Egipto fue, es y será siempre fuente
inagotable de sorpresas. Pero lo más asombroso es que sus conquistas
intelectuales y sus logros tecnológicos no aparecieron por una
evolución social, sino que de la noche a la mañana surgió de la nada
una cultura sorprendente, en donde se desarrollaron técnicas tan
asombrosas que posteriormente no pudieron igualarse. El conocimiento
preciso de la astronomía, las obras de ingeniería para mover y colocar
millones de grandes monolitos de piedra, los instrumentos de óptica y
mensuración necesarias para ello y que nunca han aparecido, la forma de
entender la farmacopea, la medicina y la biología, las herramientas
para taladrar y cortar piedras de dureza extraordinaria… Todo ello se
realizó en el Egipto temprano, por aquellos primeros colonos de las
riberas del Nilo, con una precisión que luego fue olvidada. Parece que
sus mayores logros tecnológicos provienen del periodo predinástico,
como si la civilización faraónica fuese la heredera o bien de otra
anterior cultura o bien de los argumentos recibidos por contacto
directo con los mismos dioses. Y no unos dioses abstractos, sino de
presencia tan evidente que no pueden obviarse a la hora de valorar los
misterios de Egipto.
Los eslabones perdidos del Antiguo Egipto
A Herodoto le comentaron los sacerdotes
que el tiempo transcurrido desde el comienzo de la civilización
faraónica hasta aquellos días (490/431 a.C) era de, exactamente, 11.340
años. Estos once milenios son un periodo excesivamente largo como para
ser admitido por los historiadores oficiales y nos sumerge en un
momento oscuro de una Historia aún no reconocida ni escrita, en donde
Egipto fue el escenario en donde, según afirma, habitaron los dioses.
En su Historias, libro II, escribe: “…Aún no habían aparecido los
dioses en el pasado de Egipto, pero el Sol se había levantado cuatro
veces en el cielo desde puntos distintos del actual, y dos veces había
salido por donde ahora se pone, y se había puesto por donde ahora
sale…”
Techo
de la tumba de Senenmut, donde aparece nuestro sistema solar, están
cambiados el este con el oeste debido a un cambio de eje, un vuelco del
planeta
Este texto de Herodoto nos indica varias
cosas. En primer lugar el desconcertante conocimiento de los sacerdotes
egipcios sobre la existencia de los cuatro grandes cataclismos que ha
sufrido nuestro planeta en los últimos 600.000 años y que han sido
refrendados por los estudios del investigador Juan Bonet, recogidos en
su libro “El Vuelco de la Tierra”. El último de ellos, acontecido
alrededor de hace 13000 años, produjo el fin de la Cuarta Glaciación y
es el argumento que utilizan algunos autores para justificar el
hundimiento de la Atlántida, la huída de sus últimos moradores y su
nuevo establecimiento en el valle del Nilo en fechas aproximadas con el
inicio de la cultura egipcia mencionada por los sacerdotes. Pero en
segundo lugar Herodoto escribe que posteriormente a esos cataclismos, o
sea, después de hace 12000 años, aparecen los dioses. Este relato ha
despertado la curiosidad de muchos estudiosos que, simplificando, han
tomado dos líneas de investigación para justificar de quién heredaron
los egipcios su saber y parte de sus monumentos. Por un lado los
seguidores de la teoría atlante y, por otro, los que promulgan la
hipótesis de la llegada a nuestro planeta de seres provenientes del
espacio. Estos últimos manifiestan que si la Atlántida hubiera tenido
la tecnología suficiente, no tendrían que haber esperado 7000 años para
que Egipto se desarrollara como conocemos. Por ello aseguran que la
prácticamente instantánea aparición en Egipto de una cultura
tecnológicamente anacrónica sólo pudo ser consecuencia de un contacto
puntual con seres extraterrestres. Aunque, quizás, sólo considerando
ambas hipótesis a la vez, podrían tener respuestas todas las
preguntasplanteadas.
Adoración estelar, tempo de Abydos
El mestizaje cósmico-terrenal, recurrente
en todos los textos sagrados de las principales religiones, tiene en
Egipto toda suerte de connotaciones. Aparte de las leyendas y
tradiciones, los monumentos que han quedado apuntan a una dirección del
firmamento muy definida que señala el hipotético camino que
recorrieron los viajeros extraterrestres en su venida.
