En
efecto, parece que el ADN humano es como un super-Internet biológico.
Las últimas investigaciones científicas rusas explican fenómenos como la
clarividencia, la intuición, los actos espontáneos y remotos de
sanación, la curación misma, técnicas de afirmación, las auras de luz
alrededor de las personas, como en los maestros espirituales, tal como
pude verse en múltiples pinturas, o la influencia de la mente en
patrones climáticos.
En un informe de la tercera conferencia anual de la International
Society for the Study of Subtle Energies and Energy Medicine [Sociedad
Internacional para el Estudio de las Energías Sutiles y para la Medicina
Energética], los científicos han demostrado que la fuerza invisible de
la emoción cambia realmente la molécula física del ADN. Gregg Braden,
diseñador de sistemas aeroespaciales y geólogo jefe de Phillips
Petroleum, conocido por estudiar la interrelación entre el mundo de la
ciencia y el mundo espiritual, nos dice que un estudio basado en
rigurosas pruebas con personas capaces de controlar sus emociones, así
como con un grupo de control sin ninguna formación especial, indicaba
que «las personas entrenadas para generar sentimientos de amor profundo
eran capaces de provocar un cambio intencional en la conformación del
ADN». Asimismo, Gregg Braden afirma que “Cualidades emocionales
específicas, producidas a voluntad, determinaron en qué grado y hasta
qué extremo estaban enrolladas las dos cadenas de la molécula de la
vida. Hemos visto que genéticamente nuestro ADN cambia con las
frecuencias que producen nuestros sentimientos, y cómo es que las
frecuencias energéticas más altas, que son las del Amor, impactan el
ambiente de una forma material produciendo cambios no sólo en nuestro
ADN, sino en el ambiente que nos rodea“.
La sustancia del ADN vivo (en el tejido viviente, no en el in vitro)
siempre reaccionará a los rayos láser modulados con el idioma e incluso
con ondas de radio, si se usan las frecuencias apropiadas. Esto explica
científicamente las razones por las que la hipnosis y la
auto-aceptación pueden tener fuertes efectos en los humanos y sus
cuerpos. Es completamente normal y natural para nuestro ADN reaccionar
al lenguaje. Mientras los investigadores occidentales recortan genes
individuales de los hilos de ADN y los insertan en otra parte, los rusos
trabajaron con mucho entusiasmo en dispositivos que pueden influir en
el metabolismo celular a través de frecuencias de radio y luz
convenientemente moduladas y reparar así los defectos genéticos. El
grupo de investigación del biofísico y biólogo molecular ruso Pjotr
Gariaev ha tenido éxito demostrando que, con este método, los cromosomas
dañados, por ejemplo, con rayos X, pueden repararse. Ellos hasta han
capturado patrones de información de un ADN en particular y lo han
transmitido a otro, reprogramando así células hacia otro genoma. De esta
manera, por ejemplo, han transformado exitosamente embriones de ranas
en embriones de salamandra, simplemente transmitiendo los patrones de
información del ADN. Así, la información completa fue transmitida sin
ningún efecto secundario, como cuando se recorta o se reintroducen genes
sueltos del ADN. Esto representa una increíble y sensacional revolución
de transformar el mundo. Todo ello simplemente aplicando vibración y
lenguaje en lugar del procedimiento de recorte. Este experimento apunta
al inmenso poder de las ondas genéticas, que tienen una mayor influencia
en la formación de organismos que los procesos bioquímicos de
secuencias alcalinas.
Existen multitud de proteínas, como por ejemplo las histonas y los
factores de transcripción, que se unen al ADN dotándolo de una
estructura tridimensional determinada y regulando su expresión. Los
factores de transcripción reconocen secuencias reguladoras del ADN y
especifican la pauta de transcripción de los genes. El material genético
completo de una dotación cromosómica se denomina genoma y, con pequeñas
variaciones, es característico de cada especie. Las teorías sobre el
origen de la vida implican el conocimiento de los atributos de las
células vivas. Según el historiador de la biología Harmke Kamminga, “en
el corazón del problema del origen de la vida hay una cuestión
fundamental: ¿De qué, exactamente, estamos intentado explicar el
origen?”. O, como afirma el pionero de la química evolutiva, Alexander
Oparin, “el problema de la naturaleza de la vida y el problema de su
origen se han vuelto inseparables”. Y los biólogos moleculares se
refieren al ADN, al ARN y a las proteínas como los auténticos portadores
de esta “información”. Como ha dicho Bernd Olaf Kuppers, profesor de
filosofía de la naturaleza: “claramente, el problema del origen de la
vida equivale básicamente al problema del origen de la información
biológica”. La única opinión conocida de Darwin sobre el origen de la
vida se encuentra en una carta dirigida a Joseph Hooker, botánico
británico. En ella, dibuja las líneas maestras de la química evolutiva, a
saber, que la vida podría haber surgido primero a partir de una serie
de reacciones químicas. Tal y como él escribió, “si pudiéramos creer en
algún tipo de pequeño charco caliente, con toda clase de amonios, sales
fosfóricas, luz, calor y electricidad, etc, presentes, de modo que un
compuesto proteico se formara químicamente listo para someterse a
cambios aún más complejos…”. El resto de la frase es ilegible, si bien
deja bastante claro que Darwin concibió los principios de la química
evolutiva naturalista. Después de que Darwin publicara su obra maestra
“El Origen de las Especies”, muchos científicos comenzaron a pensar en
los problemas que Darwin todavía no había resuelto. Aunque la teoría de
Darwin pretendía explicar cómo se había hecho más compleja la vida a
partir de “una o unas pocas formas simples”, no explicaba ni tampoco
intentaba explicar cómo se había originado la vida. Sin embargo, a
finales del siglo XIX, algunos biólogos evolutivos como Ernst Haeckel y
Thomas Huxley suponían que encontrar una explicación para el origen de
la vida sería bastante fácil.
En gran parte porque Haeckel y Huxley creían que la vida era, en
esencia, una sustancia química simple llamada “protoplasma” que podía
ser fácilmente elaborada mediante la combinación y recombinación de
reactivos simples como el dióxido de carbono, el oxígeno y el nitrógeno.
Durante los siguientes años, los biólogos y los bioquímicos revisaron
su concepción de la naturaleza de la vida. Durante el siglo XIX los
biólogos, como Haeckel, vieron la célula como un glóbulo de plasma
homogéneo e indiferenciado. Sin embargo, ya en el siglo XX, la mayoría
de los biólogos veían las células como un sistema metabólico complejo.
Las teorías del origen de la vida reflejaron esta creciente visión de la
complejidad celular. Mientras que las teorías decimonónicas concebían
la vida como algo surgido casi instantáneamente a través de uno o dos
pasos de un proceso de “autogenia” química, las teorías de comienzos del
siglo XX concebían un proceso de varios billones de años de
transformación desde los reactivos simples hasta los sistemas
metabólicos complejos. Tal como hemos dicho al inicio, el ADN humano es
como un super-Internet biológico. La última investigación científica
rusa explica fenómenos como clarividencia, intuición, actos espontáneos y
remotos de sanación, la curación misma, técnicas de afirmación, las
auras de luz alrededor de las personas (como en los maestros
espirituales, tal como pude verse en múltiples pinturas), la influencia
de la mente en patrones climáticos y mucho más. Hay evidencia, además,
para un nuevo tipo completo de medicina en que el ADN puede ser
influenciado y puede ser reprogramado con palabras y frecuencias, sin
recortes invasivos, reemplazando genes individuales. Solamente el 10% de
nuestro ADN se usa para construir proteínas. Es este subconjunto de ADN
que es interesante para los investigadores occidentales y está siendo
examinado y categorizado. El otro 90% es considerado “ADN basura“. Sin
embargo, los investigadores rusos convencieron que la naturaleza no es
tonta, y lingüistas y genetistas se unieron en una aventura para
explorar ese 90% de “ADN basura“. Sus resultados, y conclusiones son
absolutamente revolucionarios. Según ellos, nuestro ADN no sólo es
responsable de la construcción de nuestro cuerpo, en base a un modelo,
sino que también sirve como almacenamiento de datos y comunicación.
Los lingüistas rusos encontraron que el código genético, sobre todo en
el aparentemente inútil 90%, sigue las mismas reglas que todos nuestros
idiomas humanos. Con este fin, ellos compararon las reglas de sintaxis
(la manera en que se reúnen las palabras para formar frases y
oraciones), de semántica (el estudio del significado en formas de
lenguaje) y las reglas básicas de gramática. Encontraron que los
alcalinos de nuestro ADN siguen una gramática regular y poseen reglas
como nuestros idiomas. Así que los idiomas humanos no aparecieron por
coincidencia, sino que son un reflejo de nuestro ADN inherente. Pjotr
Gariajev y sus colegas también exploraron la conducta vibratoria del
ADN. Dado que las invocaciones a la selección natural prebiótica
presuponen pero no explican el origen de la información específica
necesaria para un sistema autorreplicativo medianamente complejo, el
diseño inteligente es la mejor explicación del origen de los más de 500
bits de información específica requerida para producir el primer sistema
vivo mínimamente complejo. Así, suponiendo un punto de partida no
biológico, la aparición de 500 bits o más de información específica
indican diseño de manera fiable. La generalización de que la
inteligencia es la única causa de información o complejidad
especificada, por lo menos, a partir de una fuente no biológica, ha
obtenido el apoyo de la investigación sobre el origen de la vida.
Durante los últimos cuarenta años, todo modelo naturalista propuesto ha
fracasado a la hora de explicar el origen de la información genética
específica requerida para construir una célula viviente. Así, mente o
inteligencia, o lo que los filósofos llaman “agente causal”, es ahora la
única causa conocida capaz de generar grandes cantidades de información
a partir de un estado abiótico. Como resultado, la presencia de
secuencia específicas ricas en información incluso en los más simples
sistemas vivientes implicaría un diseño inteligente.
Por evolución biológica entendemos el conjunto de transformaciones a
través del tiempo que han originado la diversidad de formas de vida que
existen sobre la Tierra a partir de un supuesto antepasado común. La
palabra evolución fue utilizada por vez primera en el siglo XVIII por el
suizo Charles Bonnet. Pero el concepto de que la vida en la Tierra
evolucionó a partir de un ancestro común ya había sido formulada por
diversos filósofos griegos, y la hipótesis de que las especies se
transforman continuamente fue postulada por numerosos científicos de los
siglos XVIII y XIX, a los que Charles Darwin citó en su libro “El
origen de las especies”. Dos naturalistas, Charles Darwin y Alfred
Russel Wallace propusieron en 1858, en forma independiente, que la
selección natural es el mecanismo básico responsable del origen de
nuevas variantes fenotípicas, en que se incluyen rasgos tanto físicos
como conductuales, así como de nuevas especies. Actualmente, la teoría
de la evolución combina las propuestas de Darwin y Wallace con las leyes
de la herencia de Mendel y con otros avances de la genética.
Actualmente los investigadores del origen de la vida consideran que el
problema del origen de lainformación biológica (básicamente el ADN, el
ARN y las proteínas)es el problema central al que se enfrentan. Sin
embargo, el término “información” puede referirse a varios conceptos
distintos. El objetivo es evaluar distintas explicaciones sobre el
origen de la información biológica, especialmente la adecuación de las
explicaciones de la química naturalista evolutiva en relación al origen
de la información biológica específica, tanto si se basan en el “azar” o
en la “necesidad”, o en ambos. Y el actual estado de conocimiento
apunta al diseño inteligente como mejor explicación y más adecuada con
respecto al origen de la información biológica específica. Las
categorías de “azar” y “necesidad” son útiles para comprender la
historia reciente de la investigación del origen de la vida. Hasta
mediados del siglo XX, los investigadores se apoyaron principalmente en
teorías que se centraban en el papel creativo de los eventos aleatorios,
el “azar”, vinculados con ciertas formas de selección natural. Y
posteriormente los teóricos se han centrado en las leyes o propiedades
deterministas de la autoorganización o de la “necesidad” físico-química.
Pero, ¿qué es lo que conocemos del ADN? El ácido desoxirribonucleico,
frecuentemente abreviado como ADN, es un ácido nucleico que contiene
instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de
todos los organismos vivos conocidos y algunos virus, y es responsable
de su transmisión hereditaria. El papel principal de la molécula de ADN
es el almacenamiento a largo plazo de información. Muchas veces, el ADN
es comparado con un plano o una receta, o un código, ya que contiene las
instrucciones necesarias para construir otros componentes de las
células, como las proteínas y las moléculas de ARN. Los segmentos de ADN
que llevan esta información genética son llamados genes, pero las otras
secuencias de ADN tienen propósitos estructurales o toman parte en la
regulación del uso de esta información genética. Desde el punto de
vista químico, el ADN es un polímero de nucleótidos, es decir, un
polinucleótido. Un polímero es un compuesto formado por muchas unidades
simples conectadas entre sí, como si fuera un largo tren formado por
vagones. En el ADN, cada vagón es un nucleótido, y cada nucleótido, a su
vez, está formado por un azúcar (la desoxirribosa), una base
nitrogenada (que puede ser adenina→A, timina→T, citosina→C o guanina→G) y
un grupo fosfato que actúa como enganche de cada vagón con el
siguiente. Lo que distingue a un vagón (nucleótido) de otro es,
entonces, la base nitrogenada. Y por ello la secuencia del ADN se
especifica nombrando sólo la secuencia de sus bases. La disposición
secuencial de estas cuatro bases a lo largo de la cadena (el
ordenamiento de los cuatro tipos de vagones a lo largo de todo el tren)
es la que codifica la información genética. Por ejemplo, una secuencia
de ADN puede ser ATGCTAGATCGC.En los organismos vivos, el ADN se
presenta como una doble cadena de nucleótidos, en la que las dos hebras
están unidas entre sí por unas conexiones denominadas puentes de
hidrógeno. Para que la información que contiene el ADN pueda ser
utilizada por la maquinaria celular, debe copiarse en primer lugar en
unos trenes de nucleótidos, más cortos y con unas unidades diferentes,
llamados ARN. Las moléculas de ARN se copian exactamente del ADN
mediante un proceso denominado transcripción. Una vez procesadas en el
núcleo celular, las moléculas de ARN pueden salir al citoplasma para su
utilización posterior.
