llenando con sus poderes a todo aquel que se les acerque.
Colocaron tronos a su alrededor, tiene treinta y dos lugares,
uno para cada uno de los Hijos de la Luz, colocados de tal manera,
que constantemente les da la radiación, llena con la Vida de la Luz eterna”.
Tablas Esmeralda de Hermes Trismegisto
El pasado mes de agosto un grupo de siete personas, que viajaron desde
Argentina, Perú, Ecuador, Honduras y Puerto Rico, se reunieron en
Mongolia para emprender una expedición al desierto de Gobi.
Desde
el Siglo XIX, un grupo de lamas custodia un lugar que se halla
“conectado” con la mítica Shambhala, la ciudad sagrada del budismo que
contiene la esperanza y el futuro de la humanidad.
Formé parte de esta expedición y debo decir que el viaje me ha afectado
profundamente, tanto por las experiencias como por la vivencia en sí de
estar en un lugar así y haber podido corroborar de propia boca de los
lamas mucho de lo que veníamos afrontando todos estos años.
En
lo que informaciones se refiere, pudimos “armar el rompecabezas” que
señala la historia de un piedra de naturaleza cósmica, sumamente
importante pues estaría entroncada con la leyenda del Santo Grial y
episodios desconocidos del llamado “Plan Cósmico”.
Esta información la fuimos recibiendo en una serie de experiencias desde
el año 2003, y terminó de completarse en el contacto interdimensional
que el grupo de viaje tuvo en el desierto de Gobi, en aquella “puerta”
de luz que protegen los lamas desde hace casi 200 años.
Este es un pequeño resumen de lo recibido, que compartimos aquí para ser
estudiado y comprendido (Informe completo del viaje a Gobi).
Decenas de stupas y “Los Ojos que todo lo ven” de Buda
protegen el área sagrada en donde se halla la puerta dimensional del desierto de Gobi.
LA PIEDRA CÓSMICA
El Universo Material fue creado por una realidad “no física”, dicen los
extraterrestres. Ellos denominan a esa realidad “Universo Mental”, un
lugar - si se puede emplear ese término - donde la luz es semejante en
naturaleza a un pensamiento humano.
La historia cuenta que desde allí se emanó el plano de la materia, dando
aparición al espacio-tiempo y el nacimiento de gigantescas galaxias,
estrellas, planetas, y todo el conglomerado celeste que hoy por hoy
procuramos desentrañar observando el firmamento.
Con la aparición de vida inteligente, y el desarrollo de naves
espaciales, la exploración del Universo y sus misterios fue una
constante.
De
esta forma llegó el descubrimiento que cambió vertiginosamente el
desarrollo tecnológico de las civilizaciones extraterrestres que nos
precedieron: sus primeros exploradores hallaron una forma extraña de
cristales muy cerca del centro de las grandes formaciones nebulosas y
próximas al peligroso núcleo de algunas galaxias - en donde muchas veces
perecieron al ser absorbidos por agujeros negros supermasivos.
Entonces sus científicos tomaron muestras y las estudiaron intensamente,
concluyendo de que se trataba de un desconocido fenómeno de
“transmigración” de energía al haberse creado el Universo Material.
Es decir, aquellos cristales provenían del plano de la mente en donde la
luz no es física, pero que llegó a corporizarse al “pasar” al nuevo
plano material que había sido engendrado.
Estos cristales eran diferentes a otros que eran conocidos en sus mundos
de origen, generalmente formados durante la cristalización lenta de los
magmas terminales - como ha ocurrido también en la Tierra.
El reciente hallazgo de aquellos impresionantes objetos verdes
brillantes ponía todo en jaque: tenían un origen sobrenatural que les
permitía acumular mayor cantidad de energía que los cristales
convencionales.
Ello, como es de imaginarse, supuso un gran salto tecnológico para
aquellas civilizaciones que, con el transcurrir del tiempo, fueron
aplicando el empleo de esos objetos para la industria, la navegación
espacial, y más tarde para la guerra. Les llamaron “Ergomenon”. Y de
acuerdo a su geometría y programación podían ser aplicados a distintas
tareas.
Pero aún no habían visto todo.
Un grupo de científicos decidieron estudiar el centro de la Gran
Nebulosa de Orión. No era la primera vez que lo hacían, pero un
accidente afortunado les llevó a dar con el mayor de los
descubrimientos.
La imponente nave, en la cual se desplazaban a través del torrente de
radiación ultravioleta de la gran nebulosa - y resistiendo las duras
condiciones allí reinantes - golpeó de pronto un objeto que inicialmente
pensaron se trataba de masa en formación.
A través de sus pantallas vieron el cuerpo de roca, ya fragmentado, y
distinguieron en su interior descubierto un brillo esmeralda que ya
conocían.
