Por primera vez se encuentra un fragmento del impacto de un cometa sobre la Tierra, que fundió la arena del desierto en vidrios empleados como joyas por los antiguos egipcios
Terry Bakker
Cuando en 1922 Howard Carter y Lord Carnavon hallaron la tumba del faraón Tutankhamón en
el Valle de los Reyes, la noticia dio la vuelta al mundo, en una época
en la que semejante difusión no era algo fácil de conseguir. Entre las
maravillas encontradas por los arqueólogos en aquel mausoleo, la imagen
de la máscara funeraria de oro ha sido siempre la más popular. Y sin
embargo, hay otra pieza que no levantó tanta admiración en su día, pero
cuya imagen está dando la vuelta al mundo hoy, 91 años después del
hallazgo.
Jon Bodsworth
Se trata de un pectoral, un colgante con un gran escarabajo de vidrio de sílice en su centro.
La gema, pulida por los artesanos, era uno de los llamados vidrios del
desierto de Libia, piedras de color amarillo que se encuentran dispersas
en un área de 6.000 kilómetros cuadrados del Sáhara, que tienen unos 28
millones de años de antigüedad y que son conocidas desde el
Pleistoceno. No así su origen: para que la arena cristalice de este modo
se requiere una temperatura extremadamente alta, lo que sugería la
explosión de un meteorito. Ahora, un equipo multidisciplinar de
científicos surafricanos ha desentrañado por fin el secreto de estos
vidrios y, con ello, ha mostrado la primera prueba jamás conocida del
impacto de un cometa sobre la Tierra. Los resultados se publican en la
revista Earth and Planetary Science Letters y se presentan este jueves
en una conferencia en la Universidad surafricana de Witwatersrand.
Se conocen muchos casos de impactos de meteoritos en
nuestro planeta. Por el contrario, nunca se han encontrado restos de
cometas, a excepción de algunas partículas de polvo a gran altitud en la
atmósfera y de ciertos residuos carbonados en el hielo de la Antártida.
“Los cometas siempre visitan nuestros cielos; son esas bolas de nieve
sucia, de hielo mezclado con polvo. Pero nunca antes en la historia se
ha encontrado material de un cometa en la Tierra”, señala el coautor del
nuevo estudio David Block, de Witwatersrand.
De hecho, el interés científico de este tipo de material ha
impulsado el desarrollo de misiones espaciales destinadas a recoger
muestras de estos cuerpos errantes. “La NASA y la Agencia Europea del
Espacio (ESA) gastan miles de millones de dólares en recoger unos pocos
microgramos de material de cometas y traerlos de vuelta a la Tierra”,
apunta el director del estudio, el geoquímico de la Universidad de
Johanesburgo Jan Kramers. “Ahora tenemos un abordaje radicalmente nuevo
para estudiar este material”, presume.
El trabajo de Kramers, Block y sus colaboradores no se
limita a explicar la cristalización de la arena, sino que revela un
enorme hallazgo, un fragmento del cometa que provocó el fenómeno. Su
trabajo se ha centrado en un misterioso guijarro negro que un geólogo
egipcio encontró hace años en una zona de vidrio de sílice al suroeste
de Egipto. En un principio pensaron que podía tratarse de un tipo
inusual de meteorito, pero los análisis químicos practicados a la piedra
descartaron una a una todas las hipótesis. No era carbón terrestre, ni
roca meteorítica, y sin embargo ciertos isótopos apuntaban sin cuestión a
un origen extraterrestre. Solo quedó una explicación: tenían entre
manos el primer espécimen macroscópico procedente del núcleo de un
cometa. Kramers recuerda el momento con emoción: “Es la típica euforia
científica, cuando eliminas todas las demás opciones y llegas al
convencimiento de lo que debe ser”.
Microdiamantes Hipatia
El hallazgo ha permitido a los investigadores reconstruir
lo ocurrido hace 28 millones de años, cuando un cometa penetró en la
atmósfera terrestre y explotó sobre Egipto, esparciendo sus restos y
fundiendo la arena del desierto a una temperatura de unos 2.000 grados
centígrados. Además de los vidrios de sílice, el enorme calor provocó la
formación de microdiamantes como los que se encuentran dentro del guijarro negro, al que los científicos han bautizado como Hipatia
en honor a la matemática y astrónoma de Alejandría. “Los diamantes se
producen a partir de material de carbono. Normalmente se forman en las
profundidades de la Tierra, donde la presión es muy alta, pero también
puedes provocar una gran presión con un impacto. Parte del cometa
impactó y la onda expansiva produjo los diamantes”, detalla Kramers.
Tal vez sea uno de los últimos secretos de la tumba de
Tutankhamón que quedaban por revelar, pero en cambio Hipatia no ha hecho
sino comenzar a mostrar los suyos. El descubrimiento ha motivado la
puesta en marcha de un proyecto internacional más amplio y ambicioso
destinado a escuchar lo que este guijarro puede contarnos sobre nuestros
propios orígenes. “Los cometas contienen los secretos de la formación
de nuestro Sistema Solar, y tenemos una oportunidad sin precedentes para
estudiar material de un cometa de primera mano”, concluye Block.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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