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martes, 10 de septiembre de 2013

¿Por qué la lluvia huele tan bien?


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¿Acaso no te gusta el olor a “tierra mojada”? ¿El olor de la lluvia? Ya sabes, ese aroma tan pero tan peculiar que parece impregnar el aire cuando llueve y que, por alguna razón, tanto nos atrae. Según los científicos, este aroma lo provocan los actinomicetos...un tipo de bacteria en especial. ¿Puedes creerlo? Pues acompáñame para saber por qué la lluvia huele tan bien y conocer mucho más al respecto.

Las actinobacterias y el olor de la lluvia

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Clásica tarde primaveral. Si bien el día fue soleado, ahora las nubes comienzan a cubrirlo todo de un oxidado plateado y si bien aún falta mucho para la noche, el cielo ha oscurecido tanto como para confundir los sentidos. Camino de tierra, algo de vegetación y una brisa que no sólo desprende las primeras gotas del aguacero, sino que te envuelve en un olor muy particular, mezcla de tierra, humedad y naturaleza. Lo puedes sentir, ¿verdad? Es el olor a la lluvia.
Bueno, está bien, nunca fui un gran poeta, pero si acaso te preguntabas por qué o cómo es posible que algo como la lluvia tenga olor, debes saber que, curiosamente, el “olor de la lluvia” lo provoca un tipo de bacteria llamada Actinobacterias. Estas bacterias crecen en la tierra, pero sólo cuando el suelo está caliente y húmedo, lo cual hace que generalmente sientas el aroma de la lluvia cuando llueve en primavera o en verano.

Los actinomicetos, o las llamadas Actinobacterias, son un tipo de bacteria filamentosa que vive en el suelo, creciendo y reproduciéndose en la tierra. Ello lo consiguen sólo bajo determinadas condiciones, más precisamente, cuando la tierra supera determinada temperatura al calentarse por el Sol y cuando el medio es húmedo, tras recibir el agua de la lluvia. En ese momento, estas bacterias desprenden una serie de esporas más que diminutas y cuando las gotas de la lluvia golpean el suelo, estas esporas se desprenden para expandirse en el aire. Este tipo de bacteria es extremadamente común y se la puede encontrar prácticamente en cualquier parte del mundo, que tenga tierra, claro está.

La acidez de la lluvia

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Además de los actinomicetos, también hay que mencionar la acidez de la lluvia y su efecto en la cuestión. Como consecuencia de los productos químicos que, por el desarrollo de las actividades humanas, se encuentran en la atmósfera, el agua de la lluvia suele tener una acidez particular, especialmente en los entornos urbanos y las grandes ciudades.
Cuando la lluvia entra en contacto con los desechos orgánicos u otros productos químicos que se encuentran en el suelo, determinados reacciones químicas se desarrollan en la tierra y resultan en aromas únicos. Los minerales y determinadas sustancias químicas, como por ejemplo la gasolina, intensifican el aroma que se desprende cuando llueve.

Entonces, ¿por qué me gusta el olor a la lluvia?

Por-que-la-lluvia-huele-tan-bien-3.jpg iStockphoto/Thinkstock
Ahora bien, teniendo en cuenta lo desagradable que podrían resultarnos las cosas que provocan el olor de la lluvia, es curioso que ese aroma nos guste, ¿no es así? Pues ésto tiene que ver con una cuestión de historia y supervivencia.
Los expertos sugieren que nuestro afecto por el aroma de la lluvia se nos ha imprimido como una huella del pasado, directamente relacionada con nuestro instinto de supervivencia y nuestra necesidad por el agua. El aroma que resulta cuando llueve después de un largo período de sequía, se conoce como “petricor”, un término que proviene del griego petros (piedra) e ikhôr (etéreo).
El petricor ocurre entonces cuando después de un largo tiempo sin agua, llueve. Durante la sequía, las plantas y los vegetales en general segregan un aceite natural para resistir y ese aceite, cuando con la lluvia llega el agua, se desprende de las plantas y se esparce en el aire, dejando una característica fragancia que asociamos con la lluvia. De este modo, nuestros antepasados han establecido una fuertísima conexión entre la tan esperada llegada de la lluvia, el fin de la peligrosa sequía y el petricor, transmitiendo ese agradable sentimiento asociativo de generación en generación.




Fuente:    ojocientifico

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