Ante
las múltiples afirmaciones de su presencia, la pregunta lógica
es ¿por qué no bajan de una vez y se dan a conocer?... Desde 1947 miles
de personas en todo el mundo contemplan las evoluciones de extraños
artefactos de características técnicas revolucionarias que, lejos de
ocultarse, se exhiben ante las multitudes cada día con mayor audacia.
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¿Se trata de un vasto
plan educativo a largo plazo, con el ánimo de
ir habituando lenta pero eficazmente a la población en cuanto a
la constante presencia
extraterrestre?...Con este método de montar un perenne
espectáculo en los cielos, en medio siglo habrán domesticado la
recalcitrante mente humana, que acabará aceptándolos como un fenómeno de
rutina. Milagros del precontacto indirecto, que equivale a una
impresionante campaña de relaciones públicas en orden a crear una
seductora imagen interplanetaria.
El no-contacto es una realidad, sin perjuicio de que entre los extraterrestres y la raza humana se estén produciendo, en gran escala, otras modalidades menos patentes de interrelación, distintas al contacto abierto. En otras palabras, aunque el hombre de la calle no lo sepa, el contacto existe según los «contactados»-, no sólo en una sino en varias formas, y la única suerte de comunicación por ahora ausente, es el establecimiento de relaciones bilaterales, ostensibles y a la vista de todos. Pudiera ser que un acercamiento mutuo se conceda en exclusividad a las especies evolucionadas y que el aislamiento, al menos parcial, de la raza inferior con respecto a la superior, sea la tónica ante civilizaciones que se encuentran en su primer estadio de despegue cultural. ¿Vivimos en un planeta joven y por ello la transferencia de información en dos direcciones no está aún formalizada?... ¿Somos una excepción, es atípico y claramente anormal lo que está ocurriendo aquí?, ¿O estamos experimentando la secuencia rutinaria de acontecimientos que han tenido lugar anteriormente en trillones de planetas? Las generaciones venideras tal vez encuentren explicaciones a tantos desalentadores interrogantes sobre la normativa del canje de embajadores entre planetas. Por nuestra parte, hemos de contentarnos con ejercitar la imaginación controlada y recomponer el imposible rompecabezas en base a un ingente montón de datos aislados. Se reportan unas cien observaciones al día, pero como sale a la luz un exiguo diez por ciento de los casos, quiere decir que se producen más de treinta mil incidentes en el mes, y millares de fotografías, captaciones de radar, aterrizajes, paseos de humanoides y monstruos antiestéticos, huellas y residuos en el terreno, agresiones, raptos de personas, «contactados» y el cuento de nunca acabar. Un espionaje bien planeado, que se concentra preferentemente en determinadas áreas neurálgicas: embalses de agua potable, instalaciones atómicas, bases militares, grandes factorías, centrales eléctricas, torres de microondas, nudos de comunicaciones y otras. Como ha comentado Aimé Michel, la ausencia del contacto es uno de los elementos del magno «festival del absurdo» extraterrestre, y el problema número uno que nos plantea el fenómeno. ¿Por qué no se manifiestan?, clama la opinión pública. Al estudiar una batería de eventuales respuestas, es preciso recordar que quizás no obedezcan a un solo motivo sino a muchos, como corresponde a la pasmosa complejidad del problema del no-contacto. Algunas Posibles Respuestas
La situación y
desarrollo evolutivo de un sistema no pueden ser alterados por agentes
externos al mismo, a fin de que los miembros de este colectivo asuman la
responsabilidad de adoptar decisiones autónomas, de ejercer el derecho a
crear su propio destino sin interferencias exógenas. Según este
principio de no-intervención, ninguna humanidad planetaria está
autorizada a perturbar el curso histórico de otra, a excepción de los
centros decisorios encargados por la legislación del universo
observable, de su supervisión, dirección y control. Su equivalencia a
escala unitaria es la sagrada preservación del libre albedrío
individual, ya que la realidad podría ser un conjunto de radical y
absoluta autodeterminación en todos sus múltiples niveles.
