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martes, 1 de mayo de 2012

La pulsera maldita

 Gracias a nuestra amiga y seguidora, María José Serrano, por enviarnos este noticia que ahora compartimos con todos vosotros.
Muchas gracias!!!


Cuando hablamos de objetos malditos todos tenemos en mente objetos que han pertenecido a personajes muy concretos de la historia y que han quedado marcados, de una u otra forma, con su particular sello. O a objetos que por haber pertenecido a  enclaves muy concretos han estado bañados de unas cualidades especiales. Eso sí, todos ellos, suelen llegar a manos de su nuevo dueño de una manera sencilla. Y es, quizá, esa sencillez, ese azar, el que dota a la historia de tal o cual objeto de un tinte particularmente macabro. Y el caso que nos ocupa no es una excepción.


La protagonista de esta historia es Jo Wollacot, de 40 años. Y el inicio de la misma, la compra de una pulsera en el portal web eBay en el año 2.010. Porque desde el momento en que esta mujer adquirió el adorno su vida se vio truncada tanto en el plano económico, como en el plano sentimental. Incluso su salud se vio mermada hasta límites preocupantes tras la compra de este abalorio. Y es que, aparte de las erupciones que cubrían su boca y sus brazos, tuvo que ser ingresada en un centro de salud mental debido a sus procesos alucinatorios, y tener que cerrar su negocio lo que conllevó el desahucio de su vivienda junto con sus dos hijas pequeñas. Como colofón, la relación que mantenía en esos momentos con su pareja sentimental se rompió.

La desesperación invadió la vida de la señora Wollacot. No podía ser para menos. Por ello, una y otra vez, trataba de pensar en cuál había podido ser su error. Trataba de dar con el origen de esta situación. Hasta que un día, lo vio todo con meridiana claridad. Allí estaba. El abalorio de bolitas rojas y negras colgando de su muñeca. Zarandeándose de un lado a otro de un modo casi inocente hasta que lo desató y lo guardó, para siempre, en un joyero.
Y, como ella esperaba, los resultados no tardaron en surtir efecto. Los males que padecía comenzaron a remitir y su vida parecía que se iba reconduciendo. Sin embargo todo daría un giro de 180 grados cuando su hijo Dagan trajo una circular de su colegio en la que se advertía del daño que estas pulseras podían provocar. Pulseras que, como más tarde comprobó, estaban compuestas de semillas de abrina, un potente veneno que podría, incluso, terminar con la vida de un ser humano si este ingiriese una mínima cantidad de la misma. A partir de ahí se precipitaron los acontecimientos en torno a este artilugio del que, por cierto, se habían vendido varios miles de unidades. Incluso la Agencia de Salud Pública británica (PHA) tuvo que alertar de la situación a la población para minimizar, en la medida de lo posible los datos. La actuación de la protagonista y de las autoridades hizo que su historia terminase de una manera satisfactoria. En cambio, lo peor de todo, es que no sabemos cuántas personas, repartidas por todo el planeta, estarán siendo víctimas de este brazalete.

He aquí la historia de la pulsera maldita. Un objeto que lo era; pero no por sus propiedades místicas o esotéricas. Sino por las cualidades que la propia naturaleza había depositado en ellas.


 
Fuente:   eltransbordador

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