Papiro con posiciones de estrellas y planetas. Museo de El Cairo
Como es arriba es abajo
El hecho diferenciador de la religión
egipcia con otras religiones es que podemos definirla como la única que
conoce el lugar de dónde provienen sus dioses, así como el destino
interestelar al que irán sus almas después de la muerte. Este dato
resulta altamente importante porque cuando Jesucristo asciende a los
cielos no señala a qué planeta, sistema solar o constelación se dirige.
Cuando se reza el padrenuestro se dice que el Padre está en el cielo,
pero sin precisar en cual de las millones de galaxias que existen. En
cambio los egipcios lo tenían muy claro: su más allá estaba en la Duat,
la porción de firmamento donde se encuentran las constelaciones de El
Cazador (Orión) y El Perro (Can Mayor).
Órbita de Sirio
Toda la cultura egipcia se basó en el
principio de “como es arriba es abajo”, reflejado en el libro del dios
Toth, foto Toht del que sólo quedan referencias, y que posiblemente,
según algunos especialistas, fue la fuente de inspiración de La Tabla
Esmeralda del mismo dios helenizado como Hermes Trimegistro. Pero este
concepto no fue sólo virtual, sino que existen pistas suficientes como
para considerar si todo lo desarrollado en el país del Nilo, incluso su
propia orografía, serían la concreción en nuestro planeta de un diseño
elaborado por aquellos dioses viajeros. Tanto las fotografías del
África oriental, que pueden observarse en la página web de la NASA, así
como los estudios de Andrew Tomas, permiten barajar la hipótesis de
que el Nilo no es un río natural, sino que es un canal joven, realizado
artificialmente para que el agua siguiera el curso actual. Dicha
perturbación orográfica explicaría la desertización del Sahara, y las
cuencas de los ríos que antaño recorrieron el centro del continente y
que aparecen hoy completamente secos. Con esta obra de ingeniería
habrían conseguido que el río reflejara en la tierra la vía láctea que
recorre el cielo. Con este planteamiento, al quedar todas las estrellas
que componen la Duat a un lado de la Vía Láctea, construyeron en la
orilla occidental del Nilo las monumentales pirámides, que servirían
para señalar en nuestro suelo la posición de las estrellas. Con ello
las estrellas que componen la constelación de El Cazador quedaron
representadas en Egipto, correspondiendo las tres estrellas del
cinturón de Orión: Al Nitak, Al Nitam y Mintaka, con las tres grandes
pirámides de la meseta de Giza, como desarrolló Robert Bauval en su
conocida obra El Misterio de Orión.
Correlación de las pirámides de Giza con la constelación de Orión (Robert Bauval)
Las pirámides de los dioses
El reflejo no quedó únicamente valorado
en la representación monumental de los astros, sino que desde entonces
se consideró a la orilla occidental del Nilo como el lugar de los
antepasados, de la vida del más allá; mientras que la orilla oriental
quedó reservada a las ceremonias relacionadas con esta existencia.
La tecnología aplicada en la desviación
de las aguas para crear el cauce del actual Nilo no resulta de mayor
envergadura que otros restos arqueológicos distribuidos a lo largo de
Egipto cuyo origen está en entredicho. De ser los visitantes del
espacio los autores de obras como las pirámides de Giza, la Esfinge y
su templo, el Osirión
Imposibles bloques de granito del Osirión de Abydos o el Serapeum, los egipcios tan sólo
serían los propietarios en usufructo de un legado remoto. Sólo así se
entiende que la meseta de Giza, el balcón natural y majestuoso del
delta, fuese respetada durante las tres primeras dinastías. Ninguna
tumba, templo o pirámide fue elevada en el lugar más prominente del
bajo Nilo, para que los faraones Keops, Kefrén y Micerinos se
encontraran con esa milla de oro completamente virgen para edificar sus
monumentos. ¿No será más cierto que las pirámides de Giza ya estaban
edificadas muchos miles de años antes y que estos faraones sólo fueran
usurpadores? No hay que olvidar que en la estela del inventario, del
Museo de El Cairo, Keops afirma que la gran pirámide, el templo de
Isis, era un monumento de sus antepasados.