La información contenida en el ARN se interpreta usando el código
genético, que especifica la secuencia de los aminoácidos de las
proteínas, según una correspondencia de un triplete de nucleótidos
(codón) para cada aminoácido. Esto es, la información genética
(esencialmente: qué proteínas se van a producir en cada momento del
ciclo de vida de una célula) se halla codificada en las secuencias de
nucleótidos del ADN y debe traducirse para poder funcionar. Tal
traducción se realiza usando el código genético a modo de diccionario.
El diccionario “secuencia de nucleótido-secuencia de aminoácidos”
permite el ensamblado de largas cadenas de aminoácidos (las proteínas)
en el citoplasma de la célula. Por ejemplo, en el caso de la secuencia
de ADN indicada antes (ATGCTAGATCGC…), el ARN polimerasa utilizaría como
molde la cadena complementaria de dicha secuencia de ADN (que sería
TAC-GAT-CTA-GCG-…) para transcribir una molécula de ARN que se leería
AUG-CUA-GAU-CGC-. El ARN resultante, utilizando el código genético, se
traduciría como la secuencia de aminoácidos metionina-leucina-ácido
aspártico-arginina-.. Las secuencias de ADN que constituyen la unidad
fundamental, física y funcional, de la herencia se denominan genes. Cada
gen contiene una parte que se transcribe a ARN y otra que se encarga de
definir cuándo y dónde deben expresarse. La información contenida en
los genes (genética) se emplea para generar ARN y proteínas, que son los
componentes básicos de las células, los “ladrillos” que se utilizan
para la construcción de los orgánulos celulares, entre otras funciones.
Dentro de las células, el ADN está organizado en estructuras llamadas
cromosomas que, durante el ciclo celular, se duplican antes de que la
célula se divida. Los organismos eucariotas (por ejemplo, animales,
plantas, y hongos) almacenan la mayor parte de su ADN dentro del núcleo
celular y una mínima parte en elementos celulares llamados mitocondrias,
y en los plastos y los centros organizadores de microtúbulos o
centríolos, en caso de tenerlos. Los organismos procariotas (bacterias y
arqueas) lo almacenan en el citoplasma de la célula, y, por último, los
virus ADN lo hacen en el interior de la cápsida de naturaleza proteica.
Los maestros esotéricos y espirituales han sabido durante mucho tiempo
que nuestro cuerpo es programable a través del idioma, las palabras y el
pensamiento. Esto ha sido ahora científicamente comprobado y explicado.
Claro que la frecuencia tiene que ser la adecuada. Y esto es por qué no
todos tienen éxito por igual o no pueden hacerlo siempre con la misma
fuerza. La persona individual debe trabajar en los procesos internos y
madurez para poder establecer una comunicación consciente con el ADN.
Los investigadores rusos trabajan en un método que no depende de estos
factores, pero que dará resultado, con tal de que se use la frecuencia
correcta. Pero mientras más altamente desarrollada sea la conciencia de
un individuo, habrá menos necesidad de cualquier tipo de dispositivo.
Uno puede lograr estos resultados por uno mismo y la ciencia finalmente
parará de burlarse de estas ideas, confirmando los resultados. Y no
termina aquí. Los científicos rusos también averiguaron que nuestro ADN
puede causar patrones perturbadores en el vacío, produciendo de este
modoagujeros de gusano magnetizados. Los agujeros de gusano son
equivalentes microscópicos a los llamados puentes de Einstein-Rosen, en
la vecindad de agujeros negros, que son remanentes de estrellas gigantes
rojas. Éstas son conexiones de túneles entre áreas completamente
diferentes en el universo, a través de los cuales puede trasmitirse
información fuera del espacio y tiempo. El ADN atrae estos pedazos de
información y los pasa a nuestra conciencia. Este proceso
dehipercommunicación es muy eficaz en un estado de relajación. Estrés,
preocupaciones o un intelecto hiperactivo previenen una
hipercommunicación exitosa o bien la información se distorsiona y se
vuelve inútil.
En física, un agujero de gusano, también conocido como un puente de
Einstein-Rosen y en las traducciones españolas «agujero de lombriz», es
una hipotética característica topológica de un espacio-tiempo, descrita
por las ecuaciones de la relatividad general, la cual es esencialmente
un «atajo» a través del espacio y el tiempo. Un agujero de gusano tiene
por lo menos dos extremos, conectados a una única «garganta», pudiendo
la materia ‘desplazarse‘ de un extremo a otro pasando a través de ésta.
Hasta la fecha no se ha encontrado ninguna evidencia que el
espacio-tiempo conocido contenga estructuras de este tipo, por lo que en
la actualidad son sólo una posibilidad teórica. El primer científico en
advertir de la existencia de agujeros de gusanos fue Ludwig Flamm en
1916. En este sentido la hipótesis del agujero de gusano es una
actualización de la decimonónica teoría de una cuarta dimensión espacial
que suponía -por ejemplo- dado un cuerpo toroidal en el que se podían
encontrar las tres dimensiones espaciales comúnmente perceptibles, una
cuarta dimensión espacial que abreviara las distancias, y así los
tiempos de viaje. Esta noción inicial fue plasmada más científicamente
en 1921 por el matemático Hermann Weyl en conexión con sus análisis de
la masa en términos de la energía de un campo electromagnético a partir
de la teoría relativista de Albert Einstein en 1916. En la actualidad la
teoría de cuerdas admite la existencia de más de 3 dimensiones
espaciales, pero las otras dimensiones espaciales estarían contractadas o
compactadas a escalas subatómicas (según la teoría de Kaluza-Klein) por
lo que parece muy difícil o casi imposible aprovechar tales dimensiones
espaciales «extras» para viajes en el espacio y en el tiempo.
El término «agujero de gusano» fue introducido por el físico teórico
estadounidense John Wheeler en 1957 y proviene de la siguiente analogía,
usada para explicar el fenómeno: imagine que el universo es la cáscara
de una manzana, y un gusano viaja sobre su superficie. La distancia
desde un lado de la manzana hasta el otro es igual a la mitad de la
circunferencia de la manzana si el gusano permanece sobre la superficie
de ésta. Pero si en vez de esto, cavara un agujero directamente a través
de la manzana la distancia que tendría que recorrer sería
considerablemente menor, recordando la afirmación que dice «la distancia
más cercana entre dos puntos es una línea recta que los une a ambos».
Los agujeros de gusano de Lorentz, conocidos como agujeros de gusano de
Schwarzschild, o puentes de Einstein-Rosen, son nexos que unen áreas de
espacio que puede ser modeladas como soluciones de vacío en las
ecuaciones de campo de Einstein, por unión de un modelo de un agujero
negro y un modelo de un agujero blanco. Esta solución fue hallada por
Albert Einstein y su colega Nathan Rosen, que publicó primero el
resultado en 1935. Sin embargo, en 1962, John A. Wheeler y Robert W.
Fuller publicaron un artículo demostrando que este tipo de agujero de
gusano es inestable, y se desintegraría instantáneamente tan pronto como
se formase. Antes de que los problemas de estabilidad de los agujeros
de gusano de Schwarzschild se hiciesen evidentes, se propuso que los
quásares podían ser agujeros blancos, formando así las zonas terminales
de los agujeros de gusano de este tipo, sin embargo investigaciones más
recientes descartan a los quásares como equiparables a los agujeros
blancos.
Mientras los agujeros de gusano de Schwarzschild no sean atravesados, su
existencia inspiró a Kip Thorne a imaginar agujeros de gusano
atravesados creados por la sujeción de la «garganta» de un agujero de
gusano de Schwarzschild abierto con materia exótica (materia que tiene
masa/energía negativa). Imagen de un agujero de gusano practicable (que
se puede atravesar) que conectaría el área frente al instituto de física
de la Universidad de Tubinga con las dunas cerca de Boulogne sur Mer en
el norte de Francia. La imagen ha sido recrada mediante un software de
trazado de rayos en 4D en una métrica de Morris-Thorne, aunque los
efectos gravitatorios sobre la longitud de onda no se han simulado. Los
agujeros de gusano del intra-universo conectan una posición de un
universo con otra posición del mismo universo en un tiempo diferente. Un
agujero de gusano debería poder conectar posiciones distantes en el
universo por plegamientos espaciotemporales, permitiendo viajar entre
ellas en menor tiempo del que tomaría hacer el viaje a través de espacio
normal. Los agujeros de gusano del inter-universo asocian un universo
con otro diferente y son denominados «agujeros de gusano de
Schwarzschild». Esto nos permite especular si tales agujeros de gusano
podrían usarse para viajar de un universo a otro paralelo. Otra
aplicación de un agujero de gusano podría ser el viaje en el tiempo. En
ese caso sería un atajo para desplazarse de un punto espaciotemporal a
otro diferente.. Se cree que los agujeros de gusano son una parte de la
espuma cuántica o espaciotemporal. Los agujeros de gusano atravesables
de Lorentz permitirían viajar de una parte del Universo a otra de ese
mismo Universo muy deprisa o permitirían el viaje de un Universo a otro.
Los agujeros de gusano conectan dos puntos del espacio-tiempo, lo cual
quiere decir que permitirían el viaje en el tiempo así como también en
espacio.
En la naturaleza, la hipercomunicación ha sido aplicada exitosamente
durante millones de años. El flujo organizado de vida en los estados de
los insectos lo demuestra. El hombre moderno conoce esto a un nivel
mucho más sutil, como “intuición“. Pero nosotros, también, podemos
recobrar su uso completo. Podemos ver un claro ejemplo en la naturaleza.
Cuando una hormiga reina está espacialmente separada de su colonia, la
construcción aun continúa fervorosamente y según el plan. Sin embargo,
si la reina muere, se detiene todo el trabajo de la colonia. Ninguna
hormiga sabe qué hacer. Al parecer, la reina envía los “planes de
construcción” a distancia, vía conciencia grupal. Ella puede estar tan
lejos como quiera, con tal de que esté viva. La hipercommunicación del
ser humano se encuentra más a menudo cuando uno, de repente, encuentra
acceso a información que está fuera de la base del conocimiento
consciente. Tal hipercommunicaciónes, entonces, experimentada como
inspiración o intuición. El compositor italiano Giuseppe Tartini, por
ejemplo, soñó una noche que un diablo se sentaba a su lado en la cama
tocando el violín. La mañana siguiente Tartini pudo anotar exactamente
la pieza de memoria y la llamó la Sonata del Trino del Diablo. Durante
años, un enfermero de 42 años soñó con una situación en la que él estaba
enganchado a una especie de CD-ROM de conocimiento. Se le transmitió
conocimiento comprobable en todos los campos imaginables, lo cual él
podía recordar por la mañana. Había tal cantidad de información que
parecía que una enciclopedia entera se le había transmitido por la
noche. La mayoría de los datos estaban fuera de su base de conocimiento
personal y alcanzaba detalles técnicos sobre los que él no sabía
absolutamente nada.Cuando ocurre esta hipercommunicación, uno puede
observar fenómenos especiales en el ADN, así como en el ser humano. Los
científicos rusos irradiaron las muestras de ADN con rayos láser. En la
pantalla se formó un modelo de onda típica. Cuando ellos quitaron la
muestra de ADN, el patrón de la onda no desapareció, permaneció allí.
Muchos experimentos de control demostraron que el patrón todavía llegaba
desde la alejada muestra, cuyo campo de energía permanecía. Este efecto
se llama ahora efecto ADN fantasma. Vladimir Poponin, físico cuántico
reconocido mundialmente por sus estudios sobre las interacciones entre
los campos electromagnéticos y los sistemas biológicos e investigador
del Biochemical Physics of the Russian Academy of Sciences, se refería
así al efecto fantasma: “Después de reproducir esto muchas veces y
verificar el equipo de todas las maneras concebibles nos vimos obligados
a aceptar la hipótesis de trabajo de que alguna nueva estructura de
campo estaba siendo excitada desde el vacío físico. Y lo denominamos
‘ADN fantasma” para dar énfasis a que su origen está relacionado con el
ADN físico. No hemos observado ese efecto todavía con otras sustancias
en la cámara. Después de ese descubrimiento iniciamos un estudio más
riguroso y continuo de estos fenómenos. Y nos encontramos que con tal de
que el espacio de la cámara no se perturbe se puede medir ese efecto
durante largos periodos de tiempo. Lo hemos observado durante un mes en
varios casos. Es importante dar énfasis a que dos condiciones son
necesarias para observar el ADN fantasma. El primero es la presencia de
la molécula de ADN y la segunda es la exposición del ADN a una débil
radiación de láser coherente. Esta última condición puede darse con dos
frecuencias diferentes de radiación del láser. Quizás el hallazgo más
importante de estos experimentos es que proporcionan una oportunidad de
estudiar la subestructura del vacío bajo perspectivas estrictamente
científicas y cuantitativas. Es posible debido a la habilidad intrínseca
del campo fantasma de acoplarse con los campos electromagnéticos
convencionales”.
