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martes, 19 de marzo de 2013

'El doctor Livingstone, supongo'


El explorador David Livingstone. | Thomas AnnanEl explorador David Livingstone. | Thomas Annan
  • El explorador escocés se fue a África cuando pensaba irse a China
  • Luchó contra el comercio de esclavos
  • Su 200 aniversario se celebrará ampliamente en su país de nacimiento
En realidad, David Livingston tenía que haber ido a China, pero como estalló la Guerra del Opio, el explorador escocés se fue a África, una decisión que tomó de forma casual pero que acabó siendo de incalculable valor para la ciencia.
Livingstone, por cuyas venas corría sangre de indomable "highlander", se convirtió en uno de los exploradores de África más famosos de la Edad Moderna. Descubrió el río Zambeze y las cataratas Victoria en la actual Zimbabue y está considerado uno de los impulsores de la lucha contra el comercio de esclavos. El 19 de marzo se cumplen 200 años de su nacimiento.
Hijo de una familia de trabajadores, David Livingstone creció en la localidad escocesa de Blantyre. Ya durante su época de estudiante de Medicina en Glasgow trabajó para la Sociedad Misionera de Londres. En diciembre de 1840 fue enviado de misión al sur de África, donde pasó varios años en las bases de la sociedad misionera en Kuruman, Mabotsa y Koloben.
Quedó tan fascinado por el continente, que fue dejando de lado su propósito original de evangelizar y civilizar de los nativos. Junto con William Oswell, un británico acaudalado, partió en 1948 en su primera gran expedición. Fueron los primeros europeos en atravesar el desierto del Kalahari.

Apasionado de África

En el viaje se encontraba siempre con nativos que nunca antes habían visto un hombre blanco. No todos le dispensaron un trato pacífico. Se hizo amigo del jefe de la tribu de los Makolo, quien le llevó de viaje por el norte. En 1851 topó con una fuerte corriente, el Zambeze, cuyo recorrido no había transitado jamás un europeo.
Livingstone siguió el Zambeze con los Makolo hasta su desembocadura en el océano Índico y descubrió un salto de agua gigante que bautizó en honor de su reina: las cataratas Victoria.
Todavía hoy se puede allí ver un monumento al legendario explorador. El imperio británico, que por aquella época vivía uno de sus momentos de plena expansión de poder, le consideraban un héroe nacional. Sus libros se agotaban antes de que llegaran a la imprenta y todavía hoy están considerados importantes para la documentación.
Su 200 aniversario se celebrará ampliamente en su país de nacimiento y en su hogar de adopción en África. La presidenta de Malawi, Joyce Benda, viajará con motivo del aniversario a Blantyre, su ciudad natal en Escocia, pero no visitará su tumba en Londres.
El ex primer ministro escocés Jack McConnell destacó en unas declaraciones a la televisión local la lucha del explorador contra la esclavitud.
En Blantyre se celebran estos días numerosas exposiciones, lecturas y un taller de percusión africana. Además, científicos de todo el mundo se reúnen en las cataratas Victoria (en la parte de Zambia) para analizar su vida y su legado.
Los fans más aventureros podrán realizar un tour de 1.000 kilómetros con mountainbike siguiendo los pasos de Livingstone y visitarán el lugar en el que presuntamente luchó contra un león, así como el árbol donde grabó su nombre.
Para poder centrarse exclusivamente en la investigación, Livingstone abandonó la Sociedad Misionera y, con el apoyo del gobierno de Londres, emprendió una segunda gran expedición. Su objetivo era encontrar nuevas rutas comerciales, así como materias primas, aunque no tuvo éxito.
Durante su tercera expedición, Livingstone se centró en la búsqueda de fuentes del Nilo, su gran sueño como explorador. Pero sus vivencias en condiciones inhóspitas le acabaron pasado factura cuando tenía poco más de 50 años.
En 1869 llegó completamente agotado y con fiebre a la colonia árabe de Ujiji, un centro de comercio de esclavos. Sus informes sobre el horror que vio allí contribuyeron a que Europa se formara una nueva imagen de lo que realmente estaba sucediendo.
Como estaba desaparecido, el editor del 'New York Herald' envió al periodista Henry Morton Stanley en su búsqueda. Cuando lo vio en 1871 en Ujiji, en la actual Tanzania, le saludó con las famosas palabras: "Sr. Livingstone, supongo".
Más tarde salieron juntos de expedición para buscar el nacimiento del Nilo, que nunca encontraron. Su corazón latía por África y justo allí encontró la muerte 1873. Sus restos mortales fueron llevados a Londres y enterrados en la abadía de Westminster.




Fuente:    elmundo

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