Cortes con radial en la meseta de Giza
De ser esta hipótesis cierta en Egipto
existirían dos tipos de pirámides, las anteriores a los faraones
(usurpadas por la IV Dinastía) y las que construyeron los egipcios para
intentar emular las construidas por los dioses. Imhotep, arquitecto
del rey Zoser, construyó en Saqqara la primera pirámide “humana”
siendo, como las otras 100 que se distribuyen a lo largo del bajo
Egipto, una chapucera imitación de las primeras. Resulta que la
evolución arquitectónica para construir pirámides no explica que 50
años antes de construir las pirámides de Giza los egipcios no sabían
construir pirámides perfectas, y que 20 años después de la IV Dinastía
se les olvidó, quedando los monumentos de Giza como una isla de
anacrónica tecnología dentro de la cultura faraónica. A tal respecto
conviene comparar las pirámides de la III Dinastía con las pirámides de
V Dinastía, para comprobar que ambas tienen el mismo patrón de
pirámides escalonadas, no ofreciendo problema de ingeniería alguno y
correspondiéndose con las herramientas que encontramos del Imperio
Antiguo en el Museo de El Cairo. Pero, ¿y las pirámides de Giza?. No
existen en los museos máquinas que pudieran con la envergadura de su
construcción. ¿Quién las construyó?
Pirámide escalonada en Abusyr, de la V Dinastía, similar a las construidas durante la III Dinastía, ¿dónde está la evolución?
La tecnología se enfrenta a la Historia
Aseguran los estudiosos del mapa de Piri
Reis foto piri reis que el dibujo de las tierras que representa se
corresponden con la observación de nuestro planeta desde una altura de
10.000 metros en la vertical de El Cairo. Tan raro sería admitir esta
aseveración como plantearse que las pirámides de Giza, Dashur y Abu
Roash configuran en el desierto un mapa galáctico donde cada pirámide
señala la posición de una estrella. Y sin embargo es verdad. Catorce
millones de metros cúbicos de piedra, colocados para desarrollar ese
increíble mapa, son una buena
Seres observando un disco solar, tumba de Ramsés VI pista a tener en cuenta para plantearse
si unos seres provenientes del espacio tuvieran algo que ver con ello,
porque, indudablemente, son muchos millones de bloques para una cultura
de la Edad de Piedra que desconocían el hierro o la rueda. Esa visita y
el contacto que tuvieron con los oriundos moradores de las riberas del
Nilo, sirvió de trampolín para que una cultura de la Edad de Piedra se
convirtiera de la noche a la mañana en la civilización más importante
de la Antigüedad, cuyo conocimiento, heredado de esos dioses, todavía
nos cuesta imaginar.
La Gran Esfinge de Giza
Un monumento controvertido que podría
demostrar tanto la antigüedad de aquel período de contacto, como los
artífices celestiales que la construyeron es la gran esfinge de Giza.
Robert Cuando todos hemos contemplado este monumento hemos podido
apreciar lo que tantas veces vimos en documentales o libros: un enorme
cuerpo de león tumbado conuna cabeza humana. Indudablemente la cabeza,
de proporciones más pequeñas que el cuerpo, corresponde al tallado
posterior de la cabeza original. Pero lo más interesante es la pista
seguida por Robert Temple para valorar si, efectivamente, el cuerpo es
el de un león, como todos suponemos por la gran cantidad de veces que
lo hemos oído. Temple se pregunta dónde está el prominente pecho que
los egipcios esculpían en todas las estatuas de leones. Tampoco
aparecen las elevaciones del animal en los cuartos traseros, cuyas
piernas dobladas debían sobresalir del cuerpo. También echa de menos el
penacho de pelo del final de la cola. Es decir, para Temple el animal
representado en la esfinge no es un león sino un perro, y que se
corresponde con la representación egipcia del dios Anubis, el dios
apropiado para vigilar y proteger la meseta. Este asunto no es baladí,
ya que este simple cambio de conceptos nos invita de lleno a conocer a
los verdaderos artífices originales de la obra.
