Charles Fort, el
recolector de fenómenos extraños, fue el que inventó el término
teletransporte en los años 30 del siglo pasado para referirse a la
aparición y desaparición de objetos en fenómenos curiosos, como el
Triángulo de las Bermudas.
Aunque ya el genio de la lámpara Aladino en Las mil y una noches fuera
capaz de aparecer y desaparecer en China o Marruecos, y Sigfrido en El
anillo de los nibelungos pudiera gracias al casco mágico Tarnhlem
recorrer grandes distancias en un segundo, la ciencia ficción fue la que
hizo popular la idea de la teletransportación. Series de televisión como Star Trek o Doctor Who volvieron cotidiana la ilusión del teletransporte.
Veamos qué dicen los científicos de la teletranportación.
La teleportación cuántica.
Los físicos hablan de teleportación cuántica, que es la transferencia exacta e instantánea de un estado cuántico (energía, movimiento, campo magnético, etc.), o sea, la transmisión de la información cuántica de un objeto a otro.
La teleportación de
estados cuánticos no se parece en nada a la teletransportación del
Enterprise de Star Trek, no transporta ni materia ni energía ni al
sistema en sí mismo. No reordena las partículas para copiar la forma de
un objeto ni transmite información a velocidades superiores a las de la
luz.
Para el transporte se recurre a técnicas relacionadas la luz, la
mecánica cuántica, el magnetismo y un concepto llamado el
entrelazamiento cuántico, cuyos principios fueron establecidos en 1935
por Einstein, Podolsky y Rosen y llamado así, entrelazamiento cuántico
(Quantenverschränkung) por Erwin Schrödinger, el mismo de la paradoja
del gato.
Este fenómeno cuántico
se produce en la materia a escala subatómica y consiste en el
entrelazamiento de las partículas dentro un sistema, que luego se
comparten entre un receptor y un emisor.
El proceso es
incomprensible para los profanos, pero puede resumirse en que el emisor
realiza unas mediciones cuyos resultados sobre la partícula entrelazada
les son transmitidos por el receptor. Luego utiliza esos resultados para
realizar otras operaciones que concluyen en que el estado cuántico del
objeto se transfiere del objeto a la partícula entrelazada del receptor.
Hay que subrayar el hecho de que el proceso en sí es destructivo:
después de la teleportación el primer sistema cuántico no permanece en
el mismo estado.
¡Teletranspórtame!
Primero se consiguió teleportar estados cuánticos entre dos rayos de luz, esto es, entre fotones.
En 2002 en la Universidad Nacional de Australia consiguieron desintegrar un rayo láser y transferir sus propiedades
físicas un metro más lejos. El haz de luz se destruyó durante el
proceso, pero una señal de radio introducida en el rayo sobrevivió.
Después, se logró la teleportación de estados cuánticos entre dos iones.
En 2004, en la
Universidad de Innsbruck (Austria) y en el Instituto Nacional de
Estándares y Tecnología en Boulder (Colorado) teleportaron las propiedades
cuánticas de un átomo a otro.
Luego, la teleportación del estado cuántico de un haz de luz a un grupo
de átomos de cesio.
En 2006, en la Fundación Nacional de Investigaciones de Óptica Cuántica
de Dinamarca, lograron la primera teleportación entre luz y materia,
esto es, transferir las propiedades de dos objetos de distinta
naturaleza, uno transportando la información y otro conteniéndola. La
fidelidad de los datos fue aproximadamente del 60%.
En 2010, se conseguió
teletransportar dos fotones a una distancia de 144 kilómetros, entre la
isla de La Palma y la de Tenerife, con una fidelidad de datos del 89%.
¿Para qué sirve la teleportación cuántica?
La utilidad de esta
técnica es exclusiva para la computación cuántica. Se espera desarrollar
computadoras ultra-rápidas que sean capaces de transmitir información a
velocidades cercanas a la de la luz.
El alcance de la computación cuántica sería enorme.
No se necesitarían
cables y la transferencia de información sería inmediata. Además es
imposible descifrar un mensaje cuántico, porque como todo el mundo sabe,
cuando se observa, tanto lo observado como el observador alteran sus
estados.
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