Inmediatamente
introdujeron el objeto en la nave y, al limpiarlo de su efectivo
“camuflaje”, se encontraron con un bellísimo cristal octaédrico, que de
inmediato se encendió y les mostró cual oráculo el futuro de su
civilización, la gran guerra que vendría, y la aparición de una nueva
raza que daría esperanza a todo el Universo.
Los científicos que hallaron el Gran Cristal, sorprendidos,
comprendieron que aquel cuerpo había sido el primero en “pasar” al
Universo Material cuando el plano entero fue creado.
Representaba el camino por el cual la luz mental se hizo sólida: una
suerte de alquimia cósmica, y por ende el secreto de cómo se habían
“construido” los mundos y soles, los portales y las galaxias. Aquel
cristal maravilloso encerraba la formula de la Creación.
Pero, ¿de qué estaba hecho aquel objeto? ¿Cómo se formó?
Generalmente se sabe que en un cristal las moléculas, átomos o iones se
encuentran organizados simétricamente. Este orden interno muchas veces
dictamina la “apariencia” del cristal. Empero estas formaciones no son
exclusivas sólo de lo minerales, sino también de compuestos orgánicos.
Incluso en el agua.
¿Era un ser vivo aquel cristal?
¿Qué fuente mantenía el orden de su perfecta estructura geométrica?
¿Cómo podía “ver” el futuro?
Sea cual fuese la respuesta, los exploradores extraterrestres no podían
abandonarlo a su suerte en el espacio. Sabían que no tenían más remedio
que llevarlo con ellos. Finalmente lo tomaron como una misión, y se
transformaron en sus primeros custodios.
El resto de la historia ya la conocemos: la denominada Guerra Antigua
estalló en el mismo lugar donde anteriormente se había hallado el
extraño cristal. Quizá, esta fue la razón de peso por la cual distintas
civilizaciones se empezaron a interesar en la Nebulosa de Orión.
Lo cierto es que los primeros exploradores se exiliaron y dejaron el
cristal a custodia de un grupo de guardianes y vigilantes que estaban
comprometidos, en secreto, con la profecía del Gran Cristal.
Algunos de ellos formarían parte más tarde del contingente de 32 enviados a la Tierra para sembrar la semilla de la luz.
Esa historia empezaba a adquirir otro sentido.
LA FUNDACIÓN DE SHAMBHALA
De acuerdo a la información que los Guías nos fueron revelando, luego de
la destrucción de la Atlántida - en el año 10,500 AC - un grupo de 32
seres extraterrestres, representando cada uno a una civilización
diferente del cosmos, todas unidas bajo un mismo propósito de luz,
llegaron a la Tierra para establecer un gobierno interno positivo; es
decir, plasmar en nuestro planeta un orden que ya existía en el
Universo, y que se veía reflejado en la denominada “Confederación de
Mundos de la Galaxia”.
Era el inicio de la Hermandad Blanca.
Una gran nave, de aspecto triangular y de un color blanco tan puro como
la nieve, se instaló en el hoy desierto de Gobi, en Mongolia.
La
ubicación había sido estudiada previamente, pues en esa área del mundo,
en el pasado, diversas expediciones extraterrestres se habían asentado
construyendo inmensos túneles para la explotación mineral.
Los 32 enviados aprovecharon la existencia de esas galerías abandonadas
para adaptarlas a su misión de preservar y proteger la verdadera
historia de la Tierra, que fueron “leyendo” del Registro Akásico o
memoria matriz del planeta, y archivándola en una impresionante
colección de planchas metálicas de ingeniosas aleaciones, semejantes al
legendario “Oricalco” de Platón.
Este procedimiento era más que importante, ya que cada cierto tiempo, al
completarse un ciclo cósmico, poderosas energías provenientes del
espacio afectan el campo magnético de la Tierra alterando la información
contenida en su “registro”.
En términos sencillos, los 32 enviados procuraron una “copia de
respaldo” de toda esa información para que ningún fenómeno externo la
perdiese para siempre.
También sabemos que fue allí donde se construyó el Gran Disco solar, un
plan maestro que procuraba “unir” los otros doce discos que provenían
originalmente de un gran objeto, que fue creado en tiempos de Lemuria
para conectarse con el Universo y comprender su naturaleza.
Pero la misión de los 32 poseía un ingrediente secreto: habían traído
con ellos el Gran Cristal que fue hallado en la Nebulosa de Orión. Lo
depositaron en una galería subterránea especialmente acondicionada para
su protección, bajo el suelo del silencioso Gobi. Y cuando el Gran
Cristal fue colocado, se “activó”, iluminándose con un brillo esmeralda
que parecía provenir de otro plano más allá de la materia.