Tribu de los dogones, en Mali
La esfinge no es un monumento construido
sino excavado. El terreno pétreo fue desalojado convenientemente para
que al final emergiera el cuerpo del animal dentro del foso de la roca
madre. En las paredes de este foso se aprecia la erosión acuática
producida por la lluvia en un periodo húmedo anterior a que Egipto se
desertizara, fecha que debe ser más antigua de los 10000 años. Y si la
IV Dinastía no llega a los 5000 años de antigüedad, ¿quién la
construyó?.
La tribu de los dogones de Mali y los
antiguos egipcios hablaban de unos dioses procedentes del sistema de
Sirio, y los asirios y babilonios afirmaban que provenía de los cielos.
Tanto los dogones como los babilonios
Gran Esfinge de Giza
Abundaban sus informaciones con la
afirmación de que la naturaleza de los viajeros era anfibia. Con este
dato Robert Temple formuló una teoría interesante sobre la relación
entre la Esfinge de Giza y el medio acuático de dichos seres.
En el interior de la meseta de Giza
existen grandes cantidades de agua. Algunas tumbas profundas, como la
llamada tumba de Osiris, cerca de la calzada de Kefrén, están anegadas.
Ya Herodoto mencionó, hablando sobre la tumba de Keops, que “…las
cámaras subterráneas en la colina sobre la que se encuentran las
pirámides, pretendía el faraón que fuesen sepulcros para él mismo, y
las cincundó de agua, practicando un canal desde el Nilo”.
Ser con escafandra y tubo, tumba de Ramsés IX en el Valle de los Reyes
excavación de la Esfinge pudiera ser la
colina de la que habla Herodoto, y que los huecos que se han
descubierto bajo ella fuesen las cámaras subterráneas utilizadas por
Keops para su descanso eterno. Actualmente, en obras para descubrir el
malecón donde las barcas se estacionaban frente a la puerta del templo
de la Esfinge, ha surgido agua, quedando dicho terreno inundado. Con
todo ello Temple afirma que el foso que rodea al monumento estuvo
antiguamente
relleno de agua (lo que habría producido
la erosión de la roca) así como las cámaras de su subsuelo, lo que
configuraba un excelente habitáculo para seres anfibios y un terreno
prohibido para los saqueadores de tumbas desprovistos de escafandras…
Los inmigrantes de Sirio
Foto ser gravitando en el espacio alrededor de un astro rojo: Sirio, tumba de Ramsés III
que los antiguos iraníes se referían a
Sirio era Tistrya, palabra que proviene del sánscrito Tri-Stri, y que
significa tres estrellas. Es decir, que el conocimiento de que Sirio es
un sistema estelar triple fue ampliamente conocido por todas las
culturas de nuestro más remoto pasado. Al no ser apreciable desde
nuestro planeta, ¿quién difundió semejante información? El Sol y Sirio
salen por el mismo punto del horizonte, por lo que muchos templos
están orientados a dicha dirección. Como el orto solar de Sirio se
retrasaba cuatro días cada año, ambos astros
volvían a coincidir en el mismo punto 365
x 4 = 1460 años. Esto ocasionó la confección de un calendario
paralelo, conocido como calendario sóthico que se remonta enel Antiguo
Egipto para marcar acontecimientos que sucedieron 43 siglos s.C.
¿Cuándo, pues, hicieron ‚ éstos sus observaciones de Sirio para
establecer su calendario? ¿Acaso fue este un conocimiento llegado por
los mismos dioses de los Dogones y una nueva pista sobre su origen?
Salida del sol en el solsticio invierno por la avenida principal de Karnak
Las tradiciones culturales de las tribus
que pueblan el valle del Niger, especialmente la tribu de los dogones
de Mali, nos cuentan leyendas sobre astronautas que en el pasado remoto
llegaron de Sirio. Su dato diferenciador es que incluidos en esos
mitos se esconden asombrosos datos astronómicos de sorprendente
veracidad. Los dogones, así como los egipcios, conocían que el Sirio
era un sistema triple formado por tres estrellas, y que Sirio B orbita
alrededor de Sirio A en un movimiento que dura 50 años. La precisión de
esta afirmación, corroborada por la ciencia astronómica, no tiene
explicación racional. Y sorprende más aún cuando los dogones afirman
que ese conocimiento fue transmitido hacía miles de años por los dioses
instructores que llegaron a nuestro planeta.
