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lunes, 7 de mayo de 2012

La enigmática cueva de Los Tayos

Cueva de los Tayos

Leyendo tan sólo la acta notarial de su hallazgo, con fecha 21 de julio de 1969, en la ciudad costeña de Guayaquil, a cualquiera se le encrespan los cabellos frente a estas detonantes afirmaciones:

"...he descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio..."
Frente a esto, es inevitable pensar en la posible relación entre las planchas que menciona Moricz - halladas en una cámara secreta de la Cueva de los Tayos - con las planchas metálicas de complejos ideogramas que han sido visualizadas en nuestra experiencia de contacto, aquella biblioteca cósmica que los Guías extraterrestres denominaron "El Libro de los de las Vestiduras Blancas".

Veamos a continuación los intrincados de este misterio - que palpita aun en la selva ecuatoriana - y cómo llegó Moricz a descubrir los túneles de esa esquiva humanidad subterránea.




UBICACIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LA CUEVA DE LOS TAYOS

A una altitud aproximada de 800 metros, en una zona montañosa irregular, en las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor, se sitúa la entrada "principal", o más bien, la entrada "conocida" al mundo subterráneo de la Cueva de los Tayos. El acceso consiste en un túnel vertical, una suerte de chimenea con unos 2 metros de diámetro de boca y 63 de profundidad.
El descenso - no apto para cardíacos - se realiza con un cabo y polea. De allí, un verdadero laberinto se abre al explorador por kilómetros de misterio, que deben ser recorridos en la más absoluta oscuridad. Las linternas más potentes son nada ante semejantes galerías donde una catedral entera podría caber.

La Cueva es denominada habitualmente "de los Tayos" debido a que su sistema de cavernas es el hábitat de unas aves nocturnas llamadas Tayos (Steatornis Caripensis), que constituyen la misma especie que se ha hallado en otras cavernas de Sudamérica, como por ejemplo, los "guacharos" en Caripe, Venezuela. El estudio inicial de esta conexión intraterrestre entre especies de aves nocturnas lo abordó detalladamente el sabio alemán Alejandro de Humboldt, en su obra: "Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente" (1800).
Es sumamente sospechoso que una misma especie de aves ciegas esté diseminada en diversas cavernas de Sudamérica. ¿Será que todos aquellos laberintos intraterrestres no son cavernas aisladas y guardan una conexión?

En las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador viven los Shuaras, quienes en el pasado fueron conocidos con el nombre "Jíbaro" - denominación despectiva para ellos -, famosos - también en el pasado - por su bravura y el arte de reducir cabezas. Ellos son los primeros exploradores del sistema subterráneo, ya que cada mes de abril bajaban a la cueva para hurtar los polluelos de los Tayos - que son más grandes que una paloma.
Y en medio de esta faena se toparon con una serie de sorpresas. La más resaltante, fue sin duda, el hallazgo de gigantescas huellas sobre bloques de piedra que, por sus ángulos rectos y simetría, sugieren un origen artificial. Moricz recogió estos relatos en su visita al oriente Ecuatoriano, pudiendo comunicarse sin mayor dificultad con los nativos gracias a su dominio del Magiar, un antiquísimo lenguaje húngaro similar al dialecto Shuar. Obviamente, Moricz sabía muy bien a qué blanco apuntar.

Desde 1950 seguía pacientemente la "pista" que lo podría llevar al reino subterráneo. Algunas fuentes, incluso, lo vinculan con una extraña orden esotérica húngaro-germana, hecho que podría explicar el profundo conocimiento esotérico que esgrimía en sus controvertidas entrevistas a los medios de prensa. Sea como fuere, Moricz estuvo en Perú, Bolivia y Argentina buscando estas entradas antes de llegar al Ecuador. En más de una entrevista subrayó lugares como Cusco, el Lago Titicaca y Tierra del Fuego, como los posibles lugares desde donde "se puede descender al reino subterráneo".
Según él, la Cueva de los Tayos es sólo una de las tantas entradas a este mundo perdido, y lo más apabullante: que aun así, estaríamos hablando de un simple "arañazo" al mundo real de estos seres intraterrestres, que yacen a profundidades difíciles de alcanzar por el ser humano.