Hay quienes opinan que el no-contacto es sólo transitorio; algo así como una medida precautoria, o cuarentena. Por ahora se encuentran interrumpidas las comunicaciones inter-espaciales, debido a violaciones históricas de la normativa global. En terminología teológica el bloqueo provisional de relaciones abiertas bilaterales sería producto del pecado original o de la rebelión de Lucifer. La teoría del aislamiento punitivo es vigorosamente defendida por los anónimos autores del fascinante «Libro de Urantia» (Chicago, 1955). Es posible que haya un insalvable desnivel de psiquismo entre los supuestos visitantes y nosotros. Una comunicación eficaz implica la comprensión del mensaje recibido. Pero supongamos que las especies que merodean por nuestra atmósfera hayan seguido otra línea evolutiva; su inteligencia se ha desarrollado en diferente dirección o pertenecen a sistemas que nos son abismalmente extraños (multidimensionalidad, universos paralelos, frecuencias vibratorias interpenetradas, «realidades probables» de Seth, etcétera), con un mecanismo cerebral (y su consiguiente proceso lógico), aparato psíquico y dotación sensorial fantásticamente diversos a los del Homo Sapiens. En tales circunstancias (muy probables además en un universo cuya primera magnificencia observable es su asombrosa diversidad), cabe esperar barreras mentales y lógicas infranqueables, la incomunicabilidad radical entre sistemas. Lo que no debe de extrañarnos, pues somos incapaces de dirigir signos y señales reconocibles a los millones de especies animales que nos rodean y no sabemos decirle «me gustas» a un rododendro. Pudiera ser también que no bajen para no enfermar pues no son inmunes a los gérmenes y dolencias terrestres. O bien porque no soportan nuestro medio. Hay otra «atmósfera» psíquica o radio-biológica, que tampoco resisten según algunos «contactados». Son gente normal, incapaz de convivir en un ambiente de odio y miseria ética tan degradado como el terrestre. Se sienten desgraciados en mitad de un océano de pensamientos y vibraciones «densos» y de baja estofa. Si tienen un nivel tan alto y tan desarrollado de inteligencia, puede ser que no les causemos ninguna gracia. Exponerse a nuestro rudimentario sentido del humor, perturbaría gravemente sus circuitos anímicos. Ni siquiera se conmoverían con las sutiles ironías británicas y encontrarían intolerable convivir con personas que no les capten al vuelo sus «golpes». Sólo este importante motivo sería ya una explicación para el no-contacto. Somos Muy Primitivos
A quién se le ocurriría
«contactar» con un montón de estiércol?... Nuestra perpetua historia de
sangre, sudor y lágrimas hace sospechar que nos han destinado a un
receptáculo de vida de moralidad atípica, donde por razones de economía y
eficiencia penal han concentrado a los espíritus delincuentes,
incorregibles y gamberros de una vasta región de la
Vía Láctea. Un maldito basurero cósmico, donde sufren condena
toda suerte de canallas
e inadaptados, no merece desde luego lazos de amistad. Y no
debemos culparles; reconozcamos que nadie va de gira a un Sing-Sing
debidamente aislado en el espacio y que no es apetecible tratar con el
«lumpen» residual de desterrados de muchos planetas cercanos, al menos
antes de que se reformen y rehabiliten.
Supongamos que les da por abrir la espita del contacto. ¿A quién se dirigen?. .. ¿A la Casa Blanca, al Kremlin, al Papa o a Lola Flores? No hay representación válida para negociar a la única escala concebible que es la planetaria, dado que un planeta (o quizás un sistema solar) es la mínima célula político-administrativa viable a efectos de un pacto con El Espacio. El contacto aguarda, como mínimo, a que organicemos un gobierno mundial respaldado fehacientemente por la voluntad popular, capaz de designar interlocutores acreditados y de promulgar disposiciones legales que regulen pacíficas y constructivas relaciones interplanetarias. Tal vez sólo les mueva el deseo de aprender y una aséptica curiosidad científica. Nos analizan fascinados como a insectos y, con sus métodos prodigiosos de observación a distancia, no necesitan conexiones personales. Están investigando cuidadosamente toda la estructura terrestre y buscan un buen índice de fiabilidad en los resultados. Para ello, un principio generalmente aceptado de metodología científica aconseja reducir al mínimo la influencia de los instrumentos de examen en el sistema observado, máxime si sus componentes están dotados de inteligencia, pues ya se sabe que la gente modifica su comportamiento normal cuando se siente observada. Suspensión Transitoria Del Contacto
La «Rand Corporation»
formuló una serie de recomendaciones para los astronautas de la NASA en
su prevista exploración de planetas cercanos, y son todas ellas un
lúcido manual de prudencia interplanetaria que
Otto Binder resume así:
Las operaciones
descritas, que requerirán varias incursiones, puede ser necesario
mantenerlas durante un largo período de años o incluso de varias
décadas, y siempre con un completo sigilo sobre la existencia de las
aeronaves oriundas de la Tierra.
