La NASA hace el anuncio oficial de un «hito histórico» después de un año de intensas discusiones científicas apoyándose en diferentes señales
NASA
Un equipo científico anunció este jueves en la revista Science que la sonda Voyager 1 de la NASA había abandonado el Sistema Solar después
de 36 años viajando por el espacio. Se hacía oficial: es el primer
artefacto humano en lograr semejante hazaña y, desde luego, el que hemos
conseguido enviar más lejos de la Tierra. Sin embargo, el anuncio nos
suena familiar. Lo cierto es que la situación exacta de la nave ha sido
objeto de discusión en la comunidad científica durante el último año.
Los astrónomos no se ponían de acuerdo acerca de si la Voyager ya se
había adentrado en el espacio interestelar o, por el contrario, se
mantenía dentro de la heliosfera, la burbuja invisible de partículas
cargadas que emite el Sol en todas direcciones y que envuelve nuestro
sistema planetario. Entonces, ¿qué ha ocurrido para que el equipo de la misión Voyager está ahora tan seguro? ¿Por qué no lo han anunciado antes?
«Hemos sido cautelosos porque estamos tratando con uno de
los hitos más importantes en la historia de la exploración espacial»,
dice el científico del proyecto Voyager Ed Stone, del Instituto de
Tecnología de California en Pasadena. «Lo que ocurre es que ahora
tenemos los datos y el análisis que necesitábamos». En concreto, el
equipo necesitaba más datos sobre el plasma, el gas ionizado más denso y
lento de las partículas cargadas en el espacio. El plasma es el
marcador más importante que distingue si la Voyager 1 está dentro de la
burbuja solar, la heliosfera, que se infla por el plasma que fluye hacia
el exterior desde el Sol, o en el espacio interestelar y rodeada del
material eyectado hace millones de años por la explosión de estrellas
gigantes cercanas .
El problema es que los científicos no sabían cómo detectar y
medir ese plasma e interpretar los datos. La Voyager 1 explora un lugar
a más de 17.000 millones de kilómetros de distancia de nuestro Sol.
«Nadie ha estado en el espacio interestelar antes, y es como viajar con
guías incompletas», apunta Stone. «Aún así, la incertidumbre es parte de
la exploración. No iríamos a explorar si supiéramos exactamente lo que
vamos a encontrar».
NASA
Las dos naves gemelas Voyager -existe una Voyager 2 que
también se encuentra cerca de la frontera del Sistema Solar- fueron
lanzadas en 1977 y, entre las dos han visitado Júpiter, Saturno , Urano y
Neptuno. El instrumento de la Voyager 1 que mide la densidad, la
temperatura y la velocidad del plasma dejó de funcionar en 1980, justo
después de su último sobrevuelo planetario. Por eso, cuando la Voyager 1
detectó la presión del espacio interestelar en nuestra heliosfera en
2004, los científicos no tenían el instrumento que proporcionara
mediciones directas de plasma. En su lugar, se centraron en la dirección del campo magnético como
sustituto de la fuente del plasma. Como el plasma solar lleva las
líneas del campo magnético que emanan del Sol y el plasma interestelar
lleva las líneas de campos magnéticos interestelares, se esperaba que la
dirección de los campos magnéticos solares e interestelares fueran
distintas.
Por este motivo, los científicos teorizaban que se
produciría un cambio abrupto en la dirección del campo magnético cuando
la Voyager alcanzara el espacio interestelar. De la misma forma, los
niveles de partículas cargadas procedentes del interior de la heliosfera
bajarían y los niveles de rayos cósmicos galácticos, que se originan
fuera de la heliosfera, aumentarían de forma notable.
En mayo de 2012 , el número de rayos cósmicos galácticos
hizo su primer salto significativo, mientras que algunas de las
partículas del interior hicieron su primera caída significativa. El
ritmo del cambio se aceleró drásticamente el 28 de julio de 2012.
Después de cinco días, las intensidades regresaron a lo que habían sido.
Esta fue la primera experiencia de una nueva región, y en ese momento
los científicos pensaron que la nave espacial Voyager podría haber tocado brevemente el borde del espacio interestelar.
El 25 de agosto, cuando, como ahora sabemos, la Voyager 1
entró realmente en esta nueva región, todas las partículas de baja
energía del interior desaparecieron y los niveles de rayos cósmicos
galácticos saltaron al nivel más alto de toda la misión. Estos serían
los cambios esperados en caso de que la Voyager 1 hubiera cruzado la
heliopausa, que es el límite entre la heliosfera y el espacio
interestelar. Sin embargo, el análisis posterior de los datos reveló que
a pesar de que la intensidad del campo magnético aumentó en un 60%, la
dirección cambió menos de 2 grados. Esto sugería que la Voyager 1 no
había abandonado el campo magnético solar y sólo había entrado en una
nueva región, aún dentro de nuestra burbuja solar, que se había agotado
de partículas del interior.
Más tarde, en abril de 2013, los científicos consiguieron
por casualidad otra pieza del rompecabezas. Durante los primeros ocho
años de la exploración de la heliopausa, que es la capa más externa de
la heliosfera, el instrumento de ondas de plasma de la Voyager no había
oído nada. Sin embargo, el equipo científico de ondas de plasma,
dirigido por Don Gurnett y Bill Kurth en la Universidad de Iowa, había
observado estallidos de ondas de radio en 1983 a 1984 y nuevamente en
1992 y 1993. Dedujeron que estas ráfagas habían sido producidas por el
plasma interestelar cuando un gran arranque de material solar le habría
arañado y le habría hecho oscilar. Esas explosiones solares tardaron
cerca de 400 días en alcanzar el espacio interestelar, a una distancia
estimada de 117 a 177 unidades astronómicas (UA), de 117 a 177 veces la
distancia del Sol a la Tierra). Los científicos sabían, sin embargo, que
serían capaces de observar oscilaciones de plasma directamente una vez
la Voyager 1 estuviera rodeada de plasma interestelar.
La tormenta solar de San Patricio
A continuación, el 9 de abril de 2013, sucedió: el
instrumento de ondas de plasma del Voyager 1 tomó oscilaciones de plasma
locales. Los científicos creen que probablemente surgió de una
explosión de actividad solar ocurrida un año antes, conocida como el Día
de las tormentas solares de San Patricio. Las oscilaciones aumentaron
en intensidad hasta el 22 de mayo e indicaron que la Voyager se estaba
moviendo en una región cada vez más densa de plasma. Este plasma tenía la firma del plasma interestelar , con una densidad de más de 40 veces la observada por el Voyager 2 en la heliopausa.
Extrapolándose hacia atrás, los investigadores dedujeron que la Voyager se había encontrado por primera vez con este denso plasma interestelar en agosto de 2012,
en consonancia con los datos de las partículas cargadas y del campo
magnético. Ya están convencidos: la nave está viendo plasma
interestelar, pero el Sol todavía ejerce su influencia. «Estamos en una
zona de transición mixta hacia el espacio interestelar, pero no sabemos
cuándo vamos a llegar al espacio interestelar libre de la influencia de
nuestra burbuja solar», apunta Stone.
«Podemos decir es que la Voyager 1 se está bañando en la
materia de otras estrellas», dice poéticamente el investigador. «Lo que
no podemos decir es qué descubrimientos exactos podemos esperar en el
viaje de la Voyager. Nadie fue capaz de predecir todos los detalles que
la Voyager 1 ha visto. Así que esperamos más sorpresas».
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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