Fue en 1931 cuando el antropólogo francés
Marcel Griaule visitó por primera vez a esta tribu, recogiendo y
publicando todas las informaciones
Los dioses de los dogones de Mali
que le suministraron. Porque no sólo
conocían, desde hace milenios, perfectamente el sistema de Sirio, sino
que tenían constancia asimismo los anillos de Saturno o las cuatro
lunas galileas de Júpiter, y todos ellos astros no visibles al ojo
humano sin la utilización de telescopios. Por aquella época nuestra
astronomía desconocía que Sirio fuese un sistema triple, ya que fue tan
sólo en 1995 cuando los astrónomos franceses Daniel Benest y J.L.
Duvent publicaron en la revista Astronomy and Astrophysics el
descubrimiento de Sirio C por una perturbación observada en las órbitas
de Sirio A y B.
Robert Temple un lingüista norteamericano
miembro de la Royal Astronomical Society británica y afincado en
Londres, publicó un osado libro que tituló El Misterio de Sirio, en el
que aventuró que Nommo fue un extraterrestre que dejó en la Tierra,
hace entre siete y diez mil años, toda clase de pistas sobre su origen
estelar. “Cualquier otra interpretación de las citadas pruebas no
tendría sentido, concluyó Temple.
Robert Temple
Este conocimiento se ampliaba a otras
tribus vecinas como los Bambara, los Bozo de Segu y los Miniaka de
Kutiala, que compartían iguales informaciones sobre Sirio, que además
conformaban la esencia de su cultura y que incorporaban a sus rituales
religiosos más solemnes. En el año 1970 Cenevieve Calame-Griaule
publicó en un libro titulado Génesis Negro, en donde ampliaba los datos
que los dogones suministraron a su padre. Explicaba que los dogones
creían en un dios creador del Universo al que llaman Amma, que envió a
la Tierra a un dios menor conocido por el nombre de Nommo, provisto de
semillas y todo el arsenal necesario para general vida. De sus
acciones provienen los animales y las plantas, así como la primera
pareja de humanos, que tuvieron 8 hijos que llegaron a tener edades
increíbles.
Y los astronautas se convirtieron en dioses
El jeroglífico con que los egipcios
representaban al dios Osiris era un ojo, lo que guarda una sorprendente
similitud con el concepto que tenía los bozos de Mali con sirio B, a
la que denominaban “la estrella del ojo”. Asimismo la misma tribu
describen a Sirio A como “la estrella sentada”, cuando en Egipto el
asiento o trono es el símbolo de la diosa Isis.
Foto representación de Orion (El Cazador) que lleva a Sirio en la mano (Museo de El Cairo.
Los antiguos egipcios tenían como columna
vertebral de su cosmogonía el matrimonio sagrado en Isis y Osiris,
quienes representaban las constelaciones de Sirio y de Orión, que se
mueven conjuntas en el firmamento y conforman la Duat. De igual forma
hacen corresponder a Isis con la estrella más brillante del firmamento,
Sirio A. Y a la diosa Neftis con sirio B, “la oscura compañera que
describía un círculo (órbita) alrededor de Isis.
Según Plutarco el dios Anubis nació de
Neftis, aunque fue Isis la gran madre, diciendo: “Por Anubis entienden
el círculo horizontal que separa la parte invisible del mundo, a la que
llaman Neftis, de la visible, a la que denominan Isis, y como este
círculo toca tanto los confines de la luz como los de la oscuridad, se
puede considerar común a ambas; a partir de esta circunstancia surgió
el parecido que imaginan entre Anubis y el Perro, habiendo observado de
este animal que está vigilante tanto de día como de noche”. Es por
ello por lo que Robert Temple, en su obra “El Misterio de Sirio”,
afirma que Anubis pudiera detentar el concepto orbital de ambas
estrellas, Sirio A y Sirio B. A Isis le correspondería la descripción
de “los confines de la luz” y “lo visible”, mientras que su hermana
Neftis sería “los confines de la oscuridad” y “lo invisible”, ya que
Sirio B es oscura e invisible. Por ello Anubis es considerado por el
autor como el círculo horizontal que las divide, la órbita de la
estrella oscura alrededor de la estrella brillante. De esta relación
surge el simbolismo con el perro, con el sistema de órbitas que
conforman las estrellas de Sirio. Como el nombre de la constelación es
Can Mayor, se conoció al dios con el nombre de “Canícula”.