Entonces se produjo el “alumbramiento” del Gran Cristal: un pequeño
objeto, de similar naturaleza, se desprendió de su madre. Aquel elemento
emprendería un largo viaje a través de la superficie, mezclándose entre
la humanidad en tiempos de suma trascendencia.
Ese objeto, al igual que el Gran Cristal que lo engendró, era
indestructible. Pero ambos eran intensamente custodiados para que no
cayeran en manos equivocadas. De hecho aquel pequeño cristal ha vuelto
una y otra vez a los diferentes Retiros Interiores de Asia y de todo el
mundo, pero sin integrarse nuevamente al gran objeto viviente que lo
desprendió.
Ello ocurrirá cuando la magna obra de la Hermandad Blanca termine.
Asociar el fragmento del Gran Cristal con la leyenda de la Diosa Umiña
de los Incas, la Piedra de Chintamani de Roerich, e inclusive los
primeros relatos que hablan del origen cósmico del Santo Grial, como se
explicó anteriormente, no resulta descabellado.
¿Qué era la Umiña?
Según los historiadores y las leyendas se habla que cuando los españoles
llegaron a Centro América, una de las leyendas mencionaban que en
Ecuador, en la zona de Manabi, en la cultura de los Mantas, seres
gigantes, donde se encontraron osamentas de seres gigantes de 2 a 3 mts.
de altura; pues había una piedra de poder que se llamaba la Umiña y
había un templo, esta piedra podía curar a la gente, podía sanar y
proporcionaba a los que la poseían grandes poderes.
del Sitio Web RahmaEsAmar
Los 32 enviados sabían que sólo la humanidad de este planeta podría
revelar el misterio y mensaje del Gran Cristal, por tanto cierta
tranquilidad reposaba en sus mentes cuando se produjo el despertar y
alumbramiento de su tesoro secreto.
Fue
así que decidieron mover la gran nave hacia el extremo oeste del
desierto, donde dominan las altas y sagradas montañas del Altai. Desde
allí vigilarían cada rincón del antiguo Gobi.
Hallaron en el macizo del Belukha el lugar perfecto para ocultar su nave bajo su corpulenta estructura.
Luego aprovecharon la tecnología de navegación de su ingenio espacial
para congelar sus cuerpos - como si fueran a emprender un largo viaje -
quedando en estados de animación suspendida. Lo hacían así pues al morir
en la Tierra - donde seres de otros mundos experimentan un
envejecimiento prematuro - sus almas deberían volver a sus planetas de
origen, y ellos aún no habían terminado su misión.
De esta forma quedaron físicamente “dormidos” en sus capsulas de
hibernación, pero espiritualmente activos y vigilantes desde otro plano.
Mientras la luz del Gran Cristal permaneciese encendida, cual rayo
dador de vida desde su escondite secreto en el Gobi, ellos permanecerían
aquí.
Este proceso supuso un traspaso de postas: desde que llegó el Gran
Cristal a la Tierra los hombres más elevados del mundo, muchos de ellos
supervivientes de la catástrofe de Atlántida, emprendieron viaje hacia
el Gobi y el Altai, sintiendo fuertemente el llamado de los 32 y la
energía de aquel objeto cósmico que ahora latía, cual luz maxin o
antorcha eterna de cada Retiro Interior.
Así, el remanente de antiguas culturas antediluvianas, todos ellos seres
sabios que habían comprendido el error de sus semejantes cuando se
generó el divorcio entre la ciencia y la espiritualidad - como ocurrió
con la Atlántida - se constituyeron en los nuevos guardianes materiales
del Gobi y las altas cadenas montañosas adyacentes.
Era el inicio de Shambhala. La ciudad luz, la semilla de la Paz.
EL CUMPLIMIENTO DEL PLAN
El Gran Cristal se había enlazado mágicamente con la red nodal del
planeta, conectando incluso túneles y espacios subterráneos, inundando
todo con su brillo verde brillante de creación.
Durante varios miles de años, los habitantes de esta humanidad
subterránea, vigilante y protectora de los secretos del Gobi y las
montañas, permaneció activa físicamente. Hoy en día, la mayoría de
aquellos Maestros ha emigrado a otros planos, en donde continúan su
magna labor.
Esto está sucediendo porque se aguarda otro cambio de postas, tal como
ocurriera con el deseo de los 32 enviados de perpetuar la cadena,
quedando por voluntad propia a vanguardia de que todo lo anunciado se
cumpla. Los mensajeros extraterrestres conocían bien su misión, pues en
anteriores oportunidades, luego de la Guerra Antigua, su Consejo había
enviado diferentes misiones a lejanos mundos para sembrar la semilla de
la paz.
La visita de estos seres a la Tierra suponía la décima cruzada.Y quizá la última y definitiva.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente:
despiertaalfuturo
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