Los senderos del Dragón, los caminos de la Serpiente o las líneas Ley
son los distintos nombres con las que son conocidas, desde tiempos
prehistóricos, unas misteriosas alineaciones de energía, que se
localizan en vórtices magnéticos en la mayoría de los lugares sagrados
del mundo, como los círculos de piedras o monumentos megalíticos,
iglesias, cementerios.
Habrían sido construidas con algún propósito desconocido por pueblos
prehistóricos y modificadas por el tránsito acuífero de los subsuelos o
de las grietas de terrenos que entran en fricción. Las primeras leyendas
conocidas de estas Líneas de Poder nos llegaron desde la Gran Bretaña
prehistórica (ver artículo “Las sendas del Dragón“).
Los Druidas creían que esta energía se deslizaba como una serpiente a
través del suelo como las corrientes telúricas. La religión druídica
creía que estas líneas telúricas son vías espirituales que recubren todo
el planeta.
Creían también que estas energías nacían del tránsito acuífero de los
subsuelos o de las grietas de terrenos que entran en fricción, al igual
que de los magmas subterráneos del planeta. Así pues, en la creencia
druida; estas energías serían la manifestación misma de la vida sobre la
tierra y el origen de su fertilidad. Algunos de sus lugares sagrados
son Glastonbury o la catedral de Chartres, erigida sobre un antiguo
bosque sagrado de los celtas galos. Una zona de vórtice energético en
España puede encontrarse en la montaña de Montserrat, cerca de
Barcelona. También se afirma que el camino de Santiago transcurre por
una línea Ley.
Y en este artículo nos vamos a centrar en la Montaña de Montserrat:
“Montserrat, Catedral de la naturaleza; Fuerza del Grial entretejida en
la materia del mundo; yérguete audaz y desafiante hacia el cielo; como
el ciprés en la plaza”. En el corazón de la provincia de Barcelona, y en
medio de un paisaje de montañas de perfiles suaves y gastados, se alzan
las audaces e imponentes formas del macizo de Montserrat. El interior
de Montserrat permanece hueco y guarda dentro de sí todo un mundo
interior que le conecta con otras dimensiones y otros mundos
fantásticos. Es por esto que las formaciones de Montserrat son
fantásticas, mágicas y desafiantes, como de otro universo. Las rocas de
Montserrat son aglomerados endurecidos de cantos rodados, que parecen
ser restos de una remota inundación planetaria, guijarros, barro y
materiales sedimentarios. Existen en la formación de la roca de la
montaña varios estratos claramente diferenciados entre sí por el
diferente color de la piedra (más rojiza, más gris…) y por el grado de
desgaste manifiesto. Se distinguen en la formación o creación de la
montaña varios tramos, siendo generalmente los más gastados los que se
hallan en las partes menos elevadas, mientras que los aglomerados más
jóvenes y menos gastados son los que se hallan en las partes más
elevadas e imponentes.
Montserrat está situada sobre la ribera derecha del río Llobregat, que
es el río barcelonés por excelencia. Nace en la Sierra del Cadí, a más
de 2000 metros de altitud y desemboca junto a la ciudad de Barcelona
formando un amplio delta. A la altura de Montserrat el cauce del
Llobregat se halla a una altitud de poco más de 100 metros sobre el
nivel del mar. El pico más alto de Montserrat es San Jerónimo (Sant
Jeroni), con 1224 metros. En la montaña destacan por su audacia las
formaciones de la vertiente norte y oeste. Al extremo oeste, hallamos
las “Agullas”, donde se acumulan incontables agujas de roca vertical en
graciosa formación. Si desde lasAgullas avanzamos hacia el este por el
norte, encontramos La Cadireta en la región de los Frares. La Cadireta
está situada en el extremo norte de la montaña, y la curva de la
carretera que la bordea tiene una explanada que es un lugar ideal para
la observación del cielo nocturno.La Cadireta tiene una forma muy
curiosa y enigmática. De hecho, es una pequeña prolongación de 200
metros de la montaña hacia el norte. Un agujero triangular por el que
pasan los últimos rayos del día, la atraviesa en la parte media, dándole
el nombre de la Foradada. Y en la punta norte vemos una formación que
es la imagen de la cabeza de un dragón legendario, mirando al norte, tal
vez a la estrella polar. Más abajo, siguiendo por la Cadena de Les
Pujades, hay una roca como un altar.
Toda la vertiente norte de Montserrat está formada por altísimas paredes
y agujas de piedra que se elevan sobre las tierras bajas. Destacamos
entre estas agujas el Cavall Bernat, que se eleva 1100 metros sobre el
nivel del mar y que se halla sobre el pueblo de Monistrol, que está a
150 metros sobre el nivel del mar, junto al cauce del Llobregat. El
Cavall Bernat es una altísima aguja de piedra, la más vertical, audaz y
estilizada de toda Montserrat. La palabra Cavall (caballo), no es más
que un recurso puritano para esconder el verdadero sentido de la
verticalidad de toda esta catedral de piedra que es Montserrat. Un poco
más allá, en el este de la montaña, encontramos el monasterio
benedictino de Montserrat, situado a 721 metros sobre el nivel del mar.
En la actualidad este monasterio es un centro turístico de primer orden.
En la primera curva de la carretera en dirección hacia Can Masana,
subiendo hacia la montaña, puede tomarse un caminito que nos lleva al
pintoresco camino de “Els Degotalls” o “Las Goteras”. Este camino está
repleto de mosaicos de diferentes vírgenes regionales de toda Cataluña.
Tras veinte minutos de paseo se llega al recinto del monasterio.
El monasterio benedictino de Monserrat fue fundado en 1027 por el abad
Oliva y está situado en la ladera meridional – este de la montaña. De la
primitiva iglesia de estilo románico se conserva sólo el portal. En
1537 fue ampliada y restaurada dentro del estilo gótico. La actual
iglesia data de la segunda mitad del siglo XVI y consta de una sola nave
con doce capillas laterales. Las dependencias más antiguas del
monasterio son del siglo XVIII ya que en 1811 el monasterio fue
destruido por los franceses. Se dice que las tropas de Napoleón
destruyeron el monasterio buscando el Santo Grial pero que no lo
consiguieron encontrar. La imagen de Nuestra Señora se halla en el
interior de la basílica y presidiéndola dentro de un camarín de estilo
neorrománico construido en 1878 por Francisco de P. del Villar y
decorado con vidrieras policromas y mármoles. Tallada en madera de álamo
blanco, la imagen de Nuestra Señora data del siglo IX. De visita por
todo el recinto de la basílica y el monasterio nos encontramos con
turistas de toda Europa, principalmente franceses, alemanes, italianos,
así como de países eslavos e hispanoamericanos.
Al fondo de la explanada donde se halla el monasterio hay una placita
con dos ejemplares de tejo, árbol mágico desde la antigüedad. Todo este
árbol es venenoso (y alucinógeno) excepto su fruto. En toda la montaña
de Montserrat nos encontraremos con diversos ejemplares de tejo, algunos
de los cuales, los situados en lugares más inaccesibles, son de edad y
tamaño considerable. Debido a la calidad de su madera, la mano del
hombre ha hecho desaparecer este árbol de las montañas de la región,
pero en Montserrat ha sobrevivido gracias a la dificultad de acceso y de
desplazamiento por el terreno. En esta mágica montaña lo encontraremos
casi siempre en los espacios que quedan entre las formaciones verticales
de piedra, como guardianes de los angostos pasos hacia las zonas más
elevadas. Los árboles y el resto de la naturaleza siempre ocuparon un
lugar muy especial dentro de la mitología celta, y es que a cada uno de
estos se les atribuía poderes especiales que los conectaban con el mundo
del hombre para una convivencia en beneficio de ambos, para subsistir
como en una especie de simbiosis. Se sabe, por ejemplo, que el
calendario celta estaba conformado por un grupo de árboles, entre los
que se tenía también al tejo, que era uno de los elementos sagrados
sobre el que descansaba parte esencial de la doctrina de los druidas y
de toda la sociedad celta. Ello podría indicar una remota relación de
Montserrat con el culto celta.
El tejo tenía asignado un mes dedicado al él específicamente, y es en
donde se ubicaba el Samhain o Fiesta de los Muertos. Y lejos de ser un
árbol temido por este significado, lo cierto es que es uno de los más
importantes de los celtas, porque se hallaba directamente relacionado
con el paso de las almas hacia el otro mundo luego de la muerte. Muchas
costumbres populares nacieron desde entonces y han llegado intactas
incluso hasta nuestros días, sobre todo en lo que se refiere a la
relevancia del tejo en las almas de quienes han pasado a otra vida. En
muchas partes de Gran Bretaña e Irlanda podemos ver un árbol de
tejosembrado en cada cementerio. Y muchos llegan a creer que sus raíces
se dirigen especialmente a la boca de cada uno de los difuntos
enterrados en el camposanto, para sacarles los secretos que se guardaron
en vida, que recorren todo el tejo hasta ser enviados al viento a
través de sus hojas. Los antiguos pueblos de la cultura celta también lo
usaron como veneno para suicidarse durante las guerras
cantabro-astures, antes que convertirse en esclavos romanos. Lo obtenían
al convertir las semillas del tejo en una sustancia para beber. Se sabe
que el árbol del tejo era utilizado como un sitio de reunión, cada vez
que se convocaba, tocando la campana de la iglesia, o para realizar
fiestas y bailes de la región, costumbre que ha llegado hasta nuestros
tiempos.
