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martes, 16 de julio de 2013

Los misteriosos OVNIs nazis

“… la adopción, por parte de la Alemania nazi, de una nueva ciencia, totalmente al margen de la ciencia occidental, y que, sorprendentemente, es desconocida por la mayoría de la gente, incluso en los entornos científicos, como si nunca hubiese existido. Aunque probablemente habría que estudiar a fondo estas extrañas y fantásticas teorías científicas, antes de rechazarlas radicalmente. 
Los horrores del nazismo no pueden ser motivo para rechazar el estudio de algunos de los importantes hechos que se produjeron durante su existencia”. Y creo que este nuevo artículo confirma lo indicado en aquellos artículos. Pero al mismo tiempo, plantea innumerables preguntas sobre unos hechos realmente increíbles. 
Los ovnis nazis (en alemán: Haunebu, Hauneburg-Geräte, o Reichsflugscheiben) eran aviones avanzados o naves espaciales que fueron desarrollados supuestamente por el III Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Estas tecnologías no solamente aparecen en ficción sino también en varios textos históricos. Suelen aparecer en conexión con el nazismo esotérico, una ideología que vincula el nazismo con situaciones sobrenaturales o paranormales. Las hipótesis sobre los OVNIS nazis están de acuerdo con la historiografía oficial en los siguientes puntos: La Alemania Nazi reclamó el territorio de Nueva Suabia, en la Antártida, a la que envió una expedición en 1938, y planeó otras; La Alemania Nazi investigó avanzadas tecnologías de propulsión, incluyendo misiles y turbinas de Viktor Schauberger; Algunos avistamientos de OVNIs durante la Segunda Guerra Mundial, particularmente aquellos conocidos como “Foo Fighters”, se consideraron como armamento enemigo por parte de los aliados.
Nueva Suabia (en alemán, Neuschwabenland) fue el nombre dado por la Alemania nazi a una parte de la Antártida que reclamaba como propia, entre 1939 y 1945. Debía su nombre al antiguo estado de Suabia. Lo que fue el territorio se localiza en la costa aproximadamente desde los 12° Oeste hasta los 18° Este y entre los 70° y 75° Sur, incluyendo parcialmente la Tierra de la Reina Maud, una reivindicación noruega. La Sociedad de Naciones no reconoció la soberanía de Alemania sobre estos territorios. El capitán Alfred Ritscher dirigió la tercera expedición antártica alemana (1938-1939). El propósito aparente era asegurar un área en la Antártida para una estación ballenera, como parte de un plan para aumentar la producción de grasa animal de Alemania. El aceite de ballena era entonces la materia prima más importante para la producción de margarina y jabón en Alemania, y los alemanes eran, además, el segundo comprador más grande de aceite de ballena noruego, importando anualmente unas 200.000 toneladas. Además de la desventaja de ser muy dependiente de recursos extranjeros, la inminencia de la entrada de Alemania en un nuevo conflicto fue una presión para las inversiones alemanas en el exterior. Otro objetivo, más oculto, era buscar un lugar para una posible base naval.
El 17 de diciembre de 1938, la expedición a Nueva Suabia salió en secreto de Hamburgo hacia la Antártida a bordo del MSSchwabenland (Suabia), un carguero capaz de transportar aviones que fue adaptado para la expedición antártica en el otoño de 1938 en los astilleros de Hamburgo. El barco contaba además con una estación meteorológica. La expedición tenía 33 miembros, además de la tripulación del Schwabenland, compuesta por 24 personas. 
El 19 de enero de 1939 la nave llegó a la Costa de la Princesa Marta en la Tierra de la Reina Maud, estableció una base temporal y comenzó a realizar un reconocimiento cartográfico de la región. En las semanas siguientes se realizaron quince vuelos a bordo de dos hidroaviones de 10 toneladas sobre un área de unos 600.000 kilómetros cuadrados. El resultado fueron más de 16.000 fotografías aéreas.
Para afirmar la reivindicación alemana sobre Nueva Suabia, se colocaron tres banderas a lo largo de la costa y trece marcas más fueron colocadas en el interior. Esas marcas eran postes de aluminio con una esvástica en la parte superior, que fueron probadas previamente en el glaciar Pasterze, en Austria. También hubo un equipo de reconocimiento a lo largo de la costa, con el objetivo de registrar la geografía de la zona. La expedición también avistó por aire la presencia de fuentes termales con vegetación en el oasis Schirmacher. El lugar forma parte de la falla geológica del Atlántico y fue nombrado en honor del capitán Richardheinrich Schirmacher que dirigió el vuelo poco antes de la partida del MS Schwabenland hacia Alemania. En su viaje de retorno hicieron estudios oceanográficos cerca de la isla Bouvet y de Fernando de Noronha, arrivando a Hamburgo el 11 de abril de 1939. Dos expediciones más fueron programadas para 1939-1940 y 1940-1941. Se esperaba que éstas buscasen más territorios para la pesca de ballenas y, sobre todo, que sirviesen para ampliar la zona reclamada por Alemania en el continente. La segunda expedición también incluiría algunas expediciones militares, que investigarían, probablemente, la viabilidad del establecimiento de bases navales con las que Alemania pudiese controlar el océano Atlántico sur y el océano Índico junto con el paso de Drake. Ambos proyectos fueron aparentemente cancelados por el estallido de Segunda Guerra Mundial.
Hay quienes dicen que algunos de los OVNIs que han sido vistos por todo el mundo desde después de la Segunda Guerra Mundial pueden ser armas secretas fabricadas por el III Reich. Muchos de los extraños objetos voladores avistados desde 1945 corresponderían en realidad a modelos de aeronaves diseñadas en su tiempo por los nazis y mejoradas probablemente durante estos años en el interior de bases secretas. Según ciertas informaciones, durante la guerra y en las cercanías de una ciudad bávara, en Alemana, se observó como una nave espacial se aproximaba volando a poca altura.
 Su tamaño, algo menor que el propio de una avioneta corriente, emitía un sonido silbante. En su parte baja presenta tres cúpulas semiesféricas y un punto azul oscuro. También se distinguía una esvástica con ángulos rectos. La nave, en su conjunto, resultaba bastante voluminosa y provocaba una sensación inquietante.
La extraña aeronave descendía y tomaba tierra en una zona desierta, quedando iluminada suficientemente como para permitir observar con detalle tres cúpulas inferiores asentadas sobre sendos cilindros que servían de apoyo. El aparato no tenía ventanas, sino dos pequeños orificios enrejados. El disco volante estaba rodeado de extrañas placas metálicas en forma de palas de turbina. Tanto en las tres cúpulas inferiores como en la parte superior de este aparato se veían unas estructuras que semejan tubos salientes. 
