Se trata de un mito mucho más real de lo que parece. Estos son los gigantescos y peligrosos animales que alimentaron la leyenda
XL Semanal
Acaba de comenzar el Año del Dragón según el calendario chino, un mito mucho más real de lo que parece. Aunque solo los dragones de Komodo conservan su nombre, varios animales alimentaron la leyenda. Y, lamentablemente, cada vez sobreviven menos de ellos. XL Semanal los describe esta semana.
Aquella
noche íbamos a internarnos en territorio de dragones. Me encontraba en
la orilla del río Adelaide, en el norte de Australia, y los sonidos
relajantes del agua no podían vencer el nerviosismo creciente de todo el
equipo de rodaje. Stuart G. Baker,
un experto en cocodrilos de la ciudad de Darwin, venía con nosotros en
condición de guía. Subimos con Stuart en la barca con la que nos
llevaría Adelaide arriba en busca de los mayores reptiles de la tierra.
A ambos lados del río había carteles que avisaban del peligro de
acercarte a aquellas aguas. Bajo la luz de nuestra antorcha pudimos
leer: «Beware of man-eating crocodiles». Stuart bajó el motor fueraborda
y, antes de arrancar, nos miró con expresión de cierta perplejidad. «Me
preocupa la lancha. Es un poco pequeña». En un principio no entendíamos
a qué se refería. Nuestra embarcación mediría algo más de 4 metros.
Entonces, Stuart enfocó con su linterna a una lancha de la orilla.
Semiinundada y encallada en las orillas fangosas como un convincente
aviso, vimos una pequeña embarcación a la que le faltaba buena parte de
la popa. Los agujeros y desgarros que mostraba la tapa del motor
fueraborda hacían que en nuestras mentes se representara una escena de
pesadilla.
Dos
horas después navegábamos corriente arriba por el Adelaide cuando
Stuart paró la lancha en seco, nos quitó la antorcha y apuntó asustado a
la oscuridad. No veíamos nada, solo la orilla y un tronco enorme
semisumergido en aguas someras. Entonces, el tronco cobró vida
lentamente. Del agua emergió una cabeza como no habíamos podido imaginar. En
el extremo del tronco apareció una cola poderosa rematada por escamas
puntiagudas que recordaban los dientes de una bestia. Inevitablemente
pensé en los primeros colonos que llegaron a estas tierras. ¿Qué
pensamientos pasarían por la cabeza de aquellos marineros de finales del
siglo XVIII al internarse por oscuros ríos como este y encontrarse de
pronto con un reptil de 8 metros, cuyas fauces surgieran de improviso
del agua destrozando sus rudimentarias embarcaciones y arrastrando a
algún compañero al fondo negro de las aguas? Y como respuesta, una única
palabra: dragones.
Los
dragones imaginarios que aparecen en todas las culturas como
representación alegórica de poderes, defectos y virtudes tienen orígenes
en animales reales que viven o han vivido alguna vez. Probablemente, en los lejanos inicios de la leyenda fueron las serpientes venenosas las
principales responsables. Aquellos animales alargados y menudos eran
capaces de inyectar un ‘fuego’ mortal si te mordían. Pero para dar una
idea más temible de animales que podían matarte de un solo mordisco las
serpientes se quedaban pequeñas, así que buscamos unos animales con
aspecto más fiero y peligroso. Y el dragón empezó a adquirir rasgos de
algunos de los reptiles más grandes de la Tierra: los cocodrilos y los varanos.
Cuando se descubrieron los primeros fósiles de salamandras gigantes, de cocodrilos prehistóricos de más de 15 metros y de enormes dinosaurios,
la ciencia daba sus primeros pasos y aún se creía a pies juntillas en
la creación bíblica. Como consecuencia se creyó que aquellos eran huesos
de dragones extinguidos en el Diluvio Universal. Y, sin embargo, los
dragones –o, para ser precisos, los animales reales que les dieron
forma– seguían vivos.
Los
dragones legendarios se basaron principalmente en dos poderosos grupos
de reptiles: los cocodrilos y los varanos. Hoy, todavía podemos
encontrar a los mayores representantes de ambos grupos. Por un lado
están los cocodrilos marinos, con los que comenzábamos esta historia. Aunque se habla de cocodrilos de hasta 11 metros, el mayor cocodrilo marino que la ciencia ha llegado a medir rondaba los 8 metros de longitud.
Si decimos ‘cocodrilo’ desmitificamos la imagen del dragón. Pero cuando
realmente te pones delante de un reptil del tamaño de un autobús, con
más de mil kilos de peso, armado con una boca descomunal y con merecida
fama de devorador de hombres, la imagen del dragón se vuelve más veraz.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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