Para los científicos, supone una oportunidad única para presenciar la muerte de una estrella desde el principio. El resto quizás podamos de contemplarla a simple vista
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Astrónomos de la Universidad Estatal de Ohio han calculado
las probabilidades de que, en algún momento durante los próximos 50
años, una supernova de nuestra galaxia sea visible desde la Tierra.
Y han llegado a la feliz conclusión de que hay un 100% de
probabilidades de que esa supernova sea visible para los telescopios en
forma de radiación infrarroja y un 20% de que el espectáculo estelar
pueda contemplarse a simple vista en el cielo nocturno. Lo cuentan en la
revista The Astrophysical Journal y su estudio está disponible en Arxiv.org.
El hallazgo, según sus autores, supone una gran noticia
para los astrónomos, que disponen de cámaras de infrarrojos de alta
potencia para apuntar al cielo en cualquier momento. El estudio sugiere
que tienen una sólida oportunidad de hacer algo que nunca se ha hecho
antes: detectar una supernova lo suficientemente rápido como para presenciar lo que sucede en el comienzo mismo de la muerte de una estrella.
Una estrella masiva se convierte en supernova en el momento en que
agota todo su combustible nuclear y su núcleo se colapsa, justo antes de
que explote violentamente y lance la mayor parte de su masa al espacio.
«Vemos todas estas estrellas convertirse en supernovas en
otras galaxias , y no entendemos completamente cómo sucede. Creemos que
lo sabemos, pero eso no es verdad al 100%», dice Christopher Kochanek,
profesor de astronomía en la Universidad de Ohio. «Hoy en día, las
tecnologías han avanzado hasta el punto de que podemos aprender
muchísimo más sobre supernovas si podemos pillar la siguiente en nuestra
galaxia y estudiarla con todas las herramientas disponibles», explica.
El estudio de las supernovas en la Vía Láctea es posible gracias a que los astrónomos tienen detectores sensibles de neutrinos (partículas emitidas por el núcleo de una estrella en colapso ) y ondas gravitacionales
(creadas por las vibraciones del núcleo de la estrella), que puede
encontrar cualquier supernova en nuestra galaxia. La pregunta es si en
realidad podemos ver la luz de la supernova, ya que vivimos en una
galaxia llena de polvo, partículas de hollín que Kochanek compara con
observar el espacio a través de los gases emanados por un camión, que
absorben la luz y podrían ocultar una supernova de nuestra vista.
«Cada pocos días, tenemos la oportunidad de observar
supernovas fuera de nuestra galaxia», dice Scott Adams, miembro del
equipo investigador. «Pero solo hay algunas cosas que puedes aprender de
ellas, mientras que una supernova galáctica nos mostraría mucho más.
Nuestros detectores de neutrinos y detectores de ondas gravitacionales
solo son lo suficientemente sensibles como para tomar medidas dentro de
nuestra galaxia, donde creemos que una supernova ocurre solo una vez o dos veces por siglo».
Nuevo detector
En un escenario ideal, los detectores de neutrinos como el
Super- Kamiokande (Super-K) en Japón podrían hacer sonar la alarma en el
momento que detectan los neutrinos, e indicar la dirección de donde
vengan las partículas. Entonces, los detectores infrarrojos podrían
apuntar al lugar casi de inmediato, para capturar la supernova antes de
que comience a brillar. Los observatorios de ondas gravitacionales
podrían hacer lo mismo.
Pero como no todos los neutrinos vienen de supernovas
-algunos llegan de reactores nucleares, la atmósfera de la Tierra o el
Sol- es posible que el detector no reconozca la diferencia. «Necesitamos
una manera de decir inmediatamente que la explosión se debe a una
supernova», dice John Beacom , profesor de física y astronomía y
director del Centro de Cosmología y Física de Astro- partículas en el
estado de Ohio.
Expertos en neutrinos y coautores del artículo han
construido un modelo a escala de un tipo especial de detector de
neutrinos en una nueva cueva subterránea en Japón. El nuevo detector, que llaman Egads
(Evaluación de acción de gadolinio en sistemas de detección) pesa 200
toneladas -mucho menor que las 50.000 toneladas de Super-K-, y se
compone de un tanque de agua ultrapura. El agua se enriquece con una
pequeña cantidad del elemento de gadolinio,
que ayuda a registrar los neutrinos de supernova de una manera
especial. Cuando un neutrino de una supernova de la Vía Láctea entra en
el tanque, puede colisionar con las moléculas de agua y liberar energía,
junto con algunos neutrones. El gadolinio tiene una gran afinidad por
los neutrones y los absorberá y volver a emitir energía propia. El
resultado sería una señal de detección seguida por otra
una pequeña fracción de segundo más tarde, una señal de «latido» en el
interior del depósito para cada neutrino detectado. Según los
investigadores, esta señal permitirá a los científicos hacer anuncios de
detecciones de supernovas más seguros y oportunos.
A simple vista
Para aquellos de nosotros que esperamos ver una supernova
de la Vía Láctea con nuestros propios ojos, las posibilidades son más
bajas y dependen de nuestra latitud en la Tierra. La última vez que
ocurrió fue en 1604, cuando Johannes Kepler descubrió una unos 20.000
años luz de distancia en la constelación de Ofiuco. Se encontraba en el
norte de Italia en ese momento .
Los astrónomos creen que la probabilidad de que una
supernova galáctica sea visible a simple vista desde algún lugar en la
Tierra en los próximos 50 años es aproximadamente del 20 a 50%. Los habitantes del hemisferio sur tienen más probabilidades, ya
que pueden ver más de nuestra galaxia en el cielo nocturno. Las
probabilidades empeoran a medida que se avanza hacia el norte.
«Con solo una o dos por siglo, la posibilidad de una
supernova en la Vía Láctea es pequeña, pero sería una tragedia
perdérsela y este trabajo tiene por objeto mejorar las posibilidades de
estar listo para el evento científico de toda una vida», concluye
Beacon.
Informando: http://elarcadelmisterio.blogspot.com/
Fuente: ABC
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