LAS PLANCHAS METÁLICAS DEL PADRE CRESPI

Pero la cosa no queda allí.
Quizá una de las aseveraciones más inquietantes es la existencia de la presunta biblioteca metálica. De existir, y siempre bajo el testimonio de Moricz, allí encontraríamos registrada la historia de la humanidad en los últimos 250.000 años, una cifra que moviliza a cualquiera.

Un punto a tener en cuenta en relación a estas planchas, nos lleva en línea recta a los extraños objetos que en su momento custodió el padre salesiano Carlo Crespi, en el patio de la Iglesia María Auxiliadora de Cuenca. Los objetos habían sido encontrados por nativos quienes, en acto de amabilidad y gratitud, se los cedieron al padre Crespi para su custodia.
Muchos de estos objetos - por no decir todos - posteriormente fueron robados. Si el padre Crespi aun estuviese con vida, quizá podríamos rastrear el origen exacto de tan enigmáticas piezas que parecían ser muy antiguas, mostrando indiscutibles ideogramas en relieve, una suerte de "código de información" o "escritura".

En 1976, en la primera página de la revista norteamericana Ancient Skies, apareció un revelador artículo del filólogo hindú Dileep Kumar, quien analizando los símbolos que se muestran en una de las piezas del padre Crespi - una lámina aparentemente de oro, de unos 52 cms. de alto, 14 cms. de ancho y 4 cms. de grosor - concluyó que los ideogramas pertenecían a la clase de escritura Brahmi, utilizada en el período Asokan de la historia de la India, hace unos 2.300 años...
Cuatro años más tarde, el doctor Barry Fell - Profesor de Biología de la Universidad de Harvard - identificaba 12 signos de la lámina en cuestión con los propios signos empleados en el Zodíaco.

Y bien, teniendo en cuenta que estos objetos se hallaron en el Ecuador, no era descabellado darle al menos el beneficio de la duda a la biblioteca metálica descubierta por Moricz en la Cueva de los Tayos.

Todo esto no tardaría en atraer la atención de los cazadores de lo misterioso.
 

ERICK VON DÄNIKEN Y NEIL ARMSTRONG

Y la cosa se puso color de hormiga.
Primero apareció en escena el famoso escritor suizo Erick Von Däniken, quien supo cautivar a Moricz para que le diese material fotográfico y la versión oculta de su hallazgo, hecho que fue espectacularmente explotado en el libro "El Oro de los Dioses" (1974), donde Däniken no sólo se limitó a fantasear con la versión original de la historia, sino, por si fuera poco, sostenía haber ingresado él mismo a la Cueva de los Tayos "en sus sueños" y haber visto con sus propios ojos la biblioteca metálica.
El libro fue un bestseller mundial, vendiendo 5 millones de copias y traducido a 25 idiomas.
 

NI UN PESO PARA MORICZ

El libro, cautivó de manera particular al lector europeo.
"Däniken incluyó fotografías del Archivo Moricz-Peña Matheus que mostraban el interior de las cuevas, e imágenes de la planchas metálicas del Padre Crespi",
...y fue así como el ingeniero escocés Stanley Hall contacta con Moricz para proponerle una expedición internacional a la Cueva de los Tayos.
Moricz aceptó siempre y cuando él fuese el jefe de la expedición y que ningún objeto hallado en el mundo subterráneo podría ser retirado. Como era de esperarse, Hall no aceptó la propuesta. Inmediatamente desechó la presencia de Moricz en la expedición y se comunicó con el Gobierno de Inglaterra.
Resultado: En julio de 1976 se llevaría a cabo una expedición Ecuatoriano-Británica, con un intimidante personal militar y científico y, para añadir la cereza a la torta, la presencia del astronauta norteamericano Neil Armstrong.