Se conjetura que la energía desde fuera del espacio y tiempo fluye aún a
través de los agujeros de gusano activados después de que el ADN se
aleja. El efecto colateral, más frecuentemente encontrado en la
hipercomunicación en los seres humanos, son los campos electromagnéticos
inexplicables en la cercanía de las personas involucradas. Los
dispositivos electrónicos, como reproductores de CD y similares, pueden
dejar de funcionar durante horas. Cuando el campo electromagnético se
disipa poco a poco, los dispositivos funcionan de nuevo normalmente.
Muchos sanadores y psíquicos saben este efecto en su trabajo. Mientras
mejor sea la atmósfera y la energía, más frustrante es que el
dispositivo magnetofónico deje de funcionar y de grabar exactamente en
ese momento. Y el encenderlo y apagarlo después de la sesión aun no
restaura la función. Sin embargo, a la mañana siguiente todo regresa a
la normalidad. En su libro “Inteligencia de red de computadoras”,
Grazyna Gosar y Franz Bludorf explican estas conexiones claramente. Los
autores también citan fuentes que asumen que la humanidad en tiempos
tempranos había sido, como los animales, muy fuertemente conectada a la
conciencia grupal, actuando como grupo social. Sin embargo, para
desarrollar y experimentar la individualidad, nosotros, los humanos,
tuvimos que olvidarnos casi completamente de la hipercomunicación.
Tal vez sea esto el famoso pecado original del Génesis, ya que se dice
que en al paraíso había una perfecta comunicación entre el hombre y los
animales. Y en muchos contactos OVNI se ha experimentado que los
supuestos alienígenas tienen muy desarrollada la hipercomunicación y la
conciencia grupal. Ahora que somos bastante estables en nuestra
conciencia individual, podríamos crear una nueva forma de conciencia de
grupo, en la cual logremos acceso a toda la información vía nuestro ADN,
sin ser controlados remotamente sobre qué hacer con esa información.
Ahora sabemos que de manera similar a Internet, nuestro ADN puede
alimentar su base de datos desde la red, puede acceder a datos de la red
y establecer contacto con otros participantes en la red. La curación
remota, la telepatía o “el sentir remoto” sobre el estado de parientes
etc. puede explicarse de esta manera. Algunos animales también saben,
desde lejos, cuando sus dueños planean volver a casa. Eso puede
explicarse vía los conceptos de conciencia de grupo e hipercomunicación.
Cualquier conciencia colectiva no puede utilizarse con sensibilidad por
un periodo de tiempo indefinido sin una individualidad distintiva. De
otro modo, revertiríamos hacia un instinto primitivo de manada,
fácilmente manipulable. La Hipercomunicación en el nuevo milenio
significa algo muy diferente. Los experimentos llevados a cabo en el
Instituto Stanford de Investigacón(Stanford Research Institute) por los
físicos Targ y Puthoff,en 1974, obtuvieron una copia o repetición de la
onda senoidal de frecuencia en un magnetómetro, durante la proyección de
la conciencia. La evidencia de este y otros experimentos implican que
el cuerpo astral puede crear disturbios electromagnéticos en energías de
una octava armónica más baja, la cual puede ser medida por un equipo
electrónico sensitivo. El dominio astral tiene ciertas propiedades
únicas, una de las cuales es que los pensamientos astrales cargados
emocionalmente tienen vida propia. Ellos existen como campos de energía
distintos o formas de pensamiento con formas, colores y características
únicas.
Los investigadores piensan que si los humanos con plena individualidad
recobraran la conciencia de grupo, tendrían un poder de crear similar al
de los dioses, y podrían alterar y formar cosas en la Tierra. Y la
humanidad está acercándose colectivamente a una conciencia de grupo de
un nuevo tipo. El cincuenta por ciento de los niños tendrán problemas en
cuanto vayan a la escuela. El sistema los amontona a todos juntos y
demanda que se ajusten al sistema. Pero la individualidad de los niños
de hoy es tan fuerte que ellos rechazarán este ajuste, gestionando sus
idiosincrasias de las maneras más diversas. Al mismo tiempo, más y más
niños nacen con clarividencia. Para verlo puede consultarse el libro
“los Niños Índigo de China”, de Paul Dong. Algo en esos niños está
esforzándose cada vez más hacia una conciencia de grupo de nuevo tipo,
que no podrá ser suprimida. El tiempo meteorológico, por ejemplo, es
bastante difícil de influenciar por un solo individuo. Pero puede
influenciarse por una conciencia de grupo. Esto no es nada nuevo para
algunas tribus, que hacen sus rituales de bailes para que llueva. El
tiempo es influenciado fuertemente por las frecuencias de resonancia de
la Tierra, llamadas frecuencias de Schumann (ver artículo “¿Por qué tenemos la sensación de que el tiempo cada vez pasa más rápido?”).
Pero esas mismas frecuencias también son producidas en nuestros
cerebros, y cuando muchas personas sincronizan su pensamiento, o ciertos
individuos (los maestros espirituales, por ejemplo), enfocan sus
pensamientos en un modo parecido al láser, entonces, científicamente
hablando, no es sorprendente que esto pueda influir en el tiempo
meteorológico. Investigadores de la conciencia de grupo han formulado la
sorprendente teoría de lasCivilizaciones de Tipo I. Una humanidad que
desarrollase una conciencia de grupo del nuevo tipo no tendría problemas
medioambientales ni escasez de energía. Y si utilizase su poder mental
como civilización unificada, tendría control de las energías de su
planeta, incluyendo las catástrofes naturales. Un teórico Tipo de
Civilización II incluso podría controlar todas las energías de su
galaxia.
Siempre que muchas personas enfoquen su atención o conciencia en algo
común, como la Navidad, un campeonato mundial de fútbol o un concierto
de los Beatles, ciertos generadores de números al azar de computadoras
comienzan a entregar números en orden en vez de al azar. Esto indica que
una conciencia de grupo organizada crea orden. Cuando un gran número de
personas enfoquen su atención o conciencia en algo común, los
potenciales de violencia también se disuelven. Parece como si aquí,
también, se cree un tipo de conciencia humanitaria de toda la humanidad.
El ADN es, al parecer, también un superconductor orgánico que puede
funcionar a la temperatura normal del cuerpo. Los superconductores
artificiales requieren temperaturas sumamente bajas, de entre -200 y
-140°C para funcionar. Como recientemente se ha descubierto, todos los
superconductores pueden guardar la luz y la información. Ésta es una
explicación decómo el ADN puede guardar información. Un equipo
interdisciplinar Ruso, dirigido por el Dr. Peter Gariaev llegó a la
conclusión de que podemos cambiar nuestro ADN mediante resonancias y
paquetes de datos. Gracias a estas investigaciones hoy podemos entender
que nuestro ADN funciona como una especie de antena de comunicación a
nivel cuántico que rompería las barreras del espacio y del tiempo, lo
que confirmaría la visión holística de un ser humano interrelacionado
con todo y con todos. Estos científicos descubrieron con sus
experimentos que la oscilación vibratoria de nuestro ADN puede causar
patrones de perturbación en el vacío, produciendo así agujeros de
gusano magnetizados. Y recordemos que los agujeros de gusano son
considerados por la Física teórica como túneles que conectan áreas
completamente diferentes del universo, a través de los cuales se puede
transmitir información fuera del espacio y del tiempo.
Por lo tanto, a través de los agujeros de gusano microscópicos, el ADN
podría atraer información de más allá del espacio e incorporarla a
nuestra conciencia. En el hombre tenemos ejemplos que podrían referirse a
este tipo de hipercomunicación, que normalmente es experimentada como
inspiración o intuición. Entre muchos posibles ejemplo, podemos citar:
El químico ruso Dimitri Mendeleyev, que aseguraba que había visto en
sueños la clave para la organización de la tabla periódica de elementos;
el también químico Friedrich Kekulé, que mantenía que había deducido
la estructura hexagonal de la molécula del benceno después de soñar con
una serpiente que se mordía la cola, o Igor Stravinsky, que escuchó en
su cabeza, mientras dormía, la música de La consagración de la
primavera. Asimismo, fue un antiguo sacerdote asirio quien reveló, en
sueños, al historiador Herman Hilprecht la traducción exacta de la
inscripción cuneiforme de la llamada “piedra de Nebuchadnezzar”.
Nebuchadnezzar II era el rey del Imperio neo-babilonio, que reinó entre
605 y 562 a.C. Según la Biblia, conquistó Judá y Jerusalén y envió a
los judíos en el exilio. Se atribuye la construcción de los Jardines
Colgantes de Babilonia y también se conoce por la destrucción del Primer
Templo. Se presenta en el Libro de Daniel y también se menciona en
varios otros libros de la Biblia. Nabû-kudurri-uṣur, significa “O Dios
Nabu, conserve/defienda a mi hijo primogénito“. Nabu es la deidad
babilonia de la sabiduría e hijo de Marduk. En una inscripción,
Nebuchadnezzar se diseña como “el querido” de Nabu y “favorito“. Según
la tradición babilonia, hacia el final de su vida, Nebuchadnezzar
predijo la ruina inminente del Imperio Caldeo. Murió en Babilonia entre
los segundos y sextos meses del año cuarenta y tres de su reinado y fue
sucedido por Amel-Marduk.
Tras estudiar a fondo el ADN, el grupo de investigadores rusos antes
mencionado, formado por científicos de diversas especialidades, entre
ellos genetistas y lingüistas, ha llegado a la conclusión de que el ADN
puede ser modificado mediante sonidos y frecuencias y, por tanto, por
las palabras. Los lingüistas rusos descubrieron que el código genético,
especialmente en la parte menos estudiada hasta ahora, sigue las mismas
reglas de todas las lenguas. El poder de la palabra sobre la salud,
sostenido durante milenios por diversas corrientes de pensamiento,
quedaría así confirmado. Los armónicos y las resonancias, han sido
objeto detallado de estudio por el Institute Control of Sciences Russian
Academy of Sciences de Moscow y el Instituto Lebedev. Konstantin
Korotkov, catedrático de la Universidad de San Petesburgo y diseñador de
la cámara especial GDV (Gas Discharge Visualization), que permite
visualizar el aura de un ser vivo e interactuar sobre ella para prevenir
enfermedades. Fernando Sánchez Quintana, autor de la obra “Aura y
Ciencia” explica que, durante la guerra fría, Konstantin Korotkov
participó como científico en proyectos militares clasificados como “alto
secreto”. Uno de ellos consistía en enviar un enorme submarino nodriza
hasta la costa de Estados Unidos, que debería dejar caer desde el
interior, antes de retirarse, otro submarino más pequeño con los motores
y sistemas eléctricos apagados hasta que se posara, merced a su propio
peso, en el fondo del océano. Allí debería esperar la eventualidad de
que la guerra comenzara y lanzar entonces sus ojivas nucleares. Llegado
el momento, el submarino recibiría una orden telepática que activaría el
sistema de lanzamiento. Korotkov participó en aquel proyecto porque
había inventado un sensor de agujas de wolframio capaz de medir la
capacidad de una persona para comunicarse mentalmente.
Según su testimonio, tras un año de pruebas el proyecto fue suspendido
porque sólo se alcanzó un 95% de aciertos en las transmisiones
telepáticas, aunque esto era mucho dado el objetivo final. Pues bien,
algo similar ha hecho el biofísico y biólogo molecular Peter P. Gariaev y
otros colegas suyos del Institute Control of Sciences Russian Academy
of Sciences en Moscú. Mientras los investigadores occidentales se
centraban sólo en el 10% de nuestro ADN, la parte donde se localiza la
producción de proteínas, ellos han buscado en el 90% restante
(considerado hasta ahora ADN basura) porque no les resultaba creíble que
millones de años de evolución hubieran solo incidido en el 10% del ADN.
Obviamente, sus experimentos ofrecen una visión absolutamente diferente
del código genético y de la función del ADN. Así, su trabajo presenta a
nuestro ADN como un ordenador biológico, capaz de recoger y transmitir
información de su entorno a través de ondas, a partir de las cuales
pueden modificarse los patrones de comportamiento de las células. Tal y
como recogen Gariaev y sus colaboradores en “The DNA-wave Biocomputer”,
los experimentos llevados a cabo en el Institute of Control Sciences,
en Wave Genetics Inc, en Moscú., así como otros trabajos teóricos, les
han llevado a algunas conclusiones. Se considera que la evolución ha
creado en los organismos vivos unos textos genéticos articulados de
acuerdo a patrones semejantes al conjunto de normas y reglas subyacentes
en todas las lenguas humanas. En este sistema, los nucleótidos del ADN,
dotados de frecuencias cargadas de información, juegan el papel de
caracteres o letras. Y a partir de esos textos genéticos, que actúa como
un programa de instrucciones, se van conformando los distintos procesos
orgánicos. Asimismo, el sistema cromosómico actúa como una antena de
recepción y transmisión de los textos genéticos, que descifra, codifica y
reenvía. Y, por si faltara algo, los cromosomas de los organismos
multicelulares constituyen, mediante sus repliegues, una puerta
holográfica capaz de reproducir la imagen de todo el organismo en cada
una de su partes y, además, abierta al espacio y al tiempo.