Desde el Monasterio, a 721 metros sobre el nivel del mar, podemos subir
hacia la cumbre de San Jerónimo (Sant Jeroni), situada a 1224 metros. Es
decir, el desnivel a superar es de 503 metros. Tras superar 1024
escalones se llega al “Pla dels Ocells”, o Plano de los Pájaros, a 930
metros de altitud. Siguiendo junto al lecho del torrente de Santa María,
que casi siempre permanece seco debido a la naturaleza cárstica (de
karst) de la montaña, que impide la existencia de corrientes de agua en
superficie. Con el nombre de karst (del alemán Karst:meseta de piedra
caliza), carst o carso se conoce a una forma de relieve originado por
meteorización química de determinadas rocas, como la caliza, dolomía,
aljez, etc., compuestas por minerales solubles en agua. Un karst se
produce por disolución indirecta del carbonato cálcico de las rocas
calizas debido a la acción de aguas ligeramente ácidas. El agua se
acidifica cuando se enriquece en dióxido de carbono, por ejemplo cuando
atraviesa un suelo, y reacciona con el carbonato, formando bicarbonato,
que es soluble. Hay otro tipo de rocas, las evaporitas, como por ejemplo
el yeso, que se disuelven sin necesidad de aguas ácidas. Las aguas
superficiales y subterráneas van disolviendo la roca y creando galerías y
cuevas que, por hundimiento parcial, forman dolinas y, por hundimiento
total, forman cañones. Existen otras muchas formas kársticas según si
estas formas se producen en superficie o por el contrario son
geomorfológicas que aparecen en cavidades subterráneas. Cuando el agua,
cargada de gas y piedra caliza disuelta en forma de bicarbonato cálcico,
llega a una cavidad más grande que las fisuras por las que ha pasado,
puede evaporarse lentamente y las sales disueltas en el agua llegan a
cristalizarse en determinadas circunstancias, por ejemplo, al gotear
desde el techo de una cueva hacia el suelo, formando estalactitas en el
techo, estalagmitas en el suelo, columnas cuando estas dos formas llegan
a unirse o, si se estanca en una cavidad, se pueden formar geodas.
Caminando entre bosques de encina alternados con algunos arces y
salpicados de acebos y otros arbustos, se llega a la ermita de San
Jerónimo, a 1150 metros de altitud. Desde la ermita de San Jerónimo hay
que vencer un último desnivel de 74 metros para llegar hasta la cumbre a
1224 metros, la mayor altitud de Montserrat. En el centro de la
pequeña explanada circular tenemos una “rosa de los vientos” de acero
indicando y señalando las montañas que pueden divisarse. Si nos apoyamos
a la barandilla que hay junto el barranco norte, vemos 700 metros de
caída libre. En invierno, la nieve cubre de blanco las cumbres del
Pirineo que se divisan en el horizonte norte y por las mañanas la niebla
gusta de ascender sinuosa desperezándose y abandonando los valles. En
un día muy claro puede llegar a verse la isla de Mallorca, en dirección
al sur coronada por su montaña del Puigmajor. En primer término vemos
las minas de sal de Cardona, y detrás están las los Rasos de Peguera,
primera elevación que supera los dos mil metros de altitud del Pirineo
sur. Más al norte, el Puigmal y hacia el nordeste el Canigó, ya en el
Rosellón francés. Girando un poco hacia el noroeste destaca el Aneto,
pico más alto del Pirineo, y más hacia el noroeste vemos todo el Pirineo
Central. Ya de vuelta en el monasterio podemos ver, en una formación
natural, una roca que se alza, como guardián, al otro lado del torrente
de Santa María, hacia el sur. Es una figura de roca, con forma
desafiante que llama la atención. Recuerda a un ser alado poderoso como
las antiguas estatuas sumerias, persas o hititas.
La “Moreneta” es una talla de madera de álamo blanco que fue encontrada
a finales del siglo XI por unos pastores que recorrían los valles
cercanos con sus rebaños. Guiados por luces y sonidos angelicales (¡!),
siete pastores de Monistrol, y a lo largo de siete sábados seguidos,
vieron descender varias luminarias sobre un lugar concreto de la montaña
donde se halla una cueva. Llevados hasta la cueva, iluminada por un
resplandor sobrenatural, encontraron la figura de la que sería la
patrona de Cataluña: una “virgen negra”. Cuando el entonces obispo de
Barcelona ordenó que la imagen fuera conducida a la catedral de la
ciudad condal (Barcelona), la talla multiplicó tanto su peso que fue
inútil todo esfuerzo por desplazarla. Permaneció en el lugar y fue
erigida para ella una ermita. Sobre este lugar se edificará con el
tiempo el monasterio benedictino y la basílica que le darán culto. El
21 de febrero de 1345, cientos de personas pudieron ver cómo una luz
procedente de Montserrat entraba por la antigua iglesia del Carmen de
Manresa, luz que “pareciera ser una estrella”, la cual se dividió en
tres, reagrupándose de nuevo en la capilla de la Santísima Trinidad,
para salir luego despedida hacia Montserrat. Tanto impacto causó ese
fenómeno que todos los 21 de febrero se sigue celebrando la fiesta de
“La Misteriosa Llum” (la misteriosa luz) en recuerdo de aquel extraño
evento.
El culto de la diosa egipcia Isis estaría el origen del culto cristiano
de la Virgen, pues la diosa egipcia era la simbolización de la
Naturaleza, siempre fecundada, pero siempre virgen. Las vírgenes negras
son efigies de la Virgen María que la representan como de piel oscura, o
incluso completamente negra. Representaciones modernas en las que a la
Virgen se la ha dotado premeditadamente de un aspecto étnico negro no
entran dentro de esta categoría. El origen de estas imágenes se explica
como la adopción por parte del culto popular cristiano en sus primeros
siglos de elementos iconográficos y atributos de antiguas deidades
femeninas de la fertilidad,cuyos rostros se realizaban en marfil
(elemento que al oxidarse se vuelve de un color negruzco), y cuyo culto
estaba extendido por todo el Imperio Romano tardío, tales como
Isis,Cibeles y Artemisa. Debido a ello pueden encontrarse ejemplos de
estas vírgenes por toda Europa. La veneración a las vírgenes negras
tiene también numerosos ejemplos en América impulsada por la conquista
española. Allí las vírgenes negras del Viejo Mundo surgidas del
sincretismo religioso cristiano-pagano atravesarían en algunos casos una
identificación con deidades femeninas amerindias o africanas como
Pachamama o Yemayá.
Los esoteristas medievales utilizaron el color negro en las imágenes de
la Virgen, recogiendo el legado de las diosas madres prehistóricas y de
sus sucesoras paganas, Isis, Belisana o Artemisa. En el origen del culto
a las diosas madres prehistóricas encontramos unas piedras negras
caídas del cielo, los meteoritos, adorados como generadores de vida. En
nuestros días pueden encontrarse las vírgenes negras en muchos países
europeos, especialmente en Francia y España como objeto de gran devoción
popular. En la mitología de la antigua Europa céltica, sobre las
colinas sagradas dedicadas a la Madre Tierra, llamada Brigit o Belisana,
se encendía, el primer día de febrero, una hoguera, el Kildare, que
custodiaban nueve vírgenes. Sobre esa hoguera, los druidas cocían en un
recipiente, que representaba el caldero mágico del dios Lug, una poción
de hierbas medicinales para que la energía regeneradora de los dioses
beneficiara al pueblo. Cuando llegaba la noche, cada cual encendía una
antorcha en las brasas del Kildare, de manera que éste, a semejanza del
fuego cósmico, derramase bendiciones sobre la familia y sus posesiones.
Cuando se estableció el Cristianismo en el viejo mundo se rezaba a Jesús
pero, aún así, muchos continuaron con la celebración de los antiguos
ritos y subían a los montes a encender sus hogueras tradicionales y a
cocer sus pociones, regresando a las casas con sus antorchas mágicas
encendidas. La Iglesia se dio cuenta de que no podría acabar con estas
costumbres y, en lugar de combatirlas, las substituyó por otras
similares, celebradas en fechas parecidas y dedicadas a vírgenes y
santos que habían adoptado los caracteres de los antiguos dioses y
diosas. Así, Nuestra Señora de la Candelaria toma el lugar de Belisana y
es acompañada los días 1 y 2 de febrero por San Lucas, que reemplaza a
Lug, dios del caldero. La sacaban en procesión con una vela en la mano
rodeada por doncellas que portaban cirios encendidos y los fieles le
ofrecían ramos de hierbas medicinales. El sacerdote culminaba la
celebración presentándola a todos como La Virgen Madre que trae la Luz
al mundo. Lo llamativo, sin embargo, es que su imagen era de color negro
¿Por qué, quién y cómo escogió el color negro para una figura cristiana
que debía substituir el viejo culto a la Madre Tierra?