Desde luego, esta no sería la primera incursión del astronauta en un lugar donde "las papas queman". Recordemos tan sólo sus frecuentes visitas a Paysandú, Uruguay, debido a la intensa actividad Ovni en la estancia de la Aurora -popularizada por el escritor brasilero Trigueirinho.
El mismísimo dueño de la estancia donde ocurrieron los hechos, Angel Tonna - con quien tuve la oportunidad de compartir en su casa de Paysandú en 1999 - aun recuerda las visitas de Armstrong quien, además, le confió en su propia estancia de Uruguay que la misión Apolo XI de 1969, enfrentó un encuentro cercano del Tercer tipo en la Luna.



¿UN PLAN SECRETO?

Las investigaciones Ecuatoriano-Británicas se desarrollaron por 35 días, instalando un generador de electricidad en el campamento base, a escasos metros de la boca misma de la Cueva, descendiendo a diario a las profundidades para desarrollar sus "investigaciones geológicas y biológicas". Según el informe final, la comisión de estudiosos concluyó que la Cueva de los Tayos no tenía origen artificial, y que no existían indicios de trabajo humano.
Todo lo había hecho la naturaleza...

Una conclusión desconcertante teniendo en cuenta los claros dinteles y bloques de piedra que se pueden encontrar en el sistema intraterreno, muy similares a los que halló, paradójicamente, el equipo de arqueólogos de la expedición a mitad de camino entre el campamento base y la unión del río Coangos con el Santiago. Hallaron un muro megalítico de aproximadamente 4,50 metros de largo por 2,5 metros de alto.

El espeleólogo argentino Julio Goyen Aguado -presente en las primeras expediciones a la Cueva de los Tayos, incluyendo la incursión ecuatoriano-británica- sostenía que la expedición de 1976 fue financiada por la Iglesia Mormona, ya que las planchas metálicas que aludía Moricz recordaban las propias planchas de oro que recibiera el profeta Joseph Smith de manos del ángel Moroni.
Teniendo en cuenta diversas leyendas mormonas apuntan a que los citados registros estarían ocultos actualmente en algún lugar de la cordillera de los Andes, es curioso notar que la zona donde se ubica la Cueva de los Tayos se denomina "Morona", similar al nombre del "enviado" que contactara a Smith. Sea como sea, Aguayo - ya fallecido - sospechaba que Stanley Hall pertenecía a los Servicios Secretos del Reino Unido, además de formar parte de la masonería inglesa, sumamente interesada en encontrar la biblioteca metálica.
Neil Armstrong, y recordemos bien esto, también era masón.

No obstante a todo ello, aunque el tema de la biblioteca metálica ha atraído a muchos buscadores, en verdad este tesoro oculto despistó a quienes se embarcaban en su busca del verdadero secreto del mundo subterráneo: aquellos seres que grabaron las planchas.

A fin de cuentas, el informe de la Expedición echó por tierra el verdadero secreto que yace en la Cueva de los Tayos, mientras a mitad de todo el jaleo, se llevaban cuatro cajas selladas de madera que no permitieron abrir a los shuaras, quienes se sintieron engañados y estafados. Hoy en día recuerdan claramente aquel triste episodio. Los nativos piensan que se llevaron "algo" de las cuevas...
Cuando Neil Amstrong salió de la Cueva de los Tayos - donde permaneció tres días - declaró a los medios de prensa que su visita al mundo subterráneo había superado su vivencia en la Luna (!).


Cuando los colonizadores españoles avanzaban por el continente americano, lo hacían acompañados de los sacerdotes de la Santa Inquisición y misioneros católicos, de distintas órdenes, como los Jesuitas, comisionados por el Vaticano.

Estos jefes religiosos católicos tenían un poder indiscutible en aquella época, tanto en Europa como en América, y según se ha reflejado en las crónicas, organizaban quemas y destrucciones de documentos y objetos paganos de las poblaciones nativas.

Sin embargo, en realidad lo que hacían era hacer desaparecer todas aquellas pruebas que demostraban la existencia de unas civilizaciones muy antiguas, antediluvianas, que habitaron en aquellas tierras fértiles de América. No siempre se quemaba o se destruían los documentos o los objetos ancestrales, sino que muchos de ellos eran trasladados, en secreto, al Vaticano.