El aparato tenía un diámetro de entre ocho y veinte metros y presentaba un aspecto temible. Unas semanas más tarde muchas personas afirmaban haber visto OVNIs en aquella misma zona bávara. Podemos considerar, pues, que se trataba del mismo aparato o de otros similares. Quizá sea éste, simplemente, un testimonio más sobre OVNIs, entre tantos otros, pero existen algunas singulares coincidencias entre los primeros avistamientos de platillos volantes y la fabricación de extrañas y secretas armas por los nazis al final de la Segunda Guerra Mundial. Coincidencias que podrían explicar el avistamiento antes relatado.
La primera referencia sobre platos voladores nazis se puede ver en una serie de textos del experto en turbinas italiano, Giuseppe Belluzzo. El científico alemán Rudolph Schriever admitió haber desarrollado platillos voladores durante el período nazi. 
El ingeniero aeronáutico Roy Fedden remarcó que la única maquinaria capaz de aprovechar las capacidades atribuidas a los platos voladores, era aquella diseñada por los alemanes cerca del final de la guerra. Fedden agregó también que los alemanes estaban trabajando en proyectos aeronáuticos muy inusuales, aunque no se explayó más en el asunto. 
Estos mitos fueron inspirados probablemente por el histórico desarrollo alemán del avión de reacción Me 262, el misil dirigido V1 y el misil balístico V2, que formó la base de los primeros programas espaciales y de misiles de la Unión Soviética y de los Estados Unidos.
Louis Pauwels y Jacques Bergier, en su libro “El retorno de los Brujos”, escrito en 1967, hicieron una espectacular revelación acerca de la Sociedad Vril de Berlín. Muchos años después, Jan van Helsing, Norbert-Jürgen Ratthofer y Vladimir Terziski ampliaron su investigación, relacionando la sociedad Vril con los OVNIs. Entre otras cosas, escribieron que la sociedad había contactado a través de la médium Maria Ostich, con una raza alienígena, dedicada a crear naves espaciales. En compañía con la Sociedad Thule y el Partido Nazi, desarrollaron una serie de prototipos de platos voladores. Tras la derrota nazi, la sociedad se retiró supuestamente a una base en la Antártida y desapareció. Un punto importante es que ésta Sociedad Vril se relaciona con el wotanismo de Guido von List, con la sociedad Thule, con varias “religiones” paganas de la Europa antigua, con el ocultismo, así como con las SS Anherbe y su castillo de Wevelsburg. El Wotanismo (nombre derivado de Wotan, término tradicional germánico utilizado para el nombre de Odín) es una religión especulativa en el plano del la aproximación al concepto de genetismo pagano. La religión wotanista contiene elementos de las tradiciones paganas germánicas con características procedentes del misticismo germánico, del misticismo nazi y con una doctrina teológica y cosmológica dualista de origen pagano.
Terziski, un ingeniero búlgaro autoproclamado presidente de la Academia Americana de Ciencias Disidentes, afirma que los alemanes colaboraron en su investigación de aviación avanzada con las otras potencias del eje, Italia y Japón y que continuaron el desarrollo tras la guerra, desde Nueva Suabia. Él dice que los alemanes alunizaron aproximadamente en 1942 y establecieron una base subterránea en la Luna. Cuando los rusos y los estadounidenses llegaron secretamente a la Luna en la década del ’50, dice Terziski, estuvieron en esta base que aún funcionaba. Según Terziski, “hay una atmósfera, agua y vegetación en la Luna“. 
Por esto la NASA oculta y excluye al tercer mundo de la exploración lunar. Terziski ha sido acusado de fabricar la evidencia fotográfica y los videos. En 1978, Serrano, un diplomático chileno y simpatizante nazi, publicó “El Cordón Dorado”, en donde afirmaba nada menos que Adolf Hitler era un avatar de Vishnú y estaba en contacto con dioses hiperbóreos en una base subterránea en la Antártida. Serrano predijo que Hitler llevaría una flota de OVNIs desde su base para establecer el IV Reich. En 2006 el escritor Felipe Botaya escribió la novela de ficción “Antártida 1947”, relacionada a lo acaecido en la operación Highjump, la mayor ofensiva militar llevada a cabo por Estados Unidos contra una supuesta base militar alemana en la Antártida en 1947. El autor de la novela se ampara en varias circunstancias: lo relacionado con la operación Highjump sigue siendo material clasificado, hay muchas incógnitas oficiales sobre el tema y, además, a raíz de todo esto se formó toda la campaña orquestada para dar salida a la luz pública el fenómeno OVNI.
Otra fuente en la que parece se inspiraron los ocultistas nazis es en una serie de textos antiguos, escritos en sánscrito. En efecto, la cultura de la India, rica en textos antiguos, describe naves voladoras de formas diferentes, colores y tamaños a las cuales llaman Vimanas. Ejemplos de estos textos son el Mahabaharata, el Ramayana, el Bhagavad Gita, el Kiratarjuniya y el Samarangana Subtrahara (escritos antes del 3.000 a.C). Según ellos, en la India, algunos milenios antes de Jesucristo, existieron vehículos voladores, denominados Vimanas o Pushpaka, donde las personas que se montaban en ellos podían volar hacia los cielos y dirigirse a las estrellas y a mundos lejanos, para luego retornar a La Tierra.
En el Ramayana podemos leer: “… Un hombre puede utilizar esta nave para trasladarse de forma maravillosa y cubrir grandes distancias en el cielo. También con esos métodos se puede construir una Vimana grande como un templo. Debe haber cuatro depósitos de mercurio en su interior. 
Cuando son calentados por medio de un fuego controlado, el vimana desarrolla un poder de trueno por medio del mercurio. Si este motor de hierro, con uniones adecuadamente soldadas, es llenado de mercurio y el fuego se dirige hacia la parte superior, desarrolla una gran potencia, con el rugido de un león e inmediatamente se convierte en una perla en el cielo …“. En estos vehículos voladores las personas que se montaban en ellos podían volar hacia los cielos y dirigirse a las estrellas y a mundos lejanos, para luego retornar a la Tierra.
Y en el Mahabaharata leemos:“Los Vimanas eran máquinas volantes que tenían la forma de una esfera y navegaban por los aires por el efecto del mercurio que provocaba un gran viento propulsor. Los hombres alojados en los Vimanas pueden recorrer grandes distancias en un tiempo maravillosamente corto. Danava era el disco destructor que poseía armas terribles lanzando relámpagos de fuego espantosos y capaces de destruir las ciudades. Cukra, a bordo de su Vimana de gran potencia lanzó sobre la ciudad un único proyectil cargado con la potencia de todo el Universo. 
