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lunes, 13 de mayo de 2013

Desvelan el origen de las llamas eternas



Pueden brillar durante tiempos inmensamente largos, sin apagarse jamás

Desvelan el origen de las llamas eternas
Llama eterna en Chestnut, Nueva York.
Se alimentan de hidrocarburos que proceden de las profundidades de la Tierra y pueden brillar durante tiempos inmensamente largos, sin apagarse jamás. Se conocen varios centenares de ellas, pero resultan muy difíciles de estudiar y su origen es incierto. Ahora, las “llamas eternas” revelan algunos de sus secretos gracias al trabajo de un grupo de científicos del Departamento de Ciencias Geológicas de la Indiana University Bloomington.
No suelen ser accesibles al gran público, pero la Ciencia lleva ya mucho tiempo buscando el por qué de la existencia (y de la permanencia) de estos “fuegos eternos”, de los que se conocen varios centenares en todo el mundo. Durante el pasado año, una bien conocida y espectacular llama en el neoyorquino condado de Erie ha sido el centro de una investigación que ha logrado revelar su origen. El trabajo se acaba de publicar en la revista Marine and Petroleum Geology.
La publicación es fruto de un proyecto de colaboración entre el Departamento de Energía de los Estados Unidos y dos científicos de la Universidad de Indiana, Agnieszka Drobniak y Arndt Schimmelmann, para identificar filtraciones de gas natural en Indiana y determinar en qué forma éstas contribuyen a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Y es que, según los investigadores, nos queda aún mucho que aprender sobre la forma en que los gases de las profundidades logran emerger hasta la superficie terrestre. Y resulta que a veces, esas filtraciones son lo suficientemente abundantes y duraderas como para producir una llama que arde eternamente, como la estudiada al oeste de Nueva York.
Otros investigadores, como Giuseppe Etiope, del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia y que ha estudiado “llamas eternas” en todo el mundo, asegura que la de Nueva York, que se encuentra detrás de una cascada en el Chestnut Ridge Park, es la más bella que ha contemplado jamás. Pero no solo eso. También es la que muestra las mayores concentraciones de etano y propano jamás encontradas en una filtración de gas natural. De hecho, aproximadamente el 35% del gas es una mezcla de estos otros dos gases. El resto es metano.
Analizando al detalle la composición de los gases de la filtración y comparándolos con los registros conocidos de la región, los investigadores concluyeron que el gas del Chestnut Ridge Park tiene su origen en una formación rocosa del Devónico Superior (entre hace 385 y 359 millones de años) que se encuentra a unos 400 metros de profundidad. El gas alcanza la superficie a través de estrechos pasajes entre las rocas causados por la actividad tectónica.

Microfiltraciones

En los alrededores del kugar en el que se encuentra la llama, los científicos lograron identificar también numerosas “micro filtraciones” de gas que aparentemente proceden de la misma fuente. Lo cual sugiere que esas filtraciones, si son numerosas, pueden contribuir significativamente a las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Los investigadores también estudiaron una gran “llama eterna” en el Cook Forest State Park, al noroeste de Pennsylvania. Pero determinaron que esa llama en concreto , que arde continuamente en el fondo de un pozo, no se debe a una filtración natural de gas, sino a la fuga de una tubería abandonada.
Mastalerz asegura que las fuentes naturales de metano son responsables de cerca del 30% de las emisiones de este gas a la atmósfera terrestre. De hecho, se cree que esa clase de filtraciones son la segunda fuente natural de emisiones de metano, después de las de los humedales. Pero buscar esas filtraciones es como buscar una aguja en un pajar. Durante el año pasado, por ejemplo, los científicos peinaron una vasta región en Kentucky que es geológicamente similar al oeste de Nueva York, y en la que además el folclore local sitúa varios “molinillos de fuego”, pero no consiguieron encontrar ninguna filtración de gas en la zona.

En cuevas

Schimmelmann, por su parte, asegura que los científicos han encontrado niveles muy altos de dióxido de carbono en cuevas, probablemente como resultado del procesado del metano procedente de las profundidades por parte de microorganismos. Como se sabe, también el dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero, pero es veinte veces menos efectivo a la hora de atrapar calor que el metano.
Los hallazgos sugieren que las filtraciones de gas se producen en áreas que han experimentado actividad tectónica, y que es muy probable encontrarlas en cuevas, que capturan y concentran los gases una vez han alcanzado la superficie. El siguiente paso de esta investigación será durante este verano, en busca de nuevas filtraciones en amplias zonas de Pennsylvania y Virginia.


Fuente:    ABC


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