Millones de personas alrededor del mundo han tenido esa experiencia, y no ha sido nada amigable, por el contrario, se refieren a ella como la peor pesadilla de sus vidas.
Muchas
veces la persona no está consciente de lo que le ha sucedido. De
repente tiene crisis de ansiedad, terrores nocturnos, ataques de pánico,
inestabilidad emocional y sensación de que lo están vigilando. En su
cuerpo aparecen pequeñas cicatrices, punzadas como de agujas o
quemaduras, todas ellas inexplicables. Sufren pesadillas en las que se
ven siendo examinados en especies de consultorios médicos, y en
presencia de seres de aspecto extraño.
El
miedo a ser tachados de locos, mentirosos o fantasiosos, les impide
buscar ayuda profesional, pero cuando deciden ir a ver al médico e
incluso al psiquiatra, logran recordar generalmente bajo hipnosis lo que
generó esas secuelas físicas y psicológicas, y descubren con horror que
han sido víctimas de un caso de abducción o secuestro por
extraterrestres.
No importa en qué
parte del mundo viva la persona, los detalles de los testimonios son
sorprendentemente similares. Son llevados contra su voluntad hasta una
nave donde son desvestidos, acostados en camillas metálicas, duras y
frías y examinados. Les sacan muestras de sangre, muestras de semen en
el caso de varones o les extraen óvulos en el caso de las mujeres.
También como muchos han narrado, les pasan por todo el cuerpo una
especie de escáner de luz, un “hula hula” que los recorre de arriba
abajo. Hombres, mujeres y niños reportan los mismos sucesos, aunque
estén a miles de kilómetros unos de otros.
Han
sido tantas las personas que contaban la misma historia y tan
inquietantes las secuelas que padecían que prestigiosos científicos y
destacados ciudadanos como el Dr. John E. Mack, psiquiatra
estadounidense, profesor en la escuela de Medicina de la Universidad de
Harvard, autor de varios libros y ganador del premio Pulitzer; el Dr.
David M. Jacobs, profesor de historia de la Universidad de Temple in
Filadelfia y Budd Hopkins, un renombrado artista, autor y uno de los
pioneros en estudiar el fenómeno de la abducción por extraterrestres, se
dedicaron a estudiar cientos de casos de personas que manifestaban
haber sido llevados contra su voluntad por seres extraterrestres. En
Argentina, el psiquiatra Dr. Néstor Fabián Berlanda y el psicólogo
clínico Juan José Acevedo, estudian desde hace años los llamados
“traumas anómalos” y raptos por entidades no humanas.
Peso a esto, la mayoría de médicos todavía se rehúsa a creer las historias de personas que dicen haber visto naves interplanetarias y haber sido secuestrados por seres pequeños de color gris o verdoso, de cabezas desproporcionadas, sin cabello, muy delgados, de brazos y dedos largos y enormes ojos negros.
Generalmente les diagnostican esquizofrenia y
otros padecimientos mentales y les recetan medicamentos para calmar la
ansiedad y el estrés.
Sin embargo, el
fenómeno de la abducción es el que mejor puede estudiarse, y el que deja
verdaderas pruebas, como los que hemos mencionado: quemaduras por
radiación, pinchazos, cicatrices, y además los llamados implantes, que
son diminutos objetos incrustados en el cuerpo de las personas
secuestradas y que son descubiertos a través de radiografías.
El
Dr. Roger Leir, cirujano podólogo de California, EE.UU., ha investigado
las abducciones y extraído al menos 16 implantes del cuerpo de varios
abducidos. Los objetos removidos mediante cirugía tenían las
características de ser metálicos, pero unidos por terminaciones
nerviosas al cuerpo. Son altamente magnéticos y transmiten señales de
radio. Las personas que los tenían no saben cómo habían llegado hasta
ellos, ni por qué razón estaban en sus cuerpos. Una vez extraídos del
paciente, los implantes parecen degradarse rápidamente y perder sus
propiedades.
Se cree que son usados
por los alienígenas para rastrear en todo momento a la persona y poder
localizarla fácilmente. Se piensa que los implantes transmiten
información sobre los cambios hormonales en el cuerpo, no solo a través
de los años, según se llega a la pubertad o la menopausia, sino
mensuales, con la ovulación.
Uno de
los primeros casos de abducción registrados sucedió en Minas Gerais,
Brasil, en 1957.
El joven granjero Antonio Villas Boas araba el campo
cuando apareció una nave desconocida que aterrizó cerca de su tractor.
Varios seres salieron de ella y lo llevaron a la nave en forma de huevo
donde lo desvistieron y lo hicieron mantener relaciones sexuales con un
ser de apariencia humana.
Otro caso
que sucedió en los Estados Unidos en 1961 y que fue el primero
ampliamente publicitado es el de Betty y Barnie Hill, una pareja de
esposos que viajaban en su auto tarde en la noche por las carreteras del
noreste del país, cuando se les apareció una luz brillante que después
vieron que era una nave desconocida. Trataron de escapar de ella y lo
siguiente que recordaban era llegar a casa al alba. Bajo hipnosis,
ambos mencionaron haber sido llevados al interior de la nave donde se
les practicaron exámenes físicos. El periodista John G. Fuller escribió
en 1966 el libro The Interrupted Journey (El Viaje
Interrumpido) donde narra este caso, el cual motivó a muchas otras
personas a contar también sus propias experiencias.
En
1975 en Arizona, el leñador Travis Walton fue secuestrado por un OVNI
frente a sus amigos, reapareciendo hasta cinco días después,
completamente desnudo y aterrado. Sobre este caso se realizó la
película Fuego en el Cielo, en 1992. Como estos, ha habido millones de
casos mas o menos publicitados, en todo el mundo.
Las
personas que sufren estas experiencias manifiestan que sus vidas
cambian radicalmente. Se sienten solas, angustiadas, sin que nadie, ni
siquiera sus más cercanos familiares, crean sus historias y les exigen
no hablar de “eso”. Reciben la burla de los amigos y la acusación de
estar poseídos por demonios por parte de miembros de las iglesias a las
que pertenecen. Pronto aprenden a sufrir en silencio y a no hablar más
de lo que los aflige. En Estados Unidos y otros países, sin embargo, se
ha iniciado la terapia en grupo, donde estas personas pueden comentar
lo que les ha pasado con otros que han pasado por lo mismo, bajo la guía
de un profesional en salud mental.
La
abducción puede darse en el campo o en la ciudad; estando sola la
persona o en grupo, yendo en un carro o a pie; de día o de noche. Este
fenómeno se da también a través de distintas generaciones, comprobándose
que abuelos, hijos y nietos de una misma familia lo han sufrido. Una
señal probable de que una persona ha sido secuestrada por
extraterrestres, además de los síntomas mentales que hemos mencionado,
es el abundante sangrado nasal a veces repetido y sin razón aparente.
Algo
común en los casos de secuestro son las “visitas de dormitorio”. La
persona es sacada de su cama en mitad de la noche y llevada de alguna
forma a través de ventanas cerradas o paredes, hasta una nave donde son
examinadas y luego devueltas a casa, sin que su pareja se despierte.
La persona generalmente se siente paralizada, con un fuerte hormigueo
por todo el cuerpo y no atina a entender qué fue lo que le sucedió.
En
Costa Rica, Enigma tico ha recibido testimonios sobre casos de
abducción de distintos lugares del país, como San José, la zona sur,
Puntarenas, Alajuela y la región del Caribe.
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