Una humareda incandescente, semejante a diez mil soles se elevó en todo su esplendor. Se levantó un viento terrible, la naturaleza enloqueció y el sol giró sobre sí mismo. Los enemigos caían como briznas de hierba destruidas por las llamas, hervían las aguas de los ríos y los que se lanzaron en busca de salvación murieron sin remedio. Ardían los bosques. Caballos y elefantes corrían desesperados entre el fuego. Cuando el viento disipó la humareda de los grandes incendios, se vieron millares de cuerpos calcinados por el rayo terrible”. Este “rayo terrible” aparece como el “Arma de Brahma“.
Asimismo tenemos otro libro llamado Samarangana Subtrahara. Este escrito, dedica nada más y nada menos que 250 versículos a hablarnos de estas extrañas naves. En este libro, descubierto en la India por un grupo de investigadores ingleses en 1908 y cuyo nombre hindú traducido a nuestro idioma sería, “Tratado de Aeronáutica”, se divide en varios capítulos, construcción, mecánica de motores, energía de motores, estrategia o planes de vuelo: “El secreto de la fabricación de los Vimanas no puede ser desvelado, y esto no es por ignorancia, sino porque los detalles de la construcción deben mantenerse en el mayor secreto para impedir que alguien pueda fabricar un Vimana con fines perversos. El cuerpo del Vimana debe ser fuerte y duradero pero de material liviano como un pájaro volador. Por medio de la potencia graduada del mercurio se pone en movimiento el torbellino impulsador del carro aéreo. 
Un solo hombre puede viajar de manera maravillosa y ascender muy alto por los cielos. Puede construirse un Vimana tan grande como el “Templo de la Divinidad”: para ello, hay que utilizar cuatro depósitos de mercurio en la parte inferior, una vez calentados estos, puede desarrollarse por medio del fuego controlado, una potencia equivalente al rayo. Muy pronto el Vimana asciende convirtiéndose en una perla en el cielo. Por medio de los Vimanas los hombres pueden ascender a los cielos y los seres del cielo pueden descender a la Tierra“.
Finalmente en el Bhagavad Gita encontramos que el conocimiento del Universo, no era un secreto para los tripulantes de los vimanas. Según el Bhagavad Gita:”… Existen infinidad de universos e infinidad de planetas dentro de cada universo, y cada planeta está lleno de diferentes variedades de población ...”. La propulsión se realizaba mediante mercurio, unido a técnicas vibratorias de determinados sonidos capaces de desencadenar poderosas energías y, tal y como se describe en elVymaanica-Shaastra, los pilotos eran preparados para volar, para obtener imágenes en vuelo de los “carros voladores” enemigos, escuchar sus conversaciones y técnicas capaces de hacer perder el conocimiento a sus pilotos.
¿Alguien ha pensado por qué los avistamientos modernos de OVNIs empezaron a producirse a partir de 1947 y no antes? Fue exactamente el 24 de Junio de 1947 a las 2 de la tarde cuando el experimentado piloto norteamericano Kenneth Arnold, miembro de la organización de seguimiento y rescate “Airafox”, mientras volaba con su avioneta desde Chelalis a Yakima, en el estado de Whashinton, con la intención de encontrar un avión militar accidentado, avistó cerca del Monte Rainer una formación de extrañas aeronaves circulares que le parecieron “como platos deslizándose sobre el agua“. 
Fue así como se acuñó el término “platillo volante“. Kenneth calculó su velocidad en 2.400 km/h, una velocidad desconocida en 1947. Y precisamente fue en 1947 cuando parece que los aliados lanzaron su fallida Operación Highjump contra las bases del Tercer Reich en la Antártida. También es en 1947 cuando curiosamente se funda la CIA. La Segunda Guerra Mundial terminó en 1945, y dos años después empezaron a sucederse sin interrupción hasta la actualidad avistamientos de Objetos Voladores No Identificados, llamados UFOs en inglés, que hacen maniobras imposibles para los aviones convencionales, como cambiar su dirección de vuelo en ángulo recto o pasar del reposo a una velocidad enorme en un instante. Aunque la historia, desde la antigüedad, está llena de avistamientos OVNI, durante el siglo XX no se habían notificado tantos avistamientos antes de la Segunda Guerra Mundial.
El Tercer Reich fue para Alemania una época de progreso en todos los campos científicos y tecnológicos: Alemania poseía los autos más rápidos, los aviones más veloces y de mayor autonomía de vuelo, la primera televisión (durante los Juegos Olímpicos de 1936), la industria farmacéutica más pionera, etc. Pronto volaron los primeros aviones a reacción Me-262 y los primeros misiles de largo alcance V2. Todo esto es conocido. Mucho menos conocida es otra tecnología que, por razones obvias, los alemanes del Reich mantuvieron en secreto y sobre la que los aliados, una vez tuvieron noticia de ella, mantuvieron el más absoluto silencio. 
Basándose en la filosofía ocultista del Tercer Reich (sociedades Thule y Vril), científicos hitlerianos habrían conseguido avances científicos (especialmente aeronáuticos y astronáuticos) de una magnitud inimaginable. El conocimiento de misteriosos aviones circulares alemanes propulsados por motores anti-gravitacionales con el nombre en clave de “Vril” y “Haunebu”, que supuestamente fueron desarrollados no basándose en la técnica convencional, sino en una nueva técnica surgida de la filosofía ocultista y sus misteriosos contactos con supuestas avanzadas civilizaciones, ha sido siempre negado por las fuerzas aliadas. Muchos podrán pensar que es imposible que los alemanes en tan corto espacio de tiempo desarrollaran tan fabulosa técnica, pero olvidan que no se basaron en los principios científicos clásicos, sino en la filosofía ocultista de las sociedades germánicas como Thule y Vril.
Así por ejemplo, el científico alemán Viktor Schauberger era un convencido defensor de la “implosión en lugar de explosión“. Rechazaba el motor de explosión, pues éste se basa en la destrucción (explosión), pero la Creación divina es siempre constructiva. Por lo tanto, una técnica basada en la destrucción es contraria a las leyes de Dios y puede denominarse como técnica satánica. 
En su lugar, proponía los motores de implosión. Éste es tan sólo un ejemplo de la filosofía de estos científicos. Gracias a la forma de pensar del Tercer Reich, los alemanes avanzaron en técnica en pocos años lo que los aliados no avanzarían en cien. El “Andromeda-Gerät” o “aparato Andrómeda” era una nave nodriza. Desconocemos si llegó a construirse antes de terminar la Segunda Guerra Mundial; pero de no ser así se construyó en Nueva Suabia tras la guerra, con los planos y diseños previos. Tenía forma de cigarro de unos 130 metros de longitud; y esto coincide con la descripción de muchos pilotos de vuelo que dicen haber visto OVNIs con esa forma.