Por lo que se ve, una
explícita antología de procedimientos de no-contacto es detalladamente
aconsejada por la Rand, «el mayor embalse de energía cerebral al
servicio de cualquier gobierno».
Contacto Secreto
Se ha especulado sobre
una «Cosmic Connection», el eventual acercamiento de los ufonautas a la
«élite» que detenta el poder decisorio, cuidándose bien ambas partes de
que negociaciones tan explosivas no trasciendan a la opinión pública.
Cabe considerar dos variantes distintas de semejante hipótesis:
Contacto Privado
En esta categoría
incluimos a los polémicos «contactados», que afirman recibir datos
descriptivos de la realidad, proporcionados por agentes no
convencionales que se valen de una amplia gama de métodos de
comunicación: encuentros persona-a-persona, con figuras antropomórficas
que descienden de un ovni, con entidades súbitamente materializadas
delante del testigo, por telepatía, a través de un «médium» en estado de
trance, por escritura automática, en forma de escritos anónimos
recibidos por correo, etcétera. Se trata de un prototipo de contacto
aislado, unipersonal y altamente selectivo, ya que los testigos son
cuidadosamente elegidos por ciertas cualidades específicas apropiadas
para el desempeño de la extraña misión que se les encomienda, abundando
entre ellos los inadaptados y oligofrénicos, gente inestable y toda
suerte de personalidades inestables y de ovejas negras.
Los «hombres-contacto» han florecido en gran escala desde la década de los años cincuenta, cuando abrió brecha el muy discutido (casi como todos ellos) George Adamski. Su número es mucho mayor de lo que se cree: los investigadores Don Elkins y Carla Rueckert han estudiado más de dos mil casos, el francés Jean-Pierre Troadec doscientos setenta y la Universarium Foundation de Portland (Oregón) insinúa que la nómina mundial asciende a doce mil. El volumen de información transvasada vía «contactados» es verdaderamente inmenso; calculamos que se han publicado más de doscientas mil páginas -la mayoría de ellas en lengua inglesa- sobre los temas más variados: Dios, la naturaleza del universo, las leyes naturales que rigen el cosmos, el comportamiento moral, la historia de la Creación y del planeta Tierra, la vida de Jesús, los rasgos de las civilizaciones en otros astros y niveles de existencia, el catastrofismo que nos espera de aquí al año dos mil y otras muchas cuestiones científicas que van desde la astrofísica a la estructura económica y la sociología; millones de palabras supuestamente reveladas que constituyen un masivo depósito de información, tal vez de insospechado valor, a la espera de que a la ciencia oficial se le ocurra someterlo a un metódico análisis. La literatura «contactada» no es ciertamente fácil, y antes que nada hay que aprender a leerla. Sus textos no son lineales ni cartesianos, pues junto a enunciados sensatos, que pretenden explicar la realidad objetiva, aparecen premeditadamente mezclados «gazapos» que consisten en burdas falsedades, indicaciones absurdas, ridículas y contradictorias, elementos éstos infiltrados con ánimo de desprestigio, para que resulte intrincada la tarea de separar el trigo de la cizaña, el ruido de fondo o cortina de humo para despistar a los no avisados y estimular el escepticismo en el grueso de la población. Obviamente esta nueva revelación de la era atómica no va destinada a las masas, sino que con ella se intenta influir selectivamente, en un reducido núcleo de personas preparadas para asimilarla y que saben «de qué va la cosa», sin afectar las creencias del resto de la comunidad.
El «contactismo» no es
más que una técnica, de
lo más sutil y refinada, para comunicar nuevos conceptos,
heterodoxos y subversivos para el status quo, de tal modo que sólo los
capten los que son aptos para utilizarlos constructivamente y, al mismo
tiempo, que el hombre de la calle saque la opinión de que se trata de
los insensatos, un puñado de inofensivos charlatanes y desequilibrados.
Es una sutil estratagema para insuflar la verdad a los pocos que se la
merecen, sin efectos colaterales que trastornen a los que no se
interesen por ella. Aunque, a la larga, el resultado acumulativo sobre
el colectivo humano de los millares de contactados puede ser
considerable y hacer las veces de una lenta separación para culminar
finalmente en el contacto abierto.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: mundoparanormal
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