A lo largo de la Edad Media, las imágenes de las Vírgenes de rasgos
europeos pero de piel negra, fueron abundantes. Tanto es así, que
algunas de ellas han llegado hasta nuestros días. Buenos ejemplos lo
constituyen las Vírgenes francesas de Marsat y Rocamadour, las alemanas
de Altötting y Colonia, las británicas de Glastonbury y Walsingham, las
italianas de Loreto y Nápoles y las españolas de Montserrat y Solsona
(Catalunya), la de Atocha (Madrid) o las de Peña de Francia y Guadalupe
(Extremadura), por mencionar tan solo unas cuantas. La realidad es que
en cada lugar donde hubo un santuario a la Madre Tierra se instaló una
Virgen Negra. Los autores de esta substitución fueron miembros de
órdenes esotéricas, integrados en importantes órdenes religiosas, como
las de San Antón, San Benito o el Temple. Oriente Medio siempre fue un
punto de confluencia donde se dieron cita tanto las grandes como las
pequeñas religiones mistéricas de la antigüedad. En tiempos de las
Cruzadas, Tierra Santa conservaba aún restos de cultos iniciáticos a
Dionisos, Mithra e Isis, que se entremezclaban con las prácticas de
algunos grupos de cristianos orientales. Entre los cultos de Oriente
Medio sobresale el de la Diosa Madre, que aparece en todas las grandes
religiones de la antigüedad aunque su origen es anterior a ellas.
Encontramos así, bajo diversas formas, una Gran Madre o Diosa Tierra,
cuyos más antiguos antecedentes son las “Venus paleolíticas” de la
prehistoria. Estas diosas (Isis, Astarté, Cibeles o Artemisa), fueron
representadas generalmente de color negro porque eran el símbolo de
laTierra primigenia que, una vez fecundada por el Sol, se convertía en
fuente de toda vida. Pero también porque muchas de esas imágenes
substituían a una Piedra Negra de origen meteorítico, que había sido
venerada en esos santuarios desde tiempo inmemorial.
Tanta llegó a ser la fama de poder divino de tales rocas meteóricas que
los romanos las requisaron en los países conquistados para venerarlas
todas juntas en un templo dedicado a laMagna Mater (la Gran Madre) que
construyeron en el Palatino de Roma. Allí lograron reunir la piedra
Kybele de Frigia, la Lapis Lineus de Anatolia y El Gebel de Siria entre
otras. Y a ellas acudía el pueblo en general para solicitar favores,
especialmente relacionados con la fecundidad, tanto como con la
fertilidad intelectual y espiritual. Esta veneración por las piedras
negras celestes llegó hasta la Edad Media. El ejemplar más famoso,
puesto que su culto persiste hasta nuestros días, es el de la negra roca
basáltica conservada en el valle de Arabia donde se le adora en el
templo llamado Kaaba (ver figura anterior). Cuando los musulmanes
conquistaron La Meca en el año 683 y se apoderaron del templo de la
Kaaba, destruyeron 360 ídolos que se encontraban en su interior, pero
respetaron, sin embargo la mencionada piedra negra. Por su parte, cuando
los templarios entraron en posesión de Chipre, hacia el 1191,
encontraron que todavía los habitantes bizantinos de la isla rendían
culto, en Pafos, a una Piedra Negra que para los fenicios había
personificado a Astarté y que los dorios habían identificado con
Afrodita Cipris. Los templarios levantaron allí una iglesia dedicada a
Nuestra Señora y pusieron en su altar a unaVirgen Negra, en cuyo trono
cúbico guardaron la piedra como una reliquia preciosa.
Así, tanto musulmanes como cristianos, demostraban una especie de temor
reverente ante la idea de destruir una piedra negra que se consideraba
sagrada. Atendiendo a diversos simbolismos, parecería que esta
adoración de piedras caídas del cielo explicaban de cierta forma el
origen de la Vida y su renovación cíclica, por constituir la plasmación
material del estado espiritual. Según el simbolismo cabalístico
tradicional, por ejemplo, la Piedra Negra Celeste está relacionada con
todas las formas derivadas de la Diosa Madre Tierra o asimiladas a ella.
En laCábala Hebraica encontramos: “El mundo solo comenzó a existir
cuando Dios cogió la Piedra de Fundación y la lanzó al abismo de las
posibilidades, para que pudiera construirse el mundo sobre ella“.
Encontramos también ideas afines en el mito griego del Diluvio y entre
los celtas. Los antonianos y los benedictinos del Siglo XI y, tras
ellos, los cistercienses y templarios en el Siglo XII asimilaron el
sincretismo a través de los contactos que tenían con Anatolia, Siria,
Chipre y Egipto, y llenaron Occidente de imágenes de la Virgen Negra,
que tenían ocultas en su interior piedras de ese color. Estas vírgenes
no fueron instaladas al azar.
Los santuarios de las imágenes negras occidentales se levantan sobre las
ruinas de templos paganos, que a su vez fueron edificados sobre sitios
de adoración prehistóricos megalíticos y son herederos no sólo de sus
piedras, bosques, manantiales y pozos, sino de sus ritos, tradiciones,
mitos y folklore, que aun están presentes en las celebraciones que
honran a las Vírgenes Negras. Hoy día encontramos Vírgenes Negras
diseminadas por todo el mundo: En Europa: Francia ( que es el país que
tiene mayor número de Vírgenes Negras), Alemania, Austria, Bélgica,
República Checa, Holanda, Hungría, Inglaterra, Irlanda, Italia,
Lituania, Malta, Polonia, Portugal, Suiza o España. Aparecen igualmente
en América, aunque no pueden considerarse rigurosamente como auténticas
puesto que algunas son copias o llegaron después de la conquista
española. Las vemos en Canadá, Bolivia, Brasil, Ecuador y México. Los
hieráticos y morenos rostros de las Vírgenes Negras parecen invitarnos a
una búsqueda iniciática personal tras la sabiduría y la suma de
conocimiento que han encerrado durante siglos y que, en verdad, aunque
requiere perseverancia y esfuerzo, se encuentra al alcance de nuestras
manos.
Cada aniversario de la consagración de la Basílica de Montserrat, que
tuvo lugar el 2 de febrero de 1592, se celebra su fiesta dentro del
calendario litúrgico. Montserrat, además de ser un santuario mariano,
destaca como uno de los más importantes “Santuarios Ufológicos” de
España. Lluis José Grífol, desde 1977, concentra cada día 11 de mes a
cuantas personas deseen tratar de avistar “naves trazadoras”. Montserrat
es un macizo de impresionantes formaciones geológicas. Oficialmente la
formación de la montaña se atribuye a explicaciones racionales
y“lógicas”, pero ninguna de estas teorías da una explicación a sus
extrañas formas. Montserrat ha inspirado a místicos, ermitaños y grandes
artistas. ¿Cuál es el tesoro que se esconde en su interior? ¿Cuál es la
energía o la fuerza que ha llegado a conformar tan hermosas formas que
apuntan siempre hacia la verticalidad? Pero uno de los mayores
misterios de Montserrat es su mundo subterráneo. De la multitud de
grutas y pasadizos que oculta la montaña en su interior, solamente
pueden visitarse sin dificultad los 549 metros que conforman la “zona
visitable” de laCueva del Salnitre (La Cova de Salnitre), que se
encuentra en el término municipal de Collbató, en la misma falda de la
montaña de Montserrat, que por las características geológicas de
conglomerado es propicia a la existencia de cuevas y pozos.
Las “Cuevas del Salitre” son cuevas de sal nítrica. Son unas cuevas
preciosas, con estalactitas y estalagmitas con formas realmente
extraordinarias y fantásticas (columnas, un elefante y hasta la misma
Moreneta). Esas cuevas están divididas por salas y cada cual tiene un
nombre que a oídas parece misterioso, son nombres tales como el pozo del
diablo, la cueva de las columnas, la cueva del elefante, la boca del
infierno, la cueva de la virgen, la cueva de los murciélagos, la
sacristía y el confesionario, donde se dice que hay un misterioso
secreto que puede ser trascendental. Las cuevas terminan en el pabellón
de la virgen y el camino no va más allá. Pero gráficos, planos y
testimonios de las exploraciones hechas en los siglos XV y XVI nos dicen
que, efectivamente, debajo la montaña existe un fantástico lago. Hay
archivos de la biblioteca del monasterio que constatan que un monje
científico y doctor en farmacia recopiló la información necesaria para
probar la existencia de este mundo subterráneo, descubriendo un gran río
que cruzaba toda la sierra de arriba a abajo. Sabemos que las cuevas
tienen un final pero en este supuesto final hay ciertos corrientes de
aire ascendiente que proceden del interior. Se sospecha que el camino
que lleva al centro está cortado por desprendimientos de piedras y
tierra y por eso es imposible de bajar.
Muy cerca de esta cueva se encuentra la Cova Freda, donde en su interior
se encontraron restos de cerámica neolítica. Ya se conocía de su
existencia en el siglo XVIII, y en la mitad del XIX fueron visitadas
por personajes ilustres como por ejemplo Antonio Gaudí, al que las
formas de las estalactitas y estalagmitas le inspiraron en sus obras
arquitectónicas. Para acceder a la cueva hay que subir por una escalera
hasta la entrada de la misma. La longitud visitable de esta cueva es de
549m., con un desnivel de 20m. Tiene una temperatura interior constante
de 14ºC y una humedad relativa del 97%. La parte superior no está
adaptada para la visita turística y es la única zona que no es posible
recorrer. El resto se va iluminando a medida que el grupo de visitantes
va avanzando por su interior, siempre acompañados por un guía que
comenta todas las historias y curiosidades de las formas geológicas que
la integran. La Cova de la Catedrales la sala central, de grandes
dimensiones, que podría contener la Catedral de Barcelona. El Pou del
Diable, donde por medio de una escalera descendemos a un pozo de 16m. En
este punto se inicia un recorrido horizontal de 549m. por las galerías
de la cueva. Se camina por diferentes salas con estalactitas y
estalagmitas, como L’Ou Ferrat (El Huevo Frito), La Muntanya de
Montserrat, El Porc senglar (El Jabalí) o Les Busties (Los Buzones). Al
final se llega a la salaCova de la Verge, donde se encuentra una
formación con la imagen de perfil de la Virgen de Montserrat. Después se
inicia el retorno por el mismo itinerario.
