Los remolinos más gigantescos de los mares, de hasta 150 km de diámetro, funcionan igual que los sumideros del espacio: nada atrapado en ellos puede escapar. Ahora, unos investigadores han sido capaces de identificar sus límites
Harry Clarke, 1919
En su cuento «Un descenso al Maelström», el escritor estadounidense Edgar Allan Poe narra
cómo un terrible remolino que se produce en las costas de Noruega se
traga un barco con tres marineros a bordo. Cómo prosigue la historia es
pura imaginación, pero la forma en la que el genial literato describe
ese gigantesco sumidero marino, rodeado de un cinturón estable de
espuma, ha servido de inspiración a dos investigadores para conocer más
sobre este tipo de fenómenos de los que, aparentemente, nadie puede
salir vivo. En su estudio, George Haller, de la ETH Zurich, y Francisco
Beron-Vera, de la Universidad de Miami, afirman que algunos de los gigantescos remolinos -pueden superar los 150 kilómetros de diámetro- que giran y van a la deriva a través del océano son matemáticamente equivalentes a los agujeros negros. Nada atrapado en ellos consigue escapar.
Los agujeros negros en
el espacio se distinguen por tener una masa tan grande que atraen a
todo lo que se les acerca demasiado. Nada puede escapar, ni siquiera la
luz. Pero a una distancia crítica, un haz de luz no cae en espiral en el
agujero, sino que se dobla y vuelve a su posición original, formando
una órbita circular. La barrera formada por las órbitas cerradas de luz
se denomina esfera de fotones en la teoría de la relatividad de Einstein.
Con ayuda de imágenes satelitales y
una nueva técnica matemática, Haller y Beron-Vera descubrieron que
algunos de los grandes remolinos de los océanos se parecen mucho a los
agujeros negros. Como sus homólogos en el espacio, tienen barreras en
las que las partículas de fluido se mueven en bucles cerrados, de forma
similar a la trayectoria de la luz en una esfera de fotones. Y como en
un agujero negro, nada puede escapar del interior de esos bucles, ni siquiera el agua.
Según los investigadores, precisamente
esas barreras pueden ayudar a identificar los remolinos oceánicos,
cuyos límites exactos en el agua han permanecido indetectables hasta
ahora, ya que resultaban caóticos para el observador, tanto fuera como
dentro del remolino. Y esto es importante para conocer el funcionamiento
de los océanos y su influencia en el clima.
Un «taxi» marino
Debido a que los remolinos oceánicos
similares a los agujeros negros son estables, funcionan como un
vehículo de transporte perfecto para los microorganismos como el
plancton o para residuos de plástico o aceite, pero también para el
agua con un calor y contenido en sal distinto del agua circundante. Los
autores han comprobado esto en los Anillos de las Agujas,
un grupo de remolinos oceánicos que surgen periódicamente en el Océano
Austral (donde la presencia de este fenómeno está aumentando), en el
extremo sur de África, y que transportan agua salada cálida hacia el
noroeste. Los investigadores identificaron siete de estos anillos del tipo agujero negro, que transportan el mismo cuerpo de agua sin fugas durante casi un año.
Haller cree que existen vórtices coherentes similares en otros sitios del Universo. Por ejemplo, cree que la Gran Mancha Roja, una tormenta estacionaria en el planeta Júpiter, podría ser el ejemplo más espectacular de este fenómeno.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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