El pasado agosto, una investigación publicada en la revista Science daba a conocer que la Luna había encogido,
y que podía continuar haciéndolo en la actualidad. Literalmente. Pero
no es la única fuerza a la que está sometida su superficie. Nuevas
imágenes de la Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), una sonda que forma parte de la nueva oleada de misiones de la NASA para explorar la Luna, demuestran que la corteza de nuestro satélite natural se está estirando,
formando diminutos valles en algunas áreas sobre la superficie. Los
científicos creen que esta actividad geológica se produjo hace menos de
50 millones de años, lo que se considera reciente en comparación con la
edad de la Luna, de más de 4.500 millones de años.
Un
equipo de investigadores que analizan imágenes de alta resolución
obtenidas por la cámara de la sonda muestran zanjas pequeñas y
estrechas, por lo general mucho más largas que anchas. Esto indica que
la corteza de la Luna se separa en estos lugares. Estos valles lineales,
formaciones naturales como zanjas, se forman cuando la corteza de la Luna se estira, se rompe y queda confinada por dos fallas. Un puñado de estas zanjas se han encontrado alrededor de la superficie lunar.
«Creemos
que la Luna se encuentra en un estado general de la contracción global,
debido que el enfriamiento de su interior todavía caliente», explica
Thomas Watters, del Centro de Estudios Terrestres y Planetarios en el Museo Nacional del Aire y el Espacio Smithsonian en Washington y autor principal de la investigación, que aparecerá en marzo en la revista Nature Geoscience.
Estas
zanjas «nos dicen que las fuerzas que actúan para reducir el tamaño de
la Luna fueron derrotadas en algunos lugares por las fuerzas que actúan
para separarla. Esto significa que las fuerzas contraccionales
reduciendo la Luna no pueden ser grandes, o los pequeños valles nunca
podrían formarse».
La contracción débil sugiere que la Luna, a diferencia de los planetas terrestres, no se fundió por completo en las primeras etapas de su evolución.
Por el contrario, observaciones apoyan una visión alternativa de que
«solo el exterior de la Luna se fundió inicialmente formando un mar de
roca fundida».
Reducida 100 metros
En
agosto de 2010, el equipo utilizó imágenes de la LROC para identificar
los signos físicos de contracción en la superficie lunar, los escarpes lobulares,
como pequeñas colinas equivalentes a las arrugas que muestra la
superficie de un cuerpo que encoge. Los escarpes son una evidencia de la
Luna se encogió de forma global en el pasado geológico reciente y que
aún podría estar haciéndolo.
Basándose en el tamaño de los escarpes, se estima que la distancia entre el centro de la Luna y su superficie se redujo en aproximadamente 100 metros.
Las nuevas zanjas fueron un descubrimiento inesperado y proporcionan,
según los investigadores, la evidencia contradictoria de que regiones de
la corteza lunar también se están separando.
«Esta
separación nos dice que la Luna sigue activa», dice Richard Vondrak,
científico del proyecto LRO en el Centro de Vuelo Espacial Goddard en
Greenbelt. A medida que avanza la misión LRO y aumenta su cobertura, los
científicos tendrán una mejor idea de hasta qué punto son comunes estos
valles, qué edad tienen y sus características tectónicas.
Como
explica Mark Robison, investigador de la Universidad Estatal de Arizona
y coatuor del estudio, «es emocionante cuando descubres algo totalmente
inesperado. Únicamente la mitad de la superficie lunar ha sido
fotografiada en alta resolución, así que hay mucho más de la Luna por explorar».
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