Lo cierto es que Montserrat es una montaña en la que se producen
inquietantes manifestaciones energéticas. Entre los sucesos más
enigmáticos, figuran las desapariciones de varias personas sin dejar
rastro. Se dice que en esta montaña existen puertas inter-dimensionales.
Y se afirma que hay una conexión directa entre Agharta (El llamado
reino subterráneo de los dioses) y Montserrat. Se dice que la energía
que mana de la montaña mágica procede de este mundo intraterrestre. En
definitiva, una puerta al otro mundo. Las leyendas dicen que cuando la
Atlántida cayó destruida, desapareciendo de la faz de la tierra, un
grupo de atlantes supervivientes creó este “portal”, conformándose así
las audaces formas de Montserrat. Algunos registros antiguos afirman que
Montserrat es una montaña hueca y que en su interior existe un lago
subterráneo. En entornos ocultistas se afirma que en este
lugar“intraterrestre”, oculto al mundo, está conservado el Santo Grial,
preciado objeto custodiado por ángeles y creador de toda la magia
presente en la montaña barcelonesa. La mitología del Grial, tal y como
fue conocida por la Europa de las Cruzadas, ubica la localización exacta
del cáliz sagrado en el norte de España, junto a las estribaciones del
Pirineo, en una cordillera o montaña llamada Mont-Salvat. Muchos
creyeron que el Mont-Salvat mitológico es en realidad Montserrat, por lo
que lo buscaron en sus grutas, aparentemente infructuosamente. Los
nazis recogieron este testigo y lo buscaron inspirados por doctrinas
esotéricas. Otto Rahn, oficial de las SS, inspeccionó Montserrat desde
1934, tras su estancia en la región de Montsegur en el Pirineo francés. Y
Himmler, el Reichführer SS, visitó Barcelona y Montserrat en 1940. Los
nazis trataban de conseguir la Fuerza que emana del Grial para
convertirse en invencibles.
Himmler mostró especial interés por las formaciones geológicas de la
montaña, así como por el acceso a su mundo subterráneo. Montserrat se
halla unida a otros diversos lugares diseminados por el mundo,
conformando posibles puertas de entrada a Agharta. Se dice que Agartha
no fue siempre subterránea, y no permanecerá siempre oculta; vendrá un
tiempo en el que los «pueblos de Agartha saldrán de sus cavernas y
aparecerán sobre la superficie de la tierra». Se hizo subterráneo «hace
más de seis mil años», y ocurre que esta fecha corresponde, con una muy
suficiente aproximación, al comienzo de la «edad de hierro». La leyenda
explica que hay una conexión directa entre Agharta (El Reino Subterráneo
de los dioses) y Montserrat y la energía que mana de la montaña mágica
procede de este mundo intraterrestre. Las profecías de Agartha dicen que
“cuando el ser humano olvide la divinidad, la corrupción reinará y
dominará el mundo. Entonces los hombres serán seres sedientos de la
sangre que despreciarán a sus hermanos y las coronas de los reyes
caerán. El caos traerá una terrible guerra que azotará y destruirá todo
el mundo. Sucederá en tal escenario dantesco que el Soberano de Agartha y
sus leales saldrán a la superficie de la tierra para establecer el
reino del espíritu… verticalidad, sabiduría, paz. Y los demonios serán
arrojados al fuego que consume todas las impurezas…”.
Y en este punto, queremos hacer mención de un interesante libro
“Leonardo, los años perdidos”, escrito por el investigador José Luís
Espejo y que explica una misteriosa relación entre el genial Leonardo da
Vinci y la montaña de Montserrat. Según explica, entre 1479 y 1485
se suceden las pestes en Florencia y en Milán. Durante esos
años no se sabe prácticamente nada de Leonardo. Sin embargo, en
1483, pinta su famoso cuadro La Virgen de las Rocas y, en 1484,
comienza a escribir sus célebres Cuadernos. Giulio della Rovere
(futuro papa Julio II) era por entonces abad comandatario de
Montserrat, si bien había cedido sus poderes al padre Llorenç
Maruny. En marzo de 1483 Giulio della Rovere hace una permuta
con el abad de Santa Maria della Grotta (Sicilia), el catalán
Joan de Peralta. Éste pretende hacer venir unos monjes de
Padua, pero no lo consigue y encarga al italiano Jacopo Verginali
la construcción de un nuevo edificio en lo que hoy día es
Montserrat. Fernando II de Aragón (Fernando en Católico) se
empeña en pasar este monasterio a la obediencia de la orden de
los Jerónimos. Es por ello que sus nuevos monjes se proponen adquirir
un cuadro en honor de este santo, traductor de la Biblia latina
(la conocida Vulgata). Éste es el contexto histórico que
enmarcaría la visita de Leonardo a Barcelona, entre 1481 y 1483: sus
“años perdidos”. Montserrat había tenido anteriormente monjes
italianos. En 1443 llegaron seis monjes de Montecassino (Frater
Henricus de Alamania, Frater Ciprianus, Frater Simplicius, Frater
Baptista, Frater Antonii, Frater Natalem).
En tiempos de Fernando el Católico, Catalunya se llena de
intelectuales italianos. Entre ellos: Antonio y Alejandro
Geraldino, Pedro Martir d’Angleria, o Lucio Marineo Siculo. Pere
de Cardona los atrae desde la corte pontificia (en aquel tiempo
catalana y valenciana) de los Borja (o Borgia, como son
conocidos en Italia). Antonio Geraldino, embajador de Florencia en
Barcelona, era un Geraldini, familia muy cercana a Leonardo, pues no
en vano la célebre “Mona Lisa”, de la que habla Vasari, se
llamaba Lisa Geraldini del Giocondo (la Gioconda). Su otro
hermano, Alejando Geraldino, fue con Colón a América, y allí
sería el primer obispo de Santo Domingo. Americo Vespuccio (en
realidad, Aimerich Despuig, descendiente –como Leonardo- de
catalanes) visitó la ciudad en repetidas ocasiones. Como los
Geraldini, fue amigo tanto de Colón como de Leonardo. Ésta es
una circunstancia que abre prometedores interrogantes acerca de
la vida de ambos personajes históricos.
Leonardo tenía otros vínculos con España. Un antepasado suyo
(Giovanni Da Vinci) murió en Barcelona en 1406. Leonardo pintó
un retrato de Ginevra de Benci (1475), encargado por el
diplomático veneciano Bernardo Bembo. Éste hizo un viaje por España
entre 1468 y 1469. Éstos son algunos ejemplos del contexto histórico en
el que José Luís Espejo enmarca su hipótesis de que Leonardo da Vinci
pasó un año y medio en Montserrat, entre 1481 y 1483. Fruto de esta
estancia, pintó el cuadro titulado La Virgen de las Rocas, donde se ve
con claridad las rocas montserratinas. En Montserrat habría dejado
su cuadro San Jerónimo, hoy en los Museos Vaticanos. La historia
de este cuadro es muy ilustrativa: sería robado por las tropas
del mariscal francés Suchet, en 1812, y habría sido regalado a
Joseph Fesch, tío de Napoleón. Cuando éste murió, su familia lo
vendió a la Pinacoteca Vaticana. Un relieve del escultor
catalán Pau Serra, realizado en 1755, es muy parecido al San
Jerónimo de Leonardo, lo que probaría que el citado cuadro
estaría en el monasterio de Montserrat por esos años. Leonardo
efectuaría un segundo viaje a Barcelona tras su huida de Milán, en
los primeros 1500. En este viaje tomaría notas del paisaje de
los alrededores de Montserrat, reflejado en su célebre Gioconda.
Aquí adjuntamos una imagen del cuadro de la Gioconda en donde puede
verse un paisaje con las montañas de Montserrat al fondo. Con
posterioridad, retocaría La Anunciación, detallando paisajes de
Catalunya, como el Canigó, Montserrat y la ciudad de Barcelona, cuyo
puerto aparece en construcción (las obras se iniciaron en 1477).
¿Por qué vino Leonardo a Catalunya? Por tres razones: por el
encargo que el monasterio de Montserrat le hiciera de pintar su
San Jerónimo (así como alguna virgen; tal vez su Virgen del
Gato, hoy perdida); por su condición de practicante del culto
cátaro, vivo en sus días tanto en Italia como en Catalunya, y
por su afición a la Alquimia. A este respecto, Julio II,
abad de Montserrat por esos años, es conocido como el Papa Alquimista.
