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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Eyaculación femenina: mito o realidad


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Las mujeres también eyaculan, o al menos, eso dicen. Cada vez crece más la fascinación por el squirting: ¿de dónde viene el líquido?, ¿es orina?, ¿es algo común a todas las mujeres? Por ello, hoy vamos a conocer toda la verdad: eyaculación femenina, ¿mito o realidad?

La eyaculación femenina no es algo reciente

El arte de numerosas culturas a través del tiempo ha demostrado que la eyaculación femenina no es algo reciente. Si bien ha sido una parte común de la sexualidad femenina en las mujeres de muchas culturas, desde el punto de vista científico recién se está investigando.
La primera mención de la eyaculación femenina en la literatura médica fue en el año 1500, cuando el médico Lavinius Lemnius escribió por primera vez sobre el fenómeno, y fue algo socialmente aceptado durante los siguientes cuatro siglos, hasta que la cultura más reservada del siglo XIX y XX lo eliminó de la vida sexual. Richard von Krafft-Ebing y Sigmund Freud hablaron de la eyaculación femenina como una disfunción sexual.
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En 1950, el médico Ernst Grafenberg descubrió las glándulas parauretrales de Skene, conocidas luego como punto G en su honor, y que son la clave de la eyaculación femenina ‒cosa que explicaremos más adelante–. Alfred Kinsey, Masters y Johnson, sexólogos de la época, se dedicaron a investigar el asunto, llegando incluso a la conclusión de que la eyaculación no era orina, pero la comunidad científica se burló de ellos y consideró que era algo relacionado con la incontinencia urinaria.
Sin duda alguna, durante la historia de la medicina se ha demonizado la sexualidad femenina: ablaciones de clítoris, masturbación y vibradores para tratar la histeria, y el mito de la eyaculación femenina son sólo algunas pruebas de ello.

La eyaculación femenina desde el punto de vista biológico

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Pero, ¿cómo funciona el cuerpo de una mujer para eyacular? El punto G –del que ya hablamos antes– funciona como una fuente de intenso placer sexual para la mujer. Este punto es una parte de la esponja uretral, con una sensibilidad enorme que reacciona favorablemente al roce o la presión.
La habilidad de un amante a la hora de estimular este punto en particular llevará a la eyaculación de la mujer en el mejor de los casos. La estimulación del clítoris o del cuello uterino también pueden influir, pero sin duda alguna, es el punto G quien está involucrado en este proceso.
Llegados a este punto, teniendo en cuenta que la eyaculación, como la del hombre, está relacionada con el orgasmo y la estimulación, a muchos les preocupa qué es el líquido. No es orina: aunque los análisis químicos de la eyaculación muestran que este líquido tiene trazas de urea y creatinina, también contiene altos niveles de glucosa y una enzima que se encuentra en el esperma –aunque lógicamente, no contiene espermatozoides–.
Las glándulas de Skene son las que secretan este líquido: se encuentran a cada lado de la uretra, por lo que muchas veces puede dar lugar a confusión, y aún muchos estudios buscan demostrar que no es más que orina.
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Aunque no todas las mujeres han llegado a eyacular, y no todas lo hacen de la misma forma, lo cierto es que todas tienen el equipo biológico para hacerlo. Por eso, la conclusión sobre la eyaculación femenina es que está muy alejado de ser un mito, solo hace falta un buen amante que lo consiga.




Fuente:    ojocientifico

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