Hay que decir que la base de todo este complejo proceso de intercambio
de “textos” en forma de sonidos está, según comprobaron Gariaev y sus
colegas mediante experimentos, en la naturaleza vibracional.
Concretamente, el ADN se expresa, según los investigadores rusos, a
través de ondas solitónicas, que son ondas que pueden almacenar
información durante mucho tiempo y son capaces de propagarse sin
deformarse a grandes distancias en medios no lineales. Cuando hablamos
de información pensemos que, a diario, las ondas de radio y televisión,
por ejemplo, trasladan información de un lado a otro. Pero para hacernos
una idea de la capacidad de las ondas solitónicas recordemos que ya en
1988 Thierry Georgesy su equipo del Centro de Investigación y Desarrollo
de France Telecom combinaron ondas solitónicas de diferentes longitudes
para realizar una transmisión superior a un terabit por segundo
(1.000.000.000.000 bits / segundo).“La mayoría -explica Gariaev- intenta
entender los principios del ordenador biológico que es el ADN a través
de las reglas del ADN de Watson, Crick y Chargaff: la igualdad entre las
bases adenina-timina, guanina-citosina. ¡Y eso es correcto pero no
suficiente! El ADN cromosómico en los sistemas vivos tiene atributos de
onda que nos llevan a una dimensión desconocida. El ‘muy conocido’
código genético es tan sólo la parte del código referida a la síntesis
de proteínas y nada más. Pero los cromosomas trabajan como ordenadores
solitónicos holográficos bajo la influencia de radiaciones láser
endógenas del ADN”.Las consecuencias de todo esto son tan
incomprensibles como simples y lógicas. Si uno modula un láser con una
determinada frecuencia puede afectar con ella la información de las
ondas del ADN y la información genética.
Para ello el ADN funciona como una antena cuyas características técnicas
vienen determinadas por su tamaño. La molécula extendida tiene
alrededor de dos metros de larga y una frecuencia natural de 150
megahertzios. Curiosamente esta frecuencia está exactamente en la banda
utilizada por el radar humano para las telecomunicaciones e ingeniería
de microondas. Es decir, que nosotros usamos exactamente el mismo rango
de frecuencia para recibir y emitir señales a nivel de ADN como en
nuestra tecnología. Singular coincidencia. Además el ADN puede también
almacenar ondas armónicas de 150 megahertzios. Es decir, el ADN no sólo
puede resultar afectado por la radiación electromagnética de forma
dañina, sino que también puede ser alterado en la dirección contraria
con la radiación adecuada porque, en el fondo, para ello somos
portadores de un tipo de microchip electrobiológico, un superconductor
que toma la información electromagnética del ambiente, la almacena y
posiblemente, después de codificarla, puede también emitirla. Este hecho
abre posibilidades desconocidas hasta ahora para la medicina. Porque
con los dispositivos adecuados, igual que ahora aplicamos corrientes
electromagnéticas para ayudar a la recuperación de una lesión ósea o
muscular, en el futuro podremos actuar sobre el metabolismo celular y
desarrollar nuevas terapias contra las enfermedades. Hasta la reparación
de defectos genéticos sería posible sin los riesgos y los efectos
secundarios de los procedimientos actuales.
Para su estudio del ADN, Gariaev se rodeó de físicos del renombrado
Instituto Lebedev: biólogos moleculares, biofísicos, genetistas,
embriólogos y lingüistas. Y desde ese campo de los lingüistas comenzaron
a llegar las sorpresas. Como se sabe, la Lingüística es la ciencia de
la estructura de los idiomas. Investiga no sólo los idiomas naturales
que se desarrollaron en las distintas culturas sino también los idiomas
artificiales usados; por ejemplo, para programar los ordenadores. A
partir del estudio comparado de la semántica, la sintaxis, las bases de
la gramática y otros aspectos del estudio de las lenguas con la
configuración del código genético y la síntesis de proteínas llegaron a
la conclusión de que éste comparte con nuestros idiomas las mismas
reglas. No con los idiomas locales sino a un nivel más profundo donde
todas las lenguas presentan estructuras comparables a la hora de unir
caracteres para formar mensajes inteligibles. Una relación que puede que
nos extrañe menos si ponemos en relación el lenguaje de los propios
lingüistas con el de los biólogos y vemos que, por ejemplo, definen el
fonema como la unidad mínima de una lengua que no se deja analizar en
unidades más pequeñas (nucleótido) y cuya función se define a través de
su expresión, quees la materialización de los mismos, tales como el
sonido vibracional, la onda; a través de su forma, que es el lugar que
ocupan en el sistema, como la cadena de ADN; y a través de su contenido,
que sería el papel que puedan desempeñar dentro de la economía
gramatical de una lengua, tales como la formación de determinadas
proteínas en función de sus relaciones.
También han descubierto que la inteligencia subyacente en los procesos
que dan lugar a una lengua se da ya en la interrelación para la síntesis
de proteínas a nivel del ADN. Si el ADN y el código genético existían
ya antes de que los primeros humanos dijeran una sola palabra
articulada, es fácil deducir que cada lengua se desarrolló a partir del
modelo básico existente en la estructura de nuestro código genético,
siendo éste la fuente de todas las lenguas. Esto no quiere decir que la
capacidad de hablar sea sólo un efecto secundario de las proteínas
elaboradas por algunos genes sino que el orden de los nucleótidos en el
ADN sigue un plan inteligente que ha sido imitado en la estructura de
nuestros idiomas. En “The DNA-wave Biocomputer” podemos leer: “A través
de una señal láser y sus campos electroacústicos solitónicos - es como
el gen ‘lee y entiende’ estos textos de manera similar al pensamiento
humano. Pero a su propio nivel genómico de ‘razonamiento’. Esto
significa que los textos humanos (independientemente del idioma usado) y
los textos ‘genéticos’ tienen características matemático-lingüísticas y
entrópico-estadísticas similares, y donde en caso de los textos
‘genéticos’ los caracteres se identifican con los nucleótidos”. En otras
palabras, si el ADN entiende ciertas frecuencias, entonces puede
establecerse algun tipo de intercambio de información con él. Para
probar el alcance de su teoría, el equipo de Gariaev realizó
experimentos modulando ciertos patrones de frecuencia y consiguió
reparar cromosomas dañados por rayos X. Tal y como explican Grazyna
Fosar y Franz Bludorf en su libro Vernetzte Intelligenz, llegaron
incluso a capturar patrones de información de un ADN y lo implantaron en
otro, reprogramando así las células de éste. De esa manera consiguieron
transformar embriones de rana en embriones de salamandra. Simplemente
transmitiéndoles nuevos patrones de información del ADN. Un proceso que
se realizó sin los efectos colaterales derivados de la manipulación
directa de los genes.
Pues bien, los investigadores rusos están convencidos de que armonizando
los sonidos que emitimos, es decir, palabras, en una determinada
frecuencia, se puede llegar a influir en el ADN. Ello quizás pudiera
explicar los sensacionales descubrimientos del investigador japonés
Masaru Emoto, nacido el 22 de julio de 1943. Es un autor japonés
conocido por sus controvertidas afirmaciones de que las palabras,
oraciones, sonidos y pensamientos dirigidos hacia un volumen de agua
influirían sobre la forma de los cristales de hielo obtenidos del mismo.
Según Emoto, la apariencia estética de los cristales dependería de si
las palabras o pensamientos sean positivos o negativos. Pese a la
popularidad de sus investigaciones, estas han sido descartadas por la
comunidad científica casi en forma unánime como una forma de
pseudociencia. Los experimentos del Emoto consisten en exponer agua en
recipientes a diferentes palabras, dibujos o música y entonces
congelarla y examinar la estética de los cristales resultantes mediante
fotografías microscópicas. El punto esencial de las teorías del Sr.
Emoto consiste en que “El pensamiento humano, las palabras, la música,
las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua y ésta cambia a
mejor absolutamente. Si el agua lo hace, nosotros que somos 70-80% agua
deberíamos comportarnos igual. Debería Vd. aplicar mi teoría a su vida
para mejorarla”. La prueba que aporta Emoto, para convencer a las
personas, es la superior belleza de los cristales de hielo extraídos de
agua “tratada” frente a la baja belleza de los de agua “no tratada” en
sus experimentos. Los creyentes en el Sr. Emoto, por tanto, aceptan que
mentalmente o por la palabra se puede influir en la estructura o
propiedades de una sustancia química como el agua. Y que dicha
influencia (extraordinariamente positiva) pasaría del agua al cuerpo
humano posteriormente al ingerirla. La teoría contiene otras
afirmaciones discutidas, como que materias como el arroz (y en general
las materias orgánicas inanimadas) se comportan de la misma manera
descrita para el agua y que las maneras de inducir estos cambios abarcan
más posibilidades.
La controversia entre la ciencia y Emoto reside en que la ciencia no ve
ningún mecanismo conocido ni hipotético para que esto suceda, no ha
recibido ninguna prueba científica a favor, pero sí múltiples en contra,
y por tanto considera esa afirmación, y derivadas, como falsas. La
ciencia contesta que “El agua no es influenciada en manera alguna por el
pensamiento humano, la música o las palabras escritas en sus envases y
no cambia en absoluto como respuesta a esas posibles influencias“.
Demostrar científicamente la teoría de Emoto implicaría que algunas
bases de teorías probadas por innumerables pruebas experimentales
replicadas por múltiples investigadores, como la Física y la Química
modernas, son erróneas y están incompletas. Concretamente, según Emoto,
dos envases de cristal iguales, conteniendo arroz o agua de una misma
procedencia, a los que se le escriban la palabra “paz“,”gracias” o
“guerra“,”idiota” en su exterior se comportarán al cabo de un tiempo de
manera distinta. Cambiarán por ello. En el agua los cristales de hielo
obtenidos del bote “bien tratado” serán bellos y los cristales del bote
“mal tratado” serán feos. Si es arroz, el bote de arroz “mal tratado”
degenerará (se pudrirá o perderá sabor o ennegrecerá, …) y el otro no lo
hará. Se ha demostrado que en muestras de agua congelada como las
descritas o en un montón de nieve natural del tamaño de una gota hay
muchos cristales, no sólo unos pocos o uno nada más, y que la búsqueda
desplazando la cabeza del microscopio puede producir tanto un grupo de
fotos de cristales regulares y bellos como de cristales irregulares o
amorfos. La creación de cristales de agua está dirigida por diversas
leyes físicas conocidas por diversos estudios al respecto, pero la más
mínima variación en valores puntuales de humedad, temperatura,
vibración, y sus gradientes en el tiempo, lleva a cristales distintos.
La propia física predice la aparición de infinitas formas distintas de
cristales en muestras como las creadas, sin que para ello sea necesario
nada más. Esta realidad demostrable que permite en la práctica tanto
obtener cristales bonitos o cristales feos, de la misma muestra, sea
cual sea ésta, por elección voluntaria del observador, en el mismo
instante, es una de las explicaciones aportadas por la ciencia para
explicar los resultados propuestos.
Emoto ha manifestado en su blog que “nunca ha sacado una fotografía ni
ha entrado en el congelador donde se realizan por no aguantar el frio” y
que deja todo ese trabajo a sus colaboradores. Se propone un ejemplo,
perfectamente integrado en su teoría, y que Emoto mismo podría plantear,
que muestra las enormes implicaciones de aceptarla como cierta sin
pruebas concluyentes. Si usásemos para el experimento el vino usado en
el sacramento católico de la eucaristía en vez de agua. La Iglesia dice
que “el vino se convierte en la sangre de Cristo” en sentido figurado,
simbólico, sin cambiar ni física ni químicamente, en una recreación del
evento de la ultima cena. Emoto, al contrario, dice que el vino ha
cambiado realmente y mediante la obtención de cristales del estado
anterior y posterior a la consagración puede demostrar que el vino ha
experimentado “variación en sus propiedades“. Esto, inevitablemente,
implicaría diversas conclusiones en las personas que creyeran probado el
cambio. Un ejemplo menos llamativo de exactamente la misma idea, pero
que no involucrase la religión, podría ser poner a dos botellas del
mismo vino o de cualquier marca de agua una etiqueta de papel con
palabras amables o no amables escritas en la misma y demostrar
posteriormente, usando cristales de vino o de agua congelada, que el
vino o el agua se ha “modificado” en virtud de ese tratamiento. El sesgo
cognitivo puede llevar fácilmente a malinterpretar los datos. Si la
persona que toma las fotografías o la que evalúa su belleza sabe qué
muestras de agua estuvieron expuestas a qué mensajes, sus emociones
pueden distorsionar su elección. Este sesgo puede reducirse mediante
experimentos de doble ciego. Mediante este método tanto el fotógrafo
como quien examina la foto desempeñan su trabajo sin saber qué muestra
estuvo expuesta a qué mensaje. Un experimento correctamente conducido
requeriría comparar una muestra con otra muestra tratada idénticamente
de todas las formas excepto de una. Si las muestras resultan ser
diferentes, entonces sería posible atribuir la diferencia en los
resultados a una diferencia en el tratamiento. Pero si hay múltiples
diferencias en la forma en que se tratan las muestras entonces puede ser
imposible determinar a partir del experimento si fue la exposición a
los mensajes u otros factores los que causaron las diferencias en las
muestras.