Allí, en el Archivo Secreto Vaticano, se guardan incontables documentos, tablillas, piedras, robots, oopars, objetos de todo tipo, procedentes de la antigua ciudad de Toledo, de América, de Oceanía, y de todos los rincones del mundo.

Desde el principio de la historia conocida de América, se instaló una Conspiración inquisitorial vaticana, para la ocultación de la verdad y de las pruebas de la existencia de otras civilizaciones a lo largo de la Historia de América. Y el Vaticano siempre estuvo apoyado y protegido por las Coronas de España y Portugal. Las Monarquías y el Vaticano siempre han vivido apoyándose el uno en el otro, con el objetivo común de someter y explotar a la humanidad, manteniéndola en perpetua ignorancia de todo.

Los túneles subterráneos del planeta

La Cueva de los Tayos se llama así por ser el hábitat de unas aves nocturnas llamadas "tayos". Se encuentra al oriente de Ecuador, en una zona montañosa irregular conocida como la Cordillera del Cóndor. La Entrada de esta cueva se halla a unos 800 metros de altura, si bien no se descarta que pudiera existir alguna otra entrada secundaria.

Esta cueva guarda la entrada a unos túneles labrados, que recorren miles de kilómetros y países, por toda América y por todo el mundo, y que fueron construídos hace miles de años por una civilización no humana antediluviana. Mediante estos gigantescos túneles subterráneos están conectadas las distintas zonas geográficas del planeta, como el Tíbet, Machu Pichu, el País Cátaro, Toledo, Capadoccia, etc...

Por ejemplo, en el País Cátaro, cuentan las leyendas que el Monte Bugarach guarda una de estas entradas al mundo intraterreno. O por ejemplo tenemos también la leyenda de la ciudad de Erks, al noroeste del Cerro Uritorco, cerca de Capilla del Monte, en Argentina. Lo mismo que las leyendas intraterrenas de Shambala en el Himalaya. Es decir, hay distintas salidas a la superficie de la Tierra, desde una inmensa red de túneles subterráneos.

Pero el mundo intraterreno de los túneles subterráneos antediluvianos y sus entradas como la de la Cueva de los Tayos, no tiene nada que ver con el tema de la Tierra Hueca. Adicionalmente existe la Tierra Hueca desde la creación del planeta y es un lugar en donde vive actualmente una civilización intraterrena avanzada. La civilización que construyó los túneles intraterrenos y la cueva de los tayos no es la misma que la que habita en el mundo de la Tierra interior hueca.

El padre Crespi

El religioso salesiano Carlo Crespi (Milán 1891 - Ecuador 1982), era un sacerdote erudito y multifacético, que tenía conocimiento de la Cueva de los Tayos, en el Ecuador, desde hacía décadas, y muchas de las piezas arqueológicas procedentes de esa cueva, que le proporcionaban los nativos shuaras de la selva oriental, las guardaba en el patio de la Iglesia de María Auxiliadora en la ciudad de Cuenca, Ecuador.


El padre Crespi mostrando algunas piezas tan sorprendentes como brillantes de la colección ancestral que guardaba.

Las planchas metálicas, muchas de oro, y objetos variados que guardaba el padre Crespi, tenían un valor incalculable, sobre todo en cuanto a los códigos de escritura que recogían y la información valiosa, que una antigua civilización muy pretérita en el tiempo, había reflejado en aquellos objetos. El Vaticano estaba muy molesto con la actividad de divulgación arqueológica de Crespi.

En distintas ocasiones, el padre Crespi sufrió dos atentados perpetrados con fuego, en forma de incendios. Finalmente, muchas de las extrañas piezas ancestrales que custodiaba el padre Crespi, seguramente todas, fueron robadas, y desaparecieron.


Una de las planchas metálicas de la colección del padre Crespi, realizada hace miles de años por una antigua civilización no humana. ¿Nos suena de algo esta iconografía? Hay una pirámide con escalones de piedras y en la cúspide un sol, rodeado por serpientes. Son los típicos símbolos ocultos de los Illuminati y de las logias masónicas y esotéricas. Es la misma religión oculta, que venera a los mismos dioses, y que tienen en la actualidad las sociedades secretas illuminati


Muchos grabados que muestran las planchas de Tayos parecen recién salidos de la cantera de tablillas y labrados de la cultura sumeria y de la zona de Babilonia y Asiria, la cuna de la civilización humana.