Los aliados los llamaban Foo-fighters y sus creadores alemanes “Kugelblitze” (“rayos-bola“) o “Feuerbälle” (“pelotas de fuego“). A partir de 1944, los pilotos aliados que sobrevolaban Alemania para bombardearla empezaron a reportar informes sobre extrañas bolas brillantes casi transparentes que se situaban junto a ellos y les acompañaban durante kilómetros. Según estos informes, no podían derribarlas, aunque las disparasen, y toda maniobra para despistarlas era inútil. Mucho se ha especulado sobre la función de este arma antiaérea, pero al parecer interfería los sistemas eléctricos y los radares de los bombarderos aliados. En ocasiones, su presencia era tan molesta a los pilotos o les causaban tantos trastornos, que un bombardeo previsto tenía que ser suspendido y la escuadrilla de bombarderos regresaba a su base. Los globos de fuego aparecen repentinamente, acompañan a los aviones durante kilómetros y, según revelan los informes oficiales, parecen estar controlados por radio desde el suelo.
Esos “globos de fuego” descritos por la prensa de la época son conocidos por los ufólogos como foo-fighter. Y, como queda claro, eran considerados por los pilotos aliados como algún tipo de arma secreta nazi. Se identifican los “foo” con un arma secreta anti radar: 
En el otoño de 1944, en Oberammenrgau, en la Baviera alpina, un centro experimental patrocinado por la Luftwaffe habría ultimado una serie de investigaciones relacionadas con aparatos eléctricos capaces de interferir en el funcionamiento de los motores, hasta un máximo de 30 m. de distancia, mediante la producción de intensos campos electromagnéticos. 
Averiando el circuito de ignición de los motores de un aeroplano se habría provocado infaliblemente la caída de éste. Para convertir la invención en prácticamente eficaz, los técnicos alemanes se proponían, empero, triplicar por lo menos el radio de acción del arma, pero cuando el conflicto concluyó, los experimentos en tal sentido apenas habían sido esbozados. 
Entretanto, como producto derivado de estas investigaciones para su inmediato empleo bélico, otro centro, regido combinadamente por Albert Speer, ministro de armamentos y guerra, y por el Estado Mayor Técnico de las SS, había adaptado la idea del “estorbo radiofónico de proximidad” a la interferencia sobre los mucho más delicados y vulnerables aparatos electrónicos de los cazas nocturnos americanos.
Así había nacido una original máquina voladora, redonda y acorazada, más o menos semejante al caparazón de una gran tortuga. Se movería con un motor especial de reacción, también aplanado y circular, que recordaba como principio físico a la famosa eolípila de Herón y generaba un vasto halo de llamas muy luminoso. Por eso había sido llamada “Feuerball“. No llevaba armas ni pilotos. 
Teledirigida en el acto de despegar, seguía después automáticamente a los aparatos enemigos, atraída por sus llamas de escape y aproximándose a ellos sin chocar, lo cual bastaba para poner en estado crítico sus aparatos de radar. Herón de Alejandría (10–70 d. C.) fue un ingeniero y matemático helenístico, que destacó en Alejandría (en la provincia romana de Egipto); ejerció de ingeniero en su ciudad natal, Alejandría. Este griego es considerado uno de los científicos e inventores más grandes de la antigüedad y su trabajo es representativo de la tradición científica helenista. Su mayor logro fue la invención de la primera máquina de vapor, conocida como eolípila o la Fuente de Herón.
Si efectivamente el Tercer Reich nunca fue completamente destruido y subsiste actualmente oculto, no podría hablarse en absoluto de que el Reich perdiera la guerra. El propio Hitler había declarado: “En esta guerra no habrá vencedores ni vencidos, tan sólo muertos y supervivientes“. Las razones que los autores del hitlerismo esotérico apuntan para que Alemania no venciese en la guerra a pesar de esta sofisticada tecnología son varias: El desarrollo de esa tecnología llegó demasiado tarde, más bien entre 1944 y 1945, y no se pudo llegar a emplear militarmente.
 Ciertamente disponían de esa tecnología, pero no se llegó a tiempo a la fabricación masiva. Los OVNIs de Hitler ciertamente eran muchísimo más veloces que cualquier avión existente, pero esto no bastaba. Se mostraron, al menos en esa fecha, no aptos como aeronaves de caza. Por alguna razón, los alemanes del Reich vieron la guerra materialmente perdida y decidieron replegarse, esperar un momento futuro en que la victoria del Reich fuese tan segura como contundente. No puede descartarse que poco antes del fin de la guerra se llegase a fabricar una limitada serie de platillos Haunebu II. Ésta posibilidad es apoyada por las numerosas fotos de OVNIs tras 1945, que tienen un asombroso parecido con el modelo Haunebu II.
¿Consiguieron los aliados esta prodigiosa tecnología como parte del botín de guerra? Todo parece indicar que no, ya que sería impensable que los nazis alemanes fueran capaces de desarrollar semejante tecnología para luego dejarla caer en manos aliadas. Los científicos alemanes responsables del desarrollo de esta tecnología y todos sus creaciones habían desaparecido de Alemania para cuando la guerra terminó. Así por ejemplo, el terreno de la firma Arado en Brandenburgo, supuestamente empleado por la Vril-Gesellschaft, fue completamente dinamitado y no quedó nada. Según parece, los alemanes dejaron a propósito señuelos para despistar y distraer a los aliados.
 Estos señuelos eran flamantes proyectos aeronáuticos del Tercer Reich, así como científicos como Werner von Braun (gracias al cual los americanos lograrían realizar el programa Apolo y llegar a la Luna), pero estaban basados en la técnica convencional (motores de propulsión a reacción o de hélice, a lo sumo). La técnica antigravitacional fue puesta a salvo con antelación. Según algunos autores, los OVNIs de Hitler fueron escondidos en algún lugar de la Antártida, razón por la cual se pondría en marcha la Operación Highjump. Aun hoy hay gente convencida de que los nazis aun poseen una base de OVNIs y que los llevaron allí, desmontados, en submarinos.
