El maíz transgénico cultivado por la empresa deja de resistir a los parásitos
Cada vez más insectos parásitos son capaces de devorar el
maíz modificado genéticamente especialmente para resistir a estos
insectos. Un estudio reciente demostró que los esfuerzos de la
corporación Monsanto, un gigante de los cultivos transgénicos, aplicados
para evitar el ataque de estos insectos, fueron en vano.
Unos escarabajos parásitos pueden consumir el maíz modificado
genéticamente sin sufrir el menor daño, según revela un trabajo de
investigación publicado en el último número de la revista GM Crops &
Food. Una muestra de la población del escarabajo de 2010 tiene una tasa
de supervivencia 11 veces mayor que la de la población de control.
Eso
es ocho veces más que el año anterior, cuando por primera vez se
identificó a esta especie resistente. El año pasado, el investigador
Aaron Gassmann, de la Universidad de Iowa, señaló que varios
agricultores habían descubierto que un gran número de escarabajos
sobrevivía después del consumo de los cultivos transgénicos. Gassmann
llamó a estos insectos ‘superbichos’.
Los hallazgos recientes pueden tener consecuencias devastadoras,
tanto para los agricultores como para los consumidores. Las plantaciones
de maíz modificado serán atacadas por un número creciente de
‘superbichos’, causando la reducción de la cosecha para los
agricultores.
En última instancia, los consumidores pagarán el precio,
no solo por el maíz, un producto esencial cuyos derivados se usan en una
gran cantidad de productos, desde yogures hasta talco de bebé, sino por
otros cultivos que se venden en el mercado.
El aumento de los precios
del maíz va a estimular a más agricultores a sembrar maíz, a pesar de
los riesgos, y la producción de otros cultivos caerá. Eso impulsará al
alza a los precios de prácticamente todos los alimentos, golpeando con
fuerza a una población ya dañada gravemente por las dificultades
económicas actuales.
Monsanto lanzó su maíz transgénico con la proteína especial insertada
en su código genético en 2003. Los recientes hallazgos se produjeron
días después de que Monsanto, junto con otras empresas de biotecnología,
recibieran el apoyo del Congreso de EE. UU., que dio el visto bueno al
establecimiento de los cultivos transgénicos a pesar de los desafíos
legales pendientes.
Muchas de las demandas a las que se enfrenta
Monsanto están basadas en la presunción de que sus cultivos son
peligrosos para la salud humana y especialmente para la de los fetos.
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