Tanto el catarismo como la alquimia se practicaban en
Catalunya. Cerca de Flix, en Tarragona, se han hallado lugares
de culto cátaro, datados hacia finales del siglo XV. Montserrat
y el monasterio de Sant Cugat del Vallès eran academias
alquímicas. En la Biblioteca de Montserrat se conservan algunos
incunables de contenido alquímico. A este respecto pueden verse unas
inscripciones cátaras cerca de Flix, en Tarragona. Están datadas hacia
finales del siglo XV. En ellas encontramos la palabra “Magdalena”. El
“melocotón alquímico”, cristalizado en piedra, conservado en el Museo
Arqueológico de Barcelona fue encontrado en 1972 escondido en una
hornacina del monasterio de Sant Cugat, en Barcelona. Actualmente está
guardado en una cámara acorazada.
Catalunya fue un refugio de cátaros tras las Cruzadas contra
los Albigenses. La población se dobló prácticamente. Otro buen
montón de cátaros fue a parar al Norte de Italia. Nunca se perdió el
contacto entre ambas comunidades. “Catalunya” deriva de un apellido con
origen en Carcassona (Catalan). Su primera mención tiene lugar en
tiempos de Ramon Berenguer III. Si bien la primera vez que se
tiene constancia del apellido “Catalan” en Catalunya es en
Montserrat, en 1125. Con anterioridad, Catalunya no existía. Era
simplemente una prolongación del Reino-Condado de Barcelona.
Catalunya recibió su nombre de los refugiados cátaros. Tal vez
entonces se empezara a llamar “tierra de los cátaros”, o Catalunya.
Según José Luís Espejo, “Catalan”, como “cátaro”, no deriva de
“katarós” (puro), sino de “cattus” (gato). No en vano, el
último cátaro, quemado en 1321, de nombre Belibaste, tenía un
nombre compuesto: Bel y Bastet. Bel era el Ser Supremo cananeo
(equivalente a nuestro Yahvé), y Bastet era la diosa gato de los
egipcios (equivalente a Isis, o a Ishtar). Catalunya sería la “tierra
del gato”, del mismo modo que Occitania, más al norte, sería la “tierra
de la oca”. Es curioso que Leonardo pintaría una “Virgen del gato”,
hoy perdida, y una Leda acompañada de un cisne (cisne-oca,
ambos tienen el mismo valor simbólico), de la que sólo se conservan
copias.
Según José Luís Espejo, hay dos puntos clave: Por un lado, Leonardo
estuvo en Catalunya, y en Montserrat aprendió algunos secretos
importantes. Ello se refleja en la sonrisa (sardónica) de La
Gioconda; Por otro lado, catarismo e identidad catalana están
íntimamente ligados. Ello sigue siendo una realidad entre las
elites de este país. Sólo por cuestiones de tipo religioso la
cultura catalana ha resistido los embates de la castellanización.
José Luís Espejo pretende descubrir la cara oculta de Leonardo,
aquella que nunca ha salido a la luz. Para ello, sin olvidar la época
que le tocó vivir (el contexto histórico y artístico de su época),
hace una lectura del lenguaje simbólico de su obra. Ésta
expresa un mensaje, dirigido a los miembros de la orden secreta en la
que estaba iniciado. Éste es el factor diferenciador fundamental de
su análisis de la obra de Leonardo, en relación a otros más
convencionales. Por lo que se refiere al contexto histórico,
José Luís Espejo entra a fondo en las relaciones comerciales entre las
ciudades de Barcelona y Florencia a finales del siglo XV. Éstas
eran muy intensas. Y, según dice, las dos familias de los
Vespucci-Despuig y los Geraldini son un ejemplo de los estrechos
vínculos entre Catalunya y el Norte de Italia.
Americo Vespucci firmaba como Despuche en Sevilla, según consta
en documentos guardados en la Casa de la Contratación. Ello es
una prueba de su linaje catalán, que vemos refrendado en la
comparación de los escudos de los Vespucci italianos y los Despuig
catalanes. En la imagen que adjuntamos, puede verse a la izquierda el
Escudo de los Vespucci italianos, según consta en el catálogo heráldico
conocido como Spretti. A la derecha, el escudo de los Despuig catalanes,
tal como aparece en el Garcia Caraffa. Obsérvese que los Despuig
ostentan, como los Vespucci, un conjunto de avispas, acompañadas por un
panal y por la flor de Lis, símbolo de la ciudad de Florencia. Por su
parte, los Da Vinci podrían estar emparentados con los Geraldini, que
como los primeros, tenían las tres barras del Reino de Mallorca
(una de las variantes de la senyera catalana) en su blasón
heráldico. Por no hablar del león, con una postura y una indumentaria
idénticas. En la imagen, a la izquierda puede observarse el escudo de
los Da Vinci. A su derecha, el escudo del antiguo Reino de Mallorca, por
cien años desgajado de la Corona de Aragón.
En posteriores etapas de su investigación, José Luís Espejo ha
llegado a la conclusión de que la llegada de Leonardo Da Vinci
a Barcelona podría haber sido incentivada por los linajes de
los Despuig o los Geraldini. En definitiva, en su libro, José
Luís Espejo investiga una etapa de la vida de Leonardo –el
período comprendido entre los años 1481 y 1483- de la que se
desconoce todo: dónde estuvo, qué hizo, y porque se perdió su
pista. Aporta diversas pruebas para demostrar que Leonardo
estuvo en Barcelona (y más concretamente en Montserrat), como
antes de él hicieron otras figuras de la historia, como
Gerberto de Aurignac (el futuro papa Silvestre II, más conocido como
el Papa alquimista) o San Francisco de Asís; y posteriormente otros
personajes, como Ignacio de Loyola (fundador de los Jesuitas).
Porque Montserrat era una academia de alquimia. El mito del
Grial tiene mucho que ver con esta fama universal, que atrajo a
personajes como Goethe, Wagner o el mismo Himmler. José Luís Espejo
demostra que, en Montserrat, Leonardo pintó su San Jerónimo, y
se inspiró para realizar La Virgen de las Rocas, La Gioconda,
algunos dibujos, y para retocar La Anunciación y La Adoración de
los Magos. Buena parte de la simbología de la obra de
Leonardo –como su obsesión por Juan Bautista y la Magdalena-
tiene que ver con las raíces cátaras de su familia. Como un
elemento accesorio, José Luís Espejo plantea la hipótesis del
origen catalán de su linaje. Los Da Vinci serían refugiados
cátaros del Rosellón instalados en la Toscana en el siglo XIII.
Hitler perteneció a una gran logia de ocultistas y que tuvo una relación
muy cercana con Erik Hanussen, famoso astrólogo y vidente. La
dependencia de Hitler se volvió tan grande que, aunque varios de sus
colegas descubrieron que Hanussen había contraído matrimonio con una
judía en la primera guerra mundial, lo hospedó en su propia casa hasta
su muerte, en 1933. Entre las obsesiones de Hitler se encontraban la
lanza de Longinos y el Cáliz Sagrado o Santo Grial. Según se afirma,
Hitler encontró el lugar donde se hallaba el Grial. Este sitio tan
esquivo era “El monasterio de Monserrat”, donde junto a sus principales
asesores se embarco hacia su sueño más deseado. El Monasterio de
Montserrat cuenta con innumerables cuevas asentadas sobre un lago
subterráneo. Cuenta el relato de un monje catalán del siglo XVIII
(conocido como el padre Gerard Joana) como penetró por los pasadizos
secretos del monasterio encontrando un gran torrente de un lago interno
que no lo dejo seguir en su camino. Esto incentivo aun mas a Hitler, que
convocó a Karl Willigut, que poseía la facultad de rememorar hechos del
pasado, para saber la ubicación exacta del cáliz. En 1940, Willgut
junto al jefe de las SS Himmler, se dirigió hacia Catalunya en busca de
nuevas respuestas. Ya en Montserrat, Himmler llevaba consigo una guía
singular, llamada “La Corte de Lucifer”, libro que el jefe de las SS
ordenó distribuir entre los altos oficiales del alto mando. En base a
este libro se sabe que Himmler no solamente buscaba la presencia del
Grial en Montserrat, sino que también quería descubrir el secreto de la
llamada montaña mágica. El fundador de las temibles SS, conocidas
también como la “Orden Negra“, creía que en el cenobio benedictino de
este recinto podría encontrar las claves para hacerse con el Grial, uno
de los objetos que los nazis buscaron con más ahínco. Y es que Adolf
Hitler estaba persuadido de que el Santo Cáliz le permitiría acceder a
un poder que le garantizase el dominio del mundo.
De hecho, pese al evidente fracaso de Himmler para hacerse con el Santo
Cáliz durante la II Guerra Mundial, la obsesión nazi por Montserrat no
se esfumó. Sabemos, por ejemplo, que en enero de 1942, mientras hojeaba
un libro ilustrado sobre España, Hitler exclamó: “¡Montserrat! La mera
palabra hace que reviva la leyenda. Tiene su origen en el encuentro
hostil entre los moros y los elementos romano-germánicos. Un país
encantador. Uno bien se puede imaginar allí el castillo del Santo
Grial“. Imaginación fue, de hecho, cuanto los nazis se llevaron de su
visita a la montaña catalana en 1940, El paseo de Himmler por Montserrat
se presentó más problemático de lo esperado. Ni el padre Marcet ni el
padre Escarré, quisieron recibir a Himmler, ya que en esa época se le
atribuía un declarado odio hacia los católicos alemanes. Y, por este
motivo, los recibió el padre Ripoll. Después de una simple visita por la
basílica decidieron que al día siguiente ingresarían en las catacumbas.