Recordemos también a este respecto que el doctor Mitchell L. Gaynor,
director del Departamento de Medicina Oncológica, del Centro
Strang-Cornell para la prevención del cáncer, de Nueva York, afirmó
haber utilizado terapéuticamente con éxito, en cientos de pacientes, el
sonido obtenido en los cuencos de cuarzo. Hablamos, en definitiva, de la
posible explicación del poder de la Musicoterapia pero también de por
qué funcionan los mantras, las inducciones hipnóticas y la oración.
Recordemos que desde hace miles de años los maestros espirituales vienen
insistiendo en la posibilidad de alcanzar, a través de la oración y la
repetición sistemática de palabras o frases -mantras- o los estados
alterados de conciencia, la posibilidad de actuar sobre la propia salud y
la de los demás. El problema es encontrar las frecuencias con las que
entrar en resonancia con nuestro propio yo interior, ¿nuestro propio
ADN?, porque, tal y como han demostrado los mencionados científicos
rusos, la vibración y el lenguaje puede llevar al éxito de lo que
podríamos denominar la genética de ondas. Ahora bien, ¿cómo se pueden
obtener las claves de estos sonidos? Pues, con resultar increíbles las
posibilidades de los descubrimientos realizados por los investigadores
rusos, aún existen otros descubrimientos que nos sitúan al borde mismo
de la realidad. Porque nos hablan de una comunicación a nivel cuántico
de nuestro ADN que rompería las barreras del espacio y del tiempo, lo
que confirmaría la visión holística de un ser humano interrelacionado
con todo y con todos. De hecho, podría estar sucediendo que nuestro ADN
estuviera recibiendo desde el primer día sus “instrucciones de montaje”
desde más allá del espacio y del tiempo conocido, desde el vacío o más
allá si lo hay. Y a partir de esas instrucciones la naturaleza
holográfica del ADN iniciaría el proceso de organización. “Los solitones
del ADN -puede leerse en DNA-wave Biocomputer- tienen dos tipos
conectados de memoria. El primero involucra la capacidad de los sistemas
no lineales para recordar modos iniciales de energetización y
repetirlos periódicamente. Los cristales líquidos de ADN dentro de la
estructura del cromosoma forman un sistema no lineal. El segundo es el
del ADN total en un organismo. Tal memoria es un aspecto no localizado
del genoma. Es cuasi-holográfico/fractal y tiene que ver, como es el
caso para cualquier holograma o fractal, con la propiedad fundamental
del biosistema, es decir, su habilidad de restaurar el todo a partir de
una parte. Esta propiedad es bien conocida. Recordemos el crecimiento de
las plantas dañadas, la regeneración de la cola de un lagarto, etc.”.
El Dr J.J. Hurtak, en su obra “El Libro del Conocimiento: Las Claves de
Enoc”, nos dice que el descubrimiento de la conexión entre el ADN y el
Nombre Divino de Yahweh (YHVH o YHWH) se remonta a más de 30 años
atrás. Los Nombres Divinos son reconocidos como los Nombres bíblicos y
extra bíblicos de Yahweh usados en los escritos de los pensadores
proféticos a lo largo de los siglos. En la enseñanza bíblica y
kabalista, la estructura del cuerpo humano surgió de la pronunciación de
la Palabra Divina. El Libro del Conocimiento: Las Claves de Enoc
establece una correlación de este Nombre Divino como la clave que está
detrás del código de trascripción de las letras químicas que desarrollan
el cuerpo humano. En 1973, mientras estaba en la Universidad de
California, el Dr. Hurtak llegó a comprender que existía una conexión
entre las asociaciones lingüísticas y genéticas en las letras que
conforman el nombre de Dios en el Hebreo Bíblico (YHVH). Elaboró una
tabla de recursos genéticos usando el Código del Nombre Divino en un
arreglo triple de letras, incluyendo el “inicio” y el “alto” en la
codificación de las letras para cada una de las secuencias de los
aminoácidos y los ácidos nucleicos. Este trabajo fue presentado, de
manera selectiva, ante la Academia de Parapsicología y Medicina, en
Junio de 1973, por el Dr. Hurtak, en el que habla de unas matrices para
la interrelación entre el lenguaje y la genética en el uso del nombre de
YHVH. En cuanto a los códigos de combinación del ADN que conforman los
muy complejos aminoácidos, El Dr. Hurtak delinea al código del ADN como
una serie de matrices. La primera y fundamental matriz cúbica consiste
de las permutaciones del Tetragrámaton, las cuatro letras en Hebreo que
se traducen como Yahweh (Yod- Heh-Vav-Heh). Esta matriz se denomina
‘Palabra-Espíritu’ y se conforma en base a las tres letras del Nombre
Divino que, en varias combinaciones, crean las 64 celdas. Aunque el
Nombre Divino se escribe con cuatro letras, utiliza sólo tres del
alfabeto (Y-H-V, con la H repetida), tal como el ADN o el ARN tienen
cuatro nucleótidos como “letras” pero solamente se leen tres a la vez
para formar el codón que codifica los aminoácidos de nuestro cuerpo. La
información genética, en el ARN mensajero, se escribe a partir de cuatro
letras, que corresponden a las bases nitrogenadas (A, C, G y U), las
cuales van agrupadas de tres en tres. Cada grupo de tres se llama codón y
está encargado de codificar un aminoácido o un símbolo de puntuación,
indicando comienzo o parada.
El Nombre Divino no es estático, al igual que las secuencias del ADN, y
se puede volver a combinar para diferentes funciones (V-H-Y-H-Y-V-H-H-V,
etc). Se nos dice en Juan 1.1: “En el principio era la Palabra, y la
Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios“. Y cita un acto creativo
con la Palabra que proviene del Divino Yod-Heh-Vod-Heh como el código de
Dios dentro de la creación. Después de la primera y fundamental tabla
“Palabra-Espíritu”, continúa la secuenciación para conformar la tabla
matriz de los nucleótidos del ADN que, a su vez, codifican las
secuencias de los aminoácidos mientras que las otras caras del cuadrado
(en realidad cubo) adicionan otras secuencias matemáticas y
sonoro-vibratorias. Ha tomado varias décadas de investigación poder
comprender la vastedad de los mecanismos codificadores del ADN humano. A
principios de 1970, los investigadores que trabajaban con la Academia
para la Ciencia Futura confirmaron la existencia de un verdadero
“código” en el nivel de nuestra estructura genética que aparentemente
co-evoluciona la vida de acuerdo a un plan evolutivo superior. La
Academia para la Ciencia Futura es una corporación que examina nuevas
ideas científicas para el futuro. Según esta Academia, por medio de la
ciencia y la información tecnológica el mundo está sufriendo grandes
transformaciones tanto en la dimensión social, cultural, económica y
medioambiental. En el continuo desarrollo de la vida existe también la
necesidad de entender el rol de la conciencia humana y lo que ciertos
pensadores, como el físico-matemático inglés Roger Penrose, perciben
como la Mente Cuántica. El objetivo principal de dicha Academia es
ofrecer herramientas educativas y científicas que ayuden a afrontar los
retos que se presenten. Simplificando, existe un proceso triple o
trinitario que imprime las instrucciones genéticas de la secuencia de
aminoácidos, gobernados por la interacción de las tres letras del Nombre
Divino (referido a Yahweh, en su consideración bíblica de Dios) – YHV-
usadas para crear los veinte aminoácidos básicos. Según investigaciones
científicas, el código genético humano es la ‘tabla de
instrucciones’única de funcionamiento del genoma humano, con gran
variedad de instrucciones para la evolución del cuerpo humano. En las
enseñanzas místicas de las escrituras sagradas, el mismo manual de
instrucción para el cuerpo humano, en la forma de las moléculas de ATP
(trifosfato de adenosina), es sostenido por la Palabra de Yahweh, como
un alfabeto de instrucción biofísica para los ingredientes sustentadores
del entramado que permita a cada persona actuar como una
biocomputadora.
El Dr. Hurtak da a entender que hay un patrón preexistente del ADN que
se refleja en la organización del material productor de vida,
estableciendo un homomorfismo. Para aclarar el concepto debemos decir
que un homomorfismo de grupos es una función matemática entre grupos,
que conserva las estructuras de ambos como grupos. El Código Divino (o
sobrenatural) de “letras” opera como un mecanismo disparador de
codificación y re-codificación y muestra la dependencia sensible de toda
la vida humana en las condiciones iniciales del lenguaje vibratorio que
existe en otro plano de realidad parafísica o etérea. La relación
entre el código lingüístico del Nombre Divino y las partes celulares de
la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda del ADN,
con una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora
humana a través de 64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código
Divino es el mecanismo codificador comunicado a través de rangos de
micro señales, donde el vínculo vibratorio forma la “materia genética”
dentro de las células como un patrón de flujo de energía Divina. El
cuerpo es visto como una estructura lumínica que opera vía un lenguaje
de luz bioquímica que produce millones de instrucciones por segundo. La
identidad de cada individuo se alberga en este laberinto interno de
letras químicas que equipa al genoma completo con el mecanismo anímico
de la vida. En la Academia para la Ciencia Futura han usado Nombres
Divinos específicos de Yahweh que han sido compuestos lingüísticamente
para estados superiores de creatividad (YHVH y sus permutaciones). Más
específicamente, afirman que han encontrado las reacciones generadoras
de energía que se producen al pronunciar un Nombre Divino como mantra,
que junto con la energía de la música pueden incrementar el flujo de
energía en ciertos individuos y demostrar, por un proceso de
retroalimentación, que la salud corporal depende de las enzimas
apropiadamente conformadas y concentradas que, a su vez, dependen de un
ADN y un ARN sanos en el núcleo de nuestras células. No sólo las
resonancias musicales actúan como disparadores de nuestros estados de
ánimo. La investigación demuestra que cuando se le aplican diferentes
frecuencias al cuerpo no sólo se producen células que combaten
infecciones, sino que el sonido o ciertas frecuencias específicas
podrían usarse directamente para destruir bacterias invasoras. Cada
Nombre Sagrado ilustra un poder o atributo del considerado como Dios.
Por ejemplo, ABBA (Padre), YAHWEH (El Dios de Israel) y EL EL ELYON (El
Dios Más Alto) tienen diferentes nombres o naturalezas y, sin embargo,
se supone que son el mismo Dios. En resumen, lo que estaría detrás de
los Nombres Divinossería una carta de instrucciones para realizar
buenas obras, una carta que está incrustada en la estructura humana
célula por célula para poder compartir un futuro positivo que nos lleve
de nuevo hacia la adecuada onda de Luz
Según el geólogo e investigador de la conciencia, Gregg Braden (ver su
obra “El efecto Isaías – El poder de la profecía“), mediante nuestra
tecnología interna de la oración entramos en comunión con las fuerzas
invisibles de nuestro mundo. Siempre hemos tenido la habilidad de
acceder a estas fuerzas y utilizarlas para determinar la cualidad que
rige nuestra vida y nuestro mundo. Las experiencias del mundo exterior
reflejan las elecciones que hemos hecho en cada momento, en cada
respiración. Unas veces somos conscientes de ellas, otras no.
Investigaciones recientes han demostrado que nuestras emociones y
sentimientos influyen directamente en la expresión de nuestro ADN. Otros
estudios indican que nuestro ADN también influye en el comportamiento
de los átomos y moléculas de nuestro mundo exterior. Gregg Braden fue el
primer científico en reconocer y evaluar que la Tierra está a punto de
completar un, proceso de “inversión electromagnética de los polos“.
Cuando trabajaba para la Phillips Petroleum (en 1970), comenzó a notar
que el campo magnético de la Tierra se encontraba en su punto más bajo
en los últimos 2000 años, y que continuaba en descenso. En una
entrevista hecha a Braden en el año 2002, explica que el hecho de que
los polos electromagnéticos de la Tierra están en proceso de invertirse
es algo reconocido por el mundo científico y que varias revistas
científicas, como Nature, o Scientific American,publicaron informes
advirtiendo que nos encontramos ya en camino de una nueva Inversión
polar. Desde 1960 los geólogos han encontrado evidencias de que en la
Tierra ocurre esta inversión de los polos periódicamente. Analizaron las
partículas magnetizadas que quedaron atrapadas dentro de las capas de
tierra, hielo y en los fósiles, y descubrieron que las inversiones
polares ya han ocurrido al menos catorce veces, durante un período de
más de cuatro millones de años. Además, en las últimas décadas se ha
observado que las aves y otros animales migratorios, como las ballenas,
que viajan orientados por las líneas magnéticas de la Tierra, a menudo
se pierden.
Esto ocurre porque las mismas líneas magnéticas hoy los conducen a
sitios distintos a los refugios que acostumbraban a frecuentar. Para que
no ocurra lo mismo con los aviones, las autoridades aeronáuticas han
tenido que actualizarse cada vez que los polos se desplazan más de ocho
grados. De acuerdo a la evidencia científica, la última inversión de
los polos sucedió hace unos doce mil años, que coincide con la época en
que se cree se hundieron los últimos restos de la Atlántida. Pero hay
tradiciones orales y escritas que sugieren que esta experiencia se vivió
posteriormente en la Tierra, hace sólo unos 3600 años. También se sabe
que existe una correlación entre el magnetismo y la memoria. En un
ordenador, los campos magnéticos de la memoria están sostenidos en su
lugar por una carga eléctrica. Cuando se agotan las baterías y la carga
eléctrica desaparece, la memoria se pierde. Igual ocurre con el ser
humano. Posiblemente con el cambio polar se lavarán todas las memorias
que han sido la base de la civilización actual, y nuestro nivel de
conciencia cambiará, porque solo contaremos con el recuerdo de quienes
somos en aquel momento. A este efecto, los astronautas han sido los
conejillos de indias para la experimentación, Muchos de ellos han
hablado y relatan que tuvieron experiencias, revelaciones y sentimientos
que alteraron su conciencia, y como resultado sus vidas se
transformaron. Algunos no pudieron asimilar lo sucedido, tal vez porque
no estaban preparados para ello, y se refugiaron en las drogas, o el
alcohol. Otros se orientaron hacia lo positivo, como el Dr. Edgar
Mitchel, quien fundó la organización “Noetic Sciences“ (Ciencias
Noéticas), que estudia la mente, la conciencia, el potencial humano y
las creencias. Noético viene del vocablo griego que significa
conocimiento intuitivo. O el caso del Coronel James Irwin, astronauta
del programa Apolo, quien se esforzó por encontrar el arca de Noé, y en
su búsqueda escaló 50 veces el monte Ararat. Hay que aclarar que existe
una profecía que dice que el día en que se encuentre el arca se hallará
también la paz.
