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viernes, 10 de agosto de 2012

Trampa perfecta o Tormenta perfecta o, ambas. La crisis fué programada ?. Es mutante?.Buscamos repuestas.





Cinco años desde el estallido de la crisis. El lustro en que vivimos peligrosamente
Este mes de agosto se cumplen cinco años desde el inicio de la mayor crisis que han conocido las economías desarrolladas desde la Gran Depresión de los años 30.

Un lustro en el que, parafraseando a Neruda, la economía mundial, en general, y la europea, en particular, han escrito algunos de los capítulos más tristes de su historia reciente.

Es una historia que, por desgracia, aún carece de final; España está contra las cuerdas, financiándose a precios insostenibles en el tiempo y en espera de que se haga efectivo el rescate a la banca acordado con sus socios europeos, y el resto de Europa, en lento pero inexorable descenso al abismo de una nueva recesión. Mucho ha llovido, y no para bien, desde que en agosto de 2007 el mundo tomara conciencia de la magnitud del problema de las hipotecas subprime, también conocidas como hipotecas basura, aquellas que, al calor de unos tipos históricamente bajos y de unos gestores ávidos de multiplicar su rentabilidad, se concedieron masivamente a quienes difícilmente podían afrontar su devolución.

El resultado de tan peligroso cóctel, que condujo a que en 2007 cerca del 20% de las hipotecas generadas en Estados Unidos fueran ya subprime, no se hizo esperar: el estallido de una crisis de dimensión planetaria que ha resquebrajado los cimientos del sistema capitalista.
Propagación del virus 'subprime'
El virus se originó al otro lado del Atlántico, pero rápidamente se propagó por Europa, donde un día como hoy, 9 de agosto, de 2007 el gigante bancario francés BNP Paribas congeló varios fondos de inversión por valor de 1.600 millones de euros por culpa, precisamente, del tsunami provocado por los créditos de alto riesgo estadounidenses. Sin embargo, sus verdaderas consecuencias apenas se lograban atisbar. De hecho, mientras el resto del mundo empezaba a observar con creciente inquietud la magnitud del terremoto, la bolsa española proseguía impertérrita su escalada alcista, hasta alcanzar en noviembre de ese año un máximo histórico en el umbral de los 16.000 puntos, más del doble que en la actualidad, cuando el Ibex 35 pugna por no perder la cota de los 7.000 puntos. Ese mismo mes, la OCDE estimaba ya en más de 220.000 millones de euros las pérdidas bursátiles sufridas por las entidades financieras a causa de las turbulencias subprime, una cifra que en el caso de las provisiones necesarias para absorber las pérdidas sería en el futuro mucho mayor, creciendo exponencialmente.
Una crisis mutante.
Lo que comenzó como una crisis hipotecaria e inmobiliaria pronto derivó en una tormenta financiera perfecta, que hizo tambalear las estructuras de los sistemas financieros estadounidense y europeo, cuyos gobiernos se vieron obligados a acudir al rescate de sus entidades más emblemáticas y que tuvo en el colapso de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, su gran punto de inflexión. La caída del gigante financiero no sólo hirió casi de muerte el modelo de banca de inversión como negocio específico e individual, sino que propició el cierre a cal y canto de los mercados de financiación, un cerrojazo que en mayor o menor medida ha estado presente a lo largo del último quinquenio y que provocó una feroz desconfianza entre las entidades financieras que aún perdura. Recesión y deuda soberana Tras la crisis hipotecaria, inmobiliaria y crediticia sobrevinieron la recesión y la crisis de deuda soberana, fruto precisamente del elevado endeudamiento en que incurrieron los Estados para mitigar los efectos del bache económico. El Estado español, por ejemplo, pasó en apenas un año (de 2007 a 2008) del superávit al déficit de la mano del uso intensivo, y a la postre tan estéril como contraproducente, por parte del Gobierno de Zapatero de los fondos públicos. Una pesada herencia para el actual Ejecutivo del PP, que se ha visto obligado a acometer una batería de ajustes sin precedentes en la historia económica de nuestro país.
Oleada de rescates.
 Una desatinada y parsimoniosa gestión de la crisis de deuda por parte de Europa pronto desembocó en el rescate económico de Grecia e Irlanda en 2010 y de Portugal en 2011. En este aciago 2012, han sido Chipre y España las que han acudido al amparo de sus socios europeos, elevando a cinco los países miembros del euro auxiliados financieramente por Europa. Ahora, lo que se dirime es si tras la asistencia de hasta 100.000 millones solicitada por España a la UE para sanear sus bancos, nuestro país, y en una segunda línea la también acosada Italia, lograrán esquivar una intervención directa y total de sus economías.

La inestable situación política de Grecia, desde hace meses instalada en el umbral de la puerta de salida del euro, y las reticencias de Alemania a la implementación de fórmulas que supongan una mutualización del riesgo, han invalidado en gran medida los esfuerzos por aplacar la desconfianza inversora y parecen abocar a España -o ésa es, al menos, la percepción que tienen los mercados- a un rescate suave de su economía mediante la estabilización de su deuda por parte de los mecanismos de auxilio de la UE. Ello implicaría, previsiblemente, nuevas y mayores exigencias de ajustes y reformas por parte de nuestros socios europeos, un desenlace al que el Gobierno del PP se resiste.
Pero lo cierto es que España no puede permitirse por más tiempo soportar unos diferenciales de 550 puntos básicos respecto al bono alemán (frente a los poco más de 50 puntos que exhibía comienzos de 2008), ni financiarse a precios que desde hace ya demasiado tiempo flirtean con una rentabilidad a largo plazo del 7%. Este escenario ha provocado que, cinco años después de comienzo de la crisis, el futuro de España sea más incierto que nunca.
 
 
 
Fuente:    sabiens

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