Pero esta visita fue cancelada, cuando el portafolio que contenía los
planos de los pasadizos desapareció misteriosamente. Muchos años
después, miles de personas visitan año a año el Monasterio en busca de
respuestas, pues la montaña de Montserrat sigue albergando uno de los
misterios más grandes de la Humanidad. Poco pudo responder aquel
religioso a los ocultos intereses de Himmler. Pero, cuando se ofreció
cortésmente a enseñarle el monasterio, el general Karl Wolf, uno de los
integrantes del séquito de Himmler, lo detuvo en seco de un empellón:
“Perdone ?le dijo- A su excelencia no le interesa el monasterio, sino la
Naturaleza“. ¿A qué fue exactamente Himmler a Montserrat?
Aparentemente, hubo una lucha de poderes ocultos en el transcurso de la
II Guerra Mundial. No sólo se combatió en los campos de batalla, en una
confrontación como hasta entonces no se había contemplado. También hubo
una guerra subterránea en la que los bandos enfrentados trataron de
volcar a su favor las fuerzas del poder oculto, que escapan a los
planteamientos puramente racionales. Para los iniciados, el reiterado
gesto del primer ministro británico de marcar con sus dedos una supuesta
“V” de victoria era mucho más que eso: se trataba de un signo con el
que hacer frente a los poderes invocados por el enemigo. Se afirma que
Winston Churchill llegó a reunir al poderoso círculo de magos de
Coventry para contrarrestar los movimientos que los nazis realizaban en
el campo de la lucha de los poderes ocultos. De hecho, muchos de los más
cualificados dirigentes nazis fueron gente iniciada en los secretos del
ocultismo o formaron parte de algunas sociedades esotéricas. Tal fue el
caso, por ejemplo, de Alfred Rosenberg, uno de los principales
ideólogos del nazismo y cualificado miembro de laSociedad Thule, que,
aunque definida como una asociación para promover el estudio de las
tradiciones germánicas era, en realidad un centro de reunión de
importantes ocultistas.
El propio Adolf Hitler, cuyo interés por el ocultismo es bien conocido,
se sintió atraído por la presunta fuerza de determinados objetos. Se
cuenta que durante su juventud pasaba horas extasiado ante una vitrina
del museo del palacio Hofburg (en Viena) donde se guardaba la llamada
Lanza de Longinos, la misma que, según la tradición, habría utilizado el
centurión romano para lancear el costado de Jesucristo en la cruz.
También es sabido que la infancia y la adolescencia de Rudol Hess
transcurrieron en Egipto, donde entró en contacto con algunas de las
escuelas esotéricas allí existentes y llegó a recibir grados de
iniciación. Una vez en la Alemania que contempló el ascenso del nazismo,
alcanzó fama de ser un solvente ocultista. Por su parte, Heinrich
Himmler vivió obsesionado con hacerse con determinados objetos
considerados eficaces talismanes, con el fin de alcanzar el poder que se
les atribuía. Himmler fue, además, un ferviente defensor de la
metempsicosis y se consideraba la reencarnación del emperador Enrique II
Hohenstaufen, apodado “el Pajarero“.
Centrémonos en este personaje, fundador de las SS, la policía política
del régimen nazi. Himmler estaba convencido del papel de dominadora que
la raza aria habría de ejercer sobre los demás pueblos del planeta y de
que esa supremacía se convertiría en algo indestructible si los nazis
conseguían apoderarse de algunos objetos dotados, presuntamente, de un
poder legendario. Se afirma que su obsesión por el ocultismo alcanzaba
límites insospechados y que siempre viajaba con libros relacionados con
el esoterismo, entre ellos el famoso Parcival, de Wolfram von
Eschenbach. De hecho, durante su visita a Montserrat, en busca del
Grial, Himmler mostró su interés en saber si la biblioteca de los
benedictinos atesoraba algún documento en torno a la obra de Von
Eschenbach. Los monjes lo negaron. Pues bien, convertido en uno de los
hombres más poderosos de la Alemania nazi, Himmler creó en 1935 la
Ahnenerbe, denominación con la que se bautizó a la Sociedad de los
Estudios para la Historia Antigua del Espíritu, a la que se conocería
también con el nombre de “Herencia de los Ancestros“.
En su seno se constituyeron diversos departamentos especializados en
investigar los antecedentes históricos de la raza alemana, rescatar sus
tradiciones y difundir entre la población la cultura tradicional del
pueblo germánico. Otro de sus departamentos, probablemente el más
famoso, fue el de arqueología germánica, al que se encomendó la
realización de extrañas expediciones con el propósito de buscar
reliquias o talismanes a los que se atribuía un extraordinario poder,
como el Arca de la Alianza o el Grial. La obsesión de Himmler por poseer
el Grial llevó a los nazis a una sistemática búsqueda por todo el
Languedoc francés, siguiendo las tesis formuladas por el investigador
Otto Rahn. Éste recogió las leyendas que se conservaban en la tradición
oral de los pastores de aquella comarca y consultó las obras de los
eruditos locales, entre ellas las de Antoine Gadal, que le sirvieron de
gran ayuda. Tras establecer importantes conexiones entre los cátaros,
los templarios y los trovadores, Rahn llegó a la conclusión de que las
alusiones al Grial contenidas en el Parcival, de Von Eschenbach, tenían
un trasfondo histórico que iba mucho más allá de los valores puramente
literarios del poema. Así, interpretó que el castillo de Montsalvatsche,
al que se alude en el famoso poema, podría ser la fortaleza de
Montségur, porque, según el poeta medieval, solamente la condesa
Esclaramunda de Foix, cátara y propietaria del castillo, era digna de
portar el Grial.
Montségur fue precisamente el último bastión de los cátaros, contra los
que el papa Inocencio III había decretado una Cruzada en 1209. La
fortaleza cayó en 1244. Pero, según la tradición, antes de la rendición,
algunos cátaros consiguieron descolgarse por la ladera más inaccesible
de la montaña, llevándose el Grial con la misión de ponerlo a salvo.
Poco después, los huidos hicieron señas desde un monte próximo,
indicando que habían culminado con éxito su empresa. Entonces los
defensores de Montségur se rindieron a los sitiadores, quienes los
quemaron en una gran hoguera que habían levantado en un lugar que desde
entonces es conocido con el nombre de Camps des Cremats. Rahn buscó la
preciada reliquia en las cuevas de los alrededores porque, según creía,
si los defensores de Montségur habían visto las señales de sus
compañeros, éstas habrían tenido que ser efectuadas desde un lugar
cercano, en el que habían depositado el Grial. Sin embargo, al igual que
algunos de los más cualificados esoteristas del círculo interior de la
Sociedad Thule. Otto Rahn nunca descartó la posibilidad de que
elMontsalvatsche, citado por Von Eschenbach, fuese también la forma de
designar a la montaña de Montserrat, en las proximidades de Barcelona. A
esta idea con tribuyó sin duda la condesaMiryanne de Pujol-Murat, una
aristócrata catalana que se creía descendiente de la última noble
cátara, Esclaramunda de Foix, y que con frecuencia acusó a la Iglesia
católica de cristianizar el símbolo del Grial y a San Ignacio de Loyola
de sustituir interesadamente Monségur por Montserrat, identificándola
como el verdadero escondite del Grial.
Aunque ninguna de sus afirmaciones contó nunca con un respaldo
histórico, Otto Rahn siguió los dictados de su mentora. No en vano, ya
en la Catalunya de la década de 1930, varios escritores habían
alimentado la idea de Montserrat como refugio del Grial. Autores como
Manuel Muntadas Rovira o Marius André subrayaron esa idea en sus textos.
Y de ahí a interesar al mismísimo Himmler quedaba ya sólo un paso. Su
obsesivo deseo de hacerse con el Grial llevó al responsable de las SS a
la montaña más emblemática de Cataluña el 23 de octubre de 1940,
precisamente el mismo día en que Hitler y Franco se entrevistaban en la
ciudad francesa de Hendaya. En su visita a Montserrat, Himmler estuvo
acompañado por diferentes autoridades franquistas, como el alcalde de
Barcelona, Miguel Mateu, o el capitán general de Cataluña, el general
Orgaz, además de un numeroso séquito, del que formaba parte el general
de las SS Karl Wolf -otro individuo obsesionado con el Grial y muy
relacionado con los círculos ocultistas del nazismo-. La visita no
estuvo exenta de incidentes. A su llegada al monasterio, el poderoso
Himmler se encontró con la negativa a recibirle de los máximos
responsables de la comunidad, los padres Marcet y Escarré, que no
quisieron ejercer de anfitriones del jerarca nazi, alegando que no
hablaban alemán.