Según Gragg Braden, se ha podido constatar la respuesta del tejido
humano para cualidades específicas del sentimiento, como en la
«curación» de lesiones y tumores en cuestión de segundos. Se ha
demostrado el vínculo, aunque las implicaciones sobrepasan el marco de
la ciencia moderna. Invita a «pensar pensamientos de ángeles y actuar
como actúan los ángeles». La cuestión ahora es, ¿cómo y en qué medida
afectan nuestros patrones de sentimiento al mundo que nos rodea? Si
podemos hallar un vínculo entre la fuerza invisible del sentimiento
humano y el efecto de nuestros sentimientos en el mundo que nos rodea,
habremos llegado a cerrar el círculo. Ese vínculo dará nueva
credibilidad a las tradiciones antiguas y a las habilidades que los
místicos y los yoguis han demostrado con los años. Quizás el trabajo de
Vladimir Poponin pueda ofrecernos algunas de las primeras pruebas que
confirman una relación directa entre la materia y el ADN humano. A
principios de los noventa del siglo XX, la Academia de Ciencias Rusas de
Moscú anunció una sorprendente relación entre el ADN y las cualidades
de la luz, medidas en fotones. En un informe donde se describían estos
primeros estudios, el doctor Vladimir Poponin hablaba de una serie de
experimentos que parecían indicar que el ADN humano afectaba
directamente al mundo físico a través de un nuevo campo que los
conectaba. El doctor Poponin, reconocido como un gran experto en el
campo de la biología cuántica, estaba prestando temporalmente sus
servicios por un acuerdo entre entidades para una institución de
investigación estadounidense cuando se realizaron esta serie de
experimentos. Los experimentos comenzaron con la medición en un entorno
controlado de los patrones de luz al vacío. Cuando se hubo extraído todo
el aire de una cámara especialmente diseñada, los patrones de las
partículas de luz y el espacio entre ellas siguió una distribución al
azar, tal como se esperaba. Estos patrones fueron doblemente revisados y
registrados, para ser utilizados como referencia en la siguiente parte
del experimento.
La primera sorpresa llegó cuando se colocaron muestras físicas de ADN
dentro de la cámara. En presencia del material genético, cambió el
espacio y los patrones de las partículas de luz. En lugar del patrón
disperso que habían observado con anterioridad, las partículas de luz
empezaron a crear un nuevo patrón que se asemejaba a la cresta y al seno
de una ola suave. El ADN influía claramente en los fotones, como si a
través de una fuerza invisible les diera la forma regular de una ola. La
siguiente sorpresa vino cuando los investigadores sacaron el ADN de la
cámara. Estaban convencidos de que las partículas de luz retornarían a
su estado original de distribución fortuita, pero sucedió algo
inesperado. Los patrones eran muy distintos a los que habían observado
antes de introducir el ADN. En sus propias palabras, Poponin describió
que la luz se comportaba de un modo «sorprendente y contra intuitivo».
Tras revisar los instrumentos y repetir los experimentos, los
investigadores se enfrentaron a tener que hallar una explicación para lo
que habían visto. Al no estar el ADN, ¿qué era lo que afectaba a las
partículas de luz? ¿Había dejado el ADN alguna una fuerza residual de
algún tipo, que persistía mucho después de que el material biológico
hubiera desaparecido? Poponin escribió que él y los demás investigadores
se vieron «obligados a aceptar la hipótesis de trabajo de que se había
excitado alguna nueva estructura de campo». Para hacer hincapié en que
el efecto estaba relacionado con la molécula física del ADN, el nuevo
fenómeno fue bautizado como el «efecto fantasma del ADN». La «nueva
estructura de campo» de Poponin se parece sorprendentemente a la
«matriz» de la fuerza de Max Planck y a los efectos sugeridos en las
tradiciones antiguas.
Gregg Braden, en su libro “La Matriz Divina”, hace referencia a una
frase del físico Max Planck“Toda materia existe en virtud de una fuerza.
Debemos asumir tras esa fuerza la existencia de una mente consciente e
inteligente. Esa mente es la matriz de toda la materia“. Con estas
palabras Max Planck, padre de la teoría cuántica, describía un campo
universal de energía que conecta a todos y a todo lo que hay en la
creación: La Matriz Divina. La Matriz Divina es nuestro mundo. También
es todo lo que hay en nuestro mundo. Somos nosotros y todo lo que
amamos, odiamos, creamos y experimentamos. Al vivir en la Matriz Divina,
somos como artistas que expresamos nuestras más recónditas pasiones,
miedos, sueños y deseos a través de la esencia de un misterioso lienzo
cuántico. Pero nosotros somos tanto ese lienzo como las imágenes
plasmadas sobre él. Somos a la vez las pinturas y las brochas. En la
Matriz Divina somos el recipiente en cuyo interior existen todas las
cosas, el puente entre las creaciones de nuestros mundos interior y
exterior y el espejo que nos muestra lo que hemos creado. En la Matriz
Divina somos a la vez la semilla del milagro y el propio milagro. La
ciencia moderna ya ha llegado al punto del que arrancan nuestras
tradiciones espirituales mejor consideradas. Un creciente cuerpo de
evidencia científica apoya la existencia de un campo de energía -la
Matriz Divina- que proporciona ese recipiente, así como el puente y el
espejo de todo lo que sucede entre el mundo que hay en nuestro interior y
el mundo externo a nuestros cuerpos. El hecho de que ese campo esté en
todo, desde las partículas más pequeñas del átomo cuántico hasta
universos distantes cuya luz está alcanzando precisamente ahora nuestros
ojos, así como en todo lo intermedio entre ambos, cambia todo lo que
creíamos acerca de nuestro papel en la creación. Sugiere que debemos ser
bastante más que simples observadores que pasan a través de un breve
instante de tiempo por una creación preexistente.
Cuando contemplamos la “vida” –nuestra abundancia material y espiritual,
nuestras relaciones y carreras, nuestros amores más profundos y
nuestros mayores logros, así como nuestros temores a carecer de todas
esas cosas- es posible que también estemos encuadrando nuestra mirada en
el espejo de nuestras creencias más auténticas, generalmente
inconscientes. Las vemos en nuestro entorno porque se han manifestado
mediante la misteriosa esencia de la Matriz Divina. De ser así, la
propia conciencia debe jugar un papel clave en la existencia del
universo. Por inaprensible que pueda resultar esta idea a algunas
personas, esta es precisamente la otra cara de la moneda de algunas de
las mayores controversias entre algunas de las mentes más grandiosas de
la historia reciente. Por ejemplo, en una cita de sus notas
autobiográficas, Albert Einstein compartía esta creencia de que somos
esencialmente observadores pasivos que viven en un universo ya
previamente emplazado, sobre el que, al parecer, tenemos muy escasa
influencia. “Vivimos en un mundo”, decía, “que existe independientemente
de nosotros, los seres humanos, y que existía antes que nosotros, como
un gran enigma eterno que, al menos de manera parcial, es accesible a
nuestro pensamiento y observación”. En contraste con la perspectiva de
Einstein, que aún es ampliamente defendida por muchos científicos en la
actualidad, John Wheeler, físico de Princeton y colega de Einstein,
ofrece una visión radicalmente diferente de nuestro papel en la
creación. En términos sólidos, claros y gráficos, Wheeler dice que:
“Tenemos la vieja idea de que ahí afuera está el universo, y aquí está
el hombre, el observador, protegido y a salvo del universo por un bloque
de vidrio laminado de seis pulgadas”. Refiriéndose a los experimentos
de finales del siglo XX que nos muestran que simplemente observar una
cosa cambia esa cosa, Wheeler continua: “Ahora hemos aprendido del mundo
cuántico que hasta para observar un objeto tan minúsculo como un
electrón tenemos que quebrar ese vidrio laminado; tenemos que meternos
dentro de él. Por lo tanto, sencillamente hay que tachar de los libros
la vieja palabra observador, sustituyéndola por la nueva palabra
participante” .
En una interpretación radicalmente diferente de nuestra relación con el
mundo que nos rodea, Wheeler está afirmando que nos es imposible
limitarnos a observar lo que pasa en él. De hecho, experimentos de
física cuántica demuestran que el acto de que observemos algo tan
pequeño como un electrón, concentrando nuestra consciencia sobre lo que
esté haciendo ese electrón, aunque sea sólo un instante, cambia sus
propiedades mientras lo observamos. Los experimentos sugieren que el
mismo acto de observar es un acto de creación y que la consciencia es la
que crea. Es interesante notar que las sabias tradiciones del pasado
indican que nuestro mundo funciona precisamente de esa manera. Desde los
Vedas de los antiguos hindúes, que según ciertos estudiosos datarían
del 5000 a.C., hasta los Rollos del Mar Muerto, que tienen 2.000 años,
el tema general parece indicar que el mundo en realidad es un espejo de
las cosas que están pasando en un reino superior o en una realidad más
profunda. Por ejemplo, comentando las nuevas traducciones de los
fragmentos de losRollos del Mar Muerto conocido como Las Canciones del
Sacrificio del Sabbath, sus traductores resumen su contenido en que “Lo
que pasa en la tierra no es sino un pálido reflejo de esa realidad
superior final“. La implicación de ambos textos antiguos con la teoría
cuántica es que en los mundos invisibles creamos el proyecto de nuestras
relaciones, carreras, éxitos y fracasos del mundo visible. Desde ese
punto de vista, la Matriz Divina funciona como una gran pantalla cósmica
que nos permite ver la energía no física de nuestras emociones y
creencias (nuestro enojo, odio y rabia, así como nuestro amor, compasión
y comprensión) proyectada en el medio vital físico. Al igual que una
pantalla de cine refleja la imagen de cualquier cosa o persona que haya
sido filmada sin emitir juicio alguno, la Matriz parece proporcionar una
superficie neutra para que nuestras experiencias y creencias internas
sean vistas en el mundo. A veces conscientemente, a menudo de manera
inconsciente, “mostramos” nuestras verdaderas creencias de todo tipo,
desde la compasión a la traición, a través de la calidad de las
relaciones que nos circundan. En otras palabras, somos como artistas que
expresamos nuestras pasiones, temores, sueños y deseos más profundos, a
través de la esencia viviente de un misterioso lienzo cuántico. Y al
igual que los artistas refinan una imagen hasta que a sus mentes les
parece adecuada, en muchos aspectos parece que nosotros hacemos lo mismo
con nuestras experiencias vitales a través de la Matriz Divina.
Qué concepto tan raro, hermoso y poderoso. De idéntica manera que el
artista usa el mismo lienzo una y otra vez mientras va buscando la
expresión perfecta de una idea, podemos considerarnos artistas perpetuos
que construimos una creación que siempre está cambiando y que nunca se
termina. La clave para hacerlo de manera intencional es que no sólo
tenemos que entender cómo funciona la Matriz Divina sino que, además,
para comunicar nuestros deseos a esa red ancestral de energía
necesitamos un lenguaje que ella sea capaz de reconocer. Nuestras
tradiciones más antiguas y acendradas nos recuerdan que, de hecho, hay
un lenguaje que le habla a la Matriz Divina, un lenguaje que carece de
palabras y que no implica los habituales signos externos de comunicación
que hacemos con nuestras manos y nuestro cuerpo. Dicho lenguaje adopta
una forma tan simple que todos sabemos ya “hablarlo” de manera fluida.
De hecho, lo usamos cada día de nuestras vidas. Es el lenguaje de la
creencia y de la emoción humanas. La ciencia moderna ha descubierto que,
con cada emoción que experimentamos en nuestros cuerpos, experimentamos
también cambios químicos en cosas que reflejan nuestras emociones,
tales como el pH y las hormonas. Desde las experiencias “positivas” de
amor, compasión y perdón, por ejemplo, hasta las “negativas” de odio,
juicio o celos, cada uno de nosotros posee el poder de afirmar o negar
su existencia en cada momento de cada día. Adicionalmente, la misma
emoción que confiere semejante poder a lo que hay dentro de nuestros
cuerpos extiende ese mismo poder nuestro hacia el mundo cuántico que
está más allá de nuestros cuerpos. Tal vez sea útil imaginar la Matriz
Divina como una cubierta cósmica que empieza y termina en los reinos de
lo desconocido, cubriendo todo lo que hay entre ellos. La cubierta tiene
una profundidad de varias capas y siempre está puesta en todas partes a
la vez. Nuestros cuerpos, vidas y todo lo que conocemos, existe y
sucede en el interior de las fibras de esa cubierta. Desde nuestra
creación acuática en el útero de nuestra madre hasta nuestros
matrimonios, divorcios, amistades y carreras, todo lo que experimentamos
puede ser asimilado a arrugas en la cubierta.
