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viernes, 1 de junio de 2012

«Puede que se haya descubierto ya un planeta con vida», afirma Didier Queloz


El descubridor del primer exoplaneta pronuncia una conferencia en Madrid sobre la búsqueda de nuevos mundos en el cosmos


«Puede que se haya descubierto ya un planeta con vida», afirma Didier Queloz

El astrofísico Didier Queloz afirma que puede que se haya descubierto vida en algún planeta y todavía no lo sepamos

El descubridor del primer exoplaneta, un planeta que no pertenece al Sistema Solar, el astrofísico Didier Queloz, ha señalado que «puede que ya se haya detectado un planeta con vida, pero mientras no se analice su atmósfera no se podrá saber», informa Europa Press.
El análisis atmosférico es «el paso natural» a encontrar vida porque es la atmósfera la que determina la presión y la temperatura de un planeta y, por tanto, su capacidad para albergar agua y vida. Desde que hallara el primer exoplaneta en 1995, Queloz ya ha descubierto más de un centenar de cuerpos en torno a estrellas distintas del Sol y continúa su búsqueda «con instrumentos que cada año son más sensibles» y, por tanto «permiten hacer un mejor trabajo». Su aspiración «más profunda» es analizar la composición química de estos planetas de nuevo descubrimiento.
El científico ha indicado que actualmente es «imposible saber cuándo se va a encontrar vida en el Universo» porque, para ello «aún queda un largo camino». «Primero hay que saber qué planetas tienen posibilidades», unos datos que se consiguen a través del análisis de su atmósfera. El astrofísico ha indicado que el estudio atmosférico es «difícil» ya que «tiene que ver mucho con la meteorología» y, por tanto los resultados dependerán de la zona en la que se mida. «En el caso de la Tierra no sería lo mismo medir la temperatura en el Sáhara que en Noruega», ha señalado. Además de que también es «importante» la situación de su órbita «y en qué estación o época se encuentra».

Revolución en la astrofísica

Para Queloz, la astrofísica está actualmente «en plena revolución» dado los grandes cambios que esta ciencia ha sufrido en los últimos años, en parte gracias a la evolución tecnológica. «Hace 500 años nadie podía imaginarse que se iba a estar estudiando el espacio de esta manera».
Uno de los instrumentos que más ayudarán al campo será el HARPS-North, instalado en el Observatorio Roque de los Muchachos (La Palma), que «ampliará la búsqueda al cielo del hemisferio norte y permitirá estudiar específicamente una de las clases de planetas menos conocidas hoy en día: las 'supertierras'».
Las mayoría de los más de 700 exoplanetas catalogados hasta ahora son gigantes gaseosos, como Júpiter, con cientos de veces más masa que la Tierra, pero la nueva generación de instrumentos, más sensibles, descubren que cada vez más planetas de poca masa, hasta unas 15 veces la masa de la Tierra. «Este tipo de planetas es un territorio del todo desconocido», ha explicado Queloz, quien ha añadido que «se sabe que algunos son rocosos, pero otros son gaseosos», un rango de masas en el que «se pueden construir planetas muy distintos».

A la búsqueda de otro sistema solar

Queloz también considera prioritario aclarar si los sistemas solares parecidos al que pertenece la Tierra son «la excepción o la regla». «El telescopio Kepler ha encontrado muchos sistemas planetarios, pero todos son muy compactos, los planetas están muy cerca de su estrella», ha indicado el astrofísico que se ha preguntado: «¿Por qué el Sistema Solar no es así?». «Se sabe que un 5 por ciento de estrellas tienen planetas gigantes gaseosos, como Júpiter, y que un 30 por ciento tienen 'supertierras', pero no se sabe la frecuencia de sistemas planetarios como el Sistema Solar», ha indicado.
Para Queloz, la solución a estas cuestiones pasa por crear más instrumentos: «Detectar una verdadera Tierra en una órbita como la de la Tierra será muy difícil, incluso para HARPS. Así, hay que preparar telescopios para el futuro inmediato».
El científico participa en el ciclo «La ciencia del Cosmos» de la Fundación BBVA con la conferencia «A búsqueda de nuevos mundos en el cosmos».



