Un estudio atribuye la desaparición de la mayoría de las especies del planeta hace 250 millones de años a la integración de todas las masas de tierra en una sola llamada Pangea
Illinois State Museum
La popularidad de los dinosaurios tal vez induzca a muchos a
creer que su desaparición, ocurrida hace 65 millones de años y debida
probablemente al impacto de un asteroide, fue la mayor extinción en masa de la historia de la Tierra.
Pero aquella catástrofe que marcó la frontera entre el Mesozoico, o Era
Secundaria, y el Cenozoico, o Era Terciaria, fue apenas un tropiezo en
el currículo de la vida terrestre en comparación con la Gran Mortandad.
Por este nombre se conoce a un desastre ecológico global
que aniquiló a la mayor parte de las especies del planeta hace 250
millones de años, poniendo un brusco fin al Paleozoico o Era Primaria.
Se zanjaba así el experimento biológico que había comenzado 292 millones
de años antes y que hoy denominamos Explosión Cámbrica, el momento en
que la factoría terrícola comenzó a lanzar especies en masa. Aquel
capítulo de la historia de la vida, tan largo que nos cuesta comprender
su magnitud, se cerró con la eliminación de 7 de cada 10 especies
terrestres y de más de 9 de cada 10 marinas. Los insectos, incluyendo
los más grandes que jamás han existido, prácticamente desaparecieron.
Fue el fin de los trilobites, quizá los animales más conocidos de la
fauna del Paleozoico. Cualquier observador habría apostado a que la vida
en la Tierra había tocado a su fin.
Aún no existe una explicación definitiva sobre qué causó la Gran Mortandad.
Las pruebas de aquel suceso quedaron destruidas largo tiempo atrás o
acabaron sepultadas bajo toneladas de rocas más recientes. Con las
escasas pistas disponibles, los científicos han apuntado varias
hipótesis, como el vulcanismo intensivo, el envenenamiento de los mares y
de la atmósfera o incluso la colisión de uno o varios asteroides.
Dos científicos chinos han elaborado ahora un estudio que
responsabiliza de la Gran Mortandad a la formación del supercontinente
Pangea (“toda la tierra”, en griego). A comienzos del Pérmico, el último
período del Paleozoico, todos los continentes se fusionaron en una
única y colosal masa de tierra de unos 200 millones de kilómetros
cuadrados, rodeada por un único océano, Pantalasa (“todos los mares”, en
griego). Esta reunión continental alcanzó su apogeo entre finales del
Pérmico y principios del Triásico, el primer período del Mesozoico tras
la Gran Mortandad. Según Hongfu Yin y Haijun Song, de la Universidad
China de Geociencias en Wuhan, la integración de las tierras emergidas
fue la primera ficha de un colosal efecto dominó que terminó
desencadenando un cataclismo ecológico global.
La propuesta de Yin y Song no es la primera que asigna
consecuencias nocivas a la formación de Pangea. La Tierra está compuesta
por placas tectónicas que flotan sobre el manto, un sistema que tiende
al equilibrio gravitatorio según el principio de isostasia. Cuando este
balance se rompe, como ocurre cuando todos los continentes se amalgaman,
una serie de mecanismos se ponen en marcha para restablecer el
equilibrio. Al fusionarse las tierras, el grosor de la litosfera
aumenta, lo que la hunde más en el manto pero también la eleva a mayores
alturas sobre el nivel del mar, provocando una regresión de las aguas
en un único océano que también se hace más profundo para compensar la
mayor altitud continental. Estos cambios probablemente destruyeron el
patrón reinante de corrientes marinas y vientos, lo cual, unido a la
aridez que debió de instalarse en la vasta Pangea, pudo alterar
drásticamente los ecosistemas. Sin embargo, muchos expertos no
consideran que estos efectos sean suficientes para explicar la Gran
Mortandad.
Yin y Song opinan lo contrario. Según su estudio, publicado
en la revista Science China Earth Sciences, la formación de Pangea hizo
saltar por los aires los delicados engranajes de la Tierra, conectados
entre sí: “La crisis biótica durante la transición del Paleozoico al
Mesozoico fue un largo proceso de coevolución entre geosferas y
biosfera”, escriben los investigadores. “La secuencia de eventos en la
frontera Pérmico-Triásico revela un patrón de dos episodios, cambios
globales de rápido deterioro y extinción biótica en masa, así como la
íntima relación entre ambos”.
Atmósfera envenenada
Los científicos sugieren que el desastre se inició con una
pluma del manto, una columna de material del interior de la Tierra que
asciende y se abre camino hasta la corteza. Estas plumas se han
propuesto para explicar el vulcanismo en lugares alejados de los
contactos entre placas tectónicas, como el archipiélago de Hawái, aunque
su existencia aún se debate. Este fenómeno sería responsable de los
llamados traps de Tunguss, en Siberia, y Emeishan, en China, enormes
regiones de roca volcánica que surgieron durante la integración de
Pangea. Esta, a su vez, habría sido una consecuencia de las corrientes
en el manto terrestre provocadas por las plumas.
El estudio alega que la fuerte actividad volcánica generada
por las plumas envenenó la atmósfera con grandes volúmenes de dióxido
de carbono, metano, dióxido de nitrógeno y cianuro, asfixiando la vida
en tierra. Estos gases causaron además un intenso calentamiento global
debido al efecto invernadero y deterioraron la capa de ozono de la
estratosfera, exponiendo la superficie terrestre a la dañina radiación
ultravioleta. La aridez y el calor en el interior de Pangea favorecieron
la extensión de incendios que contribuyeron a la destrucción. En cuanto
a los océanos, los gases volcánicos y la disminución del oxígeno
alteraron profundamente la química marina y los ciclos del carbono, lo
que según los científicos explica la devastación de los ecosistemas
oceánicos.
“Los grandes cambios globales y la extinción en masa fueron
resultados de la interacción entre las esferas de la tierra. El
deterioro de las relaciones entre litosfera, atmósfera, hidrosfera y
biosfera (incluyendo factores internos propios de la evolución de los
organismos) se acumularon hasta superar el umbral, explotando en la
época de la transición Pérmico-Triásico”, explica la revista en un
comunicado. Los autores del estudio relacionan además los fenómenos
geológicos acaecidos entonces con la inversión de los polos magnéticos
que tuvo lugar en el Pérmico medio. Sin embargo, reconocen que sus
hipótesis aún deberán confrontarse con nuevas investigaciones.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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