
las cardiovasculares o el cáncer.
Sin embargo estudios recientes han puesto de manifiesto que
muchas de estas sustancias son destruidas por el ambiente existente en
el aparato digestivo (pH y sobre todo por la flora intestinal) lo que
hace que su biodisponibilidad sea muy reducida.
Otros estudios parecen indicar que los efectos beneficiosos del consumo moderado de vino se deberían al alcohol
presente en esta bebida. Se ha comprobado, en modelos animales, que la
administración de dosis bajas de alcohol es capaz de inducir la síntesis
de HDL-colesterol (el llamado «colesterol bueno») y de reducir los
niveles de LDL-colesterol (el llamado «colesterol malo») contribuyendo
de esta manera a la eliminación del exceso de colesterol y a prevenir
las enfermedades cardiovasculares. Estos estudios promueven el consumo
bajo o moderado de alcohol, entre 10 y 30 gramos cada día,
equivalente a un «chupito» de una bebida de alta graduación (whiskey,
ginebra, etc.), una o dos copas de vino o una jarra de cerveza
(aproximadamente medio litro). También se ha sugerido el papel sinérgico
del alcohol y polifenoles en la protección cardiovascular.
Por otra parte, estudios de salud pública realizados en
Estados Unidos, sugieren que la relación entre consumo de vino,
protección frente a las enfermedades cardiovasculares y longevidad se
debería a que el consumidor de vino pertenece a clases acomodadas con una mejor alimentación y hábitos de vida saludables y no tanto al papel antioxidante de los compuestos presentes en esta bebida.
Finalmente, estudios realizados por el Instituto Nacional de la Salud americano e instituciones europeas concluyen que no existen evidencias claras de que el consumo de bebidas alcohólicas, incluido el vino, pueda ser beneficioso para la salud y
que lo que claramente está demostrado es la toxicidad del alcohol, por
lo que concluyen que lo recomendable es no introducirse en el hábito del
consumo de bebidas alcohólicas.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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