La actitud de los benedictinos, que encomendaron la tarea a un joven
monje, produjo un momento de fuerte tensión y la irritación de las
autoridades locales. No acabaron aquí los incidentes, ya que al
todopoderoso jefe de las SS le fue robada una cartera en la suite del
hotel Ritz, donde se alojó durante su estancia en Barcelona. El
escándalo fue monumental, aunque la policía franquista procuró que no se
difundiese la noticia de un robo que la dejaba en muy mal lugar, dadas
las connotaciones que concurrían. Sin embargo, pese a que las
autoridades pusieron un particular empeño ya que se movilizó a toda la
policía de Barcelona, la cartera nunca se encontró. Corrió el rumor de
que contenía importantes documentos relacionados con el Grial e incluso
se afirmó que en ella se guardaban unos antiguos planos de Montserrat,
en los que podrían estar señalados los puntos clave para hacerse con el
Grial. Se barajaron varias posibilidades respecto al robo, entre ellas
la de que éste hubiera sido perpetrado por el servicio secreto
británico, que por aquellas fechas tenía algunos destacados agentes en
Barcelona. Ésta era una versión que convenía a la desconcertada policía
franquista, ya que señalaba a uno de los mejores servicios secretos del
mundo, lo que hacía menos penoso el oprobio que había caído sobre ellos a
los ojos de sus alarmados jefes. Lo cierto es que la cartera de Himmler
nunca apareció y, en consecuencia, tampoco se supo cual era su
contenido. Un suceso que ha permitido alimentar todo tipo de
especulaciones.
De todas las montañas que hay en la orografía de Catalunya, la montaña
de Montserrat es la más importante. Es lo que se llama el corazón de
Catalunya. Hace veinticinco millones de años los terrenos que rodeaban
la montaña eran un mar tranquilo de poca profundidad. El relieve rocoso
de las montañas no surgió hasta principios de la Era terciaria. Con el
paso de los siglos, los movimientos consiguieron que el mar se fuera
retirando de aquellos lugares y emergieran las fantásticas rocas de
Montserrat. La sierra está formada por estructuras de roca conglomerada,
muy semejante a las tuberías de un colosal órgano musical. Toda la
sierra está agujereada y cuenta con cientos de cuevas y, como mínimo,
con diez fuentes de agua purísima. Pero lo más importante es que posee
una virgen negra, conocida por la “Moreneta”, patrona de Catalunya.
Dicen que la virgen es negra porque se hizo a partir de la simbología
temática esotérica, ya que el negro lleva una protección y absorbe los
fluidos negativos. Esta teoría esotérica explicaría el que esta virgen
sea la patrona de Catalunya, ya que ella protegería de las fuerzas
negativas de todo tipo que pudieran afectar a la gente. Montserrat
constituye un foco importante de fuerzas telúricas y cósmicas, además de
unas corrientes de agua y radiaciones que dan lugar a una zona
magnética. Estas fuerzas telúricas alteran sensiblemente el instrumental
de medición, hasta el punto que resulta difícil establecer la posición
exacta de la sierra.
Hay grupos esotéricos que efectúan sus rituales mágicos en puntos
determinados de esta montaña, invocando las fuerzas magnéticas que
surgen de la tierra para potenciar el chakra del ser humano. Lo cierto
es que gente que sube al monasterio de Montserrat dice haber
experimentado un estado de paz, de tranquilidad, debidos a una fuerza
interior que les provocaba paz y sensaciones etéreas. Esto se podría
explicar debido a esas fuerzas magnéticas que hay y que afectan también a
objetos de tipo eléctrico o electrónico. Por otro lado, algunos
testimonios aseguran que el interior secreto de la montaña de Montserrat
guarda el secreto de un mundo subterráneo, al cual se puede llegar a
través de cuevas y galerías, pero que solo lo conocen los monjes del
monasterio. Se sabe de antaño que la sierra tiene muchas cuevas, pozos,
al menos un río y un misterioso lago. Muchos de esos lugares se conocen,
pero otros son aún un auténtico misterio, como por ejemplo es el caso
del río subterráneo que pasa por debajo la sierra y del gran supuesto
lago que hay en las entrañas de la montaña. Algo comprobable es que,
cuando llueve y se supone que el lago se llena, surgen de golpe y
precipitadamente las aguas por las paredes rocosas de la montaña y en
una fuente que hay en un pueblo situado en la falda de la montaña. Se
dice que el agua viene de una cueva denominada “mentirosa” puesto que,
de repente, empieza a salir agua y se convierte en fuente. Por ejemplo,
un fatídico junio a inicios del siglo XXI, se produjeron terribles
inundaciones en algunas poblaciones alrededor de Montserrat. Empezó a
surgir agua a borbotones de la parte alta de la montaña, justo encima de
donde se sitúa el monasterio. Tal vez el lago se llenó y ello produjo
que el agua tuviera que salir por algún lado.
En el siglo XVI llegó a Montserrat un guerrero vasco que se hacía llamar
Íñigo y que, en el momento de entrar en la basílica y ver a la Virgen,
experimentó una fuerte conmoción espiritual, que acabaría por generar
un cambio radical en su vida. Aquel guerrero supo que tenía que quedarse
un cierto tiempo viviendo cerca de la montaña y, tras algunos días de
oración, dio sus pertenencias a los pobres y se instaló como anacoreta
en una cueva de la zona de Manresa mirando hacia la montaña. Allí vivió
unos meses, entre alucinaciones y tentaciones, en que nos habla de una
fantástica serpiente de luz y de estados místicos de éxtasis junto al
río, de arrebatos y de otros estados alterados de conciencia. Lo cierto
es que, a partir de la energía que obtuvo en Montserrat, este Iñigo se
convirtió en San Ignacio de Loyola, escribiendo sus Ejercicios
Espirituales junto a la montaña de su conversión e iniciando la
gigantesca tarea de fundar la Compañía de Jesús. Según el Dr. Octavi
Piulats: “Montserrat fue considerado un lugar sagrado por todas las
culturas que vivieron en su entorno. En su ámbito natural se han
producido milagrosas curaciones y conversiones tan señaladas como la de
Ignacio de Loyola. El profundo misterio de su impacto espiritual, como
los extraños fenómenos que registra su historia, son objeto de
investigación para los más variados campos del saber: desde la
geobiología hasta la ufología. Como la vida misma, este macizo tiene un
lado luminoso y un lado oscuro, menos conocidos que su leyenda cristiana
de la «Moreneta», y cuyos enigmas hemos querido explorar”.
La clave de la montaña es su naturaleza mistérica y el impacto que
produce espiritualmente en la gente. Es posible que la frase que mejor
la define sea la del poeta alemán Schiller: «Montserrat absorbe a todo
hombre desde el mundo exterior hacia el mundo interior». Este paraje se
presenta así, para el genial autor romántico, corno una vía al «conócete
a ti mismo» socrático. Y esa atracción que él detectó con su fina
sensibilidad también describe la vivencia de los ermitaños y anacoretas
que han unido su búsqueda interior a esta montaña. El nombre de
Montserrat proviene del catalán y su traducción exacta es «monte
aserrado». Esta es la impresión que produce contemplado desde la
distancia; sus cumbres y desniveles le dan un aspecto de serrucho visto
al revés. Pero también, el mismo monte se halla «aserrado» por el gran
corte del «collado del mediodía», que divide la montaña en dos grandes
territorios. Como el Montseny o el Montsant, Montserrat forma parte del
macizo pre-litoral catalán y, geológicamente, sus orígenes se remontan
al eoceno, es decir, al inicio de la era terciaria.
En la rica tradición de leyendas fantásticas e historias de la montaña,
destaca la leyenda de Fray Garí, el ermitaño que violó y mató a la hija
del Conde Wilfredo el Velloso y luego se convirtió en un legendario
«hombre fiera» de la montaña, hasta su redención. Por cierto, todavía
hoy es posible ver la cueva que Garí habitó. Pero, sin duda, el aspecto
del Montserrat mítico que ha alcanzado mayor universalidad es su
relación con la tradición artúrica y, especialmente, su conexión con el
castillo del Santo Grial. El escritor Chrétien de Troyes, famoso por
haber reproducido, en el siglo XII, el ciclo de los caballeros del rey
Arturo y la Tabla Redonda, escribió un último relato que no se asemeja a
los anteriores. En esta narración, un caballero llamadoPerceval se
pierde mientras viaja de regreso a su hogar y va a parar a un extraño
lugar montañoso donde se encuentra un castillo (Carbonek). Allí vive
unas sorprendentes experiencias paranormales que culminan con la
aparición de un cortejo que se centra en la veneración de un objeto con
forma de cáliz: el Grial. A la mañana siguiente, Perceval se despierta
solo en la montaña, con el castillo desierto, y regresa frustrado a su
hogar sin haber desentrañado el misterio del Grial.