Hay quienes afirman que los avistamientos OVNIs de la actualidad se deben a la actividad de los platillos alemanes, pilotados por pilotos nazis. También han sido muchos los autores que sostienen que los alemanes del Reich hace muchos años que poseen una base en la Luna. Disponiendo de semejantes astronaves, no es ningún problema para ellos alcanzar la Luna o Marte. Los OVNIs del Reich no tienen que preocuparse de llevar miles de toneladas en combustible líquido, ni del costo, como los programas espaciales de la NASA. Durante la misión Apolo 11 a la Luna, sus tripulantes mantuvieron una conversación con el centro de control en Houston, casualmente captada por unos radioaficionados que escuchaban un “canal reservado“, que revela que tuvieron un encuentro con aeronaves “muy superiores en tamaño y tecnología a las nuestras“. Según estos autores, la Luna estaría en manos de los alemanes nazis, razón por la cual los norteamericanos no han vuelto a ella, ya los nazis les han prohibido poner pie en la Luna. 
Un informe vienés se refiere también a extrañas fotografías de OVNIs tomadas desde naves espaciales… A una nave tipo Haunebu-3 aproximándose desde la Luna a la Tierra…, a una enorme y extraña letra “S” trazada sobre el suelo lunar… ¿Podría –se pregunta el informe– ser la inicial del término militar alemán Stützepunkt o “punto de apoyo”? Tal vez es por ello que ahora la NASA dice con cierto tono de desprecio que “la Luna ya no constituye un objetivo interesante para la Agencia Espacial“. La NASA declara que se interesa más por Marte, donde según autores como Jan Udo Holey o Hans Altmann también los alemanes están establecidos en construcciones subterráneas desde hace decenios. Los repetidos fracasos de la NASA en Marte tendrían su explicación en la actuación de estos astronautas nazis. Parece ciencia ficción, pero…..
El 14 de diciembre de 1944, medio año antes de que los alemanes se rindieran, el prestigioso periódico estadounidenseNew York Times daba así la primera noticia sobre OVNIs del siglo XX: “Los platillos volantes son un arma secreta. Una nueva arma alemana que ha aparecido en el frente occidental alemán. Hoy nos informan sobre ello nuestros pilotos de la USAF, afirmando que en los cielos de Alemania han aparecido unas ‘bolas de plata’ voladoras, que se han visto aisladas o en formaciones. Algunas parecían ser prácticamente transparentes”. Con el paso del tiempo, el avistamiento de naves impulsadas por energía antigravitacional se haría cada vez más frecuente. Los testimonios se multiplicaron, especialmente tras la capitulación del Reich alemán, y muchos de ellos hacían referencia a hechos acontecidos en los espacios aéreos del norte de Europa. Las noticias hablaban de OVNIs de fabricación alemana. Se comentaban, sobre todo, los avistamientos de “abundantes formaciones” de los que, entonces aún, se denominaban “grandes cohetes”, nombre con el que se definía a los “aparatos voladores desconocidos y producidos por la industria armamentística alemana”. 
 Especialmente numerosos fueron los testimonios de avistamientos procedentes de Escandinavia, donde se instalaron varias y poderosas guarniciones alemanas que permanecieron allí hasta el final mismo de la guerra, ya que nunca resultaron directamente atacadas y vencidas por los aliados. En 1947, reaparecieron informes aislados, aunque con menor asiduidad. Sin embargo, pasados unos años los avistamientos habrían de aumentar tanto en frecuencia como en número y variedad. ¿Qué secreto se oculta tras estos avistamientos?
Hoy se especula a menudo sobre la forma de encontrar y utilizar energías “alternativas” que palien la destrucción del medio ambiente provocada por la energía explosiva, los gases tóxicos, los residuos letales, etc. Pero lo cierto es que en aquellos tiempos ya se hablaba de que los alemanes trataban de hallar una “nueva ciencia”, una “técnica diferente y renovadora” con la que sustituir los motores de explosión, considerados destructivos en los círculos esotéricos del III Reich, por otros de implosión, cuya nocividad es nula. 
Aquellas investigaciones se basaban principalmente en la levitación electrogravitacional y la propulsión por “terriones” (fuerzas cósmico-telúrico-terrestres), en las que, según parece, se encontraba el núcleo de esa “otra técnica”, que distanció la cosmovisión nazi de las demás, en un intento de proporcionar al III Reich una total independencia de “materias primas” –inaccesibles de otro modo– y energía abundante, barata y no contaminante. De hecho, y según se asegura, “los departamentos de investigación U-13 y E-4 de la SS trabajaban febrilmente para realizar y perfeccionar esas tecnologías, inconcebibles para la mayoría del pueblo y para el resto de la humanidad”. Un buen ejemplo de este trabajo serían las “peonzas voladoras Haunebu” de Víctor Schönberger, que funcionaban ya con fuerzas de levitación no contaminantes ni generadoras de ruidos.
Esos “platillos volantes” de las diferentes series Haunebu, de los que existen fotografías obtenidas por los aliados cuando invadieron el territorio del III Reich, tienen especial importancia. Estas “peonzas voladoras” estaban movidas por un propulsor electrogravitacional de “terriones”, al que se dio el nombre de “Terrionador Thule”, que estaba acoplado a un generador de bandas de ondas tipo Van Der Graff, a un aparato magnético productor de energía a base de carbón y a una dinamo cónica de energía turbinosa tipo Marconi. 
El generador de Van de Graaff es una máquina electrostática que utiliza una cinta móvil para acumular grandes cantidades de carga eléctrica en el interior de una esfera metálica hueca. Las diferencias de potencial así alcanzadas en un generador de Van de Graaff moderno pueden llegar a alcanzar los 5 megavoltios. Las diferentes aplicaciones de esta máquina incluyen la producción de rayos X, esterilización de alimentos y experimentos de física de partículas y física nuclear. La construcción práctica de aparatos basados en esos principios de propulsión se debió a la inventiva del capitán alemán Hans Koheler y que ya en 1944 fueron fabricados en serie los conversores de “terriones” tanto en fábricas de la empresa AEG como de la Siemens.
“El propulsor de Koheler –se dice en un informe– precisaba, para ponerse en funcionamiento, de una energía inicial muy baja y mínima que podía serle proporcionada por un acumulador eléctrico que lo activaba. Después de poco tiempo, el conversor de carbón ya funcionaba automáticamente con plena autonomía, puesto que se convertía en un generador de energía que actuaba, sin consumirse, como un ‘catalizador’: en este caso, la energía se produce a partir de nada consumible. Se originaba, eso sí, una transformación de las fuerzas electrogravitacionales existentes en el interior de la Tierra en electricidad utilizable. Un principio de simplicidad genial cuando se ha logrado dominar y se sabe utilizar correctamente….. El aparato volador Haunebu-2 poseía un cañón de grandes dimensiones que habría de provocar una impresión inolvidable en toda persona que lo contemplase sin estar preparada para ello o sin saber de qué se trataba, pues superaba los 25 metros de diámetro y en su eje central alcanzaba los 10 metros de altura”.
