Craig Venter y Jonathan
Rothberg, dos auténticos magnates de la biotecnología, están
desarrollando (cada uno por su cuenta) versiones ultraportátiles de
máquinas secuenciadoras de ADN. El objetivo de ambos es llevarlas a
Marte y probar, de una vez por todas, que el Planeta Rojo es capaz de
albergar vida. Según detalla Technology Review, podríamos estar ante una
auténtica carrera por conseguir el primer genoma extraterrestre.
Ambos magnates, en
efecto, están convencidos de que en Marte sigue habiendo vida en la
actualidad. Y la única forma de detectarla es llevar hasta el planeta
rojo un secuenciador de ADN, algo que no se ha hecho hasta ahora.
Por eso Craig Venter, el
hombre que estuvo a punto de adelantarse al consorcio internacional que
secuenció el genoma humano, y el mismo que en 2010 sorprendió al mundo
con el anuncio en Science de la creación de una célula viva con un
genoma artificial, se ha empeñado ahora en ser el primero en conseguir
una muestra de material genético extraterrestre. Y por eso, Jonathan
Rothberg, fundador de Ion Torrent y uno de los “padres” de los métodos
actuales de secuenciación genética, se ha empeñado también en conseguir
lo mismo. “Queremos estar seguros -dijo Rothberg a Technology Review- de
que Ion Torrent vaya a Marte”.
Venter asegura que los
investigadores de su equipo ya han empezado a hacer pruebas en terrenos
muy parecidos a Marte, en el desierto californiano de Mojave, uno de los
lugares donde la NASA testea sus futuros vehículos y experimentos en el
planeta rojo. Y que está a punto de conseguir el objetivo de poner a
punto una máquina que sea capaz, de manera completamente autónoma, de
aislar microbios de las muestras de terreno, secuenciar su ADN y enviar
después los datos a un ordenador lejano.
Por su parte, la
“Máquina Personal de Genoma” de Rothberg ya está siendo adaptada a las
condiciones de trabajo en Marte, como parte del programa SET-G (Search
for Extraterrestrial Genomes) del MIT y la Universidad de Harvard y
financiado por la propia NASA. Ahora bien, cómo llevarán los dos
magnates (o uno de ellos) sus máquinas hasta el planeta rojo? Tras el
aterrizaje del Curiosity el pasado mes de agosto, no está prevista otra
misión a Marte por lo menos hasta 2018, y por ahora nadie ha dicho que
en ella vaya a viajar también un secuenciador de ADN. Al contrario, las
intenciones de la agencia parecen orientarse a la posibilidad de llevar a
cabo una misión de “ida y vuelta”. Es decir, una que sea capaz de
obtener muestras de Marte y de traerlas después a la Tierra para
analizarlas a fondo en las grandes instalaciones científicas.
Pero Venter y Rothberg
están convencidos de que ese no es el mejor método, ya que existe el
riesgo de que esas muestras se contaminen con material biológico
terrestre e invaliden los resultados. En caso de ser positivos, las
dudas de contaminación suscitarían una polémica interminable y la
cuestión de si hay o no vida en Marte seguiría estando abierta. Por eso,
ambos creen que lo mejor es analizar ese posible ADN “in situ”, sobre
el propio terreno marciano, lo que despejaría todas (o casi todas) las
dudas sobre los resultados. Los detractores de la idea, por su parte,
subrayan las limitaciones de estas máquinas. Por un lado, deberían ser
capaces de realizar una tarea muy compleja de forma totalmente autónoma,
algo que aún no está plenamente conseguido. Pero por otro, y esto es lo
importante, sólo tendrían éxito en su cometido si el ADN marciano fuera
exactamente igual al de la Tierra.
Un material genético
diferente no podría ser detectado. Vida resistente La apuesta, pues, es
arriesgada y no tiene garantías de éxito. Pero muchos piensan que vale
la pena intentarlo, ya que el premio, si se produce, sería enorme.
Además, otras evidencias apuntan a que el ADN marciano, de existir,
tiene muchas posibilidades de ser el mismo que hay en nuestro planeta.
Se ha calculado, por ejemplo, que durante los últimos cuatro mil
millones de años y gracias a un gran número de colisiones e impactos de
meteoritos, ambos mundos han intercambiado, por lo menos, mil millones
de toneladas de rocas. Y la Ciencia sabe que la vida puede viajar en
esas rocas y desplazarse así de un planeta a otro. Por otra parte Venter
y Rothberg, cada uno por su lado, creen firmemente que la vida puede
haber resistido en Marte después de que el planeta perdiera las
condiciones favorables que se dieron en él al principio de su
existencia. Y si bien es cierto que la intensa radiación a la que está
sometida la superficie de Marte hace inviable cualquier forma de vida,
también lo es que ésta podría haberse refugiado a varios metros bajo
tierra.
En nuestro planeta, por
ejemplo, se han llegado a encontrar organismos vivos a varios kilómetros
de profundidad. Si su idea se demostrara acertada y efectivamente
consiguiera algún material genético marciano, Venter intentaría después
reconstruir en sus laboratorios organismos vivos de Marte. Eso sí, en un
laboratorio de alta seguridad, para evitar que esos organismos queden
libres y puedan causar algún daño a los seres vivientes de la Tierra.
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