El dios Anubis
Otra diosa del panteón Sothico
(Sirio-Isis) es Anukis, quien navega en la misma nave celestial junto a
Isis, Neftis y Satis (Sirio A, B y C) en los relieves y pinturas
egipcios. una diosa compañera que, junto con la diosa Satis, navega en
la misma nave celestial que Isis en las pinturas egipcias. Anukis es
representada portando en sus brazos dos jarrones con los cuales vierte
agua. Los antiguos egipcios situaban su “domicilio” en Aswán, en donde
para ellos surgían las aguas del Nilo y se desbordaban hacia Nubia por
un lado y hacia el Mediterráneo por otro. Efectivamente, los remolinos
en las aguas producidos por los rápidos y las cataratas, parecían
indicar el brote continuo de agua que asociaban a los cántaros de
Anukis. Para Temple la diosa estaba relacionada con dos planetas que
poseían agua y orbitaban alrededor de Sirio.
Seres estelares, Valle de los Reyes
La correlación fonético de los dioses
también nos da una pista de su común origen. Anu es el dios del cielo
en Sumeria. En idioma sánscrito anupa significa “un país acuoso”.
Alexander Heidel escribe en The Babylonian Genesis que los dioses Enlil
y Anu eran representados como chacales, cuando el símbolo egipcio de
Anpu (Anubis) era el chacal y que Anu está relacionado con el sistema
de Sirio. Anu, asimismo, es el dios mayor de las deidades guardianas
conocidas como los Anunnakis. Resulta muy evidente la raíz sumeria Anu
en las egipcias Anubis y Anukis, implicadas con los estrellas de Sirio.
En Sumeria el vocablo “an” se
correspondía con el cielo, y Anu es el dios del cielo, que en Egipto
tuvo su correlación con Nut. Wallis Budge declara: “Es sorprendente,
por tanto, encontrar tanta similitud entre los dioses primigenios de
Sumerio y los de Egipto. Es imposible suponer que los escribas de
Asurbanipal copiaron el sistema de Egipto, o que los literatos de la
época de Seti I tomaron las ideas de los hombres ilustrados de
Babilonia o Asiria. Por tanto, eso nos conduce a la conclusión de que
tanto los sumerios como los primeros egipcios adoptaron a sus dioses
primigenios a partir de alguna fuente común pero sumamente antigua. Hay
demasiada similitud entre ambos grupos de dioses para ser accidental”.
¿Extraterrestres en Egipto?
Admitir la teoría extraterrestre para
explicar los anacrónicos logros de arquitectura e ingeniería que
encontramos en Egipto obliga a pensar en los viajes interestelares.
Para ello aquellos seres deberían dominar la tecnología criogénica, o
alguna técnica similar para quedar en animación suspendida durante los
largos periodos de viaje. Resulta muy sugerente comparar la operativa
actual para efectuar una crionización a los rituales ejercitados por
los antiguos egipcios en sus ceremonias de momificación. La extracción
de órganos para dejarse depositados en recipientes externos (a
diferencia de otro tipo de momificaciones realizadas por otras
culturas), el dejar el cuerpo sin los fluidos fundamentales, la
conservación de las partes blandas mediante las sales… Indudablemente
el cuerpo de Ramsés II, acartonado en el Museo de El Cairo, nunca
volverá a la vida, pero ¿su momificación no era la imitación de otras
técnicas más efectivas y de las que tenían referencia por parte de los
dioses?.
Momia de Ramsés II, Museo de El Cairo
Narran todas las culturas que los dioses
llegados de las estrellas ascendieron a los cielos. Pero, en el caso de
haber existido aquellos exploradores que llegaron a Egipto, nadie
puede afirmar que regresaran de nuevo a Sirio. Algunos investigadores,
entre los que se encuentra Robert Temple, baraja la posibilidad, al
dominar las técnicas de animación suspendida, foto cuerpos suspendidos
pudieran haber quedado o bien en algún lugar de nuestro planeta
(¿alguna cámara secreta aún no descubierta en la Gran Pirámide, según
narran las leyendas árabes?) o bien en algún tipo de nave nodriza en
nuestro propio sistema solar, dormidos o despertándose paulatinamente.