Que algunos artefactos bélicos alemanes tenían una extraña forma discoidal no es ningún secreto. Así, bajo la designación de V-4 (solo se han hecho públicos la V-1 y la V-2) se construyeron varios discos voladores para ser empleados como “bombas volantes”. Así, los datos proporcionados aseguran que en 1941 ya habían sido acometidos los estudios para diseñar la “peonza volante” de Schriever-Habermohl, un avión de forma circular y despegue vertical provisto de motores de “reacción convencional”, efectuándose a finales de 1942 las primeras pruebas de vuelo, durante las cuales se constataron graves errores de construcción. Paralelamente, y después de una larga serie de ensayos, el ingeniero Richard Miethe comenzó a trabajar –también en 1942– en la construcción de aparatos que volaran y tuvieran forma de disco. De sus investigaciones, realizadas en colaboración con el científico italiano Giuseppe Bellonzo, surgiría una nueva versión de la V-7. Transcurrido un tiempo, y bajo el apoyo del propio Hitler, los equipos “Miethe-Bellonzo” y “Schriever-Habermohl” entraron en contacto con el propósito de aunar esfuerzos para realizar coordinadamente sus investigaciones y hacer otras en conjunto. Finalmente sus esfuerzos dieron como fruto el increíble V-7, aparato similar a un helicóptero ultrasónico que presentaba doce agregados tipo turbo BMW-028. En su primera prueba se remontó a una altura de 20.813 metros de altitud, alcanzando en la segunda 24.200. Y todo ello utilizando helio como “combustible de base”.
Por otra parte, se desarrolló también otra línea más secreta de “discos volantes” conocida como serie Vril. De ella se ocupó el “grupo Schumann” en íntima relación con el departamento E-4, de la SS, especializado en las llamadas “armas milagrosas”. Hoy sabemos que llegaron a construirse 17 aparatos de la serie Vril-1. Su diámetro era de 11,56 metros, podían alcanzar velocidades de 2.900 km./h y llevaban un cañón teledirigido como dotación de combate. El Vril-1 era el equivalente revolucionario de un “avión de caza”, mientras que el Vril-9 era un “caza monoplaza”. 
Curiosamente, su diseño parece coincidir con el del aparato que fue visto en la Luna por el astronauta norteamericano Edwin Aldrige. También se asegura que, aunque al final de la Segunda Guerra Mundial resultaba evidente que era imposible coordinar los esfuerzos y mermaban los recursos, los nazis no dejaron en ningún momento de perfeccionar sus armas. Es más, al ir dominando la tecnología de propulsión electrogravitacional –se asegura– obtuvieron mayor velocidad, maniobrabilidad y otras prestaciones en los aparatos. Así, se afirma, que en una fase intermedia, en la ciudad alemana de Neustad y bajo el control de tropas técnicamente especializadas de la SS, se desarrolló el proyecto “Bola de fuego”, al que los estadounidenses denominaron acertadamente Foo-fighter.
Estas “bolas de fuego” eran dirigidas, mediante ondas de radio, hasta la proximidad de las formaciones aéreas aliadas. Posteriormente, los sensores de ondas infrarrojas de que iban provistos estos artefactos eran los autores del contacto final con el objetivo a destruir. El sistema se basaba en la búsqueda de fuentes de calor emitidas por los gases de escape de los aviones enemigos, haciendo que su radar resultara automáticamente destruido, dejando a los tripulantes sin orientación operativa y casi a la deriva. Se sabe que, en una fase posterior de este proyecto, se idearon unos “tubos especiales” que funcionaban descargando de electricidad el objetivo y provocando, por tanto, un “total fallo del motor” o una “ausencia repentina de electricidad”.
 Un fenómeno muy similar al ocurrido en algunos avistamientos de OVNIs, en los que los vehículos motorizados se detienen bruscamente sin conseguir que vuelvan a funcionar mientras dura la presencia del OVNI. Es evidente que estos aparatos volaron y se utilizaron en aquella época. Pero ¿continúan haciéndolo hoy? Si los comparamos con las fotografías de OVNIs tomadas en distintos lugares en nuestros días, podemos observar una enorme semejanza entre ellos y los artefactos que construyeron los nazis.
Prueba de ello es que, con motivo de uno de los primeros discos voladores, avistado en Praga a comienzos de 1945, la prensa asociaba totalmente el fenómeno a los nazis, titulando así la noticia: “Los discos voladores inventados en Alemania”. Sin embargo, al poco tiempo, y movidos tal vez por la ciencia-ficción de moda en ese tiempo o quién sabe si por otras oscuras intenciones, se comenzó a especular sobre el “peligro de invasión extraterrestre”. 
El mismo Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos en aquella época, declaró que él, personalmente, había visto un OVNI. Incluso en algunos círculos científicos se llegó a comentar que “el presidente de Estados Unidos y el Secretario General del PC de la URSS habían hablado seriamente sobre la posibilidad de sufrir un ataque masivo de OVNIs”, hablando de ellos como si se tratara de naves venidas del espacio exterior. Sin embargo, años después de que los rumores sobre “visitantes extraterrestres” se extendieran por todo el planeta, la revista estadounidense Examiner volvía a la tesis de finales de la guerra en un artículo publicado el 26 de mayo de 1988 bajo el título ¡El misterio de los OVNIs, desvelado!, y en el que se decía: “El secreto sobre los OVNIs estaba ya resuelto hace mucho tiempo, si es que existió alguna vez. Los extraterrestres son, en realidad, nazis que desean reedificar su imperio. Los gobiernos del mundo están perfectamente informados de todo este asunto y, por ello, callan, y, al mismo tiempo, están verdaderamente aterrorizados”.
Un dato más que parece dar pábulo a la “hipótesis nazi” es que en algunos informes sobre OVNIs se habla también de la existencia de aparatos gigantescos, con forma de cigarro, que se han interpretado como naves nodrizas en las que se alojarían los “discos voladores” y que suelen viajar con mayor lentitud siguiéndolos. Pues bien, bajo un informe llamadoAndrómeda, se escondía un proyecto para una nave nodriza; nave que –se asegura– existía ya en 1944, habiendo sospechas de que las había, incluso, con anterioridad a esa fecha. Con una eslora de 109 metros, estas naves aéreas gigantescas se impulsaban con propulsores tipo Thule y estaban proyectadas con una capacidad interior suficiente como para transportar y alojar un aparato Haunebu y varios de tipo Vril. 