Años más tarde, otro francés, Robert de Boron, en otra balada épica
volverá sobre el mismo tema, relacionando el Grial claramente con el
cáliz que recogió la sangre de Jesús en la cruz. Sin embargo, la fuente
que tiene mayor interés es la obra del alemán Wolfran von Eschenbach,
que, a principios del siglo XIII, retoma el tema y aporta nuevos datos
sobre la extraña historia. Eschenbach apunta que la peripecia en tomo al
Grial fue cantada por un trovador provenzal llamado Kyot que, a su vez,
se había inspirado en un manuscrito árabe encontrado en Toledo. Según
este autor, el castillo del Grial se hallaba situado allende los
Pirineos, en la frontera con el mundo árabe. Además, rectifica a
Chrétien de Troyes cuando afirma que el castillo no se denominaba
«Carbonek» sino «Montsaltvatge». Y también sostiene que sus habitantes
eran los templarios. A comienzos del siglo XIII, Wolfram von Eschenbach
retoma el tema de Parsifal de Chrétien de Troyes. En su narración,
leemos: «Es cosa bien conocida por mí -dice el eremita a Parsifal al
revelarle el misterio del Grial- que unos valientes caballeros moran en
el castillo de Montsalvatge, donde se guarda el Grial. Son templarios,
que a menudo parten a caballo en busca de aventuras. Sea cual fuere el
resultado de sus combates, la gloria o la humillación, lo aceptan con
corazón sereno, como expiación de sus pecados. En ese castillo vive una
legión de bravos guerreros. Os diré cuál es su medio de subsistencia:
todo aquello de que se alimentan proviene de una piedra preciosa cuya
esencia es todo pureza. Si no la conocéis os diré cómo se llama. Su
nombre es Lapsit exillis. Gracias a esta piedra, el fénix renace y surge
más hermoso que nunca [...]. Esta piedra da al hombre tal vigor que sus
huesos y su carne recuperan al punto su juventud. La piedra recibe
también el nombre de Grial [...]. En cuanto a los que son llamados a
acercarse al Grial, os diré cómo se los reconoce. Sobre el borde de la
piedra aparece una misteriosa inscripción donde se lee el nombre de
aquellos, muchachos o doncellas, a quienes se designa para emprender ese
bienaventurado viaje».
Esta aportación de Eschenbach es la que ha dado pie a situar la historia
de la búsqueda del Grial en el escenario de Montserrat de los siglos
VII y VIII. Los filólogos nunca han podido probar queKyot existiese
históricamente, pero el nombre sugiere con fuerza un origen catalán.
Luego, la ubicación del castillo del Grial en un lugar montañoso «más
allá de los Pirineos» apunta de nuevo hacia Catalunya. Pero, sobre todo,
pesa el nombre del castillo, «Montsalvatge», en catalán antiguo,
significando «Monte salvaje». Otro respaldo documental importante atañe a
la existencia de un castillo anterior al monasterio, que puede probarse
históricamente. Está documentada la existencia de uno de origen árabe,
denominado «castillo del Marro», que se levantaba cerca de Santa Cecilia
hacia el año 871. También se ha especulado con la existencia de un
segundo castillo, cuyos cimientos se localizarían en lo que es hoy la
ermita de San Dímes. Según Carreras i Candi, que cita a Argaiz, parece
ser que en la biblioteca de Montserrat hay rastros de un tercer
castillo, denominado Otger, situado en plena montaña, cerca de la ermita
de San Miguel. El primer documento que hace referencia a esta
fortificación data de 1042 y es probable que Otger fuese el nombre de
algún lugarteniente de Carlomagno. Más allá de los datos geográficos e
históricos, lo cierto es que el relato del Grial contiene un modelo de
búsqueda iniciática y un simbolismo que puede trasponerse a la
espiritualidad de Montserrat. La leyenda simboliza esencialmente un
viaje que lleva, no a realizar hazañas externas de fama y gloria como
ocurre en las otras aventuras de caballería, sino a buscar interiormente
un crecimiento personal que nos conduzca al descubrimiento de que la
superación de las contradicciones y desdichas se halla en gran parte en
el conocimiento y la vivencia de nosotros mismos.
Es desde esta perspectiva que podemos asociar mejor el Grial con
Montserrat, que desde tiempos remotos ha sido el lugar hacia el cual el
hombre ha peregrinado con la esperanza de encontrar la respuesta a sus
contradicciones y acceder a su centro espiritual. La identificación
entre el gran mito del Grial y la montaña sagrada alcanzó artísticamente
su cumbre de la mano del romanticismo alemán. Ricardo Wagner, que
conocía a través de Goethe y Schiller su espiritualidad, recreó en su
ópera Parsifal la aventura del castillo de «Montsalvatge». Cuando, a
finales del siglo pasado, la obra se estrenó en Bayreuth, Alemania, los
decorados de la misma reproducían sorprendentemente los monolitos y las
agujas de Montserrat. A partir del siglo XII existe ya copiosa
documentación sobre los milagros que han tenido lugar en la basílica.
Muchos siguen un mismo patrón y se hallan testificados notarialmente.
Enfermos desahuciados llegan a ella tras una penosa ascensión y, tras
realizar ofrendas a la Virgen, empiezan a experimentar una
transformación y, a menudo, la curación de sus enfermedades, a veces
sólo minutos después. Es obvio que, independientemente de la posibilidad
de intervención divina, muchas curaciones aparecen como intervenciones
terapéuticas del inconsciente sobre el cuerpo físico, en un proceso que
hoy consideramos científicamente plausible y, probablemente, también
haya un factor añadido relacionado con las energías geobiológicas del
macizo.
Otro aspecto fantástico de Montserrat es el fenómeno de la aparición de
extrañas luces, que tiene continuidad a través de los siglos. Ya en el
hallazgo de la Virgen, hace 1.000 años, tal como hemos explicado, los
pastores vieron estas intensas luminarias. En 1345, estando la Iglesia
del Carmen de Manresa repleta y en pleno día, unas insólitas «bolas de
fuego» procedentes de Montserrat iluminaron la Iglesia y parte de
Manresa. El fenómeno fue testificado por miles de personas y por las
autoridades y no tenemos motivos para dudar de ello. Hasta nuestros
días, Manresa ha celebrado siempre ese acontecimiento con las «festes de
la Llum», que tienen lugar en febrero. Por supuesto, estas luces fueron
interpretadas en aquella época como un signo divino. Hoy, sin embargo,
es posible que la interpretación fuese otra y pudiese relacionarse con
el fenómeno OVNI. También a finales del siglo X, encontramos alusiones
al avistamiento de estas extrañas luces antes de una batalla contra los
musulmanes.
Quien desee descubrir la espiritualidad de este lugar deberá alejarse
del conjunto arquitectónico y ascender hacia las cumbres.
Repentinamente, cuando el monasterio y su abadía desaparecen de nuestra
vista, penetramos realmente en la Arcadia que experimentó el viajero
alemán Humboldt durante su visita a Montserrat. No se trata sólo de
belleza, sino que, ante las enormes moles de piedra y su magnetismo,
nos sentimos realmente como ante algo que nos trasciende. Al cabo de
unas horas de estancia en la naturaleza, la sensación es de paz,
tranquilidad y sosiego interno. Allí experimentamos lo que se ha
denominado “el magnetismos de la montaña”. Así, se ha señalado que las
agujas y monolitos de formación calcárea actúan en Montserrat como
poderosas antenas que emiten frecuencias de magnetismo geobiológico:
fuerzas telúricas positivas que el excursionista acaba por percibir
consciente o inconscientemente. Pero este magnetismo positivo no sólo
procedería de redes telúricas clásicas. Al parecer, el almacenamiento de
agua en las cavernas subterráneas de Montserrat, podría contribuir al
fenómeno con una fuerte ionización ambiental. Los iones del agua se
orientarían en el mismo sentido que los vectores de las energías
telúricas y reforzarían la carga energética de las cumbres.
A veces, sin embargo, y si conectamos con el lado oscuro de la montaña,
lo benéfico se transforma en lo inquietante, e incluso en lo pavoroso.
No todo en la montaña es energía benéfica, aunque ésta sea la que
predomine. Su naturaleza muestra también, en algunos momentos, fuerzas
de las que el hombre tiene que protegerse. Para empezar, es muy fácil
perderse en la montaña, por la semejanza de sus rocas y la profusión de
caminos. Incluso excursionistas muy experimentados pueden ser víctimas
en algún momento de desorientación. Además, algunos de los caminos
conducen muy cerca de despeñaderos. A veces estas veredas están
cubiertas de vegetación y cuando se descubre la sima puede ser demasiado
tarde. Quien se adentre en las sendas de la montaña debe saber que, más
allá del pico de San Jerónimo hacia el Tabor, penetra en el territorio
menos conocido del macizo y pasará por lugares inhóspitos y de difícil
recorrido. Pero donde el lado oscuro se expresa en su máxima intensidad
es en las extrañas y persistentes desapariciones, que datan de antiguo.
¿Accidentes clásicos de montaña? Esta teoría presenta un serio
inconveniente: aunque en algunos casos se han encontrado los cadáveres
de algunas personas extraviadas, lo normal ha sido no encontrar el menor
rastro de los desaparecidos.
Para algunos geobiólogos, la poderosa energía de ciertos parajes podría
producir pérdidas temporales de conciencia, lo que acarrearía accidentes
inesperados. Pero esta hipótesis también debe matizarse, porque la
ausencia de los cuerpos accidentados sólo se explica si durante estos
estados alterados de conciencia estas personas penetran en alguna cueva
de la, montaña, lo que de nuevo nos lleva a la hipótesis de la
existencia de un inquietante Montserrat subterráneo. Este doble aspecto
-lo luminoso y lo oscuro- constituye el signo bifronte característico
de los grandes, símbolos. Seña de identidad del catalanismo, su ámbito
mágico-religioso, une a su condición de santuario el de una lugar
cargado de poder. La montaña atesora este carácter universal que, a lo
largo de los siglos, atrae como un imán a los espíritus más sensibles y
les cita secretamente para abrirles la puerta de una iniciación personal
e intransferible. Esta es su grandeza y su misterio. Desde la noche de
los tiempos hasta nuestros días.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente:
despiertaalfuturo
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