En las tradiciones de los dogones,
recogemos el dato de que la nave que aterrizó en la Tierra y portaba a
los nomos era ardiente y rugiente, pero que una nueva estrella pudo
divisarse en el cielo mientras ellos estaban aquí, lo que nos lleva a
pensar en esa nave nodriza. Los dogones la tienen representada en tres
dibujos donde se aprecia de diferente tamaño, como si tuviera la
facultad de contraerse o expandirse a voluntad. La llamaban “la
estrella de la décima luna”. Robert Temple se fijó en un hecho
singular: la décima luna principal de Saturno, llamada Febe, es anómala
en el sistema solar y mantiene una órbita retrógrada alrededor del
planeta, radicalmente opuesta a la de t
Febe, la décima luna
odas las demás lunas de Saturno.
Los dogones afirmaban que los nomos
regresarían a nuestro planeta y que, cuando lo hagan, conmemorarán ese
día como “el día del pez”. Aseguran asimismo que la primera pista que
anuncia su regreso será la aparición en el firmamento de una nueva
estrella, a la que llaman “estrella de la décima luna”.
¿Representan las 3 pirámides de Giza las 3 estrellas de Sirio?
Resulta sugerente la idea de que las tres
pirámides de la meseta de Giza, aparte de representar las tres
estrellas del cinturón de Orion (Osiris) representen asimismo las tres
estrellas del sistema de Sirio (Isis). La pirámide atribuida al faraón
Keops, la más grande, estaba relacionada con Isis, Sirio A, según
podemos constatar en la llamada Estela del Inventario. La estrella
Sirio A es blanca brillante, con una temperatura superficial de
alrededor de 10.000 grados centígrados. Curiosamente la Gran Pirámide
poseía un revestimiento muy pulido de fina caliza de la cantera de
Tura. Se tiene constancia, por análisis efectuados por André Pochan y
W.M. Flinders Petrie, que dicho revestimiento estuve pintado con una
leve solución a base de óxido de hierro para potenciar su luminosidad
ligeramente dorada. Por ello, al igual que la estrella Sirio A, la
pirámide podía verse, cuando los rayos de sol incidían sobre ella,
desde una distancia de 80 kilómetros, sirviendo de faro a las caravanas
de peregrinos que se acercaban a ella para su adoración como templo
solar.
Meseta de Giza
Sirio B es actualmente una enana blanca,
aunque anteriormente debía de haber sido una gigante roja. En la meseta
de Giza estaría representada en la pirámide atribuída a Kefrén, cuyo
revestimiento superior era de color blanco, similar a la Gran Pirámide,
pero que en la parte inferior está compuesto por bloques de granito
rojo, por lo que la pirámide tenía dos colores, rojo y blanco,
posiblemente para significar que la estrella cambió del rojo al blanco.
Los astrónomos Daniel Benest y J.L.
Duvent, descubridores en 1995 de Sirio C, la definieron como enana roja
o, incluso, una enana marrón. Sorprendentemente la pirámide de
Micerinos, que podría representar a Sirio C, estuvo completamente
revestida de granito rojo de Aswán.
De ser cierta esta hipótesis, si las tres
pirámides de la meseta de Giza representan a las tres estrellas del
sistema de Sirio, tendríamos que evaluar si las llamadas pirámides
“satélites” se debieran corresponder con posibles planetas que giran
alrededor de ellas. Sirio A tendría 3, Sirio B tendría 1 y Sirio C
tendría 3. Obviamente nuestra tecnología astronómica no llega a evaluar
los posibles planetas orbitales de las estrellas de Sirio, aunque
tampoco, hasta hace muy pocos años, se conocían las propias estrellas
de la constelación.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: maestroviejo
El origen de los antiguos dioses de las tradiciones egipcia, sumeria y dogón, está directamente relacionado con un astro que presumiblemente forma parte de nuestro Sistema Solar. Horus de la Duat, Nibiru e Ie Pelu Tolo es su nombre respectivo en las culturas señaladas. Recientemente se ha publicado un libro que lo explica todo a la perfección. Se llama "NIBIRU. Si no existe habrá que inventarlo" de Samuel Garcia Barrajón
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