Todos ellos –se añade– podían despegar de la nave nodriza durante el vuelo de la misma e, igualmente, retornar a ellas a través de unas escotillas laterales especiales. También se dice que estos gigantescos aparatos iban armados de cañones que podían emerger y recogerse de forma automática. Y lo cierto es que, tras la guerra, fueron capturados por los aliados dos proyectos de construcción de estas enormes naves Andrómeda. Ahora bien, sobre su fabricación real y operativa no se ha podido aportar prueba alguna. Sin embargo, y a pesar de no contarse con vestigios de la época, parece que actualmente existen aparatos tipo Andrómeda o similares y que han podido observarse perfectamente en vuelo. Las fotografías posbélicas de los “cigarros voladores” son abundantes.
Las fotografías tomadas por George Adamski, en 1952, a un “platillo volante”, en el que eran claramente visibles los símbolos del Sol Negro nazi, hizo que se adoptaran urgentes y energéticas medidas. El sol negro es un símbolo ligado a la filosofía ocultista del nacional-socialismo. 
 En alemán Schwarze Sonne, también se refiere al término Sonnenrad (en alemán “rueda solar“), símbolo de esoterismo y de significado oculto, notable por su uso en el misticismo nazi. El sol negro es un símbolo esotérico compuesto por dos círculos concéntricos. 
El círculo interior posee la forma de un sol del que parten doce rayos (que en la concepción clásica de la rueda solar representaban el movimiento del sol a través del año). Los doce rayos, en sus extensiones, alcanzan el círculo exterior, donde sus ángulos se tuercen formando a la vez dos símbolos de importancia clave en el misticismo nazi: la esvástica y doce runas Sig o Sigel, la runa de la victoria, cuya representación doble conforma el emblema de las SS. El sol negro es un símbolo utilizado hoy en día por las ideologías neonazis, así como por los movimientos neopaganos.
En un documento secreto de la CIA conocido gracias a una filtración, se decía que “ha sido estructurada una red de información a nivel mundial… y se han cursado órdenes a las principales bases aéreas militares bajo nuestro mando para localizar, interceptar y abatir a los OVNIs… Todo este tipo de información debe ser cuidadosamente ocultada y preservada del acceso público a fin de evitar un pánico general”. A partir de entonces las fotografías sobre discos voladores serían confiscadas o publicadas sistemáticamente como falsas. Además, se programó paralelamente una campaña orientada a atribuir un origen extraterrestre a los OVNIs y a promover “evidencias” de la “normalidad” de visitas extraterrestres a lo largo de la historia. De esta forma se evitaba que se relacionen a los OVNIs con los nazis, y se minimizaba, por tanto, la sensación de pánico mundial. O tal vez había otras razones ocultas. Sin embargo, aunque existían múltiples narraciones poco creibles sobre OVNIs que tienen por protagonistas a “venusianos”, “hombres verdes” y extraños seres monstruosos, hay otros testimonios que deberían ser tenidos en cuenta.
Es el caso de cierto californiano, comerciante de cereales, que aseguró haber visto un OVNI posado en la tierra y haber oído nítidamente a los tripulantes de la extraña nave expresarse en correcto alemán y no en un idioma marciano. La reacción del gobierno estadounidense ante estas afirmaciones fue automática, intentando impedir una mayor difusión de esos datos. 
George Adamski no sufrió la misma suerte, pero fue porque afirmó haber contactado simplemente con venusinos… Y, sin embargo, los misteriosos diseños vistos por Adamski se parecen mucho a símbolos nazis, aunque él los relacionó con símbolos universales y ancestrales de Venus. Sin embargo, yo no descarto OVNIs de otras procedencias, ya que la historia de los platillos volantes puede rastrearse a los largo de toda la historia de la Humanidad.
Otro hecho que apoya la tesis del informe sobre el origen nazi de muchos OVNIs es la misteriosa expedición a la Antártida realizada por los alemanes en 1938 bajo el mando del capitán Ritscher. Su objetivo, tanto científico como militar, consistía sobre todo en conquistar un espacio de este inhóspito territorio. Y así fue cómo el nombre del buque en el que se trasladaron los alemanes –Neu Schwabenland (Nueva Suabia)– fue puesto a una amplia zona de costa antártica. Años más tarde, en uno de los momentos más encarnizados de la Segunda Guerra Mundial, Döenitz, almirante de la Marina de Guerra del III Reich, transmitió una misteriosa orden a las “fuerzas de reserva del último batallón” de submarinos, plenos de importantes misiones, de una tarea “especial adicional”. 
Respecto a los pormenores y detalles de sus instrucciones, nunca se ha podido saber nada con certeza y, hasta hoy mismo, permanecen en el más absoluto misterio. Hay que tener en cuenta que, en aquellos días, la flota submarina alemana era la más perfeccionada de todo el mundo. Hay plena certeza de que se construyeron submarinos antisonar, de propulsión eléctrica, desmontables y veloces. También se sabe que existían proyectos para construir otros superiores a los indicados. Y está demostrado que el transporte masivo de hombres, víveres, municiones y miles de mercancías por vía submarina era totalmente posible y seguro para los alemanes. En realidad, el III Reich jamás interrumpió su contacto permanente con Japón ni con otros puntos del planeta.
Pero, ¿cuáles eran los verdaderos objetivos, estratégicos y militares de aquella potencia submarina? Algunos dicen que parecían ser otros muy distintos a ganar la guerra entablada en la superficie. Lo cierto es que los documentos capturados por los aliados, relacionados con la armada submarina alemana, durante la Segunda Guerra Mundial, sus misiones, tácticas, objetivos, etc., aún están bajo secreto. Algo que añade más misterio al asunto es que, hasta hoy, no se sabe el paradero de cerca de cien submarinos alemanes, prácticamente indestructibles por causas naturales. Los aliados han revisado bien sus hundimientos de submarinos alemanes y no les salen las cuentas. Pero tal cantidad de submarinos “volatilizados”, sin dejar ningún rastro, representa una enorme flota. 
Además, no se trata de submarinos normales, ya que incluso buena parte de los mismos eran del tipo U-21, unos supersubmarinos fabricados en las postrimerías del III Reich y muy perfeccionados. Así, los tipos U-21 y U-23 eran de gran tamaño, pero estaban construidos por módulos y podían desmontarse para ser trasladados. Los enormes submarinos mercantes del tipo U-10 tenían gran facilidad para transportar los módulos individuales destinados a construir los anteriores o para transportarlos desmontados. La única explicación para este misterio implica nuevas preguntas: ¿Serán estos barcos desaparecidos los “submarinos fantasmas” que, desde 1945, son vistos de vez en cuando en el mar? ¿Dispondrán, para esconderse, de bases especiales, protegidas e indetectables, tal vez en el seno de los eternos hielos polares antárticos? Al menos existen fotos que permiten apreciar la identidad entre un “submarino fantasma”, oficialmente de “origen desconocido”, y un submarino alemán tipo U-23.