A partir de 1950 aparece en América un personaje de origen húngaro y nacionalizado argentino, llamado Juan Moricz, (Hungría, 1923), buscando las entradas al mundo intraterreno.

Juan Moricz era aficionado a la espeleología y experto conocedor de las leyendas antiguas; de hecho, se sospecha, que dado el alto grado de conocimientos esotéricos que poseía, especialmente relacionados con el mundo intraterreno, pertenecía a alguna sociedad secreta de corte germánica o del norte de Europa; unas corrientes intelectuales esotéricas que habían estado muy de moda en la época de la Europa Nazi.


La expedición de Moricz en la Cueva de los Tayos. Todo esto estaba ya construído, y llevaba allí muchos miles de años. Bloques muy pesados, que sólo una civilización antigua, no humana, pudo manejar como si fueran ladrillos.

Después de haber visitado distintos países suramericanos, como Argentina, Bolivia y Perú, las investigaciones llevaron a Moricz a Ecuador. Con la ayuda de los Shuaras, indios nativos de la selva oriental del Ecuador, que viven en las inmediaciones de la cueva, Moricz descubrió en 1969 la Entrada de la Cueva de los Tayos, y fué el primero en divulgar al mundo la existencia de esta cueva y los tesoros que había en sus profundidades.

Según el Acta Notarial del hallazgo del 21 de julio de 1969 en Guayaquil se puede leer:

"He descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio".
Juan Moricz.

Según Moricz, la Biblioteca Metálica de la Cueva de los Tayos registra una historia antigua que tuvo lugar en la Tierra, y que retrocede en el tiempo hasta 250.000 años.


Erich Von Däniken conversando con Juan Moricz

El descubrimiento asombroso de Juan Moricz atrajo al escritor e investigador suizo Erich Von Däniken hacia el Ecuador y la Cueva de los Tayos, entrevistándose con Moricz y con el padre Crespi, para recoger una información que se plasmó en su libro "El Oro de los dioses" de 1974, un best seller del que se vendieron 5 millones y medio de ejemplares y que fué traducido en 25 idiomas.

El éxito de los libros de aventuras arqueológicas de Däniken, vislumbrando antiguas civilizaciones en la Tierra, arrasaba en Europa en la década de 1970. Pese a algunas críticas que le han llovido con el tiempo, la verdad es que nunca un escritor investigador del Pasado ha tenido tanto éxito como Däniken. Y una de las críticas más amargas fué que Moricz, que a fín de cuentas era el descubridor, no recibió ni una sola moneda por su inestimable colaboración con Däniken.

La obra de Däniken fué leída por Stanley Hall, un ingeniero escocés, el cual contactó con Moricz para proponerle una expedición al interior de la Cueva de los Tayos. Moricz aceptó en tanto en cuanto él fuera el jefe de la expedición y con la condición de que la expedición inglesa no se llevara las piezas arqueológicas que se hallaran.


El espabilado de Stanley Hall, a la derecha, tratando de sacar información a Juan Moricz, en 1973. Moricz no entró en el juego sucio de Hall y declinó la invitación para participar en la expedición infame.

Por supuesto que Hall no aceptó las condiciones de Moricz, pues precisamente su plan se trataba de que la expedición inglesa tuviera el mando, y además, se organizaba dicha expedición para saquear el tesoro de Ecuador y llevarse todas las piezas posibles. Entonces Hall llegó a un acuerdo con las autoridades ecuatorianas, y en julio de 1976, se organizó una expedición británico-ecuatoriana, que en realidad era británica-estadounidense, formada por personal científico y militar.

El espeleólogo argentino, de origen español, Julio Goyen Aguado, que había sido contratado para la expedición, sospechaba que Stanley Hall pertenecía al servicio secreto británico y que militaba a la vez en logias masónicas inglesas. Por lo visto, el tal Stanley Hall era un pájaro de mucho cuidado. Aguado declaró que la expedición británica tenía un interés obsesivo en encontrar la Biblioteca Metálica de Tayos, para llevársela ellos en secreto a Inglaterra, claro.