 
Fuente:    ABC

Confirmado: la Vía Láctea chocará con Andrómeda


El acontecimiento, que tendrá lugar dentro de 4.000 millones de años, cambiará para siempre el aspecto del cielo y, de paso, la historia de nuestro Sol y su sistema de planetas




Colisión de Andrómeda con la Vía Láctea

Un grupo de investigadores de la NASA acaba de calcular cómo se producirá exactamente la titánica colisión entre la Vía Láctea, nuestra galaxia, y su vecina más cercana, Andrómeda. El acontecimiento, que tendrá lugar dentro de 4.000 millones de años, cambiará para siempre el aspecto del cielo y, de paso, la historia de nuestro Sol y su sistema de planetas. Estas conclusiones se publicarán en tres estudios diferentes en Astrophysical Journal.
Hace mucho tiempo que los astrónomos saben que la Vía Láctea y su vecina Andrómeda se atraen mutuamente, y que se están acercando la una a la otra en una especie de «danza cósmica» que se alimenta de la fuerza de gravedad combinada de los dos gigantes. Sin embargo, hasta el momento nadie ha podido asegurar con certeza si las dos galaxias acabarían chocando en el futuro o si, por el contrario, solo se «rozarían» deslizándose muy cerca la una de la otra.
Ahora, y gracias a datos muy precisos sobre el movimiento de Andrómeda obtenidos con el telescopio espacial Hubble, la hipótesis de la colisión se convierte en realidad. Las dos galaxias están en ruta directa de colisión y su choque es, por lo tanto, inevitable. El evento, durante el que la Vía Láctea y Andrómeda se fusionarán, dando lugar a una nueva y gigantesca galaxia elíptica, se producirá dentro de 4.000 millones de años.
«Nuestros datos -explica Roeland van der Marel, del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial, en Baltimore- son estadísticamente consistentes con una colisión frontal entre Andrómeda y la Vía Láctea».
Pero pensemos por un momento en lo que significa, en un contexto galáctico, la expresión «colisión frontal». La Vía Láctea, nuestro hogar en el Universo, tiene un diámetro de unos 100.000 años luz (más o menos un trillón de km.) y contiene entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas. Nuestro Sol es sólo una de ellas. Andrómeda, por su parte, es aún mayor, probablemente el doble (aunque la medida exacta es difícil de calcular) y contiene, según datos recientes del telescopio Spitzer, cerca de un billón de estrellas. Es decir, dos veces más que nuestra propia galaxia.
Andrómeda y la Vía Láctea son, de hecho, los dos miembros más grandes de los treinta que conforman el grupo local de galaxias. Cuando se encuentren, ambas se fusionarán, miles de estrellas saldrán despedidas en todas direcciones, como si se tratara de un inmenso avispero que tardará, por lo menos, otro par de miles de millones de años en calmarse. Sorprendentemente, es posible que el Sol y la Tierra (si es que para entonces aún existe) sobrevivan y se libren con una simple «patada gravitatoria» que les colocará, eso sí, en una posición que nada tiene que ver con la que ocupan hoy en día.

Llegar a la Luna en una hora

En la actualidad, Andrómeda, también llamada M31, se encuentra a unos 2,5 millones de años luz de distancia de nosotros (un año luz equivale a 9,5 billones de km) , pero se nos acerca a la nada despreciable velocidad de 400.000 km. por hora. O lo que es lo mismo, a 91 km. por segundo. Para hacernos una idea, baste decir que a esa velocidad se podría llegar a la Luna en apenas una hora.
La escena, bromean los investigadores, recuerda a la de un bateador de beisbol que observa la pelota mientras se dirige directamente hacia él. Con la diferencia de que, aunque Andrómeda se acerca unas dos mil veces más rápido que la pelota, tardará 4.000 millones de años en llegar.
Las simulaciones construídas a partir de los datos del Hubble sugieren que, después del primer encontronazo, serán necesarios por lo menos otros 2.000 millones de años para que las dos galaxias se fusionen por completo, sus estrellas se coloquen en posiciones estables y surja una nueva y gigantesca galaxia elíptica, muy parecida a las que abundan en nuestro sector del Universo.
Sin embargo, y a pesar de que el futuro de Andrómeda es el de «incrustarse» dentro de la Vía Láctea, la inmensa mayoría de las estrellas que forman ambas galaxias no chocarán entre sí durante el «encuentro». De hecho, existe el suficiente espacio entre estrella y estrella como para que la fusión se produzca sin demasiadas colisiones individuales.
Eso sí, casi todas ellas serán impulsadas hacia órbitas muy diferentes de las actuales alrededor del nuevo centro galáctico. Las simulaciones muestran que, muy probablemente, nuestro Sistema Solar se verá impulsado hacia el exterior, y ocupará una posición mucho más alejada del corazón galáctico que en la actualidad.
Para complicar un poco más las cosas, entrará en juego un tercer actor, aunque con un papel secundario. Se trata de la galaxia del Triángulo (o M33), una «pequeña» galaxia satélite de Andrómeda (que sólo tiene unos 40.000 millones de estrellas) y que también se verá involucrada en el «baile».
Los cálculos indican que M33 «revoloteará» alrededor de los dos gigantes mientras dure su interacción, y que sólo más tarde terminará a su vez chocando con la nueva galaxia resultante. Existe, no obstante, una pequeñísima posibilidad de que M33 colisione directamente con la Vía Láctea antes de que se produzca el «gran encuentro».