Aprovechando el buen clima invernal antártico, en el invierno de 1946, recién acabada la guerra en Asia, llegó a la Antártida, bajo el mando del almirante estadounidense Richard Byrd, una importante flota estadounidense. Esta expedición tenía como nombre clave High Jump (término inglés para designar el salto de altura). Después de una meticulosa y larga preparación, el convoy arribó a la Antártida en febrero de 1947; pero se dio por finalizada apresuradamente el día 3 de marzo de ese mismo año. Y en este ínterin, según documentos militares, se perdieron de forma “misteriosa” varios aviones de combate y hubo “bajas” de marines. No se informó abiertamente, pero parece que actuaron fuerzas misteriosas que repelieron la presencia militar americana e hicieron imposible su asentamiento. 
Tras cancelar la operación, repentinamente, el almirante Byrd comunicó a la prensa algo sumamente extraño y fuera de contexto: “Resulta una verdad muy amarga de admitir; pero en caso de un nuevo conflicto bélico, podremos ser agredidos por aviones que tienen la capacidad de volar vertiginosamente desde un Polo a otro. Se precisa tomar urgentemente adecuadas medidas de defensa para interceptar a los aviones enemigos que provengan de regiones polares. Especialmente interesa –y se precisa– circundar la Antártida de una zona de defensa y seguridad“. Todo parece indicar que el misterioso intento de invasión del territorio antártico alemán, la Nueva Suabia, por parte de Estados Unidos, resultó un rotundo fracaso.
En 1958 se realizó una nueva expedición estadounidense a la Antártida; pero en esta ocasión se portaban armas nucleares. Llegaron allí en el frío y oscuro verano polar. En tres ocasiones se lanzaron misiles atómicos contra el territorio de Nueva Suabia, pero en ninguna de las tres ocasiones llegaron a tierra, sino que explosionaron –sorpresivamente– en pleno vuelo al aproximarse a la vertical de la costa. ¿Qué razón hubo para llevar a cabo aquellas empresas bélicas sobre la zona antártica? ¿Y para rodear todo este tema de un completo secretismo? 
Un último hecho podría aclarar más este enigma: se conservan fragmentos de un informe alemán. Trata sobre una “misión suicida” que se llevó a cabo con un único Haunebu-3 que se construyó para ¡un vuelo a Marte!. El Haunebu-3 tenía 71 metros de diámetro. Matemáticamente se calculó su capacidad de autonomía con propulsión electrogravitacional y resultó ser de 75.274.000 Kms., es decir, que cubría suficientemente la distancia Tierra-Marte. Pero después el impulsor electrogravitacional quedaba inoperante. Un viaje en tales condiciones significaba, en consecuencia, un viaje a lo desconocido; y lo más probable, sin posibilidad alguna de regresar para la tripulación, según se dice compuesta por alemanes y japoneses. Pero así se decidió, según el informe mencionado, en el ultrasecreto departamento E-4 de las SS, en la primavera de 1945; aunque fuese un postrer acto de sacrificio.
Tras despegar, según el informe, el cohete navegó durante ocho meses y medio alcanzando la superficie de Marte, como estaba previsto, a mediados de enero de 1946. Al parecer, no hubo problemas en el viaje, pero se piensa que con el propulsor electrogravitacional prácticamente agotado, la extremadamente tenue atmósfera marciana y la atracción gravitatoria, el aterrizaje de la nave no debió ser suave. Aún así no hay seguridad de que fuese un aterrizaje forzoso, porque –siempre según el informe– llegó con la energía mínima suficiente para contrarrestar la relativamente leve fuerza de gravedad marciana. 
Lo cierto, en cualquier caso, es que por ahora sólo podemos especular sobre aquella empresa espacial pionera y el destino de aquellos anónimos primeros cosmonautas. Y es que, por increíblemente fantástica que pueda parecer esta historia, es un acontecimiento contrastado, aunque, eso sí, celosamente ocultado al público. ¿Cabría la posibilidad de que la tripulación del Haunebu-3 encontrase algo más de lo que las actuales sondas no tripuladas han descubierto para nosotros, como verdaderos restos de cultura o incluso refugios subterráneos habitables? Imposible saberlo. Aunque lo más probable, todo hay que decirlo, es que el Haunebu-3 esté hoy sepultado bajo metros de arena marciana.
Se sabe que a principios de mayo de 1945 todos los centros alemanes de investigación aeronáutica recibieron la orden de Adolf Hitler de destruir toda evidencia sobre proyectos y armas secretas en desarrollo. Ya en aquella época los alemanes eran poseedores del cohete A-9, capaz de mantener a un astronauta en órbita permanentemente en torno a la Tierra. Según otra información divulgada, al final de la Segunda Guerra Mundial, estaba también muy avanzada –en los laboratorios subterráneos secretos de Breslau– la construcción de cuatro prototipos de discos volantes, que formaban parte del programa Vergeltungswaffen (armas de represalia). 
Se dice que, en los últimos momentos, cuando los rusos presionaban por el frente del Este y los estadounidenses avanzaban por el Oeste, mientras Hitler y sus íntimos colaboradores se guarecían en el búnker berlinés, se embarcaron todos los planos y prototipos secretos de Breslau en un submarino que zarpó de Kiel con rumbo desconocido. 
¿Arribó el sumergible a algún lugar secreto de América del Sur? ¿Llegó a la Antártida? ¿Continuaron los trabajos iniciados en Breslau en algún lugar ignorado? Si así fuera, tendríamos una explicación para esos OVNIs tripulados por hombres altos y rubios, vistos poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial.
Claro que ello no explicaría el avistamiento de todos los casos de OVNIs. Porque ya los textos bíblicos hablan de misteriosasruedas de fuego girando en el espacio. Y a lo largo de toda la historia humana encontramos innumerables relatos sobre OVNIs, como puede comprobarse leyendo cualquier tratado al respecto. Los OVNIs nazis podrían ser la explicación de fenómenos recientes y no de todos. Pero, ¿y anteriormente? Podríamos pensar que la tecnología nazi coincidió, en mayor o menor medida, con visitas de otras civilizaciones superiores ¿extraterrestres?, ¿intraterrestres? O, tal vez, que los nazis las hubieran obtenido de esas civilizaciones. 
Se sabe que Hitler creía en la teoría de que la Tierra es hueca y que hizo esfuerzos por entrar en contacto con ese mundo subterráneo. Y la posible existencia de aberturas polares que conducen a este mundo del interior de la Tierra hace también pensar en la posibilidad de que la expedición Ritscher llegara a descubrirlo.
 
 
 
Fuente:    despiertaalfuturo

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