Pensar en nosotros mismos como “arrugas” de la Matriz pueda quitarle
algo de romance a nuestras vidas, pero también nos brinda una manera
poderosa de pensar acerca de nuestro mundo y de nosotros mismos. Si
queremos crear relaciones nuevas, saludables y afianzadoras de nuestras
vidas, si queremos atraer a ellas un romance sanador, o una solución
pacífica, debemos crear una perturbación nueva en el campo, una que
refleje nuestro deseo. Tenemos que crear una “arruga” nueva en esa cosa
de la que están hechos el espacio, el tiempo y nuestros cuerpos. Esta es
nuestra relación con la Matriz Divina. Se nos da el poder de imaginar,
soñar y sentir las posibilidades de la vida desde el interior de la
propia Matriz, de manera que podamos reflejar hacia nosotros lo que
hayamos creado. Está claro que no sabemos todo lo que hay que saber
sobre la Matriz Divina. La ciencia no tiene todas las respuestas. Con
total honestidad, los científicos ni siquiera saben con seguridad de
dónde viene la Matriz Divina. Sin embargo, lo que sí sabemos es que la
Matriz Divina existe. Está aquí y podemos introducirnos en su poder
creativo mediante el lenguaje de nuestras emociones. Cuando lo hacemos,
nos introducimos en la verdadera esencia del poder de cambiar nuestras
vidas y el mundo. En muchos sentidos, nuestra experiencia de la Matriz
Divina podría compararse a los programas con los que trabaja un
ordenador. En ambos casos las instrucciones deben utilizar un lenguaje
que el sistema comprenda. Para el ordenador, ese lenguaje es un código
numérico de ceros y unos. Para la conciencia se requiere de una clase de
lenguaje diferente: uno que no use ni números ni alfabetos, ni siquiera
palabras. Como ya somos parte de la conciencia, tiene perfecto sentido
que ya tengamos todo lo que necesitamos para comunicarnos sin necesidad
de un manual de instrucciones o de adiestramiento especial. Y lo
hacemos. Al parece, el lenguaje de la conciencia es la experiencia
universal de la emoción. Ya sabemos cómo amar, odiar, temer y perdonar.
Al reconocer que esas experiencias son en realidad las instrucciones que
programan la Matriz Divina, podemos aguzar nuestras destrezas para
comprender mejor cómo llevar a nuestras vidas alegría, salud y paz.
De la misma manera que todo lo vivo se configura a partir de las cuatro
bases químicas que generan nuestro ADN, el universo parece estar
constituido en base a cuatro características de la Matriz Divina que
hacen que las cosas funcionen como lo hacen. La clave para penetrar en
el poder de la Matriz reside en nuestra habilidad para admitir los
cuatro descubrimientos que son los hitos que enlazan nuestras vidas de
una manera sin precedentes, a saber: Hay un campo de energía que conecta
todo lo que hay en la creación; Dicho campo juega los papeles de
recipiente, puente y espejo de las creencias que albergamos; El campo
está en todas partes (no está localizado) y es holográfico. Todas sus
partes están conectadas con las demás. Y cada parte refleja al todo a
una escala inferior; Nos comunicamos con el campo a través del lenguaje
de la emoción. De nuestra habilidad depende reconocer y aplicar esas
realidades que lo determinan todo, desde nuestra sanación hasta el éxito
de nuestras relaciones y carreras. De manera casi universal,
compartimos la sensación de que hay más de lo que nuestros ojos
alcanzan. En algún lugar profundamente escondido entre las brumas de
nuestra memoria más antigua, sabemos que tenemos en nuestro interior
poderes mágicos y milagrosos, de cuyos recuerdos estamos rodeados por
todas partes. La ciencia moderna ha demostrado más allá de cualquier
duda razonable que la “cosa” cuántica de la que estamos hechos se
comporta de maneras aparentemente milagrosas. Si las partículas de las
que estamos hechos pueden establecer entre sí una comunicación
instantánea, estar en dos sitios a la vez, sanar espontáneamente e
incluso cambiar el pasado mediante elecciones hechas en el presente,
entonces nosotros también podemos hacer lo mismo. La única diferencia
entre esas partículas aisladas y nosotros es que nosotros estamos hechos
de muchísimas partículas que se mantienen unidas por el poder de la
propia conciencia. Los antiguos místicos recordaron a nuestros
corazones, y los experimentos modernos han demostrado a nuestras mentes,
que la fuerza más poderosa del universo es la emoción que vive en cada
uno de nosotros. Y ese es el gran secreto de la propia creación: el
poder de crear en el mundo lo que imaginemos y sintamos en nuestras
creencias. Aunque pueda sonar demasiado simple para ser verdad, yo creo
que el universo funciona precisamente de esta manera.
Cuando el poeta y filósofo sufí Rumí observó que tenemos miedo de
nuestra propia inmortalidad, tal vez quiso decir que en realidad lo que
verdaderamente nos asusta es nuestro poder de elegir la inmortalidad. Al
igual que los antiguos iniciados descubrieron que bastaba una pequeña
sacudida para que les fuese posible contemplar al mundo de una manera
diferente, quizás lo único que nos haga falta a nosotros sea un pequeño
giro para que nos demos cuenta de que somos los arquitectos de nuestro
mundo y de nuestro destino, artistas cósmicos que expresamos nuestra
creencias interiores sobre el lienzo del universo. Si somos capaces de
recordar que somos tanto el arte como el artista, tal vez podamos
recordar también que somos tanto la semilla del milagro como el propio
milagro. Si podemos dar ese pequeño giro, ya estaremos sanados en la
Matriz Divina.Esta serie de experimentos de Poponin es importante porque
demuestra claramente, quizá por vez primera en condiciones de
laboratorio, que existe una relación que ofrece aún mayor credibilidad
al efecto de la oración en nuestro mundo físico. En este caso, el ADN
era más o menos una serie de moléculas separadas del cerebro de un ser
vivo consciente. Incluso en ausencia de un sentimiento directo que
vibrara a través de su antena de doble hélice, había una fuerza y un
efecto que se podía medir en su mundo inmediato. Los investigadores
sugieren que una persona de tamaño, estatura y peso medio, posee muchos
billones de células en su cuerpo. Si cada célula, cada antena de
sentimiento y emoción dentro de una persona, contiene las mismas
propiedades que afectan a su entorno, ¿cuánto se puede amplificar el
efecto? Ahora. bien, ¿qué sucedería si, en lugar de enviar sentimientos
cualesquiera a través de las células de una persona, el sentimiento
fuera el resultado de una forma específica de pensamiento y emoción,
regulado en forma de oración? Multiplica los efectos que puede producir
la persona, robustecida por un método específico de oración, por tan
sólo una fracción de los aproximadamente seis mil millones de personas
sobre el planeta, y empezaremos a sentir el poder inherente en nuestra
voluntad colectiva. Es el poder que terminará con todo el sufrimiento y
erradicará el dolor que ha sido el sello del siglo XX. La clave es que
hemos de trabajar juntos para alcanzar esta meta. Esto puede llegar a
ser el mayor reto del tercer milenio.
Nuestro lenguaje tiene el vocabulario para describir nuestra relación
olvidada con las fuerzas del mundo, con la inteligencia del cosmos y
entre nosotros. Con algunos de los instrumentos más sensitivos de
nuestro tiempo para medir los campos de energía que ni siquiera
conocíamos hace cincuenta años, la ciencia ha confirmado ahora la
relación que los antepasados nos recordaron hace más de dos mil años.
Tenemos acceso directo a las fuerzas de nuestro mundo y hemos cerrado el
círculo. Este es el lenguaje que mueve montañas. Es el mismo lenguaje
que nos permite elegir la vida en lugar de los tumores cancerosos, y
crear paz en situaciones donde puede que creamos que esta no existe.
Cuando leemos sobre milagros de sanación, ya no nos quedamos con el
deseo de que estos mismos milagros puedan ocurrir hoy. Los milagrosos
resultados ya están aquí, sencillamente se nos pide que los escojamos.
La oración ha demostrado que ciertas cosas son, independientemente de
nuestra habilidad para poder probarlas en el momento. Por ejemplo,
algunos de los más sagrados recuerdos de nuestra herencia fueron
repartidos por monasterios, iglesias, tumbas y templos por nuestros
antepasados. También los mismos recuerdos viven en las costumbres y
tradiciones de pueblos que antes considerábamos como primitivos. Somos
capaces de tener hermosos sueños, grandes posibilidades y fuentes
insondables de amor. Quizá lo más importante sea que ya existe una
posibilidad donde hemos acabado con el sufrimiento de todas las
criaturas y honrado el aspecto sagrado que hay en toda forma de vida. La
posibilidad ya existe aquí y ahora. El momento en que permitimos tales
posibilidades a gran escala se convierte en el primer momento de una
nueva esperanza. Ese es el momento que siempre recordaremos. Es el
momento en que anularemos el último día de la profecía.
En un informe de la tercera conferencia anual de la International
Society for the Study of Subtle Energies and Energy Medicine [Sociedad
Internacional para el Estudio de las Energías Sutiles y para la Medicina
Energética], los científicos han demostrado que la fuerza invisible de
la emoción cambia realmente la molécula física del ADN. El estudio
basado en rigurosas pruebas con personas capaces de controlar sus
emociones, así como con un grupo de control sin ninguna formación
especial, indicaba que «las personas entrenadas para generar
sentimientos de amor profundo… eran capaces de provocar un cambio
intencional en la conformación [forma] del ADN», según Gregg Braden.
Cualidades emocionales específicas, producidas a voluntad, determinaron
en qué grado y hasta qué extremo estaban enrolladas las dos cadenas de
la molécula de la vida. Este estudio es importante por una serie de
razones. El modo en que nuestro bloque básico de desarrollo de la vida
está configurado desempeña un papel importante en cómo se repara el ADN y
reproduce en nuestros cuerpos. La pregunta respecto a qué es lo que
determina la forma de la molécula del ADN sigue en pie. Estos informes,
que confirman la larga sospecha de que la emoción afecta en gran manera a
nuestra salud y calidad de vida, ahora nos demuestran, quizá por
primera vez, que esta es el vínculo que faltaba, una línea directa de
comunicación con el propio núcleo de la vida. ¿Podrían los manuscritos
del mar Muerto hacer referencia a una «tierra santa, un lugar dentro de
nosotros donde podemos construir nuestro sagrado templo», ser una
descripción de las células de nuestro cuerpo? A fin de cuentas, este es
el lugar donde la ciencia ha presenciado ahora el matrimonio entre el
espíritu y la materia. Si es así, entonces cada célula dentro del templo
de nuestro cuerpo es, por definición, lo más sagrado de lo más sagrado.
El momento en que nuestra tecnología nos permite presenciar al espíritu
dando forma al mundo de la materia, la emoción dando forma al ADN,
abrimos la puerta a una nueva era en la que reconocemos la relación
entre nuestras creencias y nuestra experiencia.
Este conocimiento ha surgido de algo tan poco prometedor como unos
textos de hace 2.300 años; ahora verificado con la ciencia del siglo
XXI, puede ser considerado como una especie de «teoría biológica
unificada». Esta teoría nos ofrece el mecanismo que hemos estado
buscando durante mucho tiempo para describir nuestra relación con toda
forma de vida. Todavía no tenemos nombre para esta visión renovada del
mundo que trasciende la ciencia, la religión y las tradiciones místicas.
Si evocamos las tradiciones indígenas de eras pasadas, las visiones de
esta índole recuerdan las palabras que dijo un lama en el Tíbet. «Todos
estamos conectados….Todos somos expresiones de una vida… Todos somos lo
mismo». Quizá la similitud de sus palabras con las de los textos esenios
no sean una coincidencia. Los archivos indican que una secta particular
de los esenios, la de los carmelitas del monte Carmelo, llevaron copias
de sus escritos más sagrados a regiones remotas del mundo para
protegerlas de la corrupción a la que estaban sometidos dichos textos
después de la muerte de Jesús. Los amerindios ancianos describen
recuerdos tribales de emisarios que llevaron estas tradiciones a
Norteamérica hace casi dos mil años. Otros textos encontraron su lugar
en apartados monasterios del Asia central durante el mismo período. Uno
de estos documentos, conocido por los historiadores como el Evangelio
arameo de Mateo, el Evangelio de los hebreos y el Evangelio de los
ebionitas. Todos estos nombres hacen referencia al mismo manuscrito. Hay
pruebas de que este texto en particular llegó hasta los aislados
monasterios del Tíbet durante el siglo I, y se ha confirmado que es
«considerablemente más antiguo» que la versión acabada del Nuevo
Testamento. Recientemente ha sido desarrollado un modelo teórico formal
de deducción del diseño para apoyar lo antes indicado sobre el diseño
inteligente del ADN.
En su libro “La inferencia de diseño”, el matemático y probabilista
teórico William Dembski señala que los agentes racionales a menudo
infieren o detectan la actividad a priori de otras mentes por el tipo de
efectos que dejan tras ellos. Por ejemplo, los arqueólogos suponen que
agentes racionales produjeron las inscripciones en la piedra de Rosetta;
los investigadores de fraude de seguros detectan ciertos “patrones de
estafa” que sugieren la manipulación intencional de las circunstancias;
los criptógrafos distinguen entre signos aleatorios y aquellos que
llevan codificados los mensajes. El trabajo de Dembski muestra que
reconocer la actividad de agentes inteligentes constituye un modo común,
totalmente racional, de inferencia. Y lo que es más importante, Dembski
identifica los criterios que permiten a los observadores humanos
reconocer actividad inteligente y distinguir los efectos de tal
actividad respecto de los efectos de causas estrictamente materiales.
Señala que invariablemente atribuimos a causas inteligentes, diseño-, y
no al azar o a leyes físico-químicas, sistemas, secuencias o sucesos que
tienen las propiedades conjuntas de “alta complejidad” (o baja
probabilidad) y “especificidad”. Estos patrones de inferencia reflejan
nuestro conocimiento de la manera en que el mundo funciona. Por ejemplo,
dado que la experiencia enseña que los sucesos o sistemas complejos y
específicos surgen invariablemente de causas inteligentes, podemos
inferir diseño inteligente de sucesos que muestran conjuntamente las
propiedades de complejidad y especificidad. El trabajo de Dembski
sugiere un proceso de evaluación comparativa para decidir entre causas
naturales e inteligentes basado en las características de probabilidad o
“firmas” que dejan tras ellas. De esta manera vemos que la teoría de
Dembski, cuando se aplica a la biología molecular, implica que el diseño
inteligente jugó un papel en el origen de la información biológica. El
cálculo lógico sigue un método que se usa en las ciencias forenses e
históricas. En las ciencias de la historia, el conocimiento de las
inferencias actuales, potencias causales de varias entidades y procesos
permite a los científicos hacer inferencias acerca de las causas
posibles en el pasado.
Cuando un estudio minucioso de varias causas posibles produce solo una
sola causa adecuada para un efecto dado, los científicos forenses o
históricos pueden hacer inferencias definitivas acerca del pasado.
Efectivamente, ya que la experiencia afirma que la mente o el diseño
inteligente son condición y causa necesaria de la información, puede
detectarse la acción pasada de una inteligencia a partir de un efecto
rico en información, incluso si la causa misma no puede ser directamente
observada. El ordenamiento específico y complejo de las secuencia
nucleotídicas del ADN implica la acción pasada de una inteligencia,
incluso si tal actividad mental no puede ser directamente observada.
Muchos admiten que podemos inferir con justificación la acción de una
inteligencia operativa en el pasado, dentro del ámbito de la historia
humana, a partir de un artefacto o un suceso rico en información, pero
solamente porque ya sabemos que existe la mente humana. Pero aducen que
inferir la acción de un agente diseñador que antecede a los humanos no
puede justificarse, incluso cuando observamos un efecto rico en
información, dado que no sabemos si un agente o agentes inteligentes
existieron con anterioridad a los humanos. Sin embargo los científicos
del SETI tampoco saben si existe o no una inteligencia extraterrestre.
Pero suponen que la presencia de una gran cantidad de información
específica, como la secuencia de los 100 primeros números primos,
establecería definitivamente su existencia. Efectivamente, SETI busca
precisamente establecer la existencia de otras inteligencias en un
dominio desconocido. De manera similar, los antropólogos han revisado a
menudo sus estimaciones sobre el comienzo de la historia humana o de la
civilización porque han descubierto artefactos ricos en información
procedentes de épocas que anteceden a sus estimaciones previas. Y, tal
como hemos explicado en varios artículos, la presencia extraterrestre en
distintas épocas de la historia es bastante evidente.
La mayoría de las inferencias de diseño establecen la existencia o la
actividad de un agente mental operativo (al que generalmente llamamos
Dios) en un tiempo o lugar en el que la presencia de tal agente era
previamente desconocido. Por tanto, inferir la actividad de una
inteligencia diseñadora en un tiempo anterior al advenimiento de los
humanos en la Tierra no tiene un estatus cualitativamente distinto de
otras inferencias de diseño que ya se aceptan como reales y producidas
por causas naturales; la búsqueda de inteligencia artificial
extraterrestre de la NASA (SETI) presupone que cualquier información
incluida en las señales electromagnéticas proveniente del espacio
exterior indicaría una fuente inteligente. Sin embargo, de momento, los
radio astrónomos no han encontrado ninguna información en las señales.
Pero los biólogos moleculares han identificado las secuencias ricas en
información y los sistemas de las células que sugieren, por la misma
lógica, una causa inteligente para esos efectos. Algunos opinan que
cualquier argumento sobre el diseño inteligenteconstituye un argumento
desde la ignorancia o el fanatismo religioso. Los objetores acusan a los
defensores del diseño de utilizar nuestra ignorancia presente acerca de
cualquier causa de información, natural y suficiente, como base única
para inferir una causa inteligente de la información presente en la
célula. Dado que aún no sabemos cómo pudo surgir la información
biológica, invocamos la noción misteriosa de diseño inteligente. Según
este punto de vista, el diseño inteligente funciona no como explicación
sino como un sustituto de la ignorancia.
Aunque la inferencia de diseño a partir de la presencia de información
en el ADN no significa tener una prueba de certeza deductiva del diseño
inteligente, no constituye un argumento surgido de la ignorancia. Los
argumentos nacidos de la ignorancia se dan cuando la evidencia en contra
de la proposición X es presentada como la única razón para aceptar una
proposición Y alternativa. En todo caso, la supuesta ignorancia acerca
de cualquier causa natural suficiente es solo parte de la base para
inferir diseño. También se sabeque los agentes inteligentes pueden y de
hecho producen sistemas ricos en información: tenemos un conocimiento
positivo basado en la experiencia de una causa alternativa que es
suficiente, a saber, la inteligencia. Por esta razón, la inferencia de
diseño no constituye un argumento de ignorancia sino una inferencia para
la mejor explicación. Consideramos que el argumento del diseño
inteligente es la mejor explicación del origen de la información
biológica. Como hemos visto, ningún escenario basado en el azar, en la
necesidad, o en una combinación de ambos, puede explicar el origen de la
información biológica específica en un contexto prebiótico. Este
resultado concuerda con la experiencia: Los procesos naturales no
producen estructuras ricas en información a partir puramente de
precursores físicos o químicos. Tampoco la materia, tanto si actúa al
azar como bajo la fuerza de la necesidad físico-química, se ordena a sí
misma en secuencias complejas ricas en información.
Sin embargo, no es correcto decir que no sabemos cómo surge la
información. Sabemos por experiencia que los agentes conscientes
inteligentes pueden crear secuencias y sistemas informativos. La
creación de nueva información está asociada habitualmente con la
actividad consciente. Además, la experiencia enseña que cuando grandes
cantidades de información o complejidad especificada están presentes en
un artefacto o entidad cuya historia es conocida, invariablemente la
inteligencia creativa, o el diseño inteligente, ha jugado un papel
causal en el origen de esa entidad. Así, cuando encontramos tal
información en las biomacromoléculas necesarias para la vida, podemos
inferir, basándonos en el conocimiento de las relaciones de causa y
efecto, que una causa inteligente operó en el pasado para producir la
información o complejidad especificada necesaria para el origen de la
vida. Esta inferencia de diseño emplea el mismo método de argumentación y
razonamiento que los científicos de la historia utilizan generalmente.
En el “Origen de las especies”, Darwin desarrolla su argumento a favor
de un ancestro común universal como inferencia para la mejor
explicación. Como explicó en una carta a Asa Gray: “Compruebo esta
hipótesis [de ascendencia común] comparando con tantas proposiciones
generales y muy bien establecidas como puedo encontrar –en
distribuciones geográficas, historia geológica, afinidades, etc. Y me
parece que, suponiendo que tal hipótesis fuera a explicar tales
proposiciones generales, deberíamos, de acuerdo con la manera común de
proceder de todas las ciencias, admitirla hasta que otra hipótesis mejor
sea encontrada”.
Además, tal y como se ha explicado, el argumento de diseño de la
información del ADN se adecua a los cánones empleados en las ciencias de
la historia. El principio de uniformidad establece que “el presente es
la clave del pasado”. En particular, el principio especifica que nuestro
conocimiento de las relaciones actuales de causa y efecto debe gobernar
nuestras valoraciones de la plausibilidad de las inferencias que
hacemos acerca del pasado causal remoto. Sin embargo, es precisamente
ese conocimiento de las relaciones de causa y efecto el que informa la
inferencia del diseño inteligente. Ya que nosotros sabemos que los
agentes inteligentes producen grandes cantidades de información, y ya
que todos los procesos naturales conocidos no lo hacen, podemos inferir
diseño como la mejor explicación del origen de la información en la
célula. La objeción de que la inferencia de diseño constituye un
argumento nacido de la ignorancia se reduce en esencia a replantear el
problema de la inducción. Sin embargo podría hacerse la misma objeción
contra cualquier ley o explicación científica o contra cualquier
inferencia histórica que tenga en cuenta el presente conocimiento, no en
el futuro, de las leyes naturales y los poderes causales. Como han
señalado Barrow y Tipler, criticar los argumentos de diseño, como hizo
Hume, simplemente porque asumen la uniformidad y el carácter normativo
de las leyes naturales realiza un profundo corte en “la base racional de
cualquier forma de investigación científica”.
Nuestro conocimiento acerca de lo que puede y de lo que no puede
producir grandes cantidades de información específica puede tener que
ser revisado, pero lo mismo sucede con las leyes de la termodinámica.
Las inferencias de diseño pueden demostrarse más adelante incorrectas,
como sucede con otras inferencias que implican varias causas naturales.
Tal posibilidad no detiene a los científicos a la hora de hacer
generalizaciones acerca de poderes causales de varias entidades o de
utilizar esas generalizaciones para identificar causas probables o muy
plausibles en casos concretos. Las inferencias basadas en la experiencia
presente y pasada constituye conocimiento, aunque provisional, pero no
ignorancia. Aquellos que objetan contra tales inferencias objetan contra
la ciencia, tanto como objetan contra una hipótesis de diseño
particular de base científica. Es evidente que algunos rechazan la
hipótesis de diseño alegando que no alcanza la categoría de
“científica”. Tales críticos afirman un principio fuera de toda
evidencia conocido como naturalismo metodológico. El naturalismo
metodológico afirma que, por definición, para que una hipótesis, teoría,
o explicación sea considerada “científica”, tiene que invocar solo
entidades naturalistas o materialistas. De acuerdo con tal definición,
los críticos dicen que el diseño inteligente no es válido. Sin embargo,
incluso si se da por buena esta definición, no se sigue que ciertas
hipótesis no científicas, según las define el naturalismo metodológico, o
metafísicas no puedan constituir una mejor explicación, más adecuada
causalmente.Pero cualquiera que sea su clasificación, la hipótesis de
diseño constituye una explicación mejor que sus rivales materialistas o
naturalistas para el origen de la información biológica específica.
Seguramente, la mera clasificación de un argumento como metafísico no lo
refuta. Para ser un buscador de la verdad, la cuestión que el
investigador del origen de la vida debe plantearse no es “¿qué modelo
materialista es el más adecuado?” sino más bien “¿qué provocó la
aparición de la vida en la Tierra?”.
Claramente, una posible respuesta a esta última cuestión sea esta: “la
vida fue diseñada por un agente inteligente que existió antes del
advenimiento de los humanos”. La apertura a la hipótesis del diseño
parecería necesaria, por tanto, para cualquier biología histórica que
busque la verdad, Una biología histórica comprometida a seguir la
evidencia dondequiera que esta lleve, no excluirá hipótesis a priori por
razones metafísicas. Este enfoque más abierto y más racional sugeriría
ahora la teoría del diseño inteligente como la mejor explicación o más
adecuada causalmente para el origen de la información necesaria para
construir el primer organismo vivo. Los metales alcalinos, litio, sodio,
potasio, rubidio, cesio y francio, son metales blandos de color gris
plateado que se pueden cortar con un cuchillo. Presentan densidades muy
bajas y son buenos conductores de calor y la electricidad; reaccionan de
inmediato con el agua, oxigeno y otras substancias químicas, y nunca se
les encuentra como elementos libres (no combinados) en la naturaleza.
Los compuestos típicos de los metales alcalinos son solubles en agua y
están presentes en el agua de mar y en depósitos salinos. Como estos
metales reaccionan rápidamente con el oxígeno, se venden en recipientes
al vacío, pero por lo general se almacenan bajo aceite mineral
queroseno. En este grupo los más comunes son el sodio y el potasio. Los
compuestos de los metales alcalinos son isomorfos, lo mismo que los
compuestos salinos del amonio. Este radical presenta grandes analogías
con los metales de este grupo. Estos metales, cuyos átomos poseen un
solo electrón en la capa externa, son monovalentes. Dada su estructura
atómica, ceden fácilmente el electrón de valencia y pasan al estado
iónico. Esto explica el carácter electropositivo que poseen, así como
otras propiedades. La línea del fondo era: “Los cromosomas vivos
funcionan como computadoras solitonicas-hológrafas usando la radiación
láser endógena del ADN“. Esto significa que ellos lograron, por ejemplo,
modular ciertos patrones de frecuencia hacia un rayo láser y con él
influenciaron la frecuencia del ADN, y de ese modo, la propia
información genética. Puesto que la estructura básica de pares de
ADN-alcalinos y el idioma (como hemos explicado antes) tienen la misma
estructura, no es necesario descifrar ningún ADN. Uno puede simplemente
usar palabras y frases del idioma humano. Esto, también, fue comprobado
experimentalmente.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente:
despiertaalfuturo
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