Fuente:    ABC

Fijan el día exacto de la muerte de Jesús Tras analizar la historia sísmica de la zona, determinan que la crucifixión y muerte de Jesucristo tuvo lugar el viernes 3 de abril del año 33.




Geólogos estadounidenses y alemanes dicen haber determinado la fecha exacta de la muerte de Jesús a partir del análisis de la actividad sísmica en la zona del Mar Muerto.
En declaraciones recogidas por la agencia KAI, Jefferson Williams, de la organización Supersonic Geophysical,  y Markus Schwab y Achim Brauer, delCentro de Investigación Geológica de Alemania, sostienen que la crucifixión y muerte de Jesucristo tuvo lugar el viernes, el 3 de abril de 33 de nuestra era.
Los investigadores compararon los datos sísmicos con el texto del Nuevo Testamento y con las observaciones astronómicas. La cronología de los terremotos en la región del Mar Muerto mostró que la zona, a unos 20 kilómetros de Jerusalén, sufrió un fuerte  terremoto en el 31 antes de nuestra era y otro en el periodio que va del año 26 al 36.
El segundo terremoto se produjo en los días cuando Poncio Pilato era procurador de Judea. La muerte de Jesús en este momento se confirma porlos cuatro evangelios y los textos del historiador romano Tácito.
Williams explica que en el capítulo 27 del Evangelio de San Mateo se relata que cuando Jesús estaba agonizando en la cruz, un terremoto sacudió la zona, esparciendo las tumbas y oscureciendo el cielo
 
 
 
Fuente:    sabiens

Los indígenas de Colorado tenían un ancestro judío.



Una modificación específica en su ADN data de la época de los viajes de Cristóbal Colón. Un grupo de genetistas israelíes halló en el genoma de 16 familias estadounidenses de origen navajo, que pueblan el oeste del Estado de Colorado, las señas claras de las raíces hebreas. 

Todas compartían la denominada mutación Ashkenazí , que habría sido introducida hace poco más de 500 años. Inicialmente el Centro Médico 'Sheba' llevaba a cabo el monitoreo de la presencia en el ADN de los habitantes de distintas partes del mundo de un gen supresor de tumores. 

El elemento del genoma situado en el cromosoma 17 y llamado BRCA1 puede sufrir varias modificaciones, siendo la más conocida el factor responsable del desarrollo del cáncer de mama y ovarios. Casi todos los asquenazí —los judíos cuyos antepasados poblaban en la Edad Media la Europa Central y Oriental— y muchos de los sefardíes, es decir los hebreos ibéricos, tienen la variación del gen que les hace más vulnerables ante el riesgo de la enfermedad maligna. 

Un análisis computarizado de las muestras recopiladas de tejidos de los navajos reveló que padecen de la misma desventaja genética, la cual no caracteriza a ningún otro pueblo del mundo. Eso significa, concluyeron los especialistas del centro ‘Sheba’, que los indígenas tenían a un ancestro común quien pertenecía a la etnia judía. Es más, las tecnologías avanzadas de la genética les facilitaron especificar el período más o menos exacto en el que vivió aquel progenitor. Era “un judío que se trasladó de Europa al Nuevo Mundo hace poco más de 500 años, en la época cuando Cristóbal Colón descubría América y mientras la población hebrea era expulsada de España”, según indicó al diario ‘Haaretz’ un miembro del colectivo científico. 

Pero los indígenas de Colorado, resaltó, nunca han mostrado un mínimo conocimiento de las costumbres judías. Tampoco tienen leyendas que permitan vincularlos con los antepasados del Viejo Mundo. A raíz de eso los investigadores israelíes se han perdido en conjeturas, intentando explicar cómo la sangre de un probable participante de los viajes de Colón podía llegar desde las islas Antillas o el litoral caribeño hasta Colorado. 

Supusieron que se trata de un grupo de indígenas procedente de Sudamérica que allí mismo entró en contacto con el judío. Posteriormente emigrarían primero a México y luego al norte del continente. Asimismo se podría atribuir a los genes sefardíes en los navajos a la expedición perdida del navegante portugués Gaspar Corte Real, ya que históricamente la actual tribu de Colorado poblaba algunos territorios del Canadá, cuyo Este extremo seguramente visitó en 1500-1501 aquel viajero desafortunado. 


Fuente:    sabiens

OVNIS en Japón filmados desde el mar captados el 31 de mayo.










 
Fuente:    youtube