El astronauta Neil Armstrong y el ingeniero escocés Stanley Hall, comisionados por las logias masónicas illuminati y los servicios secretos anglo-norteamericanos, en la época de la Expedición a la Cueva de los Tayos en Ecuador, en 1976. Dos pájaros de cuenta recién llegados para saquear el tesoro de los ecuatorianos, y encima se ríen.

Y es que la expedición de 1976 a la Cueva de los Tayos fué en realidad una expedición secreta, desvergonzada e infame, de masones iluminados, entroncados con los servicios secretos anglo-norteamericanos, enviada y financiada por la Elite conspiradora illuminati del mundo.
Uno de los integrantes era el astronauta masón Neil Armstrong, que tenía experiencia en haber sido testigo y haber visto, ya antes, rastros, huellas y objetos extraterrestres y de otras civilizaciones, en La Luna, durante la Misión Espacial del Apollo 11.

La expedición masónica se valió de la ayuda de los guías nativos shuaras, los cuales declararon posteriormente que se sintieron utilizados y coaccionados. Se dice que la expedición salió al menos con 4 cajas de madera, llenas de piezas antiguas, y desde entonces pesa un manto de silencio sobre aquella extraña expedición de 1976.

De aquella expedición silenciosa nunca se supo más. Nunca hubo Ruedas de Prensa, ni comparecencias ante los medios de comunicación, ni Conferencias, por parte de Neil Armstrong, Stanley Hall, ni de ningún miembro de la Expedición británica de 1976. Solamente llegaron a transcender algunas imágenes fotográficas seleccionadas, pero no todas. Tampoco hubo entrevistas ni libros escritos de aquella expedición por parte de sus miembros. Todo quedó en el más absoluto secreto. Materia Reservada, clasificada como Top Secret.


Julio Goyén Aguado y Juan Moricz, en 1968.

El descubridor húngaro-argentino, Juan Moricz, murió en extrañas circunstancias, nunca aclaradas, en 1991, dejando a Julio Goyen Aguado como heredero de toda su fortuna de tesoros arqueológicos.

Y en 1999, el espeleólogo argentino, de origen vasco, Julio Goyen Aguado, que estuvo presente en la expedición de 1976, y heredero del tesoro Moricz, falleció en un accidente de tráfico, al volcar de madrugada su camioneta en una carretera próxima a San Rafael, en las cercanías de un puente sobre el río Diamante, al sur de Mendoza.

Entre 1995 y 1998 se desató una absurda y cruel guerra entre Perú y Ecuador por una disputa de demarcación de fronteras, conocida como el Conflicto del Cenepa, llamado así por el río Cenepa que dá también nombre a la zona. Se dice que había unos intereses petrolíferos, pero lo cierto es que también dentro de la zona en disputa se hallaba casualmente la Cueva de los Tayos. El conflicto se cobró cientos de muertos.

En resumen, la Elite Illuminati criminal y psicópata, que manipula el poder político, económico, cultural y religioso en la Tierra, mediante las sociedades secretas y los gobiernos, envió una expedición criminal y conspiradora a la Cueva de los Tayos en 1976 para secuestrar y ocultar a la humanidad las pruebas culturales de otras civilizaciones que habitaron en la Tierra hace muchos miles de años, y que fueron los responsables de las mega-construcciones antiguas.

Sin duda que la expedición de 1976 a la Cueva de los Tayos fué un Crimen cultural contra la humanidad. Como crimen contra la humanidad fué la Misión Apollo a la Luna, y son las sondas a Marte, y muchas otras iniciativas de descubrimientos. Todo para monopolizar y ocultar la información de la verdadera historia y mentir a los seres humanos, porque de este sistema falso de creencias y de mentiras se valen para perpetuarse en el poder.

El día que los seres humanos se libren de las sociedades secretas, que tienen aplastada a la humanidad, y sumida en la ignorancia, llegarán a conocer toda la verdad, de ellos, del mundo y del universo.


 
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