El mundo tendría un día para proteger los satélites, las redes eléctricas y los sistemas GPS de la devastadora acción de una tormenta solar de gran intensidad
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Un grupo norteamericano de investigadores podría haber descubierto un método para predecir llamaradas solares con más de un día de antelación,
lo que nos daría un tiempo precioso para proteger los satélites, las
redes eléctricas y los sistemas GPS de la devastadora acción de una tormenta solar de gran intensidad. El hallazgo se acaba de publicar en Astroparticle Physics.
El
tabajo podría ser de vital importancia para prevenir los devastadores
efectos que tendría una gran tormenta solar sobre los sistemas
electricos y electrónicos en la Tierra. Algo para lo que, hoy en día, no estamos lo suficientemente preparados.
El
sistema consiste en medir las diferencias de la radiación gamma que
emiten los átomos radiactivos a medida que se desintegran. Se sabe que
el ritmo al que se produce esta decadencia radiactiva es constante y,
aunque hasta ahora nadie lo había pensado, el fenómeno se puede
aprovechar para predecir la inminencia de una llamarada solar.
La
nueva técnica de detección se basa en la hipótesis de que la tasa de
desintegración de diferentes elementos radioactivos está influenciada
por la actividad solar, en concreto por los haces de neutrinos que el
Sol emite continuamente. Y esta influencia, que cambia con las
estaciones, al variar la distancia del Sol a la Tierra, puede variar
también de forma significativa cuando está a punto de producirse una
llamarada solar. La hipótesis está avalada por más de una docena de
estudios desde que fuera propuesta en el año 2006. Y ahora puede ser
utilizada para construir un eficaz sistema de alerta que nos avise con
antelación de la actividad del Sol.
Ephraim Fischbach, profesor de Física de la Universidad de Purdue, y Jere Jenkins,
ingeniero nuclear de la misma institución, están convencidos, en
efecto, de que el estudio de este fenómeno sentará las bases para el desarrollo de un nuevo sistema de alertas solares.
Jenkins descubrió que la tasa de desintegración radiactiva de ciertos
isótopos sufre sutiles cambios hasta 39 horas antes de producirse una
llamarada en el Sol.
"Es
la primera vez -explica Fischbach- que el mismo isótopo se utiliza en
dos experimentos diferentes, en dos laboratorios diferentes, y que en
ambos se obtienen los mismos resultados".
Los
investigadores partieron de un trabajo anterior realizado por físicos
del Laboratorio Nacional de Brookhaven. Durante seis años (entre 2005 y
2011) se recopilaron los datos de la calibración semanal rutinaria de un
instrumento que mide la seguridad radiológica en un reactor de
investigación de la Universidad Estatal de Ohio. Y se descubrió que se
producía una clara variación estacional en la tasa de desintegración de
un isótopo radiactivo del cloro. El cloro 36, en efecto, se desintegraba
más rápido durante los meses de enero y febrero, mientras que entre
julio y agosto ese ritmo decrecía de forma apreciable.
Sorprendentemente,
Fischbach y Jenkins hallaron el mismo patrón de diferencias al analizar
diez grandes llamaradas solares sucedidas entre 2006 y este mismo año.
"Hemos visto una y otra vez -afirma Fischbach- una señal que precedía a
las llamaradas solares. Y creemos que eso tiene un importante valor
predictivo".
Partiendo
de estas premisas, los científicos de la Universidad de Purdue
utilizaron una fuente radiactiva (manganeso 4), y un detector de rayos
gamma. A medida que el manganeso iba decayendo, transformándose en cromo
54, emitía radiación gamma que era recogida por el detector.
De
esta forma, los investigadores se dieron cuenta de que el fenómeno
variaba al variar la distancia entre la Tierra y el Sol. Y que las tasas
de desintegración radiactiva eran muy diferentes, por ejemplo, en enero
y en julio, cuando nuestro planeta está, respectivamente, más cerca y
más lejos del Sol.
Neutrinos solares
"Cuando
la Tierra está más lejos -afirma Jenkins- tenemos menos neutrinos
solares y el decaimiento del isótopo es un poco más lento. Cuando
estamos más cerca, hay más neutrinos y el decaimiento es más rápido". Y
lo mismo sucede durante las tormentas solares. "Lo que esto nos está
diciendo -asegura Fischbach- es que el Sol influye en la tasa de
desintegración de los isótopos radiactivos".
Algo que, de paso, se opone al principio enunciado por Ernest Rutherford
(el "padre" del átomo), que en la década de los 30 del pasado siglo
estableció que la tasa de radioactividad es constante y no puede ser
alterada por causas externas. Para Jenkins, y dado que los neutrinos no
tienen carga ni prácticamente masa, "la idea de que éstos pueden
interactuar con algo escapa a la Física. Y lo que nosotros estamos
diciendo es que algo que no puede interactuar con nada está cambiando
algo que no puede ser cambiado".
Difícil
de creer, pero los datos son tozudos. Y si no son los neutrinos los que
están afectando al ritmo de desintegración radiactiva "puede que lo
esté haciendo un tipo de partícula aún desconocida".
En todo caso, tanto Jenkins como Fischbach sostienen que se necesita
profundizar en la investigación utilizando instrumentos aún más
sensibles que puedan confirmar su hallazgo.
De confirmarse, habrían quedado sentadas las bases para crear un sistema de alertas solares capaz de advertirnos de la inminencia de una catástrofe electromagnética que nos deje sin electricidad ni